«GUSTATE ET VIDITE QUAM ADMIRABILIS CONCHA EST IN
NATURA EXCELSA/ GUSTAD Y VED CUÁN ADMIRABLE ES CUENCA EN LA EXCELSA NATURALEZA»
«Aquella tarde de un día/
quisiera cantar Dios mío/ con la flor de mis romances/ y la flor de mis
idilios./ Inspiración apacible/ de un numen dulce y sencillo/ pone la lira en
mis manos/ y estalla el canto sencillo…».
Con estos versos surgidos de la prodigiosa mente del «Pico
de Oro» cuencano, el benemérito canónigo Nicanor Aguilar Maldonado,
podemos intentar describir a los pájaros de Santa Ana de los Ríos de Cuenca,
excepcionales seres vivientes que exornan de lindeza los paisajes de la
morlaquía con sus vivificantes colores y sus fascinantes trinos que en el
diario caminar por la urbe son como una fortuita serendipia de gratificante
hallazgo in vita nostra ad maiorem Dei gloriam semper. Avecillas que, ad
libitum, vuelan a sus anchas por el amplio cielo del Ande in
honorem libertatis.
Y precisamente porque evocan libertad, en el centésimo nonagésimo
octavo aniversario de la independencia de la capital azuaya conviene rendirles
pleitesía, en el sincero afán de concienciar sobre la grave responsabilidad que
pesa sobre todos para protegerlos como maravillosos animalitos que conviven inter
nos, diem per diem, in naturalis ordinis.
Tienen bellísimos nombres in lingua latina, en el científico ámbito
de la Ornitología, pero desde niños hémonos acostumbrado a llamarlos con
curiosos términos extraídos de la sabiduría popular de los abuelos de antaño in
vita communitatis.
Así, todos los habitantes de la capital de la morlaquía conocemos
a las avecillas que vuelan in excelsis por estos lares con
arquetípicos nombres tales como: «mirlo», «chugo», «gorrión», «tuguita», «tordo», «quinde», «chirote», «jilguero», «tórtola», «cuchichugo», «brujillo», «golondrina»,
«quillilico», «lechuza de campanario», entre los más importantes.
Son aves que, ab aeterno, cruzan el cielo cuencano
con una encantadora presencia gracias al clima primaveral de nuestra urbe. Por
ello, diversas especies de pájaros habitan a 2.530 metros sobre el nivel del
mar, la altura de Cuenca, siendo fáciles de observar cum accurata diligentia, super
flumina Tomebamba ad nostra contemplationem.
Al tomar conciencia de su valiosa existencia in urbe nostra contrista
mirar que algunas avecillas cuencanas parecen extinguirse por la acción
depredadora de ciertos ciudadanos y la desaparición de los tradicionales
huertos y jardines de las casas de antaño, que cediendo el paso a gélidos
parqueaderos han dejado de ser los naturales recovecos en donde los pájaros de
la urbe han sido familiares y queridos in veritatis splendore. Sin estos
espacios en el centro histórico las aves aléjanse hacia la periferia y algunas
especies empiezan a desaparecer provocando un cataclismo ecológico de graves consecuencias
in
perpetuum.
In historia mundi, dícese que el
continente americano alberga más de un tercio de la avifauna del mundo y que
esta riqueza alcanza su máximo esplendor en Ecuador, donde al menos regístranse
más de 1.600 especies de pájaros, lo que hácenlo, in America meridionalis,
el cuarto sitio de aves luego de Colombia, Perú y Brasil, toda vez que ocupamos
el primer lugar si analízase la cantidad de especies por unidad de área.
Ergo, siendo pues un país de aves Cuenca
lo es también al estar surcada por 4 ríos y poseer un parque nacional como El
Cajas y extensas zonas verdes que representan el hábitat apropiado de especies
únicas conformando un rico patrimonio natural al que obligados estamos a
preservar y conservar.
Y la presencia de las aves en el amplio cielo cuencano ora en las
campiñas morlacas, ora en las riberas de sus ríos, ora en sus parques y
avenidas, ora en los jardines y huertos de las casas cuencanas es uno de los
atributos de la singular belleza de este suelo pródigo de gracias naturales donde
convivimos con tan especiales visitantes que aprovechan de los árboles
frutales, las flores silvestres o cultivadas, las semillas y los pastizales
como su hábitat natural.
En este ensayo escrito in honorem Conchae/ en honor de Cuenca,
digamos prima facie que los pájaros son aves canoras, generalmente de
pequeño tamaño, que construyen nidos y poseen un tipo de alimentación
insectívora, granívora o frugívora y comúnmente llámanse pájaros o aves
paseriformes.
CHUGO
Es un pájaro impresionante que llama la atención por su
vistosidad. Ad effectum videndi, su pecho y cabeza son amarillos y sus alas
negras azabaches albergan puntos blancos cual lunares que resaltan por todo su
plumaje negro. Con el correr de las décadas esta avecilla está ya prácticamente
extinta en Cuenca, lo cual es una pena pues su cantar dulce y melifluo nos ha
encandilado a todas las personas sensibles que lo hemos apreciado in
aeternum a través de los años.
Su timbre es, la verdad sea dicha, uno
de los más esplendorosos de los pájaros cuencanos, con sonidos agudos que
mézclanse,
de momento ad momentum, con fortísimos gorjeos que producen una agradable melodía y armonía a
su cantar. Amigo de las frutas, abundaba sobre todo en los meses de enero,
febrero y marzo cuando las campiñas de la morlaquía vuélvense pletóricas de
manzanas, peras, capulíes, higos, albaricoques, claudias y duraznos, tanto como
choclos puesto que son también, digámoslo sin aspavientos, adictos a la epónima
gramínea del mundo andino, cuando en estos meses hállase tierna siendo la época
de los chumales o las tortillas de choclo. Por eso es que el chugo siempre ha
estado presente en las sementeras, entre los maizales. No obstante, en todo
tiempo estas aves viajan por el horizonte cuencano siendo más «peligrosos», por
así decirlo, para los árboles que fructifican en fechas nada tradicionales de
cosecha frugívora.
Y ciertamente, cuando encuentra alimento, como en las semillas de esta jacaranda cuencana, transita gozosamente en las ramas del árbol en un espectacular ambiente de naturaleza y vida plena mientras sus esplendentes colores juegan cromáticamente con el liláceo color de la fronda jacarandásea
in naturalis ordinis.
Cansado de su faena alimenticia con las semillas de la jacaranda y su seductor vuelo por la fronda del típico árbol urbano de Cuenca descansa contemplativo sobre una de sus ramas pudiéndoselo observar esplendoroso
ad gloriam Dei. Así entonces, oblíganos a proferir con el salterio: «
Misericordias Domini in aeternum cantabimus/ Cantaré eternamente las misericordias del Señor».
In caelis, su vuelo es espectacular pues al aletear para lanzarse al aire sus alas despliéganse ad solemnitate para develarse mayestático, ribeteado de blanco, exornando de lindeza a su dorado corpus in veritatis splendor. Así es como apréciaselo en esta imagen donde el chugo parece jugar con las flores de una jacarandá cuencana en un contexto cromático que encandila la vista de todos cuantos observamos tan maravillosa conjunción natural.
Existen algunas sub especies de chugos, con pocas variaciones en las tonalidades de sus colores, pero casi todas hállanse extintas en Cuenca y en su centro histórico ya no es el cotidiano visitante de los huertos cuencanos. Los antiguos habitantes de la urbe habían observado que este
pájaro no resiste a ser molestado debido a su mal genio y cuando es incoado por
las personas muere a causa de un ataque de rabia. In vita communitatis, en
consecuencia, no es posible enjaularlo y los viejos habitantes de la morlaquía
acuñaron la expresión: «morir como un chugo» para referirse
a cualquier ciudadano que, a causa de una exacerbada iracundia, demuestra malestar
o perturbación de ánimo o, en su defecto, muere de veras a causa de un
«colerín» o «ataque de rabia», una patología en la que la víctima desprendía
mucha bilis complicando su biorritmo, con nefastas consecuencias para su vida.
Su nombre científico es «Pheuticus chrysogaster» y los
cuencanos han conocídolo también como «Picogrueso amarillo sureño», de la
familia «Cardinalidae» y del Orden «Passeriformes». Es de pico grande y grueso, apropiado para romper frutas y
semillas. También aliméntase de insectos.
MIRLO
Es un pájaro común de los Andes ecuatorianos, dueño de un trino
grave y fuerte que atrae, ex toto corde,
a todos quienes lo escuchan. De andar garboso y sandunguero, en la historia de
la lengua de Castilla los cuencanos acuñaron la expresión «andar como el mirlo» para
referirse a quienes caminan en pequeños pasos , intercalando saltos entre
aquellos y llamando la atención a quienes obsérvanlos a máxima ad minima.
El mirlo es también una ave canora que alegra con su canto las
campiñas de la capital azuaya. Es uno de los pájaros más urbanos que existen en
Cuenca, pues cualquier jardín interior de las viviendas cuencanas recibe su
visita diariamente. Frugívoro, par excellence, gusta de los
frutales y ha sido por ello considerado como una plaga para las frutas locales.
En sus vuelos en busca de frutas comparte la expedición con el chugo y por ello
era común encontrarlos juntos. In illo tempore, las dos aves eran
como hermanas fraternas dentro de los árboles frutales en procura del suculento alimento,
motivo de sus exploraciones. Aliméntase asimismo de las lombrices de tierra y,
en el campo, junto a las quebradas, sus alimentos predilectos son: el zulalag,
hoy casi en extinción, las semillas del sauco blanco y el piñán, fruto de una
planta cuyas hojas parécense al helecho y que exorna las quebradas y cercos de
la región, junto con la retama y el sigsal.
Mirlo cuencano in natura nostra
En realidad, es originario de Europa y la parte noroccidental del
África. Su hábitat natural encuéntrase entre los 1.500 a 3.200 metros sobre el
nivel del mar. Su nombre científico es «Turdus chiguanco», de la familia «Turdidae»
y del orden «Passeriformes». Por ello es que Cuenca es un hábitat apropiado
para esta avecilla que, en las últimas décadas es el pájaro que más ha
reproducídose en las campiñas cuencanas.
Su canto, como ha díchose ut supra, es muy agradable y en
nuestra egregia lengua de Castilla surgió un dicho popular que alude a sus
excepcionales características: «ser un mirlo blanco», expresión
castiza utilizada por los habitantes de Castilla para expresar que una persona
o cosa es de rareza extraordinaria por sus buenas cualidades. El dicho, como no
podía ser de otra manera con una lengua tan versátil como la nuestra, traspasó
las fronteras, allende los mares, y fue adoptado por nuestros abuelos para formar
de nuestro léxico hasta los presentes días.
Este bello pájaro es una ave cuencana par excellence y sorpréndenos ad summum su capacidad de adaptación a nuestros ambientes urbanos. Es la avecilla que más confianzuda ingresa a los hogares morlacos y, ad cautelam, a veces es protagonista de insólitas escenas, dentro de nuestras viviendas, como cuando acércase a nuestros jardines a fin de bañarse plácidamente en recipientes que ciertos amantes de las aves colocan ex professo dentro de sus dominios.
Así pues, el baño del mirlo en las casas cuencanas es todo un ritual solemne que encandila el alma de quienes tienen la oportunidad de contemplarlo y que comienza con un peculiar sacudón en el agua de la fuente donde disfruta ad summum hasta zambullirse in via curiositatis o en el camino de la curiosidad.
Inmediatamente, sub specie instantis, revuélcase en formidables piruetas sin perder el natural sigilo por el que actúa siempre cauteloso advirtiendo el mínimo sonido que perturbe su ánimo distendido y amigable in communio caritatis.
De pronto, desprejuízase del entorno y sumérjese completamente en el agua de la fuente para bañarse íntegramente en una adorable escena que encanta y sublima el alma de profundis hasta los paroxísticos límites del éxtasis contemplativo.
Ex abrupto, cuando siente que ya es suficiente el baño recibido incorpórase recuperando su sigilosa condición y parapétase en la orilla de la pequeña fuente para refocilarse y secarse de momento ad momentum hasta luego alzar el vuelo in excelsis completamente satisfecho in honorem libertatis.
GORRIÓN AMERICANO
Es el pájaro más común y familiar de Cuenca, compartiendo esta cualidad con el mirlo. Mas el gorrión, pequeño per se en relación al mirlo pues no pasa de 14 centímetros de altura, es una curiosa ave canora de trino agudo y simple que encuéntraselo
prácticamente por toda la ciudad y no existe cuencano que no lo conozca como un pajarillo citadino del que, por ser abundante en nuestras campiñas, existen alrededor de 20 subespecies en todo el continente americano. Hasta los arbustos más sencillos de los
jardines cuencanos suelen servirles para anidar.
Ad exemplum, ha vístose
que la planta arbustiva llamada «Chorrritos de Luz» es predilecta de esta
avecilla para construir sus nidos.
Sus plumas son grisáceas, con diminutas partes negras. Tienen, a
la vez, unas franjas de color café y unos lunares blancos dentro del abigarrado
plumaje mientras en la espalda poseen un color marrón barreteado.
Alrededor del cuello mírase un distintivo collar rufo o rojizo y la cabeza es gris con líneas negras. A los machos reconocémoslos por llevar en su cabeza una cresta formada
con algunas plumas que levántanse sobre ella, mientras las hembras no poseen
este «copete». Los
adultos son inconfundibles al momento de identificarlos en el cielo cuencano por su peculiar plumaje y su canto.
Son territoriales a más no poder y es fácil advertir, ad cautelam, que el macho, en el momento en que define su territorio gorjea un canto compuesto por una o dos notas que, a seguidilla, son acompañadas por su trino agudo característico con el que los habitantes de la morlaquía despiértanse cuando habitan cerca de árboles. Quizás, a fortiori, puédeselo calificar como el pájaro mañanero de todos los cuencanos. Sin embargo, a causa de haberse convertido en una ave urbana par excellence ha vístose que, para evitar la interferencia acústica con el ruido del tráfico, en las zonas más citadinas su canto prodúcese en frecuencias mayores, lo que, inter nos, da cuenta de la gran capacidad de adaptación a la que ha llegado para convivir con los cuencanos que vivimos en el centro histórico.
Sicut speculum naturae, un gorrión cuencano juega en el espejo de un auto.
Curioso como intrépido y proporcionalmente confianzudo o receloso, el gorrión es en ocasiones sandunguero, pero siempre amigable y leal sin perder su principal cualidad de vivacidad ante omnia et super omnia/ ante todo y sobre todo. Ergo, el gorrión es así, in aeternum, una ave canora que convive sin problemas con los habitantes de la capital de la morlaquía, a punto de ser artífice de insólitas piruetas como jugar con los espejos de los autos o los reflejos de las ventanas, tanto como las ramas secas de los jardines cuencanos y el agua de las piletas, donde no es nada extraño que veámoslos, ex tota claritas, tomando baños a pleno sol o bebiendo agua para satisfacer su hidrópica sed in naturalis aspectibus.
Su nombre científico es «Zonotrichia capensis», de la familia «Emberizidae» y del orden «Passeriformes». Es una ave típica de las zonas de pastizales y áreas urbanas, in Concha et in universa Terra. En el Ecuador habita en sitios entre los 1.500 y los 3.500 metros sobre el nivel del mar.
La razón de su super abundancia débese al hecho de que, a pesar de que las especies de pajarillos son migratorias, dependiendo de hallarse al norte o sur de la línea ecuatorial, el gorrión es la única especie dentro del género Zonotrichia que reprodúcese en la zona tropical, y la única que animóse a convivir con sus congéneres del mundo racional. Las parejas son socialmente monógamas y poseen ciclos
reproductivos sincronizados con el fin de aumentar el éxito en la reproducción.
Ya porque es una ave de proficua reproducción, ya porque ha adaptádose admirabilis et singularis a nuestro clima ecuatorial o ya por su gran fortaleza para supervivir ante las adversidades nótanse grandes
variaciones en su canto. Exempli gratia, han reportádose dialectos diversos para las poblaciones de Cuenca, Girón, Lentag, Gualaceo o Paute. Con seguridad, solo pueden ser las diferencias climáticas y ecológicas de estos sitios lo que incide en estos dialectos provocando su generosa adaptación. Ad exemplum, un propio gorrioncillo quiteño no puede tener el mismo dialecto de un gorrioncito cuencano super flumina Tomebamba, in urbe nostra.
GORRIÓN EUROPEO
Otro de los pájaros cuencanos de más raigambre en las últimas
décadas es el gorrión europeo, conocido como «Passer domesticus», del
orden «Passeriformes», frecuente visitante de los jardines y espacios
verdes de la zona.
A similis, su parecido con el
gorrión americano ha hecho que confúndaselo fácilmente con aquél; sin embargo,
al observarlo stricto sensu es posible advertir importantes diferencias. Verbi
gratia, los machos no tienen la cresta característica del gorrión
americano y el tronco del gorrión europeo es ancho si hemos de comparar a una y
otra especie. Mas no puédese negar que el gorrión americano es icónico en
nuestros lares y pervive como un emblemático pajarillo de la urbe cuencana, apud
flumina Tomebamba.
QUINDE O COLIBRÍ
«Colibrí» es el nombre que, en nuestra hermosa lengua de
Castilla, es utilizado para llamar al familiar «quinde», común visitante
de los huertos y jardines de la región.
Existen cientos de variedades en América y en nuestro país es una
de sus aves iconográficas. Encuéntrasela, ex abundantia, en el Parque Nacional
El Cajas donde existen decenas de variedades de esta especie, por la que el
Ecuador puede gloriarse ad súmmum de ser el sitio en donde
la avecilla pulula con profusión.
También identifícaselo como «pájaro mosca» in lingua nostra y no hay
jardín o huerto cuencano que no haya tenido la oportunidad de contarlo buscando
el néctar de sus flores, mientras la policromía del color de sus plumajes es lo que más llámanos la atención a la hora de justipreciar a esta especie paradigmática de la vida silvestre cuencana in puris naturalibus.
COLIBRÍ CORUSCANS
COLIBRÍ LESBIA NUNA
COLIBRÍ LESBIA VICTORIAE
Sin embargo, los quindes más populares de la capital azuaya son
tres: el «Colibrí Orejivioleta Ventriazul» o «Colibrí coruscans», que
es el más famoso de los jardines y huertos de la morlaquía y que se lo
diferencia por su gran tamaño y vistosidad; el «Colibrí Colacintillo Coliverde»,
al que llamáselo también «Lesbia Nuna», que posee una cola
bastante larga y su facha es muy original y el «Lesbia victoriae» o «Colacintillo
Colinegro», que difiere del anterior por el color de la parte superior
de la cola, que es negro.
Les agradan, particularmente, las flores de la salvia, del amor
constante y de la fucsia, planta de flores a la que los habitantes de la
morlaquía llámanla como «zarcillo». También encuéntraselos en la verbena o
«Lantana cámara». Son miembros de la familia «Trochilidae», del orden
«Apodiformes».
El trino de los quindes es peculiar, puesto que simula a un sonido
onomatopéyico, entre grave y agudo, y podría decirse que trátase de un chillido
inconfundible cuando se posan en las flores para obtener su néctar; por esta
característica esencial del modo de alimentarse son llamados «picaflores» en la
lengua castellana.
La verbena es una de las plantas preferidas por los quindes, con
sus multicolores flores en racimos o inflorescencias, mientras que en las
viejas casas patrimoniales de patio, traspatio y huerto el colibrí ha sido el
pájaro nectarívoro preferido de la pena pena o zarcillo, las hermosas fucsias o
flores medicinales utilizadas in aternum como naturales ansiolíticos.
Los amores constantes, plantas ornamentales a las que el quinde
acércase en los huertos y jardines cuencanos dieron origen a que los habitantes de la
morlaquía llamaran a esta planta como «besitos» puesto que la frecuente
presencia de estas avecillas buscando su néctar simulaba, in stricta veritas,
un beso sobre la epónima florecilla de los huertos cuencanos.
No obstante, in splendore magno, el colibrí citadino que emociona a todos quienes podémoslo contemplar como cotidiano visitante de los jardines cuencanos es el colibrí coruscans, con su típica silueta verde azulada que permítenos identificarlo de infalible manera cuando apréciaselo en los huertos cuencanos en donde degusta de ciertas peculiares flores como aquellas de la jacaranda, cuyo liliáceo color contrasta perfectamente con el verdoso cuerpecillo del quinde en una especie de summa perfectionis en armónica unidad estética in naturalis ordinis apud flumina Tomebamba.
JILGUERO
El jilguero es un pájaro común de nuestra ciudad y su trino es
agudo y cadencioso llamando la atención a cualquier ciudadano desprevenido. Ad
naturam, sorprende su pequeño tamaño, que confirma una apodíctica
verdad científica que dice que mientras más pequeña es la avecilla más agudo es
su trino.
Frecuenta sitios como El Barranco del Tomebamba o el Parque de El Paraíso y hasta hace poco llegaba a los huertos de las viejas casas cuencanas. Hay en su
conducta una sui generis particularidad y es el hecho de que esta avecilla
anda siempre en pareja. El macho tiene una coloración más amarilla que la
hembra. El pecho amarillo y las alas y
la cabeza negras son, en fin, las cosas por las cuales identificámoslos con
facilidad. Al movilizarse acompañado, ora en pareja, ora en bandada, producen
un ruido espectacular por las copas de los árboles y arbustos. Aliméntanse de
semillas de plantas particularmente.
Ante lucem, desde el alba, ya es
posible escuchar su especial trino agudo y cadencioso, por el que en nuestra
incomparable lengua de Castilla se ha acuñado la expresión: «cantar
como un jilguero» para referirse a determinadas personas que son dueñas
de especial talento para la interpretación coral. Su nombre científico es «Carduelos
magellanica», de la familia «Fringillidae» y del orden «Passeriformes».
TUGUITA
Hay una avecilla a la que los antiguos habitantes de Santa Ana de
los Ríos de Cuenca bautizáronla in perpetuum como Tuga. Es el nombre
común de la «tórtola», ave peculiar de la capital azuaya, de plumaje gris, con
pintas de color café sobre sus alas, pico anaranjado y un gorgeo característico
de las palomas, que arrulla y llama la atención. Ab immemoriabili, ha llamádosela también con un nombre quichua: «alpurpi», el cual ha sido comúnmente utilizado inter nos para nombrar a esta avecilla tan singular de nuestras campiñas in natura excelsa. Debido a la expansión urbana,
al parecer, cada vez más encuéntrase en extinción. Prefiere las zonas áridas para
solazarse y por ello, dado su color
terroso, suele perderse entre la tierra arada de nuestras sementeras. También era común encontrarla en parques y
jardines en busca de semillas, su alimento predilecto. Era propia de algunas
zonas septentrionales de Cuenca, entre las que hállase justamente Milchichig.
Para los biólogos, su nombre es «Columbina cruciana», de
la familia «Columbidae» y el orden de los «Columbiformes». La
tórtola ha sido consumida en estofado desde siempre como producto de la acción
depredadora causada por el hombre. En la urbe existía una insólita creencia al
considerar que el corazón de la tórtola había que comérselo para sanar
problemas cardíacos, lo que ha hecho que sea objeto de crueles y viles
persecuciones que han atentado a su supervivencia.
PALOMA MENSAJERA
Es una de las aves de mayor importancia para los cuencanos. De la
familia «Columbidos», su nombre científico es «Columba Livia», del
orden «Columbiformes». Trátase de una ave que existe copiosa en muchas partes de la urbe y mírasela en bandada ora el parque Hurtado de Mendoza o de San Blas, ora en la
plazoleta de Santo Domingo o el parque de San Sebastián, ora en la Plaza Cívica, ora en el parque de María
Auxiliadora o en la Plazoleta de la Merced, entre tantos sitios citadinos de la vieja ciudad, a punto de ser un elemento natural icónico de la fisonomía urbana de la capital de la morlaquía.
Posee un tronco grueso y corto y su pico es largo y débil, tiene
alas largas y puntiagudas, tarsos cortos y dedos sin membrana interdigital.
Por la indolencia de cierta gente han sido víctimas de muertes
masivas y siempre hállanse en riesgo por causa de la intolerancia de muchas
personas que no soportan la exuberante forma de reproducción que tienen estas aves
in
Concha et in mundum universum.
BRUJILLO
Admirabilis semper, el brujillo
es un curioso nombre para un pájaro cuencano de alas negras y plumaje rojizo en
el pecho. Una parte negra muy marcada resáltase desde las comisuras de los ojos
hacia la zona posterior de su cabeza, a la manera de un cintillo, hecho que
caracteriza al macho de la hembra, cual sui generis antifaz sobre sus ojos,
mientras las alas tienen unos cuantos puntos blancos que parecen algodonarlas.
El fuerte contraste del rojo y el negro es digno de destacar
aunque, in tertio milleno ineunte, hállase ya en extinción. Apenas es
posible verlos en Milchichig, en el cerro Yanacauri, y cada vez el avance
urbano de Cuenca ha alejádolo de su centro histórico y las zonas de expansión
urbana de la capital azuaya.
Es una ave canora con un trino raro de inusual cadencia. Su nombre
científico es «Pyrocephallus rubinus», de la familia «Tyrannidae» y del orden «Passeriformes».
También llámanlo como «Mosquero bermellón». Su forma de
comer es algo que amerita ser explicado: el ave pósase ad cautelam sobre una
superficie, generalmente copas de arbustos y postes esperando el paso de algún
insecto volador: repentinamente vuela para atraparlo y regresa a su posición
original.
La razón por la que llámase «Brujillo» débese a su habilidad sensorial para detectar que persíguenlo con avidez para cazarlo, lo cual hace que en un santiamén desaparezca, sub specie instantis, despistando a sus cazadores a punto de dejarlos nefelibatos in extremis... Cosas de la sabiduría popular morlaca in communitate nostra a lo largo de la historia.
JILGUERO DORADO O
CANARIO DE TEJADO
Este es un pájaro muy particular amarillo y las hembras tienen un
color más atenuado. Es típico de la zona de El Arenal y las ciudadelas que
circundan este sector de la urbe. El macho es amarillo oro y su dorso es
estriado de negro, mientras la frente es anaranjada. Las alas tienen junto con
la cola son negras pero poseen unos rebordes amarillos. La hembra, al atenuar
la coloración, posee un dorso gris pardusco estriado de negro y la zona ventral
suele ser blancuzca y estriada.
Canario de tejado en San Roque
Fotografías: Felipe Díaz Heredia
Pero también, el canario de tejado, de la especie Sicalis flaveola flaveola, anda sandunguero por ciertos barrios cuencanos como el de San Roque, en cuyas casas es posible observarlo explorando muros y techos de la zona, mientras, ad libitum, transita diem per diem por viviendas, huertos y jardines sorprendiendo con su solemne presencia a todos quienes obsérvanlo ad cautelam con acuciosidad superlativa.
De pico grueso y negro su porte es ancho en general. Los antiguos
habitantes de la morlaquía llamábanlo como Jilguero dorado o canario de tejado,
pues es una condición propia de la especie posarse sobre los techos de las
viviendas cuencanas.
Su nombre científico es Sicalis flaveola flaveola, del Orden
Passeriformes. Algunos cuencanos desprevenidos en el conocimiento de nuestras
aves suelen confundirlo con el chugo por la coloración amarilla. Mas, en cuanto
al trino, en el canario de tejado no hay sonidos agudos y tiples como en el
chugo. Por los procesos de urbanización este pájaro se ha ido alejando cada vez
de la expansión urbana por lo que cada vez es más difícil verlo por el centro
histórico.
LECHUZA DE CAMPANARIO
Tal como si fuesen una especie de mysterium noctis o misterio de
la noche la lechuza de campanario es una ave que
explora la urbe únicamente cuando la luz del día ha concluido. Su canto es un
chirrido grave que fácilmente reconóceselo en una noche cualquiera donde el
tráfico disminuye y el animalito trasládase a lugares empinados que normalmente
son los campanarios de la urbe o sitios de altura desde los cuales parecen
vigías ad nostra contemplationem.
Trátase de una ave predadora nocturna que aliméntase de ratas y
ratones y por ello es muy útil su presencia en la vida citadina de Cuenca y la
región. Prefiere los campanarios y las edificaciones viejas y abandonadas para
refugiarse en el día, mientras en la noche sale en busca de alimento.
El chirrido de la lechuza produce a veces miedo en las personas,
mientras las abuelas de antaño solían decir que las lechuzas tienen una
capacidad energética impresionante y cuando pasan sobre un gato les roban la
energía que les es propia a los felinos y que les permite permanecer ad
cautelam cuando, en vigía, dispónense para la caza. Igualmente existía la creencia de que cuando
esta ave pasaba sobre una persona ocasiona mala suerte. Por esta razón, in
diebus illis, las abuelas de antaño acuñaron la expresión: «pasar la lechuza» para indicar que los gatos
de la casa han sido bloqueados en su nivel energético por la aparición de esta
ave predadora.
Para curarlos del mal los antiguos habitantes de la morlaquía
solían encerrar al gato en cuestión en canastas sobre las que se pasábaselos calor o, quid pro quo, envolvían a los felinos en ropas previamente calentadas con una
plancha.
Pero aunque parece de misterio, la lechuza no es una ave maligna.
Llámasela también búho y su nombre científico es Tyto alba, de la familia
Tytonidae y del Ordem Strigiformes. Ab immemorabili, ha considerádosela como un
animal que representa simbólicamente a la inteligencia y la sabiduría.
TÁNGARA AZULEJA
Semper idem, la tángara azuleja
es una hermosa ave a la que los habitantes de la morlaquía llámanla como
«Cuchichugo», por su parecido al chugo o «Picogrueso amarillo». Su nombre
científico es «Thraupis episcopus», de la familia «Thraupidie» y del orden
«Passeriformes».
De porte elegante, sobrio y coqueto, tiene ojos vivaces y pico
negro. Su pecho tiene un plumaje blanco azulado y su trino es dulce y
melodioso. Prefiere las zonas de árboles frutales y su porte es fascinante por
el garbo y la elegancia de sus colores. Algunas tienen tonos azulados o
verdosos más intensos, por lo que hay varias clases de cuchichugos y todos son
frugívoros como el chugo o Pheuticus crysogaster.
Tángara azulejas en la casa de Eduardo Cardoso Martínez
Fotografías: Eduardo Cardoso Martínez
Tiene ojos vivaces y pico grueso, a la vez que su trino es dulce y
melodioso. Mas al alimentarse de frutas simula al chugo y por su idéntica facha
fue llamado como cuchichugo para diferenciarlo de aquél.
El pico grueso es la principal característica para identificárselo pues los colores de su plumaje varían entre verdes, cardenillos, azules y amarillos estando siempre presente el azul en cada una de estas aves llamadas ciertamente: Tángaras azulejas ad nostra contemplationem.
Ex admirationem, es sorprendente su capacidad de familiarizarse con los habitantes de la capital de la morlaquía y no es raro por ello que el cuchichugo sea un frecuente visitante de los hogares cuencanos, con sus azulados colores y su vividicante presencia por la que exultan de gozo
in naturalis ordinis super flumina Tomebamba
ELENITA CRESTIBLANCA
Sicut rara avis in Terra/ Como una ave rara en la Tierra, una pequeña avecilla de color grisáceo es otra especie de pájaro
cuencano que aparece por las casas de la zona. Trátase de la Elenita
crestiblanca. También es propia del parque El Paraíso. Su nombre científico es «Elaenia albiceps», de
la familia «Tyranidos» y del orden «Passeriformes». Tiene un aire del gorrión
americano y busca siempre insectos y semillas de árboles y arbustos como el
sauco blanco, cuyas rojas semillas son de su preferencia. Algunos incautos
puédenla confundir efectivamenre con el gorrión
Así entonces, hay unas cuantas aves que vuelan por la zona y son
paradigmáticas de la morlaquía, a las que debemos respetar, proteger y
conservar, pues con su belleza contribuyen para hacer de nuestra urbe un centro
incomparable de naturaleza y vida plena.
Hay, no obstante, pájaros que ya extinguiéronse en la región, como
el chirote, espectacular avecilla que sublimaba con su melifluo canto, o como
la chiroca, curiosa avecilla que antaño era buscada por su habilidad para el
canto y el parloteo..
No deberían desaparecer las avecillas cuencanas en esta amplia planicie
que desde los tiempos prehispánicos ha sido justamente conocida como Valle
grande como el cielo, y Campo cubierto de flores. Admirabilis semper in Concha
et in mundum universum, como hémoslo visto a calvo ad calvum especiales avecillas comunes en las campiñas morlacas
encuéntranse por todos los espacios de la ciudad amada, ora en las riberas de
sus ríos, ora en sus parques y zonas verdes, ora en cualquier huerto o jardín
de las viviendas cuencanas.
Por eso es que estamos obligados a respetarlas, a protegerlas y a
admirarlas cuando vémoslas volar en las alturas cual seres vivientes que
comparten la vida abundante y radiante del inmenso valle cuencano integrando un
esplendoroso conjunto de pajarillos que alegran con sus trinos los amplios
parajes, así como las casas y hogares de la «ciudad cargada de alma», puesto que
los pajarillos de la capital de la morlaquía son el testimonio singular de su
proverbial belleza y contribuyen día a día para hacer de esta urbe un centro
incomparable de naturaleza y vida plena sicut erat in principio et nunc et semper
et in saecula saeculorum.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
DATUM CONCHAE, MENSIS NOVEMBRIS, DIE TERTIO, REPARATA SALUTE ANNO DOMINICAE INCARNATIONIS BISMILLESIMUS OCTAVO SUPRA DECIMUS, VESPERAS OCTAVA XXXI DOMINICA PER ANNUM.