Santa Ana de los Ríos de Cuenca, 4 de marzo del año
del Señor de 2014
In octava Dominica Quincuagesima
Lcdo.
Orlando Pérez
Director de
diario «El Telégrafo»
Guayaquil.
De mi consideración:
«IN
HONOREM VERITAS CUM HISTORIA IN CONCHA»
«EN
HONOR DE LA VERDAD CON LA HISTORIA EN CUENCA»
Hic et nunc, me dirijo a usted una
vez más para hacerle saber que el pasado día 9 de febrero del año 2014 se ha
publicado en diario El Telégrafo un reportaje sobre el barrio de El Vado, de
Cuenca – Ecuador, el cual hállase atiborrado de errores en contra de su
historia, lo cual es una vergüenza, por lo que es menester que llaméis la
atención a vuestro representante en Cuenca, el señor Rodrigo Matute Torres,
quien es el responsable de estas inaceptables infamiass en contra de la historia
de Cuenca.
El Puente de El Vado, en un grabado del siglo XIX
PARS PRIMA.
Ab
initio, el reportaje comienza diciendo una cosa terriblemente falsa que
la copiamos ad litteram: «El Vado, primer
barrio que se levantó en Cuenca». No obstante, El Vado no es
el primer barrio que se erigió en Cuenca, ab urbe condita, pues el 12 de Abril
de 1557, día del nacimiento castizo de la tercera ciudad de la repùblica,
estableciéronse tres barrios en el acta de la fundación firmada por el
escribano Antón de Sevilla: las parroquias de San Blas y San Sebastián, creadas
como barriadas de indios al oriente y occidente de la naciente urbe, y la
parroquia de la iglesia matriz que, con el pasar del tiempo, sería El Sagrario,
levantada como barrio de españoles.
Lo que conocemos hoy como barrio de El Vado fue
forjándose paulatinamente in historia nostra. Es así que para
el siglo XVIII se tienen ya datos documentales de la existencia de esta
barriada nacida al amparo de una cruz colocada en uno de los humilladeros que fueron
erigidos en la Cuenca colonial, en la parte meridional de la urbe morlaca, en
donde ya para el siglo XIX e inicios de la vigésima centuria sería el centro de
un barrio tradicional de Cuenca, por sus panaderías y sus talleres artísticos
que han configurado una atmósfera especial a la zona, apud flumina Tomebamba/ junto al
río Tomebamba.
Traza de la fundación de Cuenca, el 12 de Abril de 1557/
Según Octavio Cordero Palacios
ALTERA PARS.
En otra parte del reportaje léese una inaudita barbaridad que la transcribimos ad
peddem litterae: «Hablar del barrio El Vado es remontarse al 1557, el mismo año de la
fundación de Cuenca. En ese entonces los conquistadores españoles al llegar a
la llanura llamada Paucarbamba, ahora Cuenca, plantaron una cruz y desde allí
se constituyó en el primer barrio de la ciudad».
Acabamos de demostrar en el acápite anterior que El
Vado no fue el primer barrio cuencano, por lo que estas nuevas expresiones
parecen redactadas a la manera de una fábula en la que, riddendio et solus riddendo/
riendo y solo riendo vemos llegar a los españoles, quienes plantan una
cruz en El Vado y fundan la ciudad de Cuenca en 1557, lo cual es un absurdo,
pues la historia de la Atenas del Ecuador no se forjó de manera tan estúpida,
como nos la cuenta el señor Rodrigo Matute Torres que, al parecer, intenta
pasarnos gato por liebre.
Por ello, riddendo semper cum laetitiae/ riendo siempre
con alegría, sorprende leer estas afirmaciones falsas, ya que, in
honorem veritas, los conquistadores españoles no llegaron a la llanura llamada
«Paucarbamba» y plantaron una cruz en El Vado. La verdad histórica confirma que
Gil Ramírez Dávalos, comisionado del Virrey del Perú y marqués de Cañete, don
Andrés Hurtado de Mendoza, llegó a la ciudad de Tumipampa para fundar la ciudad
de Cuenca, obedeciendo una provisión virreinal del 20 de septiembe de 1556.
Gil Ramírez Dávalos, fundador de Cuenca
Al auscultar el valle llamado también como «Paucarbamba»,
Ramírez Dávalos descubrió que ya habíase establecido en la zona un asiento
castellano, aproximadamente unos 15 años antes, alrededor de 1542, con el
capitán Rodrigo Núñez de Bonilla, que fue nombrado encomendero de los cañaris
por parte de su amigo Francisco Pizarro, en el sector del Uzno, en donde
habíase levantado una ermita católica y una cruz, en el actual barrio de Todos
los Santos.
Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas,
Ramírez Dávalos cabildeó con Núñez de Bonilla y con todos los jefes cañaris de
la región para fundar Cuenca y cumplir así el mandato del Virrey del Perú,
quien deseaba que se fundase una ciudad homónima de su nativa Cuenca de España,
ciudad de la que era Guarda Mayor. En consecuencia, la fundación de Santa Ana
de los Ríos de Cuenca fue fruto de un consenso entre los españoles que ya
habitaban en la villa fundada por Núñez de Bonilla y los jefes cañaris de la
zona, por lo que no se puede aceptar la ligereza con la que se cuenta en el
reportaje de El Telégrafo la supuesta forma como dizqué habría nacido el barrio
de El Vado.
El puente de El Vado en la década de 1930/ Foto de Manuel Serrano
Por otra parte, la Cruz del Vado no fue la primera
en plantarse en Cuenca, por parte de los españoles in illo tempore. La
costumbre de los conquistadores era erigir humilladeros o cruces en las
entradas o salidas de las urbes que fundaban en América y en Cuenca habíase
establecido ya antes de El Vado, la ermita del Uzno que luego sería la capilla
de San Marcos y en la actualidad es el templo de Todos los Santos. Allí los
ibéricos plantaron la primera cruz del cristianismo en las tierras que habrían
de constituirse in aeternum como la capital de la morlaquía.
La cruz de San Sebastián es de 1978, pero en ese sitio ya se la había colocado desde la época colonial y mucho antes que la cruz de El Vado.
También, estaba ya levantada la cruz de San
Sebastián, parroquia de indios al occidente de Cuenca, desde los inicios mismos
de su fundación castellana. Según las investigaciones de Víctor Manuel
Albornoz, la cruz de El Vado fue establecida en el siglo XVIII, por el Cabildo
cuencano, en el sector sur de la ciudad y para 1802 estaba ya establecida en el
sitio en donde la contemplamos hasta hoy, pues alrededor de este año el río
Tomebamba es bautizado como Julián Matadero, desde el humilladero de El Vado,
por lo que las elucubraciones de vuestro periodista Rodrigo Matute son
atentatorias a la verdad histórica de la capital azuaya y se han escrito con
irresponsabilidad investigativa adversas veritas in historia nostra.
PARS TERTIA.
Pero justamente, Matute escribe, con una capacidad imaginativa y fantasiosa,
algunas ideas descabelladas que espantan a los lectores ad summum, tanto por la liviandad
con la que son planteadas cuanto por la pobreza de datos históricos fidedignos
y documentados. Así, Matute concluye sus devaneos sobre el humilladero de El
Vado diciendo de verbo ad verbum: «En este sector uno de los lugares que lo caracteriza es la cruz, la
que fue labrada en mármol. Según sus orígenes era símbolo de protección para
los viajeros que tenían que cruzar las aguas del Tomebamba cuando estaba
crecido».
Al respecto debemos señalar que la actual cruz de
El Vado fue construida en el año del Señor de 1888, seguramente para reemplazar
a otra que habría estado allí, de menor calidad y relevancia. Así consta en el
respectivo pedestal, en donde grabóse el año de su fabricación, mientras
resulta una verdad de perogrullo decir que fue labrada en mármol y que era
símbolo de protección para quienes tenían que cruzar el Tomebamba.
La presencia de la actual cruz de El Vado, desde el
año 1888, da cuenta de que este elemento, en la forma como lo conocemos, no
tiene más de 126 años que es justamente el período histórico en el cual el
barrio de El Vado llega a perfilarse como una de las barriadas tradicionales de
la ciudad de Cuenca.
PARS QUARTA.
Pero el periodista Matute va más de lo imaginable en este asunto y así llega a afirmar otra cosa inverosímil ad ovo usque ad mala cuando escribe: « Desde allí se puede apreciar la parte baja del río Tomebamba, llamado también Julián Matadero, nombre con el que lo bautizó el obispo de ese entonces, Andrés Quintián Ponte y Andrade, en el siglo XIX».
En este parágrafo existen algunas imprecisiones
que, confrontadas con la verdad histórica, envían al abismo más profundo a las
aseveraciones de Matute, pues el supuesto bautizo del río
Tomebamba como Julián Matadero, no es de Monseñor Andrés
Quintián Ponte y Andrade. A inicios del siglo XIX, en una de las más espantosas crecidas del río Tomebamba, por el año del Señor de 1802, el purpurado que gobernaba la diócesis de Cuenca era Monseñor
Francisco Xavier de la Fita y Carrión, a quien suele atribuirse el bautizo del
río Tomebamba como Julián Matadero, por lo que una vez más confírmase la
negligencia del representante de diario El Telégrafo en Cuenca para escribir
sobre asuntos históricos de manera documentada.
El barrio de El Vado, mirado desde la calle La Condamine.
PARS QUINTA. Mas las fantasías de este reportaje no concluyen allí no más y así hemos de leer, ab irato, que Matute dice otra barbaridad en contra de la historia. La copiamos in scriptis: «Las tropas del general Eloy Alfaro disparaban sus armas con dirección a lo que hoy es el barrio San Roque, donde estaban las tropas del general Vega haciendo resistencia. Cuando los habitantes del barrio al conocer que las tropas de Alfaro ingresaban a la ciudad, preparaban y le arrojaban ceniza caliente, extraída de los hornos que funcionaban en el sector».
Esto es otro invento imperdonable, puesto que las luchas alfaristas nunca se dieron en El Vado ni Alfaro llegó hasta esa zona para combatir al general Antonio Vega Muñoz, en agosto del año del Señor de 1896. El viejo luchador venía por el norte y fueron los barrios septentrionales los que presenciaron estos combates, sobre todo en El Vecino, Verdeloma y El Cebollar, en donde hubo heridos y muertos cuando el general Alfaro entraba en Cuenca para someter a la entonces urbe conservadora al dominio liberal. Hecho totalmente distorsionado en este reportaje periodístico que llena de oprobio a la historia de un barrio tradicional de Cuenca, en un diario público que no puede permitirse que se escriban cosas infundadas como reportajes culturales con los que no se rinde homenaje a Cuenca sino mas bien se la ofende profundamente adversas historica veritas.
Rodrigo Matute
Ad finem, es conveniente que llaméis
severamente la atención a vuestro representante en el Austro, pues los
reportajes dominicales que se están publicando en El Telégrafo sobre la historia de Cuenca están mal investigados y
constituyen, por desgracia, aportes nada serios a la verdadera historia de la
capital de la morlaquía. A fortiori, por respeto a vuestros lectores y en
reparación a la honra de la ciudad de Cuenca deberíais publicar en el diario
público que dirigís las respectivas rectificaciones in honorem urbis semper amata et
intemerata.
Agradeciéndole por su atención, suscribo de usted,
señor director de diario «El Telégrafo», con un cordial saludo y mis
sentimientos de especial consideración in
nomine Iesu, Pontifex semper vivens ad interpellandum pro nobis.
Diego
Demetrio Orellana
Datum Concha, mensis Martii, die IV,
currentis Anno Domini MMXIV, in octava Dominica Quincuagesima.