«Admirabilis semper in pulcherrima
natura America est/ Siempre admirable es América en la hermosa naturaleza»
y, por ello, muchas de las más exóticas plantas que en el mundo han sido son nativas de este continente y crecieron gracias a la feracidad de este
suelo provocando el interés y la curiosidad de naturalistas y científicos que
viajaban por nuestros lares en diversos instantes de la historia catalogando singulares
especies florales que hoy permanecen redivivas como inmortales legados de la
naturaleza, pródiga siempre en belleza y gracias, para la humanidad entera in
universa Terra.
Cuenta la historia que fueron
algunos de los primeros misioneros jesuitas llegados a las famosas Reducciones
del Paraguay y el Marañón quienes descubriéronla y bautizáronla con tan sui
generis nombre en el siglo XVII, alrededor del año 1610, debido a la
semejanza de algunas partes de la exótica flor con los símbolos de la Pasión de
Cristo, Dominus ac Redemptor, a cuyo nombre está encomendada la orden
religiosa fundada por San Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús. In
historia mundi, el término fue patentado luego por Carlos Linneo, en el
año del Señor de 1753, en su famosa obra Species plantarum para nombrar a este
género de plantas, de las que conócense más de 300 especies. Así entonces Passiflora
es el nombre latino de la planta medicinal que en nuestra vigorosa
lengua de Castilla conócesela como la «Flor de la Pasión». In
via linguae/ En el camino de la lengua proviene de la expresión «flos
passionis» que significa literalmente «flor del sufrimiento» o «flor
de la pasión». Esta es la razón por la cual también a esta planta ha
llamádosela «Pasionaria» que es otro de sus célebres nombres in
historia nostra.
Mas ¿qué vieron los jesuitas en
la singular flor americana? Ni más ni menos algunos elementos donde imaginaron
varios de los atributos que represéntannos, ex tota claritas, a la pasión del
Divino Redentor. Exempli gratia, la corona de espinas de la sacra testa del
Señor, los tres clavos con los que fue crucificado, las cinco llagas que
laceraron su santísimo cuerpo y las cuerdas con que atáronlo. El fruto pequeño
y anaranjado de la Passiflora encierra unas semillas rojizas que los jesuitas
interpretáronlas como las gotas de sangre coagulada que brotaron de las heridas
de Cristo.
El continente americano fue el
vasto campo donde muchas flores quedáronse como un inefable recuerdo de un
maravilloso tiempo ido, la época de las famosas reducciones jesuiticas del
Paraguay y el Amazonas, donde, de vehementi, los jesuitas estudiáronlas
para que luego, post factum, registráranse en la Botánica ad vitam aeternam. La Passiflora
investigáronla de profundis en este inmenso territorio al que evangelizaron in
nomine Christi, pues el querido espacio verde era como un inmenso jardín
donde el especimen florecía exótico in perpetuum.
Acuciosos observadores como
fueron los misioneros jesuitas que llegaron in América meridionalis
habían contemplado que esta planta a la que bautizáronla como Passiflora
tiene algunos elementos de la pasión de Cristo que hállanse en el escudo de la
Compañía de Jesús, el cual viéronlo intacto en la prodigiosa flor. Y aunque la
imaginación de estos beneméritos jesuitas pudiere haber bordeado todo límite de
exageración, si nos fijamos detenidamente en el interior de la florecilla
puédese descubrir, efectivamente, que el magnificente sol de fulgurantes rayos que
rodea al anagrama jesuitico «IHS»,
el famoso «Iesus Hominum Salvator» o «Jesús Salvador de los hombres»,
hállase presente en la base de la singular flor, junto a los clavos de la cruz
del Señor, los cuales son también elementos esenciales del escudo de los
jesuitas.
Alere flamam veritatis/ Alentando
la llama de la verdad, existe una referencia italiana de un jesuita de
la centuria décimo séptima -encontrada en
los archivos históricos de la Compañía de Jesús- que da cuenta de la
fortísima relación de la Passiflora con los intrépidos misioneros hijos de San
Ignacio de Loyola. Ex integro copiámosla con su respectiva traducción castiza: «P. Enzuccio condivideva con P. Luca una
grande passione per le piante e i fiori. Il suo preferito - me lo ripeteva
spesso - era la PASSIFLORA, parola che significa appunto "fiore della
passione". Furono proprio alcuni missionari Gesuiti in sud America a usare
per la prima volta questo nome nel XVII secolo, per la somiglianza di alcune
parti della pianta con i simboli della passione di Gesù, così come si ritrovano
nello stemma della Compagnia: i robusti viticci ricordano la frusta con cui
venne flagellato; i tre stili i chiodi; gli stami il martello; la raggiera
corollina la corona di spine. Come questo fiore, oggi germogli alla vita vera,
Enzuccio mio: noi vediamo solo il seme consumato che di te è rimasto fra noi,
ma tutta la tua passione fiorisce adesso in Dio, nella risurrezione di ogni tua
fibra d'amore. E d'ora innanzi scelgo anch'io la passiflora quale fiore simbolo
del mio desiderio di essere, come te, unito a Gesù Cristo fino alla fine.
Grazie, Amore mio! A presto, scricciolo possente d'un gesuita.../ El Padre
Enzuccio compartía con el P. Luca una gran pasión por las plantas y las flores.
Su flor preferida –me lo repetía a menudo- era la PASSIFLORA, palabra que
significa ciertamente “flor de la pasión”. Fueron justamente algunos misioneros
jesuitas en Sudamérica quienes utilizaron por primera vez este nombre en el siglo
XVII, por la semejanza de algunas partes de esta planta con los símbolos de la
pasión de Jesús, así como se lo encuentran en el escudo de la Compañía de Jesús,
tal como encuéntranse en el emblema de la Compañía de Jesús: los robustos
zarcillos nos recuerdan el látigo con el que fue azotado; los tres pistilos los
clavos; los estambres el martillo; la radial
coronilla la corona de espinas. Como esta flor, hoy brotas a la vida verdadera,
mi Enzuccio: solo vemos la semilla consumida que de ti ha permanecido entre
nosotros, mas toda tu pasión florece ahora en Dios, en la resurrección de cada
uno tu fibra de amor. Y de ahora en adelante elijo también yo a la Passiflora
como el símbolo de mi deseo de estar como tú, unido a Jesucristo hasta el
final. ¡Gracias, amor mío! Hasta pronto, una poderosa avecilla jesuita».
La planta jesuítica es como un miraculum
vitae o milagro de la vida debido a sus usos medicinales para curar el
nerviosismo, el insomnio o el alivio de la ansiedad. La verdad sea dicha in
stricta iustitia: todavía hoy desconócese el mecanismo exacto de su ansiolítico
efecto pero las investigaciones más precisas que han realizádose sobre ella señalan
que la planta tiene algunos compuestos que estimulan un aumento en la
producción del ácido gamma-aminobutírico o GABA (por sus siglas en inglés), en
el cerebro, que es la sustancia que produce un efecto sedante suave en el
tratamiento de las enfermedades del alma.
Aunque para los jesuitas su prístino
interés fue catequético, al haber descubierto una verdadera flor de la pasión
de Nuestro Señor Jesucristo, la Passiflora fue objeto de interesante estudio
científico como una de las plantas más efectivas para actuar como sedante in omnia
humani generis. Qué duda cabe que esta
medicinal florecilla es gloria de América Latina donde cultívase profusamente
pues in
natura excelsa America meridionalis admirabilis est/ en la excelsa naturaleza América
del Sur es admirable sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula
saeculorum.
Datum Conchae, mensis Iulii, die XXXI, in solemnitate Sancte Ignatius a Loyola, primus praepositus generalis Societatis Iesu.