Santa Ana de los Ríos de Cuenca, octubre 25 del año del Señor de 2020
Dominica XXX per annum in Anno Salutis Nostrae MMXX
Ingeniero
Pedro Palacios Ullauri
Alcalde de Cuenca
Ciudad.
De mi consideración:
El Concejo
Cantonal de Cuenca, emperifollado de turbia liviandad, ha realizado una INOCENTADA con la que oféndese a la
urbe en el bicentenario de su independencia. Previamente, el pasado 12 de
Abril, en el 463 aniversario de la fundación castellana de la capital de la
morlaquía el cuerpo edilicio decidió no entregar las 9 preseas que en tan
singular efeméride otórganse a destacados ciudadanos de la localidad arguyendo
que la emergencia sanitaria del coronavirus hacía imposible celebrar
apropiadamente el natalicio de la urbe.
Ad interim, cinco meses después, el 27 de septiembre, el mismo Concejo Cantonal convocó a la ciudadanía, a través de diario «El Mercurio», para que postúlense a diferentes personajes a fin de ser condecorados en la sesión solemne del 3 de Noviembre del presente año 2020, bicentenario de la independencia de Cuenca, con las insignias que no fueron entregadas el 12 de Abril conjuntamente a las 9 preseas que también confiérense en la efeméride libertaria de la «ciudad cargada de alma». Ergo, anunciábase que 18 insignias serían discernidas en un proceso de candidaturas cuyas postulaciones concluyeron el pasado 12 de octubre.
Con la
rigurosidad que el certamen contempla más de 54 postulantes fueron
candidatizados y el 16 de octubre la comisión respectiva del Concejo Cantonal y
la Alcaldía elaboró, con las carpetas recibidas, 18 ternas para que el 23 de
octubre, en sesión reservada y extraordinaria, escogiéranse a 18 ilustres ciudadanos
para ser recipiendiarios de tan distinguidas condecoraciones.
El proceso
llevóse a cabo con la seriedad que la convocatoria pública reclama pero en la mentada
sesión reservada, ad absurdum, los 14 concejales y el alcalde Pedro Palacios Ullauri
decidieron, nemine discrepante/ por unanimidad, no conceder las
condecoraciones a nadie y entregar únicamente la insignia «Municipalidad de Cuenca» al
personal de salud de los hospitales «Vicente Corral Moscoso» y «José Carrasco Arteaga» con el anodino argumento de que la
emergencia sanitaria del coronavirus hace imposible que el 3 de Noviembre puédanse
conferir las 18 preseas anunciadas, para las cuales distinguidos ciudadanos
habíanse postulado. El hecho constituye, ex tota claritas, una atrevida e
insolente burla a la ciudad amada y al propio Concejo Cantonal que dice y se
desdice o que hace y se deshace con una descabellada resolución, tomada por el
arte de birlibirloque, que deja con la falda alzada a 54 ilustres hijos de la
ciudad «Patrimonio de la Humanidad», los cuales no debían ser
ultrajados de manera infame como si fuesen una especie de chupa de dómine, en una
de las más estúpidas actuaciones que la corporación edilicia municipal haya
tomado nunca in historia nostra, justamente cuando nos preparábamos para la
celebración del bicentenario de la Independencia. Esto es como si invitárase a
un matrimonio y en plena misa de bodas el novio diérase marcha atrás para no
contraer nupcias con su fémina dejando a todos los convidados con el santo y la
fiesta.
Este histórico traspié del Concejo Cantonal es, por tanto, una estrafalaria INOCENTADA a más no poder, con lo cual ha tomádose el pelo a la ciudadanía pues por un elemental sentido de sindéresis entre lo que dícese y hácese si convócase a un proceso que llévase a cabo ad solemnitatem deberíase respetar lo actuado y proceder conforme a lo establecido pues no ejecutar lo convenido es violar una palabra burlándose de la gente y haciendo tabla rasa del respeto que merécense los cuencanos cuando son llamados a participar en un proceso de juego limpio en el que todas las cosas deberían ser traslúcidas, sin triquiñuelas ni engañifas que ofenden a nuestra inteligencia y restan credibilidad a los señores concejales y al propio alcalde Pedro Palacios Ullauri, quien con tan desfachatada resolución extrapola más la autoridad de la que carece a causa de sus liviandades y pusilanimidades por las cuales ha perdido todo crédito en la ciudad capital del austro ecuatoriano.
El hecho deviene en fachoso y cantinflesco ad infinitum, desde todo lado por donde míreselo imbricado en este absurdo y oscuro panorama de autoridades que, al parecer, no saben lo que quieren y no hacen lo que resuelven dando al traste toda la seriedad que debería tener el Concejo Cantonal en donde pareciese que no existieran inteligentes asesores que adviertan, ad cautelam, que si ya se convocó a un proceso es inaudito que se dé marcha atrás, al socaire del respeto que merecen los 54 postulantes a la convocatoria para el discernimiento de las preseas tanto como la misma ciudadanía cuencana que contempla absorta el tremebundo desplante que expavécenos de profundis in anima nostra.
Rebus sic
stantibus/ Estando así las cosas muy bien
débese columbrar que los 14 concejales y el propio burgomaestre ni siquiera
respétanse a sí mismos, puesto que cuando una palabra empéñase o cuando una
decisión tómase in scriptis, de manera taxativa y bajo actas, las cosas débense
respetar ante omnia et super omnia/ ante todo y sobre todo. Pero cuando
la estulticia cautiva el alma de semejantes autoridades la estolidez es el
denominador común para que un proceso tan serio para la concesión de las
insignias y preseas del 12 de Abril y el 3 de Noviembre no sea respetado in
extremis incluso a riesgo de cualquier eventualidad que pudiere impedir
el que la urbe no pueda celebrar, con la debida parafernalia, un acontecimiento
tan trascendente como el bicentenario de nuestra independencia, bicentenario
que, a causa de la pandemia, pasará a la historia con el triste «sanbenito»
de no haberse preparado con la solemnidad que el evento requiere y la
magnificencia de la epónima conmemoración libertaria pues doscientos años no
cúmplense a la vuelta de la esquina.
Jamás, in
urbe nostra, las inocentadas han sido preparadas en las fiestas
novembrinas con falsos y fachendosos individuos que desesperadamente corrieron
tras el Concejo Cantonal como empalagosas moscas que buscan la miel hasta el
hastío para fungir de ediles en la corte de un paniaguado burgomaestre que no
tiene empacho para declarar sin aspavientos que: «la situación que estamos viviendo es compleja, difícil y creemos que
por esta ocasión debemos entregar una insignia».
Nunca in
historia nostra hemos tenido una directora de cultura municipal
bautizada con el nombre de Tamara Landívar Villagómez, quien, al parecer,
siendo la principal asesora en temas de cultura no puede ni siquiera tener la
debida alacridad mental para aconsejar al burgomaestre y los concejales que no
pueden cometer esta infamia mientras la señora, como figura pública sujeta al escrutinio ciudadano, rebosa de invincibilis
ignorantia, a causa de su inopia, siendo la culpable de que el
bicentenario de la independencia de Cuenca pase a la historia como un evento
intrascendente al que nunca dio la importancia que el acontecimiento exige por
su falta de merecimientos para ocupar dicho cargo in culturalis aspectibus et in
communitate nostra.
«Entiendo
lo que me basta/ y solamente no entiendo/ cómo súfrense a sí mismos/ los estultos
concejales…». Parafraseando a Lope de Vega digamos así, urbi
et orbi, ante esta disparatada inocentada del bicentenario que no es
más hilarante como indignante en una feria de egolatría y soberbia de los estólidos
personajes que integran el Concejo Cantonal de Cuenca. Ni siquiera el secretario abogado del Ilustre Concejo Cantonal sálvase de esta incapacidad de asesoría ante un tema tan trascendente. Todos en masa han
mostrádose en tropel cual desesperados maratonistas que, idiotizados y
enmascarillados ad summum a causa de la pandemia, con ansias locas de quedar bien con el
personal sanitario que sólo ha cumplido con su deber ante la tragedia del
coronavirus, echan a la basura un proceso eleccionario por ellos mismos
decidido y avalado provocando sorpresa, estupefacción y desencanto en la
ciudadanía que contempla patidifusa estas absurdas actuaciones del cuerpo
edilicio y su burgomaestre.
En Cuenca, la
expectación fue trepidante ante el anuncio de que, «por esta única vez», 18 insignias y preseas serían entregadas en la
sesión solemne del bicentenario de la independencia, sin esperarse que también
«por esta única vez» los ediles y el
alcalde hicieran lo contrario. Quienes mirábanse como favoritos para ganar los
galardones han transformado sus rostros con un rictus de indignación e
iracundia ante la insolente burla que ha espetádoseles con espasmo y estupor solo
entendibles en el impacto que prodúcenos una implosión centrífuga posible solo de
lograrse cuando la estulticia es el modus operandi de un cuestionado
cuerpo edilicio y alcaldicio. Por algo dícese, en nuestra candorosa lengua de
Castilla, que «los tontos pueden hacer lo
que no hace un terremoto».
Así pues, riddendo
et solus riddendo/ riendo y solo riendo, analicemos los entretelones de
esta ridícula inocentada: en primer lugar, prima facie, ya juntar las insignias
del 12 de Abril y el 3 de Noviembre era el absurdo más absurdo que el Concejo
Cantonal pudo decidir, puesto que cada una de las preseas abrileñas tanto como
las novembrinas entréganse en contextos claramente determinados: la celebración
del nacimiento hispano de la urbe, el 12 de Abril de 1557, y la liberación de
la monarquía hispana, el 3 de Noviembre de 1820. Por eso, es absurdo juntar
todas las insignias abrileñas y novembrinas en la sesión solemne de la
independencia. Es como homenajear a España por la fundación castiza mientras
que no puede decirse «por otro lado» sino «por
el mismo lado», en la misma sesión en que elógiase a España, fustigarla
por la subyugación monárquica de la cual nos liberamos el glorioso 3 de
Noviembre de 1820. Dicho de otro modo, praeter opinionem, es como mezclar
el agua y el aceite o juntar en un mismo andarivel dos cosas contrapuestas o es
como celebrar la cuaresma y la navidad juntas, pero también es como ayunar y no
comer carne y comer carne al mismo tiempo o, quizás, como comer la cuaresmal
fanesca y el pavo navideño en una misma fiesta. Ya de una vez, solo faltó que
los cantinflescos ediles y su paniaguado burgomaestre también coman los dulces
de corpus junto al pavo y la fanesca a causa de la pandemia. Ad concludendi, digamos
también que la desfachatada resolución del Concejo Cantonal violaba el principio
de contradicción de la lógica aristotélica cuando el estagirita decía que «una
cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto».
Pero con este cuerpo edilicio de la ilustre ciudad de Cuenca todo es posible a
causa de la pandemia que ha idiotizado a los concejales y al burgomaestre hasta
los supremos límites del paroxismo.
Al parecer, la
estupidización que nos ha traído la pandemia es una verdadera lección de vida para
los cariacontecidos postulantes de las preseas y los incautos y engarbullados ciudadanos
de la capital de la morlaquía que, enmascarillados ocho meses, deberían
reflexionar que están enfrentando un panorama donde las más apócrifas e
insólitas cosas pueden acontecer gracias a los ególatras y fatuos señores
concejales, junto a su acicalado y pusilánime alcalde con el que viven enmascarillados
disfrutando de las delicias del poder y burlándose de nuestra inteligencia diem
per diem super flumina Tomebamba.
Ad
verecundiam, dígase con perspicuidad que la
inocentada no quédase allí. Ha decidídose también en la bendita sesión
reservada de marras que solicitaránse los nombres del personal sanitario a los
hospitales y luego publicaráse el listado en la página cibernética del
municipio a fin de que si falta alguno notificárase al ilustre Concejo
Cantonal.
Pero para que
el pecado sea de veras mortal y la estulticia conságrese a los límites máximos
de la balandronada el ilustre Concejo Cantonal ha decidido, asimismo, que
mandaráse a realizar una placa epigráfica con los nombres entregados para ser
colocada en el parque de La Libertad. Sin embargo, Oh Sancta Simplicitas, lo
que los ediles y su alcalde no han tomado en cuenta es que el parque de la
Libertad de Cuenca nada tiene que ver con la libertad suprema de la
independencia de la monarquía española sino con la libertad que el hombre
alcanza luego del presidio y el paso por el panóptico. Esa es la razón por la
que dicho parque fue creado donde antes funcionó la antigua cárcel de Cuenca,
siendo el sitio menos oportuno para colocar una placa conmemorativa del
bicentenario de nuestra libertad política super flumina Tomebamba et in honorem
libertatis.
En fin, el
asunto es de Ripley y quedará marcado, sub specie aeternitatis, en los
anales de nuestra historia pero la actuación de los concejales y su alcalde es
a todas luces chispeante por lo que no quedaránse impunes pues seguramente con
la gran capacidad de sarcasmo unida a la maledicente socarronería, propia de la
morlaquía, esta histórica INOCENTADA habrá de ser motivo de cáusticas críticas
y sardónicas bromas en las alicaídas fiestas del bicentenario de la
independencia morlaca ad perpetuam rei memoriam et in honorem
invincibilis ignorantiae et stultitiae in urbe nostra.
His cum affectibus tibi et grata salutationem, Pax Christi
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, mensis octobris, die XXV, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXX, XXX Dominica per annum.
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OPINIONES CIUDADANAS
demostrado que alguien mató ilusiones, honores y tradición.
Jorge
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