martes, 28 de enero de 2014

LUDO: UN LIBRO DE SU HISTORIA Y SUS ERRORES

Portada de la obra

En Santa Ana de los Ríos de Cuenca circula una obra intitulada «Monografía de Ludo», de autoría del presbítero Bolívar Jiménez Álvarez, quien desempéñase como párroco de El Valle. El prólogo es de Juan Cordero Íñiguez, quien firma como director de la Academia Nacional de Historia y Cronista de la ciudad de Cuenca. No obstante, en esta publicación hállanse, ex admirationem, inauditos deslices frente a la verdad histórica, la cual debió precautelarse ad súmmum en un libro que ha resultado un fiasco, pues fue anunciado como «el parto de los montes» para constituir un penoso aporte cultural, debido a las gravísimas equivocaciones que contiene y que conspiran en contra de la Historia.

 


  1. En el texto introductorio, Cordero dice exempli gratia, ad litteram: «No hay que descartar que tal vez esté en juego la palabra latina ludo, que significa jugar, quizá porque allí se practicaba algún juego ritual, tal vez el mismo pucara que estaba generalizado en toda esa área geográfica y que se prohibió a mediados del siglo XX. En la historia de las parroquias siempre está presente un sacerdote con formación clásica y quizá uno de ellos evocó esa singular palabra que consagró a este lugar geográfico».

El parágrafo transcrito, más allá de representar una ingenua elucubración, contiene algunos despropósitos inadmisibles. En primer lugar, «ludo» no es una palabra latina ni significa «jugar». En segundo lugar, la propia palabra latina para decir «jugar» es «iocare», por lo que las afirmaciones de Cordero son falsas. En tercer lugar, el término «iocare», en la culta, sempiterna e inigualable lengua latina, madre nutricia de nuestra hermosa lengua de Castilla, en nada pudo haber incidido, prima facie, para que la parroquia Ludo llamárase de esta forma.

Por otra parte, el adjetivo castellano «lúdico» viene, por aproximación, del término latino «ludus» que interprétase como juego y que parece ser el sustantivo que hizo confundir a Cordero con el verbo «jugar» en la culta lengua latina. Sin embargo, a causa de estas confusiones y desconocimientos lingüisticos del Cronista Vitalicio de Cuenca, resulta una torpeza relacionar este término con el aborigen juego del pucara para explicarse cómo pudo haber surgido el nombre de este pueblo, mientras, a contrario sensu, justamente son los sacerdotes de formación clásica los que jamás podrían haber confundido las palabras latinas para bautizar a este pueblo con el nombre de Ludo.



  1. Cordero dice ad verbum que «Jiménez recoge la versión tradicional de que el hijo más ilustre de Ludo era Gaspar Sangurima», hecho sugerido por Víctor Manuel Albornoz, Carlos Aguilar Vázquez y Guillermo Segarra Íñiguez y que no ha dejado de ser hasta los actuales días una presunción del todo infundada y expuesta con anodina aseveración, solo por la coyuntura de que el apellido Sangurima es común por dicha zona.
Efectivamente, según ha vístose en Collana, un anejo de Ludo, existe con profusión el apellido Sangurima en tal sitio geográfico, pero eso jamás debería ser un argumento contundente para afirmar, a máximis, que el egregio artista hubiese nacido en aquel pueblo.



  1. La apreciación de Cordero fundaméntase en que, tanto en la página 37 cuanto en la 127, Jiménez afirma erradamente las siguientes expresiones al hablar de Collana, anejo de la parroquia Ludo: «…en este sector que tiene una capilla construida recientemente en 1993 en honor a San Miguel, nació el insigne Gaspar Sangurima» (pág. 37). Asimismo, en la página 127, Jiménez, con tal de justificar lo injustificable, interpreta a la maldita sea, per fas et per nefas, escritos de algunos intelectuales ecuatorianos que han intentado biografiar a Sangurima. Ad exemplum, el actual párroco de El Valle escribió: «Efrén Avilés Pino, miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, sí quiso ser explícito al decir: ‘el niño indio creció a la sombra de la pobre choza de sus padres, en los páramos andinos’, -y citando a Lucio Salazar Tamariz, manifiesta-: ‘Creció en un repliegue de esa serranía nuestra, mirando, con sus ojos tristes y humildes, la rutilante claridad de los amaneceres de esta tierra, o la cárdena herida que se abre en el cielo cuando el sol se hunde en el poniente; mirando el milagro de las flores que han abierto sus corolas al beso del rocío mañanero y el verdor tendido de los campos y el alto verdor de los árboles; el oleaje inquieto de los sembríos y el viaje cristalino de los ríos; la lluvia delgadita y constante que invita a la tristeza, o la tempestad que sobrecoge al desparramar por todo el horizonte el claro de los relámpagos y el retumbar del trueno».



Bandera de Ludo

Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, si analizamos los textos transcritos, sine ira et studio/ sin resentimiento ni favor, hemos de inferir que en ningún momento, ni Efrén Avilés Pino ni Lucio Salazar Tamariz afirman taxativamente que Gaspar Sangurima haya nacido en Ludo. No obstante, Jiménez, con tal de hacer que lo negro sea blanco, añade la siguiente deducción disparatada, en la pág. 128: «Y aunque con toda seguridad el autor conoce de Ludo una parte de su realidad, con la visión exuberante de literato, sabe describir perfecta y patéticamente el lugar natal del artista azuayo. En efecto, y pese a que la fisonomía geográfica ha cambiado a lo largo de los doscientos años que distan de los acontecimientos, ésta es la tierra que Gaspar miró extasiado cuando era muy niño, antes de salir con sus padres Gregorio y Francisca, a radicarse en la ciudad».

Riddendo et solus riddendo, podríase columbrar que el texto de Lucio Salazar Tamariz es utilizado con deshonestidad intelectual por parte del presbítero Jiménez. Es una actitud irresponsable, para un investigador cualquiera, hacer de un texto lírico una interpretación antojadiza para justificar una hipótesis que nunca podrá aceptarse, frente al origen de Sangurima, cuando preténdese asegurar, al ciento por ciento, que nació en Ludo. Sobre todo, mientras no aparezca el documento contundente que lo confirme, como es la fe de bautismo del genial artista azuayo, la cual nunca se la ha encontrado hasta los actuales días, ad initium tertio millenio.


 Escudo de Ludo


  1. Sibi tamen/ Sin embargo, en un acto de audacia por así decirlo, el presbítero Jiménez se engolfa in extremis para aseverar otra falacia inadmisible, cuando en la misma página 128 escribe de verbo ad verbum: «Su bautismo, seguramente celebrado a los pocos días de su nacimiento como era la costumbre de entonces, tuvo lugar en San Bartolomé regentado pastoralmente por los padres dominicanos hasta 1787, puesto que a esta jurisdicción pertenecía Ludo, en calidad de anejo, por petición de don Diego Andicela, cacique de Cuyes, desde el 23 de agosto de 1723».

Ad hominem, conviene preguntarse: ¿si no se conoce la fe de bautismo de Sangurima, que sería el documento que pruebe con certeza su lugar de nacimiento, cómo puede asegurar Jiménez que el genial artista fue bautizado en San Bartolomé regentado por los padres dominicanos hasta 1787?



Hic et nunc, en este punto es pertinente demostrar documentadamente las falacias halladas en el libro que comentamos acerca de Gaspar Sangurima. Y para que la verdad sea evidente, publicamos un documento histórico de un pleito de Sangurima en la curia de Cuenca, en el que el genial artista dice que es un indio de la parroquia San Sebastián, erigida, in diebus illis, como una parroquia de indios, jurisdicción eclesiástica a la que jamás ha pertenecido Ludo.

Este documento hállase en el Archivo Histórico de la Curia Arquidiocesana de Cuenca y lo copiamos ex integro: «Señor Pro Vicario y Vicario General: Gaspar Sangurima y Pablo Yanzaguana, indios de la parroquia de San Sebastián, maestros escultores, ante V.S. conforme a Derecho, comparecemos y decimos: Que en esta Curia nos hallamos siguiendo pleyto contra nuestro cura el Señor Bernardino Albear por los excesivos dineros que percive con subención de la costumbre y otras causas de mala versación. El abogado protector que nos defiende es íntimo amigo del cura capitulado y su condicípulo. Éste igualmente tiene una estrecha conexión con Don Pedro Delgado, asistente de la Protecturía. Ninguno ignora que la pasión pervierte el humano juicio y por tanto no esperamos el buen éxito que apetecemos con justicia en el asunto controverso. Y como para iguales circunstancias y las de enfermedad y ausencia se halla el defensor de naturales para instaurar las defensas de los indios, suplicamos a la justificación de Vuestra Señoría se sirva a mérito de los expuesto, fundado en la notoriedad de nombrarlo al dicho defensor de naturales de nuestro mecenas y patrono, para que de este modo se nos disipen los recelos que tenemos en la protecturía, y se eviten los continuos recursos que molestan los Tribunales Superiores, con cuyo fin a Vuestra Señoría pedimos y suplicamos así lo provea y mande en justicia con el juramento que hacemos de no proceder de malicia nuestra. Gaspar Sangurima».



Veritas sit visibilis/ La verdad debe ser visible y guiados del simple análisis de este valioso documento firmado por Sangurima en el año del Señor de 1807, vemos que el conspicuo artista afirma ser un indio de San Sebastián, lo cual demuestra que se consideraba per se como un indígena de San Sebastián y en esta parroquia de indios, de la ciudad de Cuenca, vivía cuando era un maestro escultor y tuvo tal pleito con el párroco. A similis, nunca ha existido un documento similar que vincule a Sangurima con Ludo, por lo que –a nuestro modo de ver- no es correcto que se afirme que su lugar de nacimiento fue en este sitio ni que su bautismo se haya dado en San Bartolomé. Por lo tanto, deberíase siempre considerar que mientras no aparezca su fe de bautismo no es posible lanzar estas afirmaciones sin pruebas al canto.

Lo que la historia da cuenta, en muchas de las notas biográficas de este artista, es que posiblemente nació en Cuenca, mientras ciertos escritores locales, entre los que debemos citar a Víctor Manuel Albornoz, Lucio Salazar Tamariz y Carlos Aguilar Vázquez, a falta de la fe de bautismo de Sangurima, han reflexionado sobre el pueblo de Ludo y el apellido Sangurima allí existente de manera copiosa, sin que afirmen contundentemente, tampoco, que el artista era oriundo de dicha zona, por lo que estas elucubraciones no pueden fundamentar una afirmación precisa de que Sangurima era ludense ni débense manipular ciertos escritos líricos sobre el origen de Sangurima, como en el caso de Avilés Pino o Lucio Salazar Tamariz, para asegurar apodícticamente que el artista nació en Ludo, como lo hace el presbítero Jiménez, sin el rigor científico y metodológico que la Historia exige en cuanto es una ciencia.

Bolívar Jiménez Álvarez
autor de la obra, con anillo episcopal y pectoral, 
sin haber sido consagrado obispo in Sancta Mater Ecclesia.


El Santo Padre Juan Pablo II, en su discurso a los participantes en el Simposio Internacional sobre Historia de la Evangelización en América, en la Ciudad del Vaticano, el 14 de mayo de 1992, decía -acriter et fideliter- las siguientes palabras que debería meditarlas mucho el presbítero Jiménez ante su interés histórico, al hablar sobre Gaspar Sangurima: «El historiador no debe estar condicionado por intereses de parte, ni por prejuicios interpretativos, sino que ha de buscar la verdad de los hechos».

  1. Mas, ex tota fortitudine, la necedad para asegurar que Sangurima es ludense, a como dé lugar, le ha llevado a Jiménez, ad nauseam, a componer un himno a Ludo, en el que sin rubor alguno deja poetizada la mentira en pésimos versos. Leámoslo sensu stricto:  «Sangurima, magno hijo de Ludo,/de la patria grandeza y honor,/contemplarte querría de nuevo/ y con arte el paisaje pintar».



  1. Pero, fuera de los disparates escritos sobre Sangurima, la obra está plagada de imprecisiones históricas que no débense mirar de refilón. Así, en la página 28 escribióse, al hablar de San Antonio de Jacarcar, ad peddem litterae: «Su patrono es San Antonio, lo que hace suponer que fueron los misioneros dominicanos quienes en las postrimerías de la Colonia, a comienzos del siglo XVIII, atendían esos lugares…».

El texto precedentemente transcrito es equívoco, de máxima ad minima, pues San Antonio no tiene nada que ver con la comunidad dominicana, ya que trátase de un santo franciscano y no son los misioneros dominicos quienes fomentan su devoción y culto sino los padres franciscanos. Antonio de Padua fue un religioso de la Orden de Frailes Menores, así llamada a la comunidad franciscana, por lo que esta confusión denota ignorancia supina, ya que es inadmisible que un sacerdote católico romano desconozca este detalle histórico. Quedan entonces dos preguntas ante las imprecisiones de Jiménez: ¿de veras eran los dominicos los que misionaron a Ludo desde San Bartolomé? ¿o eran los padres franciscanos, propulsores de la devoción a San Antonio in Concha et in universa Terra?

No obstante, es errado decir que a comienzos del siglo XVIII estábamos en las postrimerías de la Colonia, pues in illo tempore aún faltaban aproximadamente 120 años para que el período colonial concluyese in historia nostra.

Hijas de María Auxiliadora o monjas salesianas


  1. En la página 29 Jiménez escribió ad verbum: «La rama femenina de la congregación, es decir las Hijas de María Auxiliadora, llegaron al Ecuador en 1902 y su primera casa la establecieron en Gualaquiza a donde arribaron el 30 de noviembre de ese año».

Esto es falso, puesto que las madres salesianas o hijas de María Auxiliadora establecieron su primera casa en Cuenca, en el año 1902, en la actual iglesia del Corazón de María, junto a la escuela Teresa Valsé y luego de radicarse en la capital azuaya fueron a Gualaquiza, en plan de misiones, a fundar una casa en dicho sitio.


 Alberto Luna Tobar, OCD, III Arzobispo de Cuenca, ordena de presbítero 
a Bolívar Jiménez  en el año del Señor de 1981


  1. En la página 53 léese: «Monseñor Ernesto Álvarez Álvarez, 3er Arzobispo de Cuenca». No obstante, monseñor Ernesto Álvarez Álvarez, SDB, es el segundo arzobispo de Cuenca y gobernó la arquidiócesis hasta el año 1980. El tercer arzobispo es monseñor Alberto Luna Tobar, OCD, quien ordenó a Jiménez como presbítero secular en el año del Señor de 1981. Mas, a pesar de este detalle, Jiménez no recuerda que Luna Tobar era el III Arzobispo de Santa Ana de los Ríos de Cuenca y no Ernesto Álvarez Álvarez, SDB.

  1. Asimismo, en la página 56 escribióse ad absurdum: «…la srta. Cristina Lazo, profesora del Centro Artesanal de Corte y Confección – Ludo fundado por el padre Víctor M. Mancero Martínez, que funcionó de 1976 a 1978…». Sin embargo, entre esos años eran párrocos de Ludo los padres Cornelio Doogan, SVD y Kevin Berrel, SVD, pues el P. Mancero fue párroco entre 1965 y 1967 y entre 1971 y 1972, como puede confirmarse en el mismo libro, en las páginas 52 y 53, por lo que la contradicción es notoria a capite ad calcem con otros datos constantes en la misma publicación de Jiménez, quien, al parecer, no logra confirmar sus propias afirmaciones constantes, digamos, en su «opus magna».

El papa Juan Pablo II, en el parque de Miraflores, Cuenca, 
el 31 de enero del año del Señor de 1985



  1. En la página 90 Jiménez afirma otro yerro in scriptis: «junto a este significativo hecho está también la VISITA DEL INMORTAL JUAN PABLO II A CUENCA, el miércoles 30 de marzo de 1985».

El dato es errado puesto que Juan Pablo II estuvo en Cuenca, dos meses antes, el jueves 31 de enero del año del Señor de 1985, en su histórica visita a la capital azuaya. Así, la falta de precisión es imperdonable ante un hecho de gran trascendencia para la historia de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, tanto más que trátase de un acontecimiento del que Jiménez fue testigo viviente in corpore presente.


  
  1. En la página 128 hay un error en cuanto al escultor Ayabaca, puesto que Jiménez afirma sensu stricto: «Manuel de Jesús Ayabaca (1844 – 1947)». Sin embargo, el famoso escultor cuencano nació en 1863 y murió en 1966, existiendo casi 20 años de diferencia con los datos publicados por el presbítero en esta obra pletórica de imprecisiones adversas veritas in historia nostra.

Cristo de Sangurima


  1. En la página 129 consígnase un nuevo dato terriblemente falso cuando el presbítero Jiménez dice: «Gaspar Sangurima –que según algunos estudiosos fue discípulo de Caspicara en lo que respecta a la ebanistería y el cuidado por la perfección anatómica-, murió relativamente joven, el 5 de noviembre de 1835 y fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo».

La verdad histórica nos confirma, in stricta veritas, que Sangurima nació probablemente en 1780 y murió en 1835, mas esto significa que el artista vivió por lo menos 55 años, en plena edad provecta, ante lo cual vuélvese hilarante declarar, ad absurdum, que esa edad es relativamente joven para un ser humano cualquiera.

Piedad, obra escultórica de Sangurima, en la iglesia de San Francisco, Cuenca


  1. En la misma página 129 existe otra gravísima equivocación cuando afírmase adversas veritas: «Sus obras coleccionadas es posible admirarlas en la Sala Capitular del Carmen de la Asunción, en el Museo de las Conceptas, en el Museo Crespo Toral de Cuenca, como también en El Sagrario de Quito (Capilla de la Virgen del Rosario), amén de muchas imágenes que se veneran en iglesias de Cuenca, como los doce pasos de la pasión de Cristo».

Aunque no es tan confiable que en la iglesia de El Sagrario de Quito existan obras de Sangurima es falso que exista una obra escultórica del genial artista intitulada «Los 12 pasos de la pasión de Cristo» en ninguna iglesia cuencana, por lo que esta afirmación constituye un vil invento, más allá de que resulta sorprendente que un sacerdote pueda afirmar que hubo 12 pasos en la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, lo cual es inaudito sin que podamos deducir a qué se refiere el presbítero Jiménez cuando escribe esta barbaridad, pues, ad exemplum, si se está refiriendo al Via Crucis, éste no tiene 12 sino 14 estaciones con las que conmemóranse la pasión y muerte del Divino Maestro, Dominus ac Redemptor pro omnia humani generis.

Gabriel García Moreno


  1. Asimismo, en la publicación hállanse otros deslices como los siguientes. Los copiamos ad litteram: en la página 132 escribióse: «el ancianato Tadeo Torres (Avenida 12 de Abril)», no obstante el Tadeo Torres nunca ha sido un asilo de ancianos sino un orfanatorio, mientras en la página 206 el presbítero escribió: «Como es conocido en nuestro país la educación formal, que tuvo sus inicios en la época del gran presidente García Moreno, no se generalizó sino hasta bien entrado el siglo XX. No era común, por lo tanto, que las personas fueran al colegio. Los más afortunados solo llegaban a concluir la primaria de 6 grados. Primaria que, eso sí, era de calidad, comparable a lo que hoy serían los primeros años de universidad y más».

Aquí existe una afirmación absurda al decir que la educación formal tuvo sus inicios en la época de García Moreno, ya que la verdad histórica nos confirma, cum clara lux, que mucho antes del período garciano la educación formal estaba ya bien establecida en el país. Tanto es así que habían escuelas primarias por toda la república y algunos colegios de gran prestigio estaban ya en funcionamiento, como el colegio «Bernardo Valdivieso» de Loja, fundado en 1828; el colegio «San Felipe» de Riobamba, en 1836; el colegio «Vicente Rocafuerte» de Guayaquil, en 1841. En el período garciano fúndanse, exempli gratia, el colegio «San Gabriel» de Quito, en 1862; el colegio «San Luis» de Cuenca, hoy llamado «Benigno Malo», en 1864, por citar pocos ejemplos, por lo que no es cierto que los ciudadanos solo iban a la primaria hasta bien entrado el siglo XX ni tampoco era ésta equiparable a los primeros años de universidad y más, como equívocamente señala Jiménez en su famélica investigación.

Parroquia Ludo, cantón Sigsig, Azuay


  1. Juan Cordero Íñiguez dice en su prólogo ad peddem litterae: «Un buen estilo literario, una correcta construcción gramatical, una sabiduría subyacente en todo el libro… dan a la obra singulares valores que el lector sabrá apreciar mejor con su grata lectura».

No obstante, la obra no tiene un buen estilo literario ni su lectura es grata debido a sus incorrectas construcciones gramaticales, amén de los frecuentes errores ortográficos, las confusiones para el uso de las mayúsculas, las faltas de concordancia en género y número, el mal uso de los enclíticos, la deplorable sintaxis y la ausencia de precisión semántica, gazapos todos que contravienen al elemental estilo literario que exige un ensayo de esta naturaleza, mientras las equivocaciones históricas y las tremebundas alteraciones de fechas y personajes conspiran ipso facto en contra de la supuesta sabiduría subyacente de este libro, sin que puédase entender que Juan Cordero Íñiguez no detectó que la obra no es un aporte sino un atropello a la historia de Ludo y de nuestra provincia del Azuay tanto como una ofensa a la incomparable lengua de Castilla. Ab uno disce omnes/ Para muestra basta un botón, entre las palabras mal escritas hállanse, a modo de ejemplo nada más, algunos términos que, entre otros, espantan a los lectores ad summum: «decentralizado», «gacificadora», «márqueting», «Igneniero», «Eugenia Beltrán Cabrea», «derivada» por «derribada», «envidos» por «enviados», «Vintimilla» por «Veintemilla», «Guayna-Cápag», «etnónologo», «reboso», etc.
Vista del centro de la parroquia Ludo


EPILOGUS. Todas las cosas precedentemente señaladas llévannos a inferir que este libro dedicado a la parroquia Ludo no aporta a un mejor conocimiento de su historia, la cual es alterada, ad captandum vulgos, por las equívocas apreciaciones y premisas sobre el artista azuayo Gaspar Sangurima, mientras la ligereza con la que hánse consignado ciertos hechos restan el indispensable rigor científico y metodológico que debió tener esta obra, carente de la obligada imparcialidad de la que deberíase revestir cualquier escritor que incursiona en el género histórico, siendo muy lamentable que se publiquen falacias que empañan a la verdad y privan a esta comunidad de una historia seria que rescate su presencia in patria aequatorianae.

Este análisis tiene como verdadero leit motiv la intención constructiva de defender a la verdad histórica ante omnia y llamar la atención sobre un ensayo que debió contar, previo a su publicación, con una seria verificación de los hechos descritos, a fin de no desinformar a los lectores, que lamentablemente son las víctimas de las falacias que se registran irresponsablemente en libros mal elaborados en nuestro medio adversas histórica veritas et scientia in communitate nostra.


Diego Demetrio Orellana

Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis Ianuarii, die XXVIII, currentis Anno Dominicae Incarnationis MMXIV, in sollemnitate Sancte Thomae Aquinatis.


OPINIONES CIUDADANAS
DE: Hugo Campos Peralta
Para DIEGO DEMETRIO ORELLANA (diegoorellana2002@yahoo.es)

Fecha: Miércoles 29 de enero de 2014 9:26



Diego: le felicito por sus sesudos comentarios acerca de la obra mencionada. Si le es factible indicarme dónde se consigue un ejemplar para realizar una verificación de ideas y fuentes le voy a agradecer. Me uno a Usted en su solitaria y quijotesca cruzada por desenmascarar de manera permanente a los falsos intelectuales de esta ciudad que con sus elucubraciones deleznables solo representan ídolos de barro en una ciudad que, mentalmente, se porfía por ser pueblo. 



Dr. Hugo Campos Peralta 

DE: Jorge Suarez
Para DIEGO DEMETRIO ORELLANA (diegoorellana2002@yahoo.es)
Fecha: Miércoles 29 de enero de 2014 9:38

Hoy a las 9:38 AM
Estimado Diego Demetrio:

He leído con atención su escrito, lleno de perfecciones.
Mis respetos para quien defiende los términos, la historia del Azuay.

Jorge Suárez

DE: Diego Benavides
Para: DIEGO DEMETRIO ORELLANA(diegoorellana2002@yahoo.es)
Fecha: 
Miércoles 29 de enero de 2014 11:45






























































































































































































































































































































































































































































































































 
Gracias, Diego; en realidad ya sabes que tu trabajo es muy bueno, sin embargo te ha llevado a confrontaciones grades. Sin embargo, sigue adelante, cuando se habla la verdad el mundo cambia. Un abrazo a la distancia, desde la capital.

DIEGO BENAVIDES

Cholita de Ludo
Buenas noches, 
Acabo de leer todo el artículo, es un buen análisis que comprueba algo que ya sospechamos, pero en realidad, es incierta la manera en que debemos actuar en estos casos, como defender la historia de mi parroquia. Este artículo suyo sería por lo pronto una prueba... Los que hacemos la página de facebook "Cholita de Ludo" pedimos financiamiento para recorrer todas las comunidades de Ludo al GAD Parroquial y recogimos información que lo hemos subido en este sitio: http://www.ludoazuay.260mb.com/

Tenemos la propuesta de lanzar una revista que se publicaría dos veces al año con esta información y la que vayamos obteniendo, para construir la verdadera historia de Ludo. Saludos cordiales, Sr. Orellana... Muy bueno su artículo...

Parroquia Ludo ha compartido un enlace.
¿Gaspar Sangurima nació realmente en Ludo? En el Segundo Coro del Himno a la parroquia se lo considera así: 

Sangurima, magno hijo de Ludo,
de la patria grandeza y honor,
contemplarte querría de nuevo
y con arte el paisaje pintar.
parroquia se dice como hijo ilustre!!!!!
En el libro «Monografía de Ludo», de autoría del presbítero Bolívar Jiménez Álvarez, Jiménez recoge la versión tradicional de que el hijo más ilustre de Ludo era Gaspar Sangurima, hecho sugerido por Víctor Manuel Albornoz, Carlos Aguilar Vázquez y Guillermo Segarra Íñiguez y que no ha dejado de ser hasta los actuales días una presunción del todo infundada y expuesta con anodina aseveración, solo por la coyuntura de que el apellido Sangurima es común por dicha zona.

Esto es solo una parte de la dura critica por parte del escritor, traductor y articulista de opinión en varios medios de comunicación, Diego Demetrio Orellana. Aquí su blog: http://criticayopinioncultural.blogspot.com/

Como ludeños y querendones de nuestra tierra necesitamos un pronunciamiento claro y fundamentado del también ludeño P. José Bolívar Jiménez Alvarez Rouss

Nuestra Parroquia Ludo no puede estar en entredicho de la sociedad azuaya
  • A ti y a 5 personas más os gusta esto.
  • Leonor Alvarado Entonces ahora si estoy confundida. ¿Habrá otra versión
    de la historia real de nuestra querida parroquia Ludo? Bueno, los que hemos
     nacido y crecido allá sabemos una parte de la historia del crecimiento y
    desarrollo de nuestra parroquia y sus comunidades.
  • Benny Blanco Del Bronx Ahora el punto es por qué todo el mundo quiere
    hacer dinero a como dé lugar. Por favor…  estamos en el 2014.
    Los que quieran creer lo harán pero la verdad es otra. Viva Ludo cara
    jo.
  • Manu Jimenez Jimenez Saludos Demetrio, realmente por demás interesante su blog. Leí todo el artículo y me quedé sorprendido con aquel detalle de mi parroquia. Me interesa tener una amistad con personas conocedoras de la cultura. De hecho algún momento espero entrevistarlo.Una entrevista sobre todo de algunos personajes ilustres de la ciudad. Tengo un programa de documentales de Telecuenca le invito a verlo mañana desde las 8h30 am

    • Estimado Diego, le felicito por este análisis crítico indispensable para acercarnos 
    • a la verdad. Es un honor para la ciudad de Cuenca que un intelectual de su talla 
    • trabaje en procura de rescatar para la actual y las futuras generaciones los datos 
    • históricos correctos y el uso apropiado del idioma en los diferentes libros 
    • presentados al público. Hago votos porque la altura intelectual de quienes han 
    • merecido sus críticas, sea consecuente con la valentía de su pluma y su estilo 
    • literario de confrontación, necesario para justipreciar en su real dimensión las 
    • diferentes obras. Un gran abrazo.

    • Muchas gracias, querida amiga María Arévalo Peña, por sus palabras. Y qué 
    • bueno que hayan personas como usted que valoran la defensa de la verdad,
    •  labor que no siempre es grata en un medio como el nuestro en donde a 
    • veces las personas no debaten cuando alguien clama por la verdad 
    • histórica. Palabras como las suyas nos hacen pensar que nuestra 
    • actividad está correcta cuando trabajamos como una especie de 
    • cooperatores veritatis o cooperadores de la verdad. Así, es bueno concluir 
    • que no somos la vox clamantis in deserto/ la voz que clama en el desierto.

    • GRATA RECORDATIONEM ET SALUTEM,

      DIEGO DEMETRIO ORELLANA
      OCTAVA DOMINICA PRESENTATIONIS DOMINI, AD MMXIV