Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Agosto 27 del año del Señor de 2008
In facie Concha lucet sapientiæ
Dr. Xavier Alvarado Roca
PRESIDENTE de la REVISTA VISTAZO
Lcda. Patricia Estupiñán de Burbano
EDITORA GENERAL de la REVISTA VISTAZO
Lcdo. Cecilio Moreno Mendoza
DIRECTOR EJECUTIVO de la REVISTA VISTAZO
Señora Tristana Santos
Suplementos Especiales de la REVISTA VISTAZO
GUAYAQUIL
De mi consideración:
«Hæc est dies, quam facit Concha: exultemus et lætemur in ea/ Este es el día en que se hizo Cuenca: alegrémonos y regocijémonos en ella»
Como ustedes muy bien conocen, con la edición No. 951 de la Revista Vistazo, puesta en circulación con fecha 12 de abril del año 2007, se publicó un suplemento especial dedicado a la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, en el día en que se iniciaba el AÑO JUBILAR de los 450 años de su Fundación Castellana.
Ahora, en agosto del año 2008, el Año Jubilar ya ha concluido y no obstante, el suplemento realizado por ustedes ha quedado para la posteridad con terribles atentados en contra de la historia y la cultura de Cuenca. Por eso, os escribo estas líneas a fin de manifestar que vuestra publicación intitulada «CUENCA, 450 AÑOS DE FUNDACION. Un recorrido por sus calles, su cultura y su historia» pretendió ser un homenaje a la ciudad «Atenas del Ecuador» y «Patrimonio Cultural de la Humanidad» y resultó –cum ineffabilis admirationem- un compendio de escritos sobre la tercera ciudad del Ecuador, en los que se advierten terribles equivocaciones, contra veritas, configurando horrorosos atentados a la Historia de Santa Ana de los Ríos de Cuenca e imperdonables errores que envilecen a su cultura y a la lengua castellana.
Al parecer, nadie os ha dicho nada hasta este instante acerca de los errores que habéis cometido en la edición de este trabajo y no por ello habréis de quedar impunes ante la historia. Por eso, os escribo esta carta en la necesidad de reivindicar a mi ciudad, a la cual no se la debe infamar con datos que atentan en contra de su prestigio e historia.
Así entonces, alere flamam veritatis/ alentando la llama de la verdad, después de que el Año Jubilar de nuestra urbe patrimonial ha concluido y ciertamente, cuando en la ciudad de Cuenca sigue circulando esta apócrifa publicación, en mi calidad de ciudadano y escritor nacido en Cuenca, siento que no debo quedarme callado ante los inauditos atropellos por ustedes cometidos y en vista de que es necesario, de parte vuestra, una pública reparación sobre los errores en que habéis incurrido en contra de la «Atenas del Ecuador», me dirijo a vosotros, tanto en defensa del idioma castellano cuanto en reivindicación de esta ciudad que ha sido vilmente deshonrada con vuestro suplemento y con todo el respeto que os merecéis, con ánimus corrigendi/intención de corregir, reclamo con altivez –in honorem Concha/ en honor de Cuenca- por este tipo de infamias e ignominias en contra de la tercera ciudad del Ecuador y su prestigio.
En consecuencia, in honorem veritatis splendor/ en honor del esplendor de la verdad, solicito a vosotros, de la manera más comedida, que os dignéis corregir dichas equivocaciones pues, en opinión de muchas personas de la morlaquía, Vistazo debe públicas disculpas tanto para Cuenca cuanto para vuestros lectores, ya que no puede aceptarse, bajo ningún punto de vista, que debido a esas informaciones erradas, las personas que consulten dicho suplemento, se informen mal acerca de importantes asuntos relacionados con la capital de la provincia del Azuay, su historia y su cultura.
Me permito, por lo tanto, señalar para Ustedes, hic et nunc/ aquí y ahora, las graves equivocaciones encontradas en la publicación antes mencionada, a fin de que el consejo editorial de dicha obra sepa repararlas en aras de la verdad, considerada desde siempre como «fons et culmen omnia historica investigatio/ fuente y culmen de toda investigación histórica».
Consecuentemente, aspiro –in honorem urbis- que por ética periodística, se dignen publicar, coram populo, las pertinentes aclaraciones sobre las siguientes faltas, pues Vistazo está en la obligación de rendir explicaciones sobre los errores y horrores que –motu proprio- los relato a continuación:
1. En la página 6, en el artículo intitulado «Cuenca, identidad arraigada en la historia» de la autoría de Juan Cordero Iñiguez, quien firma como académico e historiador cuencano, se encuentra –a manera de extracto- la siguiente nota que la transcribo de verbo ad verbum: «El asentamiento que los incas y cañaris llamaban Tomebamba, fue bautizado por los españoles como Santa Ana de los Ríos de Cuenca». Este texto atropella a la Historia porque eso no es verdad, ya que los cañaris bautizaron a este asiento como «Guapdondelig» que en su lengua significa «Llano grande como el cielo» mientras los incas llamaron a este sitio «Paucarbamba», término cuya traducción es «Pampa cubierta de flores» y luego, debido a la fuerte resistencia de los cañaris para ser conquistados por el incario, los conquistadores incas denominaron a este lugar como «Tumipampa» cuyo significado es «Valle del cuchillo», palabra que, castellanizada, devino en Tomebamba.
En consecuencia, quod erat demonstrandum/ como queda demostrado, este texto, así redactado, es equívoco desde cualquier perspectiva y conspira contra la verdad histórica, pues desconoce la terrible rivalidad de los cañaris frente a los incas y confunde inapropiadamente los verdaderos nombres del sitio en que fue fundada la ciudad de Cuenca, el 12 de abril de 1557. ¿Acaso Juan Cordero es el autor de esta cosa bárbara? ¿O de forma irresponsable, alguien de Vistazo extrajo esta nota sin la debida circunspección frente al contexto histórico de los hechos que se narran en el artículo de marras?
2. En la página 12, en el mismo artículo de Juan Cordero, encontramos –ad litteram- el siguiente texto: «Nuestra historia regional se remonta más atrás, pues el sitio escogido para fundar Cuenca también fue preferido por los incas y los cañaris. Unos lo llamaron Tomebamba o Paucarbamba y otros Guapondelig: espacio amplio como el cielo o campo florido». Esta indicación le pertenece completamente a su autor y al parecer, pudo haber dado origen al texto anterior de la página 6. Sin embargo, la nota podría causar confusiones, de principio a fin, pues no aclara –de manera explícita- los usos y significados de los antiguos nombres del lugar en donde Cuenca fue fundada, como podrá comprobarse comparando la explicación que me he permitido señalar ut supra.
3. En la misma página que comentamos, la décima segunda, se encuentra otra barbaridad que atenta en contra de la Historia cuando, en forma de otro extracto, se encuentra un texto que dice ad peddem litteræ: «Los españoles, asociados con los cañaris, se establecieron en Cuenca para aventurarse a buscar minas o los tesoros del fabuloso dorado». ¿Cómo puede afirmarse esta vil mentira? Ni los cronistas de Indias, ni los más grandes historiadores de la República han llegado a esta conclusión pues –que se sepa- los cañaris jamás intentaron, ni solos ni en compañía, la conquista del dorado.
Lo que ciertas presunciones históricas han señalado es mas bien que, como los cañaris nunca estuvieron de acuerdo con el sometimiento al que fueron obligados por los incas, vieron quizás en los españoles, la posibilidad de liberarse del yugo inca, pero de allí a asociarse con otros fines –como equívocamente se señala en vuestra publicación- hay una diferencia abismal que ofende a la conciencia cívica de los cuencanos.
Cabe indicar que los extractos que comento y el texto que, ab intra, escribió Juan Cordero Iñiguez, en todo caso, contribuyen para dejar en mal predicamento a su artículo, por haber firmado –como ya lo he indicado- en calidad de académico e historiador cuencano y Vistazo no debía permitir que se altere el contexto de lo que él escribió, mientras es también necesario recalcar que Cordero no está inmune o exento a la indispensable revisión que debe realizar un editor de cualquier obra, cuando en ella se consignan cosas que no pueden publicarse si fallan a la verdad histórica o si, máxime, no la expresan con claridad y acrimonia, en coincidencia esencial entre las cosas y las palabras que las aseveran.
4. En la página 16, en el artículo intitulado: «Por las calles de mi ciudad... » de la autoría de la periodista María Eulalia Coellar, se encuentra un terrible atentado en contra de la lengua castellana, cuando se dice ad litteram: «Cuenca se revela con la sinfonía balsámica de sus ríos serpenteantes,... ».
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana (DRAE), sinfonía es el «conjunto de voces, de instrumentos o de ambas cosas que suenan a la vez». También, es la «composición instrumental en forma de sonata, para orquesta u orquesta y voces». Asimismo, una tercera acepción define a sinfonía como «la pieza instrumental que precede a algunas óperas y obras teatrales» y una cuarta definición señala que es «el nombre que antiguamente se aplicaba indistintamente a ciertos instrumentos musicales».
Ahora bien, el sentido figurado que admite esta palabra señala que es el «colorido acorde, armonía de los colores» mientras que el mismo DRAE define al término «balsámico» como un adjetivo calificativo cuyo significado indica que «tiene bálsamo o cualidades de tal». Dicho lo cual, se habrá de inferir que «sinfonía balsámica» es una expresión forzada, incoherente y absurda, que no tiene razón de ser y no se le puede aceptar, ni con sentido figurado, si se ha de utilizar con relación a los ríos cuencanos, como señala la autora de esta barbaridad.
5. En la página 20 se encuentra la explicación de un itinerario turístico que puede recorrerse por la Calle Larga y allí se dice que la misma se extiende desde la Tarqui hasta la avenida Huayna Cápac. Para transitarlo, la autora de este escrito comienza por el Museo Taller del Sombrero y, luego de sugerir la ruta de marras, termina diciendo: «...finalmente está el Museo del Banco Central con los vestigios de Pumapungo, donde se asentó la ciudad, (que quiere decir Puerta de León o Puma americano)». Por supuesto, la Calle Larga termina en Pumapungo; sin embargo, a continuación dice la autora cum terribilis contradictio: «Al final de la Calle Larga está la iglesia de Todos Santos, que le da su nombre al barrio, y que antiguamente era la Ermita del Usno, el lugar donde se celebró la primera misa campal». No obstante, no hay certeza histórica de que la primera misa de la urbe haya sido allí, mientras la iglesia de Todos los Santos se encuentra a cuatro cuadras antes del fin de la Calle Larga, en la intersección con la Mariano Cueva.
¿Cómo es posible entender –præter opinionem- que la autora del mencionado itinerario señale que la Calle Larga termina en Pumapungo, en la avenida Huayna Cápac, y a renglón seguido afirme que Todos los Santos está al final de la misma, olvidando que se localiza a cuatro cuadras antes, perdiendo el sentido de la ubicación que debía tener para no desorientar a sus lectores?
6. En la página 44, en el artículo que lleva como título «Cuenca estimula los sentidos», cuyo autor es Claudio Malo González, se dice: «...La fisonomía de Cuenca se caracteriza por su especial tendencia hacia las manifestaciones culturales. Sin que se conozca un autor y una fecha precisa, ha recibido el apelativo de Atenas del Ecuador». Existe aquí una imprecisión que, en mi opinión, pudo evitarse cuando sí se sabe que fue en el gobierno del Dr. Alfredo Baquerizo Moreno, cerca de 1920, cuando a Cuenca se la empezó a llamar de esta manera, en un momento en que su prestigio como cuna del pensamiento ecuatoriano era ya notorio y se acercaba el Primer Centenario de la Independencia.
Inclusive, cuenta la Historia que, in illo tempore/ en aquel tiempo, los quiteños, celosos de que a Cuenca se la bautizara con tal apelativo, solían decir -al amparo de la tradicional sal quiteña- que «a Cuenca no se la debería calificar como Atenas del Ecuador si es apenas del Ecuador».
7. En la página 51, en el artículo de la autoría de un ciudadano que firma con el nombre de David Morril, se escribió en un extracto, otra nota equívoca que dice: «A orillas del Tomebamba hay ruinas de las culturas Cañar, inca y española... Se sienten sus fantasmas en la superficie desigual del Barranco». Esto constituye una blasfemia al castellano, no sólo por la pésima redacción sino por el absurdo existente debido a la mala utilización de las palabras y sus conceptos.
¡Oh Sancta Simplicitas!... ¿No habrá querido decir cañari en vez de cañar? ¿y cuáles son esas ruinas españolas que existen a orillas del Tomebamba? ¿No serán mas bien monumentos arquitectónicos de corte español que deberían conservarse, que no están en ruinas y requieren refacción? Además, que se sepa, los únicos sitios en donde existen ruinas cañaris e incas son: Todos los Santos y Pumapungo y los dos lugares no representan toda la orilla del Tomebamba, mientras que, hablar de los fantasmas que se sienten en la superficie desigual del Barranco es un absurdo en contra de la lengua de Castilla como ya se dijo ut supra. ¿Acaso los fantasmas se sienten? ¿Qué fantasmas son aquellos?...
Debo confesar –in camera caritatis- que es interesante que se haya considerado publicar la visión que sobre Cuenca pudiere tener un extranjero que habita muchos años en la urbe; sin embargo, es imperdonable para Vistazo que no se lo haya corregido en las cosas que expresa mal, pues como era de esperarse, más allá de su buena voluntad para coger la pluma y los años que pudiere tener viviendo en nuestra ciudad, siendo un ciudadano cuya lengua maternal viene de tronco sajón, nunca podrá manejar con «summa perfectionis» un idioma como el nuestro, de tronco grecolatino, por lo que –como editores- estabais obligados a realizar las inexorables correcciones que se le debían hacer.
Aunque, ex ungue leonem, es verdad que estos errores tienen responsables perfectamente identificados, en la Revista Vistazo no están inmunes de culpabilidad pues, quid pro quo, conviene preguntarse: ¿Quién de ustedes tuvo la audacia de escribir semejantes extractos que alteran la historia de Cuenca? ¿Quién coordinó, desde la capital de la provincia del Azuay, la recopilación del material que iba a publicarse en este trabajo editado por ustedes? ¿O fue el equipo de Vistazo el que hizo absolutamente todo? ¿Por qué no se consideró que a los artículos con firma de responsabilidad hay que mandarlos a corregir cuando se detectan fallas?...
8. No obstante, habemus confitentem reum/ tenemos un reo que confiesa, y así, hay errores tremebundos que no tienen nombre de autor alguno y son de vuestra absoluta responsabilidad, ya que es evidente que la autoría les corresponde, pues para realizar esta obra, según se puede ver en los créditos de la misma, ustedes conformaron un consejo editorial presidido por Tristana Santos en la edición, Marco A. Cerquera y Juan Yépez en la diagramación y diseño y Mélida Pluas en la corrección.
Los errores a los que ahora me refiero, se encuentran, ab intra, tanto en los textos por ustedes elaborados, cuanto en los pies de foto de varias imágenes del suplemento y por eso, ergo, se puede columbrar que son producto de vuestra negligencia ya que a pesar de que contábais con un equipo de edición, se cometieron las siguientes barbaridades que deshonran y blasfeman, sub specie æternitatis, a la «Atenas del Ecuador»:
a. Verbi gratia, por ejemplo, en la página 18 hay una fotografía del templo de Todos los Santos, en cuya nota explicativa se lee: «En donde hoy se levanta la iglesia de Todos Santos, que le da su nombre al barrio, se celebró la primera misa de la ciudad. El templo se construyó en 1924 con piedras labradas de ruinas de Tomebamba, el antiguo asentamiento inca. En esta zona se encontraron también vestigios de antiguos molinos de trigo».
Más allá de los errores sintácticos de la nota, es falso lo que allí se dice con relación al histórico templo, pues, según la Historia, no existe certeza de que allí se haya celebrado la primera misa de la ciudad, eso es solamente una presunción, pues también podría haberse oficiado en cualquiera de los sitios escogidos por Rodrigo Núñez de Bonilla para establecer el asentamiento de Santa Ana de los Ríos o en la misma Plaza Mayor de Cuenca el día de su fundación castellana.
Por otro lado, esta edificación -aunque en sus cimientos tiene antiguas sillerías de la prehispánica ciudad de Tomebamba- no se construyó en 1924 sino que, en ese año se concluyó la última remodelación de las múltiples que ha tenido a lo largo de su historia, como está inscrito en el frontis de la iglesia, en donde se encuentra la tal fecha conmemorativa: 25 de marzo de 1924.
Por otro lado, cabe indicar que en ese día se celebraron las Bodas de Oro de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, acontecimiento ejecutado por el gobierno de Gabriel García Moreno y se colocó dicha fecha onomástica, en el frontis del templo, para inaugurar la imagen del Corazón de Jesús que se encuentra justamente, desde entonces, bajo vidrio, en la torre de la iglesia. Hasta por lógica podría decirse que la deducción es evidente, en referencia a la fecha antes indicada, por lo que este error consignado en vuestra publicación es imperdonable.
b. Tal como si el poder de las tinieblas o potestas tenebrarum os hubiese atrapado, en las páginas 24 y 25 hay una hermosa fotografía de la Catedral de la Inmaculada Concepción y la nota que la ilustra contiene una gravísima equivocación en contra de la Historia, pues la misma dice cum horribilis contradictio: «La catedral nueva está inconclusa. El templo más grande de la ciudad se empezó a construir en 1885 y se inauguró en 1985 aún sin las dos torres principales y el campanario que debían coronarla, cuyo peso hoy sería demasiado para la estructura de la nave».
Mas allá de la mala redacción, lo grave del texto es afirmar con desparpajo –de parte de ustedes- que la Catedral de Cuenca fue inaugurada en 1985, lo cual es falso, pues dicha inauguración o consagración, más exactamente hablando, fue el 2 de junio del año de 1967, dentro del IV Congreso Eucarístico Nacional y se produjo en un apoteósico acto en el que hubo hasta representante pontificio, pues el Papa Paulo VI, en aquel entonces reinante, delegó a la ceremonia de consagración del templo, a Su Eminencia, el Cardenal Julius Doephner, en ese entonces Arzobispo de Munich.
El actual Alcalde de Cuenca, Ing. Marcelo Cabrera Palacios, puede dar fe de ello, pues ha reaccionado ante este error -con profunda sorpresa e indignación- y me ha manifestado que, in illo tempore/ en aquel tiempo, él mismo fue testigo presencial de dicho acontecimiento, pues era un estudiante de bachillerato, en el Colegio «Benigno Malo» y formó parte –in corpore presente- de la guardia estudiantil del mencionado Cardenal Doephner, delegado personal del Santo Padre Paulo VI, de feliz memoria, como ya se indicó ut supra.
Por otro lado, los campanarios de la Catedral de Cuenca ya están levantados, lo que falta es el remate de las torres, mientras que las campanas, las cuales fueron donadas por la Arquidiócesis de Munich, ya no existen en nuestra urbe, pues Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, en el año de 1984, cuando era Arzobispo de Cuenca, las envió a la iglesia de Durán y se encuentran en Olón, aduciendo que los campanarios no resistirían su peso y manifestando que dichas campanas debían ser para la Arquidiócesis de Guayaquil en el caso de que Cuenca no las utilizara.
c. Ad absurdum, mientras en la página 26 se puede apreciar una bella foto del rosetón del frontis de la Catedral de Cuenca, en el texto que la acompaña se lee una inaudita equivocación: «Muchos adornos, como este rosetón de origen belga, fueron importados». Nada más falso que esto ya que el rosetón es cuencano al ciento por ciento y fue realizado por el esposo de la señora Purificación Gordovil, el artista vasco nacido en México, Guillermo Larrázabal Arzubide, quien se hizo cargo de dicha obra y lo fabricó en nuestra propia ciudad, a donde llegó a radicarse desde el año 1955 y jamás regresó a su patria, pues por esos inescrutables mandatos del destino, murió en Cuenca en 1983, mientras su esposa, la señora Gordovil, después de vivir insólitas penalidades por el –mysterium iniquitatis- se vio obligada a dejarlo, pues retornó a España. ¿De dónde salió la información sobre la supuesta importación belga?
d. Semper contra veritas/ Siempre en contra de la verdad, en la página 27 de vuestra obra puede admirarse una fotografía del baldaquino de nuestro templo catedralicio y en el respectivo pie de foto se escribió: «El baldaquino de la catedral es una reproducción a escala del de San Pedro, en Roma, con columnas salomónicas (torneadas) cubiertas de pan de oro». Este error es inaceptable y la información deviene en abstrusa y falta de lógica, pues no se necesita conocer, in situ, la Basílica de San Pedro del Vaticano para darse cuenta de que el famoso baldaquino del templo mayor de la cristiandad, construido en bronce por Gian Lorenzo Bernini, es de forma cuadricular, mientras que el baldaquino de nuestra Santa iglesia Catedral es de medio domo y de ninguna manera podría ser una «réplica a escala del de San Pedro» como dice falsamente la nota que comentamos.
Esto sí es una temeridad que avergüenza a la publicación, pues se nota que ni siquiera se ha hecho uso del sensus comunis o sentido común para escribir tamañas cosas, como tampoco puede percibirse capacidad investigativa sobre lo que se va a escribir y por eso, con audacia, se llega a afirmar insólitas y absurdas cosas.
e. Verba et voces praetereaque nihil/ Palabras y nada más que palabras escribieron ustedes en la página 28, en donde encuéntrase una foto inferior de la iglesia del Buen Pastor y la antigua escuela «Manuela Cañizares» de la ciudad de Cuenca, hacia la calle Simón Bolívar y en el respectivo pie de foto se consigna: «La iglesia y convento del Buen Pastor, construidos entre 1880 y 1912».
Sin embargo, según la Historia, la edificación que hoy se halla adjunta a la iglesia que comentamos en la foto, ya estaba completamente levantada a fines del siglo XIX y jamás fue el convento de las madres del Buen Pastor, el cual siempre ha estado ubicado al otro lado del templo, hacia la calle Mariscal Sucre.
f. Errare semper comunis est per vobis/ Errar es siempre común para vosotros y así, en la página 29 se consigna una de las equivocaciones más espantosas de la obra que analizamos, cuando se publica una bella fotografía del interior de nuestra catedral y en el singular pie de foto escribisteis: «Los vitrales laterales de la catedral de Cuenca son obra del artista español Guillermo Larrazábal».
Este texto es equívoco, ab origine, por donde se lo mire, pues la foto que lo acompaña corresponde a las vidrieras del transepto norte del templo catedralicio, las cuales fueron importadas de Alemania y no son obra de Guillermo Larrazábal. No obstante, es pertinente señalar, a fortiori, que los vitrales que no están en los transeptos sino en las naves laterales, sí son obra del célebre artista vasco, razón por la cual el texto de la página 29 es falso, de principio a fin, cuando al referirse a las vidrieras alemanas indica como su autor al esposo de la señora Purificación Gordovil.
g. Quosque tandem abutere patienta nostra.../ Hasta cuándo vais a abusar de nuestra paciencia debo deciros al observar que en la página 33 se publica una fotografía espléndida del interior de la cúpula posterior de la Catedral de Cuenca, en la que se aprecian dos de las pechinas de la misma, fabricadas en cerámica por el célebre artista español, Manuel Mora Iñigo. Sin embargo, el texto que la ilustra dice: «Los adornos que revisten las paredes de la catedral de Cuenca, tanto los tallados como los frescos y el trabajo en pan de oro, son obras de artesanos locales».
Contra veritas, esta nota es una mentira más, pues la Catedral de la Inmaculada Concepción no tiene frescos por ningún lado y como queda dicho, los adornos y elementos labrados de cerámica fueron obras del artista Mora Iñigo, ya nombrado ut supra, mientras que el baldaquino y las decoraciones de pan de oro son de autoría del artista italiano, el hermano salesiano José Gazoli, quien tuvo inclusive la ayuda de otro ciudadano vinculado a la comunidad salesiana como cooperador, Angel Robusti.
Ex post factum, se podría aceptar que los artistas extranjeros que hicieron tales trabajos contaron con la ayuda de artesanos locales, pero eso no es lo mismo a manifestar una cosa equívoca como la que se consignó en la página 33. ¿Quién es el autor de estos textos que conspiran en contra de la verdad histórica y que, además, manifiestan cosas que sólo con una simple observación pueden comprobarse que son falsas?
h. En la página 35 se encuentra una fotografía de la iglesia de Turi y el texto que acompaña a la imagen dice: «En un mirador con vista dominante de Cuenca, El Turi, se levanta la iglesia del mismo nombre, cuyo campanario se distingue desde cualquier punto de la ciudad». Nada más falso que esto, cuando el lugar es conocido como Turi, sin el innecesario artículo demostrativo que convierte a la expresión en cacofónica y la vuelve absurda prima facie.
i. En la página 36 se observa una foto inferior de la antigua Catedral de Cuenca o iglesia del «Sagrario» y el pie de foto de la misma dice: «La catedral vieja o iglesia mayor, principal templo religioso de la ciudad en el siglo XVIII, frente al parque Calderón, hoy está convertida en un museo de arte religioso». Este texto, redactado de esa forma, no tiene sentido, pues la antigua Catedral de Cuenca no era el principal templo religioso de la ciudad en el siglo XVIII.
Ab urbe condita/ Desde la fundación de la urbe, la iglesia del Sagrario siempre fue el edificio religioso más importante, en tanto iglesia matriz o mayor de Santa Ana de los Ríos de Cuenca; mas, si consideramos el siglo XVIII –tal como señala la nota- en esa centuria, sea dicha la verdad, el principal templo religioso de nuestra ciudad era la iglesia de la Compañía de Jesús, construida por los padres jesuitas y en aquel entonces estaba emplazada en parte del sitio en el que hoy se levanta la Catedral de la Inmaculada Concepción, y su ingreso se localizaba hacia la calle Padre Aguirre.
En consecuencia, la afirmación que hacen ustedes sobre la antigua catedral de Cuenca carece de la debida investigación histórica que debían realizar si requerían entrar en detalles específicos sobre siglos o fechas determinadas.
j. En la página 37 están publicadas dos fotografías y el texto contiguo dice: «Detalle de las cúpulas de San Alfonso. Abajo, el reloj de la iglesia de San Blas». Sorprendentes equivocaciones en una nota tan concisa no pueden aceptarse, pues el reloj que allí aparece no pertenece al templo de San Blas; es más, dicha iglesia ni siquiera posee uno; se trata mas bien del reloj perteneciente al edificio del Colegio «Benigno Malo» mientras que, por otro lado, San Alfonso no tiene cúpulas sino torres y según el idioma castellano, hay una gran diferencia entre una torre y una cúpula. Sólo hay que consultar el DRAE para confirmarlo.
k. En la página 38, hallamos una fotografía nocturna cuyo pie de foto indica: «La iglesia de la Merced fue diseñada y construida entre los años 1887 y 1918 por el padre Julio Matovelle, un célebre poeta, abogado y político cuencano». ¿De dónde obtuvieron esta falsa información? El templo de la Merced fue construido en el siglo XVIII, cuando el Padre Matovelle ni siquiera nacía. Sus constructores fueron los religiosos de la Orden de la Merced, quienes inscribieron -en el frontis de su templo- una frase escrita en la bella, culta y sempiterna lengua latina, por la que se puede corroborar que, en efecto, esa iglesia les perteneció en la época colonial: «Ave María: Redemptrix Captivorum/ Dios te salve María: Redentora de los cautivos».
Para cualquier conocedor de la Historia, es fácil advertir que a Nuestra Señora de la Merced, patrona de los mercedarios, se la conoce desde la época en que estos religiosos fueron fundados, allá en la Edad Media, con el nombre de Redentora de los cautivos, pues una de las misiones de la Orden de la Merced es, precisamente, la redención de los cautivos y la atención pastoral de los presos en el mundo.
¿Cómo así se afirma, en el pie de foto de marras, que la iglesia de la Merced fue construida entre los años 1887 y 1918? La verdad histórica es que, ad finis sæculum decimo ac nono/ a fines del siglo XIX, alrededor del año 1885, cuando el Padre Matovelle fundó la Congregación de Religiosos Oblatos, como la iglesia de la Merced estaba abandonada porque los mercedarios habían salido de Cuenca de manera definitiva, el Obispo Miguel León entregó dicho templo a la nueva Congregación religiosa para que lo administrara. Así entonces, el célebre Padre Julio María Matovelle realizó en esta iglesia y convento todo su ministerio pastoral y bajo su administración, en 1918, se cambiaron las puertas del templo por las actuales, dignos ejemplares de artística talla en madera. Esta es la verdad y por eso, afirmar la barbaridad que consigna la nota que ilustra esa foto constituye un atentado o ignominia en contra de la historia de Cuenca.
Lo que puedo inferir –cum strictu sensus comunis- es que los autores de esta horrorosa falacia, al parecer, se han fijado que, en la parte superior de la puerta del frontis de la Merced, se encuentra tallada una fecha: 25 de diciembre de 1918 y sin considerar que dicha inscripción da cuenta del día en que se terminó de fabricarla, se permitieron deducir con liviandad y ligereza, propias de quienes no escriben con responsabilidad, que esa es la fecha en que se terminó de construir el templo.
No obstante, me pregunto: ¿Si así sacan sus conclusiones, cómo habrán deducido –ad contrario sensu- que la Merced comenzó a construirse en 1887? Mas aún, ¿cómo infirieron que fue diseñada por ese año? ¿Cómo así, afirman que su diseñador fue el Padre Matovelle? ¿Será que alguien les informó mal la fecha de fundación de la Congregación de Padres Oblatos del Siervo de Dios, Julio Matovelle, e ipso facto, se permitieron –ad arbitrium- colegir tamaña estupidez, sin considerar la historia que existe sobre dicha iglesia, antes de la fundación de los Padres Oblatos de los Santísimos Corazones de Jesús y María?
l. Contra naturalis ordinis, por otra parte, en la página 39 se puede leer una nota que expresa: «Varias iglesias cuencanas descansan sobre una estructura de vestigios de antiguos templos indígenas». Esta afirmación es otra vil mentira, pues lo único que se ha comprobado hasta el momento, con la ayuda de respetables investigaciones arqueológicas, es que sólo las iglesias de Todos los Santos, San Blas y la Catedral Vieja fueron edificadas, en sus cimientos, con piedras o sillerías de la antigua ciudad incaica de Tomebamba. Nótese, ad effectum videndi, que inclusive estas edificaciones religiosas no fueron levantadas sobre ruinas de templos aborígenes y por eso, decir que varias iglesias cuencanas descansan sobre vestigios de antiguos templos indígenas es una barbaridad en la que se demuestra, tanto una gran falta de honestidad intelectual como mucha veleidad e irresponsabilidad para investigar las cosas.
m. Anima nostra meminisse horret/ Nuestra alma se horroriza al recordarlo: Observemos ahora la página 50 y descubramos una infamia llevada al paroxismo cuando, junto a una preciosa fotografía nocturna del Barranco, se lee un curioso pie de foto que constituye otra de las más inauditas equivocaciones y blasfemias en contra de Cuenca, en vuestra publicación: «Santa Ana de los Ríos de Cuenca debe su nombre a cuatro ríos: el Tomebamba (en la foto), que cruza el centro de la ciudad; el Machángara, que pasa al pie del mirador de Turi; el Yanuncay, con su barranco perdido entre eucaliptos; y el Tarqui, que baña tierras de sembríos».
Esta nota ya es el colmo e insulta la inteligencia de los cuencanos, pues al pie del mirador de Turi, al sur de la ciudad, no se encuentra ningún río, menos el Machángara, el cual pasa por el norte de Cuenca. En todo caso, podría decirse que cerca de las faldas de la colina de Turi pasan los ríos Tarqui y Yanuncay. ¿Cómo entonces puede afirmarse tamaño absurdo? Por otra parte, ¿cuál es el barranco perdido entre eucaliptos del que habla este extraño pie de foto? ¿De veras existe ese barranco?... ¿Qué clase de investigadores tiene la Revista Vistazo para conspirar todo el tiempo contra la historia y las cosas más evidentes?
n. Una foto del balcón de la segunda planta de la tradicional casa de la familia Sojos llama la atención, en la página 54, porque el texto que la ilustra dice una cosa equívoca: «A la izquierda, la casa de la familia Sojos, en los altos de la antigua Botica Internacional...» Según la Historia, allí funcionó la célebre botica del Dr. Sojos pero dicho establecimiento jamás se llamó Botica Internacional sino Botica y Droguería Central y lo más sorprendente es que sigue aún en funcionamiento y continúa llamándose así, pero el autor del pie de foto seguramente ni se ha dado cuenta de ello o estuvo pensando en alguna botica internacional que seguramente no está en Cuenca.
9. Volviendo al análisis de los artículos publicados en esta obra, he de protestar porque en la página 26, en el artículo intitulado: «Ciudad de cúpulas mirando al cielo», de vuestra autoría, se han consignado varios errores como los siguientes: «Sólo en el centro histórico hay 16 iglesias católicas. En la calle Bolívar está la iglesia de San Blas, una de las más antiguas, en cuyos cimientos se utilizaron materiales de la histórica ciudad de Tomebamba. En la Bolívar y Borrero se destaca la iglesia de San Alfonso, con sus cúpulas góticas y su altar mayor bañado en pan de oro».
Al respecto debo indicar que el templo de San Blas fue edificado por el canónigo cuencano, Luis Sarmiento Abad, en las décadas de 1930 y 1940; por lo tanto no puede afirmarse que sea uno de los más antiguos. En todo caso, la redacción del texto es imprecisa pues, in honorem veritas/ en honor a la verdad, es la vieja iglesia que fue totalmente destruida para levantar a la actual, la que era considerada como una de las más antiguas de la urbe y en la que, según la Historia, se habían utilizado piedras de la antigua Tomebamba.
Por otro lado, cómo se nota que los autores de este escrito tienen serios problemas con las matemáticas, pues en el Centro Histórico de Cuenca hay 19 iglesias o templos y no 16, como se afirma alegremente, mientras que la iglesia de San Alfonso no tiene cúpulas góticas sino dos torres azules con elementos neo góticos, como ya se ha indicado ut supra.
Por otro lado, el altar mayor de San Alfonso no es el que está bañado en pan de oro sino su retablo, lo cual prueba que el autor de la nota confunde admirablemente la diferencia entre estas dos partes esenciales de una iglesia.
10. Al final de la página 27 e inicios de la 28 descubrimos otra equivocación: «En la calle Padre Aguirre están la iglesia de San Francisco, la iglesia de Santo Domingo, una de las más antiguas de la ciudad, y en la Bolívar se encuentra la iglesia del Santo Cenáculo, en honor al Santísimo Sacramento que permanece expuesto todos los días del año,...»
Al respecto, habremos de manifestar que dejando al lado la farragosa redacción del texto, la actual iglesia de Santo Domingo no es tampoco una de las más antiguas de la ciudad, pues se terminó de construir hacia el año 1920; el sitio es de los más viejos de la urbe, junto con San Francisco, ya que según el Acta de la Fundación de Cuenca, desde el inicio de la vida hispana de la urbe fueron asignados dos solares para el convento e iglesia de Santo Domingo, propiedad de la Orden de Predicadores y a poco, llegaron los frailes menores de la Orden de San Francisco para fundar su comunidad y templo.
Sin embargo, San Francisco no es una de las iglesias más antiguas de la ciudad, como sugieren equívocamente ustedes, pues fue también construida a inicios del siglo XX y se terminó de edificar en 1930, gracias a la iniciativa y al empuje de dos célebres canónigos cuencanos de sensible espíritu y gusto estético, Isaac de María y José Ignacio Peña Jaramillo, quienes lograron construir un templo con fuertes características neoclásicas y mantuvieron intactos, en su interior, el retablo del altar mayor de la antigua iglesia y el púlpito de la nave central, que son muestras de los mejores ejemplares barrocos del siglo XVIII existentes en la ciudad, junto a valiosas esculturas e imágenes de la escuela cuencana de arte religioso.
De todas maneras, al igual que en el caso de Santo Domingo, podría decirse, in spiritus et veritas/ en espíritu y verdad, que el sitio donde está emplazado el convento y la iglesia de San Francisco es de los más antiguos de la urbe, pero eso es otra cosa y por ello, el texto que me permito comentar es atentatorio con la verdad histórica.
De otro lado, en relación a la iglesia del Santo Cenáculo, si bien se trata de un templo dedicado en honor del Santísimo Sacramento, es falso que su Divina Majestad permanezca expuesto todos los días del año en dicha iglesia, ya que según la costumbre histórica, en el Santo Cenáculo se expone el Santísimo Sacramento todos los jueves del año y durante el mes de abril, por lo que las expresiones constantes en el artículo que comentamos son imprecisas y erradas desde todo punto de vista, mas allá de que hay una terrible redacción farragosa en el artículo al que dicho texto pertenece.
Más abajo, los autores de estas imprecisiones agregan: «...También son muy visitadas las iglesias de Cristo Rey, El Vecino, La Merced, Todos Santos, El Vergel. En todos estos templos, a toda hora, hay decenas de velas ardiendo y fieles suplicando favores». El texto insulta a la conciencia de los cuencanos y ofende a la inteligencia de vuestros lectores, pues nos demuestra que los autores del mismo no tuvieron la molestia de visitar estas iglesias cuencanas, ya que –sea dicha la verdad- estos templos ni siquiera son abiertos durante el día y alguno de ellos, Cristo Rey de Cullca exactamente, abre sus puertas una vez a la semana, tan solo para la misa dominical, mientras todos juntos no tienen, en ninguna hora, ni fieles que suplican favores ni decenas de velas ardiendo, pues actualmente vivimos una época en que el catolicismo practicante ya no es tal, debido a que muchas iglesias ni siquiera se llenan de fieles los domingos, mucho menos en los días ordinarios.
¿Es que acaso, no tuvieron más que escribir? ¿Se trata, quizás, de textos forzados a manera de relleno? ¿O pretenden mostrar a Cuenca como una urbe en la que sus habitantes se dedican, la mayor parte de su tiempo, a labores de santurronería? ¿Acaso escribir falsedades de esta naturaleza puede ser un pésimo ejercicio de practicar fábulas sin sustento?
Oculos habent et non videbunt/ Ojos tienen y no ven, diré ante tamaño atrevimiento de los redactores de la Revista Vistazo... Sería conveniente que abráis los ojos con visión contemporánea y veáis que la capital de la morlaquía ya no es, en la actualidad, una ciudad de beatos y beatas a millares surgir, pues, in honorem veritas, el descreimiento y el alejamiento de las cristianas y católicas costumbres es evidente en la «Atenas del Ecuador», mientras el avance de las sectas es notorio en la otrora ciudad eucarística y mariana par excellence. Lejos están los tiempos en que Cuenca era el baluarte del catolicismo fanático y exacerbado que tantos destrozos causó durante las luchas liberales de hace cien años. Por ello, cabría preguntarles: ¿Qué os pasa?... ¿No habéis descrito, con ese equívoco texto, a una ciudad más parecida al año 1907 y no al 2007? ¿Qué vinisteis a ver en este año jubilar de la Fundación de Cuenca?...
11. En la página 40, en el artículo intitulado «El sabor de la cultura», el cual también les pertenece a vosotros, se consignó la siguiente falta: «Otro de los lugares más coloridos de Cuenca es la Plaza de las Flores, en las calles Sucre y Padre Aguirre, donde el perfume de gardenias y claveles trae recuerdos de antaño...»
De lo que se ha observado, in situ, todo el tiempo, en dicha plaza de la urbe rara vez existen gardenias y cuando las hay, sus flores no suelen venderse sino mas bien, se comercializan plantas pequeñas de esta especie para cultivarlas en macetas, por lo que los autores de este artículo, o no conocen las gardenias o confundieron sus aromas con alguna otra de las copiosas variedades de flores que allí se pueden conseguir.
Sorprende, por otra parte, que más abajo, en la misma página 40, para ilustrar una fotografía de la Plaza Rotary, los redactores de Vistazo hayan escrito: «En la plaza Rotary, o de las artesanías, los indígenas se congregan para vender sus productos». Mas, resulta que no son indígenas sino campesinos que venden sogas de colores, por lo que, al parecer, inclusive tuvisteis problemas para diferenciar a un indígena de un campesino.
Como ustedes pueden ver, se trata de errores muy graves que no deberían quedarse impunes. Aunque algunos de ellos, claro está, no son completamente de vuestra responsabilidad, ya que tienen autores determinados que incluso firmaron sus trabajos, no es justificable que el equipo de Vistazo, junto con la editora del suplemento aquí analizado, Tristana Santos, como responsables de la publicación, se hayan descuidado de mantener la debida circunspección a la hora de elaborar este folleto con el que, desgraciadamente, no se ha contribuido a educar a la ciudadanía ecuatoriana y foránea sobre la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca.
Se puede inferir entonces, que la publicación intitulada «CUENCA, 450 AÑOS DE FUNDACION. Un recorrido por sus calles, su cultura y su historia» es una obra con la que se ha afectado a la Historia de la tercera ciudad del Ecuador y para elaborarla no ha existido, al parecer, ética profesional ni rigor científico y metodológico, a más de que no se ha hecho uso de la objetividad, la verdad y la debida ponderación que una publicación exige y reclama cuando su fin es educacional y su misión es informar in spiritus et veritas, en espíritu y verdad.
Me siento en la obligación de manifestarles que el leit motiv superlativo que tengo a mi haber para no quedarme callado frente a vuestro suplemento es mi necesidad de defender a Cuenca, acriter et fideliter, con acendrado espíritu cívico y ánimo constructivo para formular observaciones o críticas respecto de una publicación ante la cual, como ya lo he exigido, ustedes deben pedir públicas disculpas a Cuenca por el respeto que merecen los habitantes de la morlaquía y vuestros lectores.
Por eso, como ciudadano cuencano, en mi calidad de escritor castizo y en defensa del idioma castellano y de la Historia, me permito solicitar a Ustedes con sincero -ánimus corrigendi/ intención de corregir- que se dignen tomar las medidas más adecuadas para sancionar –ipso facto- a los responsables de las graves equivocaciones encontradas en esta publicación de tanto interés y reparar a la vez, secundum Ius fasque/ según la razón y la justicia, ante Cuenca, estas graves infamias con las que se está echando a la borda el prestigio de la «Atenas del Ecuador».
De otra parte, debe señalarse que se nota que la Revista «Vistazo» obtuvo, para realizar esta publicación, bastante publicidad con dinero público, pues habéis conseguido propaganda de la Ilustre Municipalidad de Cuenca, del Gobierno Provincial del Azuay, de las empresas municipales EMAC y ETAPA, de la Fundación Municipal «El Barranco» y la Bienal Internacional de Pintura, así como publicidad de tipo privado. Todo esto me lleva a inferir que quizás, el objetivo que os planteasteis fue solamente económico y no de servicio informativo y educacional, como debía de ser, al tratarse de una obra en la que se consignan datos históricos y culturales que no tenían por qué ser tergiversados.
Está muy bien que tengáis derecho de ganar dinero, pero hay que ganarlo responsablemente y sería bueno que, al elaborar una obra como la que comento, se cuide todo el tiempo, la calidad intelectual de la misma, la fidelidad con la historia y la cultura de una urbe y el respeto que merece nuestro idioma castellano, tan vilipendiado en tantas y tantas publicaciones sin sustento.
Se sabe, por ejemplo, que sólo por la publicidad de la Municipalidad de Cuenca os cancelaron la cantidad de 3.600 dólares. ¿Cuánto obtuvisteis por aquella de la Prefectura Provincial y demás empresas e instituciones estatales de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, a la que quisisteis homenajear y mas bien, la habéis deshonrado...? Se trata entonces de dinero público que resulta malgastado, al mirar los resultados obtenidos con este suplemento tan cuestionado.
Ad absurdum, ni siquiera os cuidasteis de la ortografía de ciertos auspicios de tipo privado, pues en la página 7, en la publicidad de la Mansión Alcázar, escribisteis la palabra Bolivar, sin tilde; en la 9, en el espacio publicitario contratado por la Cámara de Industrias de Cuenca, se dice: «...preocupándonos por el su entorno comunitario, particularmente creando nuevos puestos de trabajo dignos en la región». Asimismo, en la 21, en una publicidad de la Hostería Durán, consignasteis: «...relajase y disfrute una experiencia inolvidable». En la misma página, más abajo, registrasteis: cafeteria, sin tilde diacrítica. En la 23, en la propaganda de Kerámicos, pusisteis Líder con mayúscula cuando debía de ser con minúscula, en la 30, en el publireportaje de la Prefectura Provincial del Azuay, existen terribles atentados en contra de la lengua castellana, como errores sintácticos, semánticos y ortográficos, entre los cuales están, permanentes confusiones de las mayúsculas con las minúsculas y viceversa, equivocaciones en la puntuación, junto a otras faltas inadmisibles, como por ejemplo, escribisteis Rio Santa Bárbara, sin tilde.
Ni qué decir tienen los textos que me he permitido analizar, hic et nunc, en estas líneas y otros más que no los he tomado en cuenta debido a la ya larga extensión de esta misiva. In extenso, me permito destacar que todos estos deslices o dislates dejan en muy mal predicamento este esfuerzo editorial de la Revista Vistazo. He querido, sin embargo, exigir de vosotros, la debida reparación a las faltas más graves en contra de la Historia y la Cultura de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, urbe que siempre y a pesar de estas infamias, permanece plena gratia et veritatis/llena de gracia y de verdad.
Como veis, estimados amigos, la publicación es deplorable y os lo digo con franqueza, mas debo obedecer a mi conciencia, que muy bien derecho tiene de mandarme, y reivindico a mi ciudad, a su Historia, su Cultura y a la lengua de Castilla, ejerciendo mi derecho ciudadano de formular una crítica constructiva, a la expectativa de que la Revista Vistazo sabrá pronunciarse, in honorem Concha, públicamente, ante este cívico reclamo.
Sin otro particular por el momento y a la espera de vuestro pronunciamiento, reciban un cordial saludo junto a mis deseos de que Vistazo, que acaba de celebrar su primer quincuagésimo aniversario, continúe perfeccionándose en su misión informativa y educacional para que sea de veras un medio de comunicación que echa un vistazo a los acontecimientos, los interpreta y los pone a disposición de los miles de lectores que esperamos profesionalismo y ética periodística, en esta gran labor informativa que representa un compromiso social con la comunidad, a la que obligados estamos a servir desde la pluma.
Es una paradoja que justamente, en vuestro aniversario, se hayan cometido tantas barbaridades en una publicación que debería prestigiarles. Por ello, aunque la parafernalia de vuestras Bodas de Oro haya estado rodeada de festejos con bombos y platillos, aún es necesario llegar a la madurez en vuestra labor periodística. Por ello, esta pésima publicación debe haceros pensar que cada día se comienza de nuevo, pues en los errores y la voluntad de enmendarlos se descubre que estamos siempre en «il ponto de arrivo e di partenza/ el punto de llegada y de partida» y a base de esta consideración, aspiro que cada día mejoréis en ese servicio editorial que requiere ser perfeccionado.
Solo así, estoy seguro que entonces habrá de llegar el día en que podamos decir de la Revista Vistazo: «Aperite portas ad veritas, cum honestas et fidelitatis/ Abrid las puertas a la verdad, con honestidad y fidelidad»
Gratia copiosa, salutem et optatissima pax, cum affectibus vobis et reverentia,
«Fiat Iustitia pereat mundus»
«Hágase la Justicia, aunque perezca el mundo»
Diego Demetrio Orellana
Comisionado Provincial del Foro Interamericano
de Derechos Humanos, FIDEH, AZUAY
Datum Concha, ex aedibus FIDEH, apud flumina Tomebamba, mensis Augusti, die vicesima ac septima, currentis Anno Domini bismillesimo octavae, in Sollemnitate vesperas Sancte Augustinus et in honorem Concha et veritatis splendor cum veritas semper fidelis
POST SCRIPTUM.
C.C. Ing. Marcelo Cabrera Palacios
Alcalde de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
Medios de comunicación social
Lista electrónica del FIDEH
In facie Concha lucet sapientiæ
Dr. Xavier Alvarado Roca
PRESIDENTE de la REVISTA VISTAZO
Lcda. Patricia Estupiñán de Burbano
EDITORA GENERAL de la REVISTA VISTAZO
Lcdo. Cecilio Moreno Mendoza
DIRECTOR EJECUTIVO de la REVISTA VISTAZO
Señora Tristana Santos
Suplementos Especiales de la REVISTA VISTAZO
GUAYAQUIL
De mi consideración:
«Hæc est dies, quam facit Concha: exultemus et lætemur in ea/ Este es el día en que se hizo Cuenca: alegrémonos y regocijémonos en ella»
Como ustedes muy bien conocen, con la edición No. 951 de la Revista Vistazo, puesta en circulación con fecha 12 de abril del año 2007, se publicó un suplemento especial dedicado a la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, en el día en que se iniciaba el AÑO JUBILAR de los 450 años de su Fundación Castellana.
Ahora, en agosto del año 2008, el Año Jubilar ya ha concluido y no obstante, el suplemento realizado por ustedes ha quedado para la posteridad con terribles atentados en contra de la historia y la cultura de Cuenca. Por eso, os escribo estas líneas a fin de manifestar que vuestra publicación intitulada «CUENCA, 450 AÑOS DE FUNDACION. Un recorrido por sus calles, su cultura y su historia» pretendió ser un homenaje a la ciudad «Atenas del Ecuador» y «Patrimonio Cultural de la Humanidad» y resultó –cum ineffabilis admirationem- un compendio de escritos sobre la tercera ciudad del Ecuador, en los que se advierten terribles equivocaciones, contra veritas, configurando horrorosos atentados a la Historia de Santa Ana de los Ríos de Cuenca e imperdonables errores que envilecen a su cultura y a la lengua castellana.
Al parecer, nadie os ha dicho nada hasta este instante acerca de los errores que habéis cometido en la edición de este trabajo y no por ello habréis de quedar impunes ante la historia. Por eso, os escribo esta carta en la necesidad de reivindicar a mi ciudad, a la cual no se la debe infamar con datos que atentan en contra de su prestigio e historia.
Así entonces, alere flamam veritatis/ alentando la llama de la verdad, después de que el Año Jubilar de nuestra urbe patrimonial ha concluido y ciertamente, cuando en la ciudad de Cuenca sigue circulando esta apócrifa publicación, en mi calidad de ciudadano y escritor nacido en Cuenca, siento que no debo quedarme callado ante los inauditos atropellos por ustedes cometidos y en vista de que es necesario, de parte vuestra, una pública reparación sobre los errores en que habéis incurrido en contra de la «Atenas del Ecuador», me dirijo a vosotros, tanto en defensa del idioma castellano cuanto en reivindicación de esta ciudad que ha sido vilmente deshonrada con vuestro suplemento y con todo el respeto que os merecéis, con ánimus corrigendi/intención de corregir, reclamo con altivez –in honorem Concha/ en honor de Cuenca- por este tipo de infamias e ignominias en contra de la tercera ciudad del Ecuador y su prestigio.
En consecuencia, in honorem veritatis splendor/ en honor del esplendor de la verdad, solicito a vosotros, de la manera más comedida, que os dignéis corregir dichas equivocaciones pues, en opinión de muchas personas de la morlaquía, Vistazo debe públicas disculpas tanto para Cuenca cuanto para vuestros lectores, ya que no puede aceptarse, bajo ningún punto de vista, que debido a esas informaciones erradas, las personas que consulten dicho suplemento, se informen mal acerca de importantes asuntos relacionados con la capital de la provincia del Azuay, su historia y su cultura.
Me permito, por lo tanto, señalar para Ustedes, hic et nunc/ aquí y ahora, las graves equivocaciones encontradas en la publicación antes mencionada, a fin de que el consejo editorial de dicha obra sepa repararlas en aras de la verdad, considerada desde siempre como «fons et culmen omnia historica investigatio/ fuente y culmen de toda investigación histórica».
Consecuentemente, aspiro –in honorem urbis- que por ética periodística, se dignen publicar, coram populo, las pertinentes aclaraciones sobre las siguientes faltas, pues Vistazo está en la obligación de rendir explicaciones sobre los errores y horrores que –motu proprio- los relato a continuación:
1. En la página 6, en el artículo intitulado «Cuenca, identidad arraigada en la historia» de la autoría de Juan Cordero Iñiguez, quien firma como académico e historiador cuencano, se encuentra –a manera de extracto- la siguiente nota que la transcribo de verbo ad verbum: «El asentamiento que los incas y cañaris llamaban Tomebamba, fue bautizado por los españoles como Santa Ana de los Ríos de Cuenca». Este texto atropella a la Historia porque eso no es verdad, ya que los cañaris bautizaron a este asiento como «Guapdondelig» que en su lengua significa «Llano grande como el cielo» mientras los incas llamaron a este sitio «Paucarbamba», término cuya traducción es «Pampa cubierta de flores» y luego, debido a la fuerte resistencia de los cañaris para ser conquistados por el incario, los conquistadores incas denominaron a este lugar como «Tumipampa» cuyo significado es «Valle del cuchillo», palabra que, castellanizada, devino en Tomebamba.
En consecuencia, quod erat demonstrandum/ como queda demostrado, este texto, así redactado, es equívoco desde cualquier perspectiva y conspira contra la verdad histórica, pues desconoce la terrible rivalidad de los cañaris frente a los incas y confunde inapropiadamente los verdaderos nombres del sitio en que fue fundada la ciudad de Cuenca, el 12 de abril de 1557. ¿Acaso Juan Cordero es el autor de esta cosa bárbara? ¿O de forma irresponsable, alguien de Vistazo extrajo esta nota sin la debida circunspección frente al contexto histórico de los hechos que se narran en el artículo de marras?
2. En la página 12, en el mismo artículo de Juan Cordero, encontramos –ad litteram- el siguiente texto: «Nuestra historia regional se remonta más atrás, pues el sitio escogido para fundar Cuenca también fue preferido por los incas y los cañaris. Unos lo llamaron Tomebamba o Paucarbamba y otros Guapondelig: espacio amplio como el cielo o campo florido». Esta indicación le pertenece completamente a su autor y al parecer, pudo haber dado origen al texto anterior de la página 6. Sin embargo, la nota podría causar confusiones, de principio a fin, pues no aclara –de manera explícita- los usos y significados de los antiguos nombres del lugar en donde Cuenca fue fundada, como podrá comprobarse comparando la explicación que me he permitido señalar ut supra.
3. En la misma página que comentamos, la décima segunda, se encuentra otra barbaridad que atenta en contra de la Historia cuando, en forma de otro extracto, se encuentra un texto que dice ad peddem litteræ: «Los españoles, asociados con los cañaris, se establecieron en Cuenca para aventurarse a buscar minas o los tesoros del fabuloso dorado». ¿Cómo puede afirmarse esta vil mentira? Ni los cronistas de Indias, ni los más grandes historiadores de la República han llegado a esta conclusión pues –que se sepa- los cañaris jamás intentaron, ni solos ni en compañía, la conquista del dorado.
Lo que ciertas presunciones históricas han señalado es mas bien que, como los cañaris nunca estuvieron de acuerdo con el sometimiento al que fueron obligados por los incas, vieron quizás en los españoles, la posibilidad de liberarse del yugo inca, pero de allí a asociarse con otros fines –como equívocamente se señala en vuestra publicación- hay una diferencia abismal que ofende a la conciencia cívica de los cuencanos.
Cabe indicar que los extractos que comento y el texto que, ab intra, escribió Juan Cordero Iñiguez, en todo caso, contribuyen para dejar en mal predicamento a su artículo, por haber firmado –como ya lo he indicado- en calidad de académico e historiador cuencano y Vistazo no debía permitir que se altere el contexto de lo que él escribió, mientras es también necesario recalcar que Cordero no está inmune o exento a la indispensable revisión que debe realizar un editor de cualquier obra, cuando en ella se consignan cosas que no pueden publicarse si fallan a la verdad histórica o si, máxime, no la expresan con claridad y acrimonia, en coincidencia esencial entre las cosas y las palabras que las aseveran.
4. En la página 16, en el artículo intitulado: «Por las calles de mi ciudad... » de la autoría de la periodista María Eulalia Coellar, se encuentra un terrible atentado en contra de la lengua castellana, cuando se dice ad litteram: «Cuenca se revela con la sinfonía balsámica de sus ríos serpenteantes,... ».
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana (DRAE), sinfonía es el «conjunto de voces, de instrumentos o de ambas cosas que suenan a la vez». También, es la «composición instrumental en forma de sonata, para orquesta u orquesta y voces». Asimismo, una tercera acepción define a sinfonía como «la pieza instrumental que precede a algunas óperas y obras teatrales» y una cuarta definición señala que es «el nombre que antiguamente se aplicaba indistintamente a ciertos instrumentos musicales».
Ahora bien, el sentido figurado que admite esta palabra señala que es el «colorido acorde, armonía de los colores» mientras que el mismo DRAE define al término «balsámico» como un adjetivo calificativo cuyo significado indica que «tiene bálsamo o cualidades de tal». Dicho lo cual, se habrá de inferir que «sinfonía balsámica» es una expresión forzada, incoherente y absurda, que no tiene razón de ser y no se le puede aceptar, ni con sentido figurado, si se ha de utilizar con relación a los ríos cuencanos, como señala la autora de esta barbaridad.
5. En la página 20 se encuentra la explicación de un itinerario turístico que puede recorrerse por la Calle Larga y allí se dice que la misma se extiende desde la Tarqui hasta la avenida Huayna Cápac. Para transitarlo, la autora de este escrito comienza por el Museo Taller del Sombrero y, luego de sugerir la ruta de marras, termina diciendo: «...finalmente está el Museo del Banco Central con los vestigios de Pumapungo, donde se asentó la ciudad, (que quiere decir Puerta de León o Puma americano)». Por supuesto, la Calle Larga termina en Pumapungo; sin embargo, a continuación dice la autora cum terribilis contradictio: «Al final de la Calle Larga está la iglesia de Todos Santos, que le da su nombre al barrio, y que antiguamente era la Ermita del Usno, el lugar donde se celebró la primera misa campal». No obstante, no hay certeza histórica de que la primera misa de la urbe haya sido allí, mientras la iglesia de Todos los Santos se encuentra a cuatro cuadras antes del fin de la Calle Larga, en la intersección con la Mariano Cueva.
¿Cómo es posible entender –præter opinionem- que la autora del mencionado itinerario señale que la Calle Larga termina en Pumapungo, en la avenida Huayna Cápac, y a renglón seguido afirme que Todos los Santos está al final de la misma, olvidando que se localiza a cuatro cuadras antes, perdiendo el sentido de la ubicación que debía tener para no desorientar a sus lectores?
6. En la página 44, en el artículo que lleva como título «Cuenca estimula los sentidos», cuyo autor es Claudio Malo González, se dice: «...La fisonomía de Cuenca se caracteriza por su especial tendencia hacia las manifestaciones culturales. Sin que se conozca un autor y una fecha precisa, ha recibido el apelativo de Atenas del Ecuador». Existe aquí una imprecisión que, en mi opinión, pudo evitarse cuando sí se sabe que fue en el gobierno del Dr. Alfredo Baquerizo Moreno, cerca de 1920, cuando a Cuenca se la empezó a llamar de esta manera, en un momento en que su prestigio como cuna del pensamiento ecuatoriano era ya notorio y se acercaba el Primer Centenario de la Independencia.
Inclusive, cuenta la Historia que, in illo tempore/ en aquel tiempo, los quiteños, celosos de que a Cuenca se la bautizara con tal apelativo, solían decir -al amparo de la tradicional sal quiteña- que «a Cuenca no se la debería calificar como Atenas del Ecuador si es apenas del Ecuador».
7. En la página 51, en el artículo de la autoría de un ciudadano que firma con el nombre de David Morril, se escribió en un extracto, otra nota equívoca que dice: «A orillas del Tomebamba hay ruinas de las culturas Cañar, inca y española... Se sienten sus fantasmas en la superficie desigual del Barranco». Esto constituye una blasfemia al castellano, no sólo por la pésima redacción sino por el absurdo existente debido a la mala utilización de las palabras y sus conceptos.
¡Oh Sancta Simplicitas!... ¿No habrá querido decir cañari en vez de cañar? ¿y cuáles son esas ruinas españolas que existen a orillas del Tomebamba? ¿No serán mas bien monumentos arquitectónicos de corte español que deberían conservarse, que no están en ruinas y requieren refacción? Además, que se sepa, los únicos sitios en donde existen ruinas cañaris e incas son: Todos los Santos y Pumapungo y los dos lugares no representan toda la orilla del Tomebamba, mientras que, hablar de los fantasmas que se sienten en la superficie desigual del Barranco es un absurdo en contra de la lengua de Castilla como ya se dijo ut supra. ¿Acaso los fantasmas se sienten? ¿Qué fantasmas son aquellos?...
Debo confesar –in camera caritatis- que es interesante que se haya considerado publicar la visión que sobre Cuenca pudiere tener un extranjero que habita muchos años en la urbe; sin embargo, es imperdonable para Vistazo que no se lo haya corregido en las cosas que expresa mal, pues como era de esperarse, más allá de su buena voluntad para coger la pluma y los años que pudiere tener viviendo en nuestra ciudad, siendo un ciudadano cuya lengua maternal viene de tronco sajón, nunca podrá manejar con «summa perfectionis» un idioma como el nuestro, de tronco grecolatino, por lo que –como editores- estabais obligados a realizar las inexorables correcciones que se le debían hacer.
Aunque, ex ungue leonem, es verdad que estos errores tienen responsables perfectamente identificados, en la Revista Vistazo no están inmunes de culpabilidad pues, quid pro quo, conviene preguntarse: ¿Quién de ustedes tuvo la audacia de escribir semejantes extractos que alteran la historia de Cuenca? ¿Quién coordinó, desde la capital de la provincia del Azuay, la recopilación del material que iba a publicarse en este trabajo editado por ustedes? ¿O fue el equipo de Vistazo el que hizo absolutamente todo? ¿Por qué no se consideró que a los artículos con firma de responsabilidad hay que mandarlos a corregir cuando se detectan fallas?...
8. No obstante, habemus confitentem reum/ tenemos un reo que confiesa, y así, hay errores tremebundos que no tienen nombre de autor alguno y son de vuestra absoluta responsabilidad, ya que es evidente que la autoría les corresponde, pues para realizar esta obra, según se puede ver en los créditos de la misma, ustedes conformaron un consejo editorial presidido por Tristana Santos en la edición, Marco A. Cerquera y Juan Yépez en la diagramación y diseño y Mélida Pluas en la corrección.
Los errores a los que ahora me refiero, se encuentran, ab intra, tanto en los textos por ustedes elaborados, cuanto en los pies de foto de varias imágenes del suplemento y por eso, ergo, se puede columbrar que son producto de vuestra negligencia ya que a pesar de que contábais con un equipo de edición, se cometieron las siguientes barbaridades que deshonran y blasfeman, sub specie æternitatis, a la «Atenas del Ecuador»:
a. Verbi gratia, por ejemplo, en la página 18 hay una fotografía del templo de Todos los Santos, en cuya nota explicativa se lee: «En donde hoy se levanta la iglesia de Todos Santos, que le da su nombre al barrio, se celebró la primera misa de la ciudad. El templo se construyó en 1924 con piedras labradas de ruinas de Tomebamba, el antiguo asentamiento inca. En esta zona se encontraron también vestigios de antiguos molinos de trigo».
Más allá de los errores sintácticos de la nota, es falso lo que allí se dice con relación al histórico templo, pues, según la Historia, no existe certeza de que allí se haya celebrado la primera misa de la ciudad, eso es solamente una presunción, pues también podría haberse oficiado en cualquiera de los sitios escogidos por Rodrigo Núñez de Bonilla para establecer el asentamiento de Santa Ana de los Ríos o en la misma Plaza Mayor de Cuenca el día de su fundación castellana.
Por otro lado, esta edificación -aunque en sus cimientos tiene antiguas sillerías de la prehispánica ciudad de Tomebamba- no se construyó en 1924 sino que, en ese año se concluyó la última remodelación de las múltiples que ha tenido a lo largo de su historia, como está inscrito en el frontis de la iglesia, en donde se encuentra la tal fecha conmemorativa: 25 de marzo de 1924.
Por otro lado, cabe indicar que en ese día se celebraron las Bodas de Oro de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, acontecimiento ejecutado por el gobierno de Gabriel García Moreno y se colocó dicha fecha onomástica, en el frontis del templo, para inaugurar la imagen del Corazón de Jesús que se encuentra justamente, desde entonces, bajo vidrio, en la torre de la iglesia. Hasta por lógica podría decirse que la deducción es evidente, en referencia a la fecha antes indicada, por lo que este error consignado en vuestra publicación es imperdonable.
b. Tal como si el poder de las tinieblas o potestas tenebrarum os hubiese atrapado, en las páginas 24 y 25 hay una hermosa fotografía de la Catedral de la Inmaculada Concepción y la nota que la ilustra contiene una gravísima equivocación en contra de la Historia, pues la misma dice cum horribilis contradictio: «La catedral nueva está inconclusa. El templo más grande de la ciudad se empezó a construir en 1885 y se inauguró en 1985 aún sin las dos torres principales y el campanario que debían coronarla, cuyo peso hoy sería demasiado para la estructura de la nave».
Mas allá de la mala redacción, lo grave del texto es afirmar con desparpajo –de parte de ustedes- que la Catedral de Cuenca fue inaugurada en 1985, lo cual es falso, pues dicha inauguración o consagración, más exactamente hablando, fue el 2 de junio del año de 1967, dentro del IV Congreso Eucarístico Nacional y se produjo en un apoteósico acto en el que hubo hasta representante pontificio, pues el Papa Paulo VI, en aquel entonces reinante, delegó a la ceremonia de consagración del templo, a Su Eminencia, el Cardenal Julius Doephner, en ese entonces Arzobispo de Munich.
El actual Alcalde de Cuenca, Ing. Marcelo Cabrera Palacios, puede dar fe de ello, pues ha reaccionado ante este error -con profunda sorpresa e indignación- y me ha manifestado que, in illo tempore/ en aquel tiempo, él mismo fue testigo presencial de dicho acontecimiento, pues era un estudiante de bachillerato, en el Colegio «Benigno Malo» y formó parte –in corpore presente- de la guardia estudiantil del mencionado Cardenal Doephner, delegado personal del Santo Padre Paulo VI, de feliz memoria, como ya se indicó ut supra.
Por otro lado, los campanarios de la Catedral de Cuenca ya están levantados, lo que falta es el remate de las torres, mientras que las campanas, las cuales fueron donadas por la Arquidiócesis de Munich, ya no existen en nuestra urbe, pues Monseñor Luis Alberto Luna Tobar, en el año de 1984, cuando era Arzobispo de Cuenca, las envió a la iglesia de Durán y se encuentran en Olón, aduciendo que los campanarios no resistirían su peso y manifestando que dichas campanas debían ser para la Arquidiócesis de Guayaquil en el caso de que Cuenca no las utilizara.
c. Ad absurdum, mientras en la página 26 se puede apreciar una bella foto del rosetón del frontis de la Catedral de Cuenca, en el texto que la acompaña se lee una inaudita equivocación: «Muchos adornos, como este rosetón de origen belga, fueron importados». Nada más falso que esto ya que el rosetón es cuencano al ciento por ciento y fue realizado por el esposo de la señora Purificación Gordovil, el artista vasco nacido en México, Guillermo Larrázabal Arzubide, quien se hizo cargo de dicha obra y lo fabricó en nuestra propia ciudad, a donde llegó a radicarse desde el año 1955 y jamás regresó a su patria, pues por esos inescrutables mandatos del destino, murió en Cuenca en 1983, mientras su esposa, la señora Gordovil, después de vivir insólitas penalidades por el –mysterium iniquitatis- se vio obligada a dejarlo, pues retornó a España. ¿De dónde salió la información sobre la supuesta importación belga?
d. Semper contra veritas/ Siempre en contra de la verdad, en la página 27 de vuestra obra puede admirarse una fotografía del baldaquino de nuestro templo catedralicio y en el respectivo pie de foto se escribió: «El baldaquino de la catedral es una reproducción a escala del de San Pedro, en Roma, con columnas salomónicas (torneadas) cubiertas de pan de oro». Este error es inaceptable y la información deviene en abstrusa y falta de lógica, pues no se necesita conocer, in situ, la Basílica de San Pedro del Vaticano para darse cuenta de que el famoso baldaquino del templo mayor de la cristiandad, construido en bronce por Gian Lorenzo Bernini, es de forma cuadricular, mientras que el baldaquino de nuestra Santa iglesia Catedral es de medio domo y de ninguna manera podría ser una «réplica a escala del de San Pedro» como dice falsamente la nota que comentamos.
Esto sí es una temeridad que avergüenza a la publicación, pues se nota que ni siquiera se ha hecho uso del sensus comunis o sentido común para escribir tamañas cosas, como tampoco puede percibirse capacidad investigativa sobre lo que se va a escribir y por eso, con audacia, se llega a afirmar insólitas y absurdas cosas.
e. Verba et voces praetereaque nihil/ Palabras y nada más que palabras escribieron ustedes en la página 28, en donde encuéntrase una foto inferior de la iglesia del Buen Pastor y la antigua escuela «Manuela Cañizares» de la ciudad de Cuenca, hacia la calle Simón Bolívar y en el respectivo pie de foto se consigna: «La iglesia y convento del Buen Pastor, construidos entre 1880 y 1912».
Sin embargo, según la Historia, la edificación que hoy se halla adjunta a la iglesia que comentamos en la foto, ya estaba completamente levantada a fines del siglo XIX y jamás fue el convento de las madres del Buen Pastor, el cual siempre ha estado ubicado al otro lado del templo, hacia la calle Mariscal Sucre.
f. Errare semper comunis est per vobis/ Errar es siempre común para vosotros y así, en la página 29 se consigna una de las equivocaciones más espantosas de la obra que analizamos, cuando se publica una bella fotografía del interior de nuestra catedral y en el singular pie de foto escribisteis: «Los vitrales laterales de la catedral de Cuenca son obra del artista español Guillermo Larrazábal».
Este texto es equívoco, ab origine, por donde se lo mire, pues la foto que lo acompaña corresponde a las vidrieras del transepto norte del templo catedralicio, las cuales fueron importadas de Alemania y no son obra de Guillermo Larrazábal. No obstante, es pertinente señalar, a fortiori, que los vitrales que no están en los transeptos sino en las naves laterales, sí son obra del célebre artista vasco, razón por la cual el texto de la página 29 es falso, de principio a fin, cuando al referirse a las vidrieras alemanas indica como su autor al esposo de la señora Purificación Gordovil.
g. Quosque tandem abutere patienta nostra.../ Hasta cuándo vais a abusar de nuestra paciencia debo deciros al observar que en la página 33 se publica una fotografía espléndida del interior de la cúpula posterior de la Catedral de Cuenca, en la que se aprecian dos de las pechinas de la misma, fabricadas en cerámica por el célebre artista español, Manuel Mora Iñigo. Sin embargo, el texto que la ilustra dice: «Los adornos que revisten las paredes de la catedral de Cuenca, tanto los tallados como los frescos y el trabajo en pan de oro, son obras de artesanos locales».
Contra veritas, esta nota es una mentira más, pues la Catedral de la Inmaculada Concepción no tiene frescos por ningún lado y como queda dicho, los adornos y elementos labrados de cerámica fueron obras del artista Mora Iñigo, ya nombrado ut supra, mientras que el baldaquino y las decoraciones de pan de oro son de autoría del artista italiano, el hermano salesiano José Gazoli, quien tuvo inclusive la ayuda de otro ciudadano vinculado a la comunidad salesiana como cooperador, Angel Robusti.
Ex post factum, se podría aceptar que los artistas extranjeros que hicieron tales trabajos contaron con la ayuda de artesanos locales, pero eso no es lo mismo a manifestar una cosa equívoca como la que se consignó en la página 33. ¿Quién es el autor de estos textos que conspiran en contra de la verdad histórica y que, además, manifiestan cosas que sólo con una simple observación pueden comprobarse que son falsas?
h. En la página 35 se encuentra una fotografía de la iglesia de Turi y el texto que acompaña a la imagen dice: «En un mirador con vista dominante de Cuenca, El Turi, se levanta la iglesia del mismo nombre, cuyo campanario se distingue desde cualquier punto de la ciudad». Nada más falso que esto, cuando el lugar es conocido como Turi, sin el innecesario artículo demostrativo que convierte a la expresión en cacofónica y la vuelve absurda prima facie.
i. En la página 36 se observa una foto inferior de la antigua Catedral de Cuenca o iglesia del «Sagrario» y el pie de foto de la misma dice: «La catedral vieja o iglesia mayor, principal templo religioso de la ciudad en el siglo XVIII, frente al parque Calderón, hoy está convertida en un museo de arte religioso». Este texto, redactado de esa forma, no tiene sentido, pues la antigua Catedral de Cuenca no era el principal templo religioso de la ciudad en el siglo XVIII.
Ab urbe condita/ Desde la fundación de la urbe, la iglesia del Sagrario siempre fue el edificio religioso más importante, en tanto iglesia matriz o mayor de Santa Ana de los Ríos de Cuenca; mas, si consideramos el siglo XVIII –tal como señala la nota- en esa centuria, sea dicha la verdad, el principal templo religioso de nuestra ciudad era la iglesia de la Compañía de Jesús, construida por los padres jesuitas y en aquel entonces estaba emplazada en parte del sitio en el que hoy se levanta la Catedral de la Inmaculada Concepción, y su ingreso se localizaba hacia la calle Padre Aguirre.
En consecuencia, la afirmación que hacen ustedes sobre la antigua catedral de Cuenca carece de la debida investigación histórica que debían realizar si requerían entrar en detalles específicos sobre siglos o fechas determinadas.
j. En la página 37 están publicadas dos fotografías y el texto contiguo dice: «Detalle de las cúpulas de San Alfonso. Abajo, el reloj de la iglesia de San Blas». Sorprendentes equivocaciones en una nota tan concisa no pueden aceptarse, pues el reloj que allí aparece no pertenece al templo de San Blas; es más, dicha iglesia ni siquiera posee uno; se trata mas bien del reloj perteneciente al edificio del Colegio «Benigno Malo» mientras que, por otro lado, San Alfonso no tiene cúpulas sino torres y según el idioma castellano, hay una gran diferencia entre una torre y una cúpula. Sólo hay que consultar el DRAE para confirmarlo.
k. En la página 38, hallamos una fotografía nocturna cuyo pie de foto indica: «La iglesia de la Merced fue diseñada y construida entre los años 1887 y 1918 por el padre Julio Matovelle, un célebre poeta, abogado y político cuencano». ¿De dónde obtuvieron esta falsa información? El templo de la Merced fue construido en el siglo XVIII, cuando el Padre Matovelle ni siquiera nacía. Sus constructores fueron los religiosos de la Orden de la Merced, quienes inscribieron -en el frontis de su templo- una frase escrita en la bella, culta y sempiterna lengua latina, por la que se puede corroborar que, en efecto, esa iglesia les perteneció en la época colonial: «Ave María: Redemptrix Captivorum/ Dios te salve María: Redentora de los cautivos».
Para cualquier conocedor de la Historia, es fácil advertir que a Nuestra Señora de la Merced, patrona de los mercedarios, se la conoce desde la época en que estos religiosos fueron fundados, allá en la Edad Media, con el nombre de Redentora de los cautivos, pues una de las misiones de la Orden de la Merced es, precisamente, la redención de los cautivos y la atención pastoral de los presos en el mundo.
¿Cómo así se afirma, en el pie de foto de marras, que la iglesia de la Merced fue construida entre los años 1887 y 1918? La verdad histórica es que, ad finis sæculum decimo ac nono/ a fines del siglo XIX, alrededor del año 1885, cuando el Padre Matovelle fundó la Congregación de Religiosos Oblatos, como la iglesia de la Merced estaba abandonada porque los mercedarios habían salido de Cuenca de manera definitiva, el Obispo Miguel León entregó dicho templo a la nueva Congregación religiosa para que lo administrara. Así entonces, el célebre Padre Julio María Matovelle realizó en esta iglesia y convento todo su ministerio pastoral y bajo su administración, en 1918, se cambiaron las puertas del templo por las actuales, dignos ejemplares de artística talla en madera. Esta es la verdad y por eso, afirmar la barbaridad que consigna la nota que ilustra esa foto constituye un atentado o ignominia en contra de la historia de Cuenca.
Lo que puedo inferir –cum strictu sensus comunis- es que los autores de esta horrorosa falacia, al parecer, se han fijado que, en la parte superior de la puerta del frontis de la Merced, se encuentra tallada una fecha: 25 de diciembre de 1918 y sin considerar que dicha inscripción da cuenta del día en que se terminó de fabricarla, se permitieron deducir con liviandad y ligereza, propias de quienes no escriben con responsabilidad, que esa es la fecha en que se terminó de construir el templo.
No obstante, me pregunto: ¿Si así sacan sus conclusiones, cómo habrán deducido –ad contrario sensu- que la Merced comenzó a construirse en 1887? Mas aún, ¿cómo infirieron que fue diseñada por ese año? ¿Cómo así, afirman que su diseñador fue el Padre Matovelle? ¿Será que alguien les informó mal la fecha de fundación de la Congregación de Padres Oblatos del Siervo de Dios, Julio Matovelle, e ipso facto, se permitieron –ad arbitrium- colegir tamaña estupidez, sin considerar la historia que existe sobre dicha iglesia, antes de la fundación de los Padres Oblatos de los Santísimos Corazones de Jesús y María?
l. Contra naturalis ordinis, por otra parte, en la página 39 se puede leer una nota que expresa: «Varias iglesias cuencanas descansan sobre una estructura de vestigios de antiguos templos indígenas». Esta afirmación es otra vil mentira, pues lo único que se ha comprobado hasta el momento, con la ayuda de respetables investigaciones arqueológicas, es que sólo las iglesias de Todos los Santos, San Blas y la Catedral Vieja fueron edificadas, en sus cimientos, con piedras o sillerías de la antigua ciudad incaica de Tomebamba. Nótese, ad effectum videndi, que inclusive estas edificaciones religiosas no fueron levantadas sobre ruinas de templos aborígenes y por eso, decir que varias iglesias cuencanas descansan sobre vestigios de antiguos templos indígenas es una barbaridad en la que se demuestra, tanto una gran falta de honestidad intelectual como mucha veleidad e irresponsabilidad para investigar las cosas.
m. Anima nostra meminisse horret/ Nuestra alma se horroriza al recordarlo: Observemos ahora la página 50 y descubramos una infamia llevada al paroxismo cuando, junto a una preciosa fotografía nocturna del Barranco, se lee un curioso pie de foto que constituye otra de las más inauditas equivocaciones y blasfemias en contra de Cuenca, en vuestra publicación: «Santa Ana de los Ríos de Cuenca debe su nombre a cuatro ríos: el Tomebamba (en la foto), que cruza el centro de la ciudad; el Machángara, que pasa al pie del mirador de Turi; el Yanuncay, con su barranco perdido entre eucaliptos; y el Tarqui, que baña tierras de sembríos».
Esta nota ya es el colmo e insulta la inteligencia de los cuencanos, pues al pie del mirador de Turi, al sur de la ciudad, no se encuentra ningún río, menos el Machángara, el cual pasa por el norte de Cuenca. En todo caso, podría decirse que cerca de las faldas de la colina de Turi pasan los ríos Tarqui y Yanuncay. ¿Cómo entonces puede afirmarse tamaño absurdo? Por otra parte, ¿cuál es el barranco perdido entre eucaliptos del que habla este extraño pie de foto? ¿De veras existe ese barranco?... ¿Qué clase de investigadores tiene la Revista Vistazo para conspirar todo el tiempo contra la historia y las cosas más evidentes?
n. Una foto del balcón de la segunda planta de la tradicional casa de la familia Sojos llama la atención, en la página 54, porque el texto que la ilustra dice una cosa equívoca: «A la izquierda, la casa de la familia Sojos, en los altos de la antigua Botica Internacional...» Según la Historia, allí funcionó la célebre botica del Dr. Sojos pero dicho establecimiento jamás se llamó Botica Internacional sino Botica y Droguería Central y lo más sorprendente es que sigue aún en funcionamiento y continúa llamándose así, pero el autor del pie de foto seguramente ni se ha dado cuenta de ello o estuvo pensando en alguna botica internacional que seguramente no está en Cuenca.
9. Volviendo al análisis de los artículos publicados en esta obra, he de protestar porque en la página 26, en el artículo intitulado: «Ciudad de cúpulas mirando al cielo», de vuestra autoría, se han consignado varios errores como los siguientes: «Sólo en el centro histórico hay 16 iglesias católicas. En la calle Bolívar está la iglesia de San Blas, una de las más antiguas, en cuyos cimientos se utilizaron materiales de la histórica ciudad de Tomebamba. En la Bolívar y Borrero se destaca la iglesia de San Alfonso, con sus cúpulas góticas y su altar mayor bañado en pan de oro».
Al respecto debo indicar que el templo de San Blas fue edificado por el canónigo cuencano, Luis Sarmiento Abad, en las décadas de 1930 y 1940; por lo tanto no puede afirmarse que sea uno de los más antiguos. En todo caso, la redacción del texto es imprecisa pues, in honorem veritas/ en honor a la verdad, es la vieja iglesia que fue totalmente destruida para levantar a la actual, la que era considerada como una de las más antiguas de la urbe y en la que, según la Historia, se habían utilizado piedras de la antigua Tomebamba.
Por otro lado, cómo se nota que los autores de este escrito tienen serios problemas con las matemáticas, pues en el Centro Histórico de Cuenca hay 19 iglesias o templos y no 16, como se afirma alegremente, mientras que la iglesia de San Alfonso no tiene cúpulas góticas sino dos torres azules con elementos neo góticos, como ya se ha indicado ut supra.
Por otro lado, el altar mayor de San Alfonso no es el que está bañado en pan de oro sino su retablo, lo cual prueba que el autor de la nota confunde admirablemente la diferencia entre estas dos partes esenciales de una iglesia.
10. Al final de la página 27 e inicios de la 28 descubrimos otra equivocación: «En la calle Padre Aguirre están la iglesia de San Francisco, la iglesia de Santo Domingo, una de las más antiguas de la ciudad, y en la Bolívar se encuentra la iglesia del Santo Cenáculo, en honor al Santísimo Sacramento que permanece expuesto todos los días del año,...»
Al respecto, habremos de manifestar que dejando al lado la farragosa redacción del texto, la actual iglesia de Santo Domingo no es tampoco una de las más antiguas de la ciudad, pues se terminó de construir hacia el año 1920; el sitio es de los más viejos de la urbe, junto con San Francisco, ya que según el Acta de la Fundación de Cuenca, desde el inicio de la vida hispana de la urbe fueron asignados dos solares para el convento e iglesia de Santo Domingo, propiedad de la Orden de Predicadores y a poco, llegaron los frailes menores de la Orden de San Francisco para fundar su comunidad y templo.
Sin embargo, San Francisco no es una de las iglesias más antiguas de la ciudad, como sugieren equívocamente ustedes, pues fue también construida a inicios del siglo XX y se terminó de edificar en 1930, gracias a la iniciativa y al empuje de dos célebres canónigos cuencanos de sensible espíritu y gusto estético, Isaac de María y José Ignacio Peña Jaramillo, quienes lograron construir un templo con fuertes características neoclásicas y mantuvieron intactos, en su interior, el retablo del altar mayor de la antigua iglesia y el púlpito de la nave central, que son muestras de los mejores ejemplares barrocos del siglo XVIII existentes en la ciudad, junto a valiosas esculturas e imágenes de la escuela cuencana de arte religioso.
De todas maneras, al igual que en el caso de Santo Domingo, podría decirse, in spiritus et veritas/ en espíritu y verdad, que el sitio donde está emplazado el convento y la iglesia de San Francisco es de los más antiguos de la urbe, pero eso es otra cosa y por ello, el texto que me permito comentar es atentatorio con la verdad histórica.
De otro lado, en relación a la iglesia del Santo Cenáculo, si bien se trata de un templo dedicado en honor del Santísimo Sacramento, es falso que su Divina Majestad permanezca expuesto todos los días del año en dicha iglesia, ya que según la costumbre histórica, en el Santo Cenáculo se expone el Santísimo Sacramento todos los jueves del año y durante el mes de abril, por lo que las expresiones constantes en el artículo que comentamos son imprecisas y erradas desde todo punto de vista, mas allá de que hay una terrible redacción farragosa en el artículo al que dicho texto pertenece.
Más abajo, los autores de estas imprecisiones agregan: «...También son muy visitadas las iglesias de Cristo Rey, El Vecino, La Merced, Todos Santos, El Vergel. En todos estos templos, a toda hora, hay decenas de velas ardiendo y fieles suplicando favores». El texto insulta a la conciencia de los cuencanos y ofende a la inteligencia de vuestros lectores, pues nos demuestra que los autores del mismo no tuvieron la molestia de visitar estas iglesias cuencanas, ya que –sea dicha la verdad- estos templos ni siquiera son abiertos durante el día y alguno de ellos, Cristo Rey de Cullca exactamente, abre sus puertas una vez a la semana, tan solo para la misa dominical, mientras todos juntos no tienen, en ninguna hora, ni fieles que suplican favores ni decenas de velas ardiendo, pues actualmente vivimos una época en que el catolicismo practicante ya no es tal, debido a que muchas iglesias ni siquiera se llenan de fieles los domingos, mucho menos en los días ordinarios.
¿Es que acaso, no tuvieron más que escribir? ¿Se trata, quizás, de textos forzados a manera de relleno? ¿O pretenden mostrar a Cuenca como una urbe en la que sus habitantes se dedican, la mayor parte de su tiempo, a labores de santurronería? ¿Acaso escribir falsedades de esta naturaleza puede ser un pésimo ejercicio de practicar fábulas sin sustento?
Oculos habent et non videbunt/ Ojos tienen y no ven, diré ante tamaño atrevimiento de los redactores de la Revista Vistazo... Sería conveniente que abráis los ojos con visión contemporánea y veáis que la capital de la morlaquía ya no es, en la actualidad, una ciudad de beatos y beatas a millares surgir, pues, in honorem veritas, el descreimiento y el alejamiento de las cristianas y católicas costumbres es evidente en la «Atenas del Ecuador», mientras el avance de las sectas es notorio en la otrora ciudad eucarística y mariana par excellence. Lejos están los tiempos en que Cuenca era el baluarte del catolicismo fanático y exacerbado que tantos destrozos causó durante las luchas liberales de hace cien años. Por ello, cabría preguntarles: ¿Qué os pasa?... ¿No habéis descrito, con ese equívoco texto, a una ciudad más parecida al año 1907 y no al 2007? ¿Qué vinisteis a ver en este año jubilar de la Fundación de Cuenca?...
11. En la página 40, en el artículo intitulado «El sabor de la cultura», el cual también les pertenece a vosotros, se consignó la siguiente falta: «Otro de los lugares más coloridos de Cuenca es la Plaza de las Flores, en las calles Sucre y Padre Aguirre, donde el perfume de gardenias y claveles trae recuerdos de antaño...»
De lo que se ha observado, in situ, todo el tiempo, en dicha plaza de la urbe rara vez existen gardenias y cuando las hay, sus flores no suelen venderse sino mas bien, se comercializan plantas pequeñas de esta especie para cultivarlas en macetas, por lo que los autores de este artículo, o no conocen las gardenias o confundieron sus aromas con alguna otra de las copiosas variedades de flores que allí se pueden conseguir.
Sorprende, por otra parte, que más abajo, en la misma página 40, para ilustrar una fotografía de la Plaza Rotary, los redactores de Vistazo hayan escrito: «En la plaza Rotary, o de las artesanías, los indígenas se congregan para vender sus productos». Mas, resulta que no son indígenas sino campesinos que venden sogas de colores, por lo que, al parecer, inclusive tuvisteis problemas para diferenciar a un indígena de un campesino.
Como ustedes pueden ver, se trata de errores muy graves que no deberían quedarse impunes. Aunque algunos de ellos, claro está, no son completamente de vuestra responsabilidad, ya que tienen autores determinados que incluso firmaron sus trabajos, no es justificable que el equipo de Vistazo, junto con la editora del suplemento aquí analizado, Tristana Santos, como responsables de la publicación, se hayan descuidado de mantener la debida circunspección a la hora de elaborar este folleto con el que, desgraciadamente, no se ha contribuido a educar a la ciudadanía ecuatoriana y foránea sobre la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca.
Se puede inferir entonces, que la publicación intitulada «CUENCA, 450 AÑOS DE FUNDACION. Un recorrido por sus calles, su cultura y su historia» es una obra con la que se ha afectado a la Historia de la tercera ciudad del Ecuador y para elaborarla no ha existido, al parecer, ética profesional ni rigor científico y metodológico, a más de que no se ha hecho uso de la objetividad, la verdad y la debida ponderación que una publicación exige y reclama cuando su fin es educacional y su misión es informar in spiritus et veritas, en espíritu y verdad.
Me siento en la obligación de manifestarles que el leit motiv superlativo que tengo a mi haber para no quedarme callado frente a vuestro suplemento es mi necesidad de defender a Cuenca, acriter et fideliter, con acendrado espíritu cívico y ánimo constructivo para formular observaciones o críticas respecto de una publicación ante la cual, como ya lo he exigido, ustedes deben pedir públicas disculpas a Cuenca por el respeto que merecen los habitantes de la morlaquía y vuestros lectores.
Por eso, como ciudadano cuencano, en mi calidad de escritor castizo y en defensa del idioma castellano y de la Historia, me permito solicitar a Ustedes con sincero -ánimus corrigendi/ intención de corregir- que se dignen tomar las medidas más adecuadas para sancionar –ipso facto- a los responsables de las graves equivocaciones encontradas en esta publicación de tanto interés y reparar a la vez, secundum Ius fasque/ según la razón y la justicia, ante Cuenca, estas graves infamias con las que se está echando a la borda el prestigio de la «Atenas del Ecuador».
De otra parte, debe señalarse que se nota que la Revista «Vistazo» obtuvo, para realizar esta publicación, bastante publicidad con dinero público, pues habéis conseguido propaganda de la Ilustre Municipalidad de Cuenca, del Gobierno Provincial del Azuay, de las empresas municipales EMAC y ETAPA, de la Fundación Municipal «El Barranco» y la Bienal Internacional de Pintura, así como publicidad de tipo privado. Todo esto me lleva a inferir que quizás, el objetivo que os planteasteis fue solamente económico y no de servicio informativo y educacional, como debía de ser, al tratarse de una obra en la que se consignan datos históricos y culturales que no tenían por qué ser tergiversados.
Está muy bien que tengáis derecho de ganar dinero, pero hay que ganarlo responsablemente y sería bueno que, al elaborar una obra como la que comento, se cuide todo el tiempo, la calidad intelectual de la misma, la fidelidad con la historia y la cultura de una urbe y el respeto que merece nuestro idioma castellano, tan vilipendiado en tantas y tantas publicaciones sin sustento.
Se sabe, por ejemplo, que sólo por la publicidad de la Municipalidad de Cuenca os cancelaron la cantidad de 3.600 dólares. ¿Cuánto obtuvisteis por aquella de la Prefectura Provincial y demás empresas e instituciones estatales de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, a la que quisisteis homenajear y mas bien, la habéis deshonrado...? Se trata entonces de dinero público que resulta malgastado, al mirar los resultados obtenidos con este suplemento tan cuestionado.
Ad absurdum, ni siquiera os cuidasteis de la ortografía de ciertos auspicios de tipo privado, pues en la página 7, en la publicidad de la Mansión Alcázar, escribisteis la palabra Bolivar, sin tilde; en la 9, en el espacio publicitario contratado por la Cámara de Industrias de Cuenca, se dice: «...preocupándonos por el su entorno comunitario, particularmente creando nuevos puestos de trabajo dignos en la región». Asimismo, en la 21, en una publicidad de la Hostería Durán, consignasteis: «...relajase y disfrute una experiencia inolvidable». En la misma página, más abajo, registrasteis: cafeteria, sin tilde diacrítica. En la 23, en la propaganda de Kerámicos, pusisteis Líder con mayúscula cuando debía de ser con minúscula, en la 30, en el publireportaje de la Prefectura Provincial del Azuay, existen terribles atentados en contra de la lengua castellana, como errores sintácticos, semánticos y ortográficos, entre los cuales están, permanentes confusiones de las mayúsculas con las minúsculas y viceversa, equivocaciones en la puntuación, junto a otras faltas inadmisibles, como por ejemplo, escribisteis Rio Santa Bárbara, sin tilde.
Ni qué decir tienen los textos que me he permitido analizar, hic et nunc, en estas líneas y otros más que no los he tomado en cuenta debido a la ya larga extensión de esta misiva. In extenso, me permito destacar que todos estos deslices o dislates dejan en muy mal predicamento este esfuerzo editorial de la Revista Vistazo. He querido, sin embargo, exigir de vosotros, la debida reparación a las faltas más graves en contra de la Historia y la Cultura de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, urbe que siempre y a pesar de estas infamias, permanece plena gratia et veritatis/llena de gracia y de verdad.
Como veis, estimados amigos, la publicación es deplorable y os lo digo con franqueza, mas debo obedecer a mi conciencia, que muy bien derecho tiene de mandarme, y reivindico a mi ciudad, a su Historia, su Cultura y a la lengua de Castilla, ejerciendo mi derecho ciudadano de formular una crítica constructiva, a la expectativa de que la Revista Vistazo sabrá pronunciarse, in honorem Concha, públicamente, ante este cívico reclamo.
Sin otro particular por el momento y a la espera de vuestro pronunciamiento, reciban un cordial saludo junto a mis deseos de que Vistazo, que acaba de celebrar su primer quincuagésimo aniversario, continúe perfeccionándose en su misión informativa y educacional para que sea de veras un medio de comunicación que echa un vistazo a los acontecimientos, los interpreta y los pone a disposición de los miles de lectores que esperamos profesionalismo y ética periodística, en esta gran labor informativa que representa un compromiso social con la comunidad, a la que obligados estamos a servir desde la pluma.
Es una paradoja que justamente, en vuestro aniversario, se hayan cometido tantas barbaridades en una publicación que debería prestigiarles. Por ello, aunque la parafernalia de vuestras Bodas de Oro haya estado rodeada de festejos con bombos y platillos, aún es necesario llegar a la madurez en vuestra labor periodística. Por ello, esta pésima publicación debe haceros pensar que cada día se comienza de nuevo, pues en los errores y la voluntad de enmendarlos se descubre que estamos siempre en «il ponto de arrivo e di partenza/ el punto de llegada y de partida» y a base de esta consideración, aspiro que cada día mejoréis en ese servicio editorial que requiere ser perfeccionado.
Solo así, estoy seguro que entonces habrá de llegar el día en que podamos decir de la Revista Vistazo: «Aperite portas ad veritas, cum honestas et fidelitatis/ Abrid las puertas a la verdad, con honestidad y fidelidad»
Gratia copiosa, salutem et optatissima pax, cum affectibus vobis et reverentia,
«Fiat Iustitia pereat mundus»
«Hágase la Justicia, aunque perezca el mundo»
Diego Demetrio Orellana
Comisionado Provincial del Foro Interamericano
de Derechos Humanos, FIDEH, AZUAY
Datum Concha, ex aedibus FIDEH, apud flumina Tomebamba, mensis Augusti, die vicesima ac septima, currentis Anno Domini bismillesimo octavae, in Sollemnitate vesperas Sancte Augustinus et in honorem Concha et veritatis splendor cum veritas semper fidelis
POST SCRIPTUM.
C.C. Ing. Marcelo Cabrera Palacios
Alcalde de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
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