lunes, 31 de agosto de 2015

ALBERTO SORIANO SUPER FLUMINA TOMEBAMBA


Guiado siempre por una prodigiosa curiosidad artística y un gran sentido de observación, Alberto Soriano es un destacado artista peruano que mantiene un constante proceso de exploración plástica en nuestro medio, mientras su valiosa trayectoria en el mundo de la pintura lo devela secundum artem como un creativo pintor que maneja con excelencia variadas técnicas como la acuarela, en donde sus obras son exquisitas; el óleo, con sólidos trabajos que impactan de profundis por la gran experticia, el colorido y la riqueza pictórica que trasuntan; o el acrílico, donde Soriano vuélvese un admirable colorista en busca de contemporáneas reflexiones, a la vez que en todas sus creaciones subyacen sus dotes de buen dibujante para conceptualizar sus ideas desde el horizonte cultural en donde refulge como un talentoso artista.


 En los últimos tiempos, los temas que el artista escoge responden a propuestas figurativas de muy buena factura en las que, a veces, intercálanse complementariamente esplendorosas atmósferas abstractas con una atractiva faz cromática que impacta por la luminosidad y la algarabía del color, como en la serie «selvas», la cual compendia un multicolor ensamble de obras inspiradas en la Amazonía reflejándose como un intrépido explorador de la naturaleza para extraer de ella su fundamental esencia, in puris naturalibus, dentro de singulares espacios compositivos delineados por una perspectiva que muéstrase infinita hacia el verde horizonte al que proyéctase, permitiéndonos columbrar, a la vez, un mensaje ecologista y un canto a la vida desde el prisma artístico en donde Soriano muévese sicut cervus ad fontes/ como el ciervo a las fuentes.



Versátil todo el tiempo, ora en la acuarela, ora en el óleo, ora en el acrílico, sus creaciones prepáranse bajo un previo estudio de la realidad que define en sus propuestas, ayudado de elementos iconográficos que aparecen siempre en el universo compositivo de sus trabajos, a fin de complementar el mensaje que transmite ex tota veritas en cada una de sus obras. Ergo, el simbolismo es esencial para descifrar su lenguaje plástico a calvo ad calvum.


Asimismo, en sus proyectos de creación reciente, Soriano desarrolla coyunturales reflexiones de las álgidas problemáticas de la cultura andina narradas junto a cotidianas escenas de la vida citadina planteadas en ambientes urbanos muy peculiares con profundas cavilaciones conceptuales, en donde los elementos compositivos de sus obras yuxtapónense entre sí creando una atmósfera en la que su lenguaje pictórico vuélvese inconfundible para definirlo in stricta veritas como un artista que ha encontrado su personal estilo.



No de otra forma puédese corroborar en la serie «Quitus», en la que sus propuestas enfrontan oportunas interpretaciones de nuestra sociedad andina constituida como exuberante reserva de muchas de sus experimentaciones plásticas plasmadas en los lienzos con un diestro manejo del color, tropical por antonomasia, así como por el buen uso de las texturas constituidas en la plataforma donde interpónense variados objetos figurativos entre los que resáltanse iglesias y edificaciones urbanas que contrastan complementariamente con la vívida naturaleza andina que, desde la periferia, vuélvese como la copiosa fuente de donde extrae los temas sobre los que trabaja in via veritatis.



Mas en todo su admirable proceso de creación, Soriano refléjase, in corpore et in anima, con un personal estilo que lo identifica per se como un pintor de oficio, que deambula preciso tanto en las obras circunscritas dentro del academicismo como en sus trabajos abstractos y conceptuales, en donde lo simbólico perfila el contexto adecuado para sus actuales motivaciones, siendo los símbolos como una especie de íconos que permítennos interpretar apropiadamente su lenguaje plástico, a través de creaciones que responden a las acuciantes realidades de la cultura andina, con signos extraídos del mundo precolombino y valiosas reflexiones contemporáneas, toda vez que desde lo conceptual erígese in crescendo como un pintor capaz de incursionar en la metafísica para expresar curiosas visiones de la realidad que nos circunda de momento ad momentum


Así, en el contexto imaginario del artista hállase un variopinto espectro de posibilidades para crear auténticas obras de arte en el Ecuador de nuestros días ad initium tertio millenio.


Diego Demetrio Orellana

Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis Augusti, die XXXI, Anno salutis nostrae MMXV

sábado, 29 de agosto de 2015

JULIO MOSQUERA: UN ARTÍFICE DEL DIBUJO IN EXCELSIS



Consensus omnium et in honorem veritatis, para cualquier conocedor de las artes plásticas de la localidad, Julio Mosquera es uno de los más importantes dibujantes de la capital de la morlaquía. Con el correr de los años, su presencia es fundamental en el horizonte artístico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, pues trátase de un acucioso y auténtico artista, dueño de un lenguaje plástico personalísimo, con el cual defínese como un hábil comunicador o interlocutor con su público.




Así, cum admirabilis intelligentia, los motivos que escoge para graficar la realidad son siempre una dilecta invitación a encontrar en su obra un universo pletórico de detalles con los que la vera effigies del mundo que nos rodea muéstrase prístina y diáfana, en espíritu y verdad, mientras en muchas de sus propuestas es capaz de mirarse a sí mismo con autocrítica y espíritu contemplativo como pruébanlo algunos de sus dibujos en donde ex tota veritas  autoretrátase per se en los contextos compositivos de sus sorprendentes escenas en las que el dibujo alcanza su máxima expresión.

Ciertamente, para llegar a este nivel expresivo, la obra artística de Mosquera ha tenido un permanente proceso de experimentación y ha recorrido por todas las posibilidades artísticas hasta permitir justamente que los mensajes de los dibujos del genial maestro sean vívidos y fuertes para cualquier espectador que enfréntase, vis a vis, a un trabajo en donde lo barroco constituye la máxima manifestación de las ideas de un sui generis creador.



De esta manera, a lo largo de su trayectoria, los dibujos de este eminente maestro  defínense y perfílanse en el llamado «horror vacui» u «horror al vacío» y que ha sido la característica fundamental de lo barroco in historia mundi, en donde los elementos que exornan la realidad que grafícase son preciosos adornos que devienen en símbolos que explicitan las cosas en su real contexto y vuélvense a la vez, quid pro quo, en auxiliares didácticos para comprender el mensaje completo de cada uno de los trabajos artísticos surgidos de una mente vigorosa e imaginativa.






Y tanto es así que trátase de una capacidad imaginativa que circunda también el espectro onírico, desde donde el artista extrae sus principales motivaciones para retratar insólitas escenas solo entendibles en el mundo de los sueños. Por eso es que los personajes de Mosquera son estrafalarios, con frecuencia estrambóticos y ensoñadores ab aeterno, mientras desde el psicoanálisis, son fundamentales para comprender a su autor, quien es ante todo un personaje fuera de lo común, afable, sincero, descomplicado y confrontativo ante muchos convencionalismos que esclavizan a las personas a límites paroxísticos que conspiran con la verdadera libertad que Mosquera vive ad arbitrium.




Por estas características, las obras de Mosquera son únicas y cuando atibórranse de detalles puédese afirmar que el puntillismo para graficar sus permanentes motivos de inspiración vuélvelo como un creador compulsivo para encontrar la belleza en todas sus formas, logrando con los detalles un trabajo didáctico para su público, captando todas las posibilidades expresivas de la realidad que lo circunda in stricta essentia.



Por otra parte, muchos de sus personajes provienen del mundo erótico, siempre atrayente para el artista que deambula expectante en las fronteras de ignotos horizontes en donde ad experimentum sus creaciones adquieren inusitada fuerza cuando retratan humanas vicisitudes, contingentes vivencias o fuertes realidades del género humano in universa Terra, junto a criaturas extraídas del reino animal que evocan apocalípticas escenas o excéntricas circunstancias en donde seres anfibios o reptiles toman protagonismo en sus propuestas figurativas fantasiosas y sui generis in honorem artis.


Ex admirationem, no resulta extraño, en consecuencia, que muchas de sus creaciones han sido fuente de polémica en una comunidad en la que con frecuencia los convencionalismos y falsas modestias o la mojigatería o la pacata condición de seres hipócritas con falsos modus actuandi o personajes con maquillados comportamientos censuran ipso facto cualquiera de estas libérrimas manifestaciones de Mosquera, quien, ad libitum, confronta con ellas justamente esa sacrosanta y falaz condición de ciertos grupos poblacionales in patria nostra.



A fortiori, entonces, las obras de este eminente dibujante inúndanse de elementos curiosos, en donde la acuciosidad para graficar los múltiples objetos con los que la realidad es mostrada, originalis et pulchra, absorbe toda la atención de quienes confrontan los variados motivos que el artista escoge para contarnos, desde su personal visión del mundo, una serie de cosas que encuéntranse en nuestras vidas y que muchas veces no las captamos esencialmente, ora por los convencionalismos sociales, ora por una visión unilateral de la vida, ora por ciertos temores y miedos que impídennos ver las cosas en su más sencilla verdad y esencia.


Por eso, los trabajos creativos de Mosquera han caracterizádose, ante omnia, no sólo por mostrar la realidad cuanto por confrontarla, sugiriendo al observador que para mirar el mundo existen diversas perspectivas y todas son válidas. A la vez, el aporte más exquisito y original del artista es enseñar que confrontando la realidad concíbesela mejor y mírasela sin complejos ni problemas, pues aunque todo es relativo en la vida, nada escapa fuera de la búsqueda de lo real y del placer que conlleva eso que se ha llamado, desde inmemoriales tiempos, el «gaudium de veritate» o «gozo de buscar la verdad».









Por todo lo dicho, la obra de este artista es verídica y corre veloz hacia el público, pues la coincidencia entre el lenguaje artístico y la realidad definida convierten a sus dibujos en un medio de expresión que basta por sí solo para mostrar cualquier aspecto fidedigno de la vida. Podrá decirse en consecuencia que los dibujos de este artista son una especie de «veritatis alimonia o alimento de la verdad» para quien acércase a contemplar las cosas esenciales de la existencia, invocando frecuentemente a las figuras antropomorfas como elementos sine qua non para desarrollar su particular lenguaje artístico in honorem artis..




Mas en el trayecto de su travesía por el mundo, semper amabilis et prudentissimo, Mosquera ha realizado un trabajo pletórico de detalles para descubrir que la verdad es elemental y en ocasiones necesita explicitarse con todo un bagage de signos y símbolos, que aunque la adornan y la vuelven más expresiva no dejan de retratarla en su profunda significación.




Y por eso, para Mosquera es fácil decodificar lo verídico desde los exuberantes detalles de su barroquismo o desde un simple trazo, por el que es capaz de definir la realidad más que con mil palabras, pues «la sencillez es el signo de la verdad», tal como decía Einstein.




Ahora bien, cuando el artista llega a la edad provecta, enfréntase a la necesidad de avalar su proceso creativo mediante la simplificación que permítele ser más concreto pero no menos profundo en el simple trazo lineal de muchas de sus creaciones. De esta forma, después de haber recorrido variados senderos y lenguajes expresivos, Julio valida su proceso creativo y reconoce, in corpore et in anima, que la mínima expresión de un dibujo es el trazo y con él, en tanto es elemental, puédense decir múltiples cosas mientras más sencillas se las representa.




En adecuado parangón, habremos de decir desde el mundo de las letras, in honorem hispanica lingua, que la mínima expresión del lenguaje literario es la palabra y con ella puédese decir toda una simple descripción o definir la más difícil de las ideas, de la misma forma en que con una simple línea, en el dibujo, grafícase todo un universo expresivo que refleja la sencillez y la verdad humilde de la esencial realidad in vita nostra.




Así hemos visto entonces, en los últimos tiempos, una nueva obra de Mosquera con dibujos personalísimos planteados como bocetos que compendian, ex toto corde, las polifacéticas inspiraciones extraídas de su rico mundo interior. Muchas de estas creaciones realizáronse fortuitamente, en momentos en que la inspiración y la fuerte sensibilidad del artista captaron preciosos instantes o dictaron profundos pensamientos que Julio sentía que debían expresarse coram populo.




Por ello, sus dibujos no caracterízanse por la aparente simpleza cuanto por constituir un  trabajo renovado, rejuvenecido, vibrante, sencillo y confrontativo, como han sido siempre los geniales dibujos de nuestro artista in aeternum. Los sutiles trabajos  que contémplase en los últimos tiempos subsúmense en una sencillez que define todo y que lo sigue mostrando como un gran dibujante, pues, sea dicha la verdad, sólo quien recorre por un permanente proceso de experimentación plástica llega a la madurez con solidez y autenticidad como para sintetizar magistralmente las ideas en un universo expresivo que consolídase por lo simple, lo humilde y lo sencillo.







Estamos entonces ante un magnífico y genial dibujante, dueño de un propio y singular lenguaje artístico, que deja su sino y signo en cada trazo o adorno de sus obras, para hacerlas inconfundibles; un artista que refulge en la capital de la morlaquía justamente por su humildad y que tiene mucho que decir en un mundo en donde, como decían los filósofos de la Roma Imperial: «Veritas odium parit/ La verdad engendra odio», y para decirla no sólo hay que ser humilde y sencillo sino además valiente, a fin de confrontar la realidad cueste a quien le cueste y aunque desplómense los cielos, como muy bien lo hace Mosquera en un admirable ejercicio de coherencia entre lo que se dice y se hace o lo que se dibuja y se representa semper cum amoris veritatem et ex tota anima suam.

DIEGO DEMETRIO ORELLANA


Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis Augusti, die tertiam supra vicesimum, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXV, octava XXI Dominica per annum.

miércoles, 19 de agosto de 2015

JESUITAS: INVERECUNDOS AGRAVIOS A SU MEMORIA



Santa Ana de los Ríos de Cuenca, agosto 19 del año del Señor de 2015
Octava Dominica XX per annum

Dr. Nicanor Merchán Luco
Director de diario «El Mercurio»

Lcda. Dory Merchán Luco
Gerente de diario «El Mercurio»
Ciudad.

De mi consideración:

«Horribilis et terribilis stultitia in Concha»

Es sorprendente comprobar in nostra communitate, que vosotros no hacéis nada por mejorar la calidad intelectual de diario «El Mercurio» pues es espeluznante hallar en las páginas de vuestro matutino, horripilantes reportajes con graves ultrajes a Cuenca, menoscabando su prestigio cultural, por lo que bien haríais en tomar medidas para cesar los graves agravios a la historia y cultura en El Mercurio, que siendo un periódico de baja calidad desgraciadamente es el principal medio de comunicación de la ciudad «Atenas del Ecuador».




Teodoro Rodríguez Muñoz

 Esta vez quiero referirme a un ridículo reportaje de El Mercurio que tanto por horroroso cuanto por fabulesco constituye motivo de baldón y oprobio para la Compañía de Jesús y sus miembros, los jesuitas, quienes deberían estar estupefactos ante las insolentes mentiras de una investigación intitulada «LOS JESUITAS, EL PAPA Y LOS RECUERDOS DE UN MILAGRO», de autoría de Teodoro Rodríguez Muñoz, quien atropella a la historia en su penoso trabajo investigativo al decir cosas abstrusas, fachosas y pletóricas de disparates que desnúdanlo in corpore et in anima, al parecer, como un irresponsable y estulto colaborador de vuestro matutino.

Sector «La Compañía, Cuenca - Ecuador» 

PRIMA.- Ad exemplum, me permito haceros notar los hilarantes dislates que Rodríguez afirma en dicho trabajo y que lo copiamos ad pedem litterae: «Lo que no se ha dicho de la llegada de los jesuitas al Austro y ya un poco olvidado es que una de las casas de los jesuitas, comunidad del santo pastor Francisco, quedó ubicada en el barrio de la Compañía de Jesús, en el paso de los primeros años de los jesuitas por Cuenca, en el sector de Patamarca. De ahí el tradicional nombre de la Compañía que se dio al lugar…».



Lo inmediatamente transcrito es falso, pues que se sepa, secundum histórica veritas, la Compañía de Jesús y sus miembros, los jesuitas, jamás han tenido ninguna casa en el sector llamado La Compañía. Y no lo tuvieron ni en la Colonia, cuando llegaron a Cuenca en 1638; ni en la República, cuando establécense en 1869 para hacerse cargo del colegio «San Luis», hoy «Benigno Malo», ni en los actuales tiempos, cuando vinieron a la urbe en 1937 para fundar el colegio «Rafael Borja». El sector de La Compañía no se llama así porque hayan estado allí los hijos de San Ignacio de Loyola, como afirma mentirosamente Rodríguez Muñoz. Octogenarios habitantes de la zona declaran, ex tota veritas, que el nombre del pueblo débese a que en ese sitio, hace ya varias décadas, cuando construíase la carretera al sector de Ochoa León, establecióse una compañía constructora, de la que la zona tomó el nombre para una mejor ubicación por parte de sus moradores o los circunstantes que viajaban por aquellos lares. 

Así entonces, como puédese ver, las deducciones de Rodríguez son tan estúpidas que provocan estupefacción a los lectores tanto más cuando los grandes historiadores de la Compañía de Jesús, como los padres jesuitas José Jouanen, Alfonso Villalba y Joseph Le Gouir jamás han hecho constar de la existencia de alguna propiedad de los jesuitas en dicha zona de Cuenca, teniendo como tenían, a la mano, sub specie instantis, valiosos documentos del Archivo Histórico de la Compañía de Jesús en el Ecuador.

Cruz absurdamente confundida como Cruz de la Compañía de Jesús


SECUNDA. Pero las falacias y absurdas deducciones de Rodríguez Muñoz no se quedan allí, pues en un pie de foto de una cruz de mármol que hállase sobre un pedestal consignó in scriptis: «Cruz de la Compañía de Jesús, que indica el paso de los jesuitas en Cuenca», lo cual es falso pues dicha cruz no representa, en el parque de Sinincay, ningún paso de los hijos de San Ignacio de Loyola por el Azuay sino la adoración de los fieles católicos a la cruz del Señor en las festividades de la Invención de la Cruz, que la Santa Madre Iglesia celebra cada 3 de mayo in universa Terra.

En la cruz de la confusión solo dice: 
«Trasladada desde la Compañía»

TERTIA. Inmediatamente, Rodríguez reafirma con necedad la inaudita barbaridad cuando, al hablar del parque de Sinincay, dice ad litteram: «Además existe una cruz jesuita grande de piedra en el parque central de la parroquia Sinincay, más arriba del barrio de la Compañía. Está descuidada y sin mayor reconocimiento y memoria que la leyenda grabada en la cruz de la remembranza del paso de la comunidad jesuita por el Austro.».

En este parágrafo escrito con tanta negligencia investigativa podemos confirmar la desfachatada conclusión a la que Rodríguez arriba, cuando la cruz del parque de Sinincay no es una cruz de piedra sino de mármol. Tampoco es una cruz de la Compañía de Jesús, pues la inscripción grabada sobre mármol en la parte superior del pedestal que la sostiene solamente dice in scriptis: «Trasladada de La Compañía», lo que significa que dicho elemento fue traído desde dicha zona, que pertenece a la parroquia Sinincay, al centro parroquial, por lo que las conclusiones del autor de esta oprobiosa publicación son ilusas por donde se las mire y demuéstrannos que, generalmente, cuando ciertos individuos desconocen algún tema sobre el que desean improvisar se inventan cualquier falacia con tal de fungir como inventores de la historia, sin percatarse, ad verecundiam, que no son más que audaces ignorantes adversas veritas et respectum pro Historia.

Antigua iglesia de Chiquintad 
estúpidamente confundida como iglesia de los jesuitas


QUARTA. Pero para que el pecado sea mortal, la capacidad imaginativa de Rodríguez hiperbolízase in extremis cuando un poco después dice: «Atrás de la cruz y cruzando el parque de Sinincay, se tambalea una antigua iglesia, casi por caerse, socavada por la erosión y corrosión del olvido. Todos estos acontecimientos recuerdan el célebre paso de los primeros años de los jesuitas trayendo la educación al país y al austro» Este parágrafo es inentendible a ojos vista si consideramos que nada socávase por la erosión ni corróese por el olvido, pues «corroer» y «socavar» son verbos rectores mal utilizados en las insulsas ideas de Rodríguez, mientras que, in historia nostra, dicha iglesia nada tiene que ver con los jesuitas, quienes ni siquiera la erigieron -en los tiempos de la Colonia- ni Sinincay ha sido jamás un sitio por el que ellos hayan pasado cuando estuvieron en Cuenca durante la época de la dominación española.

Parque central de Sinincay


QUINTA. Finalmente, semper riddendo ante stultitia, vuestro articulista Rodríguez concluye esta absurda investigación con un texto en donde confírmase, mysterium iniquitatis, la estupidez con la que escribió estas falacias, texto en donde los gazapos y errores ortográficos que encuéntranse en toda la investigación vuélvense más evidentes por la falta de una adecuada sintaxis, la ausencia de una correcta precisión semántica, las confusiones para el uso de las mayúsculas, ciertas inaceptables redundancias y los constantes traspiés en la escritura de muchas palabras, haciendo que las ideas del oprobioso articulista sean dignas de espanto y execración. Pero leámoslo todos ex admirationem: «Entre otros monumentos en restauración de los valores, la religiosidad y que toman parte de este proyecto austral ahora propuesto, consta el nuevo monumento u holograma virtual vanguardista religioso cultural, que se debe levantar en la reminiscencia y evocación de la “aparición de la Santa Faz del Señor acaecida en el año del Señor de 1958 en la iglesia de San Antonio de Cañar” y en la que se debe recrear, proyectar y revivir, reconstruyendo un holograma virtual gigante, proyectado en tres dimensiones encima de la legendaria iglesia, para reproducir en imágenes espaciales al verdadero rostro del Señor Jesús dada en la transformación que tomó parte del milagro y aparición».

Ad nauseam, rebus sic stantibus/ estando así las cosas, como veis, señores Merchán Luco, habla un verdadero Cantinflas mientras la conocida incuria para el trabajo intelectual en vuestro investigador Rodríguez es la causa para que sus reportajes creen oprobio para Santa Ana de los Ríos de Cuenca, a cuya historia deshonra descuidando elementales aspectos que deberíanse vigilar por todo investigador que vístase de seriedad, mientras Rodríguez deslustra a la lengua castellana con sus constantes errores gramaticales, ortográficos y sintácticos, toda vez que este trabajo sobre los jesuitas es de dudosa credibilidad, en tanto su autor búrlase de la inteligencia de vuestros lectores. Por eso, a Rodríguez deberíais vosotros enseñarle el sabio dicho popular de nuestra maravillosa lengua de Castilla que dice: «Son más tontos que el maestro de Siruela, que no sabía leer y puso escuela», pues hay hombres que se tiran alocados a la necesidad de brillar sin luz propia y aunque creados para contemplar la luz de la verdad no elevan jamás hacia ella los ojos del alma y en el abismo de las tinieblas habitan felices como si una radiante luz los alumbrara ad bene placitum.

Sinincay


Esta protesta pública tiene la intención de defender a la Historia con animus corrigendi, en defensa del prestigio cultural de la capital de la morlaquía, pues es menester manifestar altivo rechazo a pésimas investigaciones realizadas in honorem invencibilis ignorantia, stultitia et adversas intelligentia et respectum pro Historia.

Por favor, mejorad la calidad intelectual de vuestro matutino in honorem Conchae como lo hizo siempre la familia Sarmiento Abad, verdadera dueña de El Mercurio in historia nostra. In honorem veritatis recibid un cordial y respetuoso saludo.

Diego Demetrio Orellana

Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis augusti, die XIX, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXV, octava Dominica XX per annum.
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viernes, 14 de agosto de 2015

UN OLIVO CONFUNDIDO CON UN MAPLE EN CUENCA DEL ECUADOR


UN OLIVO CONFUNDIDO CON UN MAPLE EN CUENCA

Aunque parezca de Ripley, en diario «El Mercurio», como ya es su costumbre con la negligencia investigativa de sus periodistas, vuélvese a cometer un grave desliz al confundir un viejo olivo de 300 años de edad, en El Salón del Pueblo de la Casa de la Cultura del Azuay, con un árbol de maple.


El hecho es risible ad summum  y  efectivamente ha acontecido con la periodista Brígida San Martín, una de las autoras de los más grandes atentados en contra de la historia en la página cultural del matutino. Ergo, San Martín escribe ad absurdum en la edición de hoy viernes 14 de agosto del año del Señor de 2015: «¿El señor hace actos de magia? preguntó un transeúnte a Jorge Dávila, justo en el momento cuando Francisco Aguirre declamaba poemas de Efraín Jara Idrovo, allá en ese rincón que da a la puerta arqueada del Salón del Pueblo, cerca del árbol de maple. No, dijo Jorge. Entonces el curioso ciudadano se fue. Entre el claro de las luces y el oscuro de la noche, Pancho seguía con la declamación y de la otra vereda se oyó “hable Padre Jesús”, un fuerte grito que sacó sonrisas al actor y espectadores que estaban debajo de las ramas del maple».


La equivocación es sorprendente, pues dentro de dicho espacio cultural no existe ningún maple sino un olivo que es el árbol ornamental más antiguo de Cuenca, pues tiene aproximadamente 300 años de edad y trátase de un especimen patrimonial de la urbe que deberíase preservar in iustitia et veritas. El olivo es un árbol muy raro en nuestro medio. Era una especie propia de algunos huertos cuencanos de las casas patrimoniales y según se puede constatar por la Historia, no fue un árbol utilizado para adornar espacios públicos. La ciudad cuenta –intra muros- con un centenario olivo en el jardín interior del Salón del Pueblo de la Casa de la Cultura. Se trata de un ejemplar valioso, único en su género, que debe ser preservado. Sin parangón alguno, está comprobado que no existe otro ejemplar que le iguale en la urbe y podría decirse que es el árbol más raro de Cuenca por sus colosales dimensiones y su espectacular belleza. Su nombre científico es Olea europaea. De la familia Oleaceae, sus hojas son persistentes y su fruto es la aceituna. Crece abundantemente en los climas mediterráneos y en Europa produce abundantes frutos. En el proceso de adaptación que ha experimentado en nuestro clima ecuatorial se ha visto que el olivo, cuando se aclimata, crece con majestuosidad pero  no produce frutos. El olivo del Salón del Pueblo es una especie que seguramente fue plantada por las monjas Carmelitas Descalzas del Monasterio del Carmen de la Asunción, pues el lugar en el que se halla emplazado fue uno de los huertos interiores de este claustro fundado en 1682. La parte que hoy ocupa el Salón del Pueblo de la Casa de la Cultura, sus oficinas y el huerto interior fue cedida por la Comunidad Carmelita en la década de 1970. Es entonces un árbol centenario, emblemático, de espeso follaje verde claro que llama la atención a propios y extraños y aún respira lozanía y juventud si se ha de considerar la longevidad de los olivos probada en Jerusalén, en donde, según la tradición oral y escrita, existen ejemplares de más de dos mil años, testigos fidedignos de la oración de Nuestro Señor Jesucristo, en el Huerto de los Olivos de Getsemaní, momentos previos a su prendimiento y ajusticiamiento.


Mas como la redacción de la periodista es confusa, podría ser que ella esté hablando de los árboles que hállanse fuera del Salón del Pueblo, frente a la catedral de la Inmaculada Concepción, por lo que en este caso la equivocación sería mucho más grave, ya que estos árboles son álamos, como puede verse en la foto aérea que ilustra este análisis, especímenes de tronco alto y generalmente recto, con hojas espesas verde claro, caedizas, simples y alternas, de crecimiento rápido, que requiere de un ambiente de pleno sol para su desarrollo y que adaptóse fácilmente en Cuenca para convertirse en un nuevo habitante natural de sus campiñas in partibus infidelium.


 Mas para dilucidar bien a qué árbol refiérese Brígida San Martín, hemos consultado a Pancho Aguirre Andrade, el actor teatral al que ella refiérese en la nota de prensa, y el artista declara ex tota veritas: «que no se trata del olivo sino del primer álamo de la parte exterior del Salón del Pueblo», por lo que, riddendo et solus riddendo, debemos manifestar ex tota fortitudine que es de veras sorprendente que puédase confundir al álamo con un maple, que son dos especies totalmente diversas in omnia Terra.


MAPLES O ARCE RUBRUM


Lo cierto es que el maple es un árbol de cuatro estaciones que nunca se ha adaptado en Cuenca y, por consiguiente, no existe ningún ejemplar in puris naturalibus. Su nombre científico es Acer rubrum y trátase del arce rojo americano, el arce rojo de Canadá, símbolo de su bandera, y es una de las especies caducifolias más conocidas en el primer mundo.


Es sorprendente, ad concludendi, que la despistada periodista Brígida San Martín lo confunda con el álamo, árbol que, a contrario sensu, sí ha adaptádose a nuestro medio y justamente en las afueras del Salón del Pueblo hállase el especimen objeto de su confusión. Debería existir más cuidado al momento de redactar una nota cultural de prensa para que la negligencia no sea la característica del tan terrible modus operandi para atentar en contra de la cultura en diario El Mercurio, hodie et nunc et semper.

PAX VOBIS,


DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, mensis augusti, die XIV, vesperas sollemnitate Benedicta Maria Virgo, Regina in coelum assumpta, AD MMXV