viernes, 28 de octubre de 2022

JAVIER IZCO: ALMA NOBLE EN UN ADIÓS INMARCESIBLE


Ad vitam aeternam, sin mayores estrépitos, estertores o bullanguerías un amigo de inconfundible presencia ha partido al más allá dejándonos una luminiscente estela de eternales destellos a todos quienes tuvimos el agrado de conocerlo, puesto que la calidad humana de Javier Izco no puede dejársela de percibir, ora como un ser humano de raras cualidades y virtudes, ora como un fraternal amigo de gratos compartimentos y vivencias en este rudo transitar de la existencia.

Y es por ello que el alma contrístase, aterida de la gélida ausencia de quien era «casa llena» en cada momento en que túvose la dicha de deleitarnos con su compañía. Y es eso lo que la memoria evoca con su fúlgido recuerdo en las obras de misericordia que era capaz de hacerlas silenciosamente para favorecer al desvalido, in via caritatis, dando de comer al hambriento o vistiendo al desnudo, dando de beber al sediento o consolando al triste con palabras de vida con las que encandilaba a las almas más tibias que, gracias a su fuerte espiritualidad, proyectábanse luego al mundo para resurgir cual ave fénix y recuperar el amor propio, motor indispensable de la vida.


Y el quererse y saberse seguro de su misión humanista era lo que más admirábamos en esta egregia figura de amigo sincero, para quien la lealtad era el principal atributo de su nobleza de alma y a quien disgustábanle ad summum las diarias o cotidianas hipocresías y felonías que encuéntranse, a cada paso, en este truculento escenario social donde toda sinceridad tiene cara de cinismo. Por eso, la doblez jamás estaba presente en su vigorosa personalidad y sus ojos, dulces y apacibles, así lo confirmaban cuando conversaba cual sabio anciano que tenía mucho para compartir como apóstol del servicio que lleva en sus palabras la miel que edulcora la hiel de la existencia a fin de encontrar su «sensus vero» o «sentido verdadero».


Y ante la orfandad que siéntese en estos momentos en que Javier Izco ha partido a la Casa del Padre su imagen de abuelo bonachón y fortachón reaparece rediviva rememorando -con apodíctica certeza- que la risa era el infalible remedio para las humanas dolencias que experimentamos en el sinuoso trajín del peregrinaje humano, pues a mucha honra, en medio de tantas incertidumbres, Javier era un ser con un finísimo sentido del humor a través de su bonhomía. No de otro modo era siempre jacarandoso, chistoso, a veces zahiriente y cáustico, con la exquisita ironía de quien aprendió que el humor es como una especie de «via laetitiae» o «camino de la alegría» para vivir intensamente todos los instantes que enfrentamos «in hac lacrimarum valle» o «en este valle de lágrimas».

 

Javier Izco in naturalis ordinis

Hasta el dolor más profundo que acongoja, la herida más dolorosa, la tragicomedia más espantosa o la traición más horrorosa eran paliadas con el infalible recurso de la  humorística risa con la que este cálido amigo endulzaba los momentos con él compartidos en un jolgorio de complicidades insólitas «in via fraternitatis» o «en el camino de la fraternidad» y así cualquier personaje que, ríspido y huraño, no estuviere dispuesto a sonreír terminaba seducido por las grandes habilidades de Javier para reír y gozar encontrando sentido a la existencia, a fin de saborear con entereza el plato fuerte de la más trepidante tragedia in vita nostra.


Chispeante y ocurrido, saleroso y distendido, chusco y chancero hemos de recordar in perpetuum a nuestro amigo Javier, quien ahora que ha partido a la Casa del Padre aún tendrá seguramente la donosa y festiva simpatía en el paraíso donde el Señor de la Verdad habrá llevádolo como un «ángelus lucis» o «ángel de luz» en el eterno reino de la alegría desde donde su resplandor irrádiase relampagueante a fin de sentirlo presente cual alma noble que acompáñanos en el tráfago de la existencia con sus ocurrencias, picardías, gracejos y sutilezas que evócannos a su vivificante memoria.

Ad concludendi, dígase en consecuencia que su silueta risueña y halagüeña, así como su misericordioso modus actuandi habrán de rememorarse eternamente in vita communitatis como un «exemplum vitae» o «ejemplo de vida» ad gloriam aeternam in amicitia semper amabilis inter nos.

 

Diego Demetrio Orellana

Datum Conchae, mensis octobris, die octavo supra vicesimus, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXXII, octava XXX Dominica per annum

sábado, 8 de octubre de 2022

LA CANTONIZACIÓN DEL CAÑAR EN SU CONTEXTO HISTÓRICO


 


In via lucis o En el camino de la luz, el 25 de junio de 1824 representa para Cañar su fulgurante nacimiento civil como cantón constituyendo tal fecha como su punto de llegada y de partida in historia mundi o en la historia del mundo, por cuanto para aquel entonces era ya un pueblo de fuerte identidad cultural con los aportes cañaris e incas de su pasado prehispánico y las castizas huellas de su condición mestiza, con la conquista ibérica, desde donde ha proyectádose al futuro como un pueblo libre e independiente en aras de su progreso. Ergo, en aquella luminosa fecha del 24 de junio de 1824 prodújose su cantonización. Del hecho han transcurrido 198 años y acércase su bicentenario, por lo que es menester realizar una semblanza de tan emblemático acontecimiento para la «Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador», título que el Congreso Nacional del Ecuador diérale a Cañar con fecha 26 de enero del año 2001.

Pero preguntémonos: ¿cómo diéronse los hechos para que Cañar lograra su cantonización hace casi dos siglos? Era el año de 1824 y habíamos alcanzado la definitiva independencia de la monarquía española el 24 de Mayo de 1822 con la Batalla del Pichincha, epónima gesta libertaria que es como el fulgurante climax de nuestra vida política in America meridionalis. Lo que fue la Real Audiencia de Quito pasó a llamarse el Departamento del Sur una vez que fuimos integrados a la Gran Colombia y hallándonos bajo la égida bolivariana debíamos obedecer las disposiciones que emanábanse desde Bogotá, capital grancolombina. Así pues, para reorganizar los territorios que pertenecieron a la antigua Real Audiencia de Quito, también conocida como Presidencia de Quito, la república de Colombia, de la cual su presidente era el libertador Simón Bolívar, determinó la forma en la cual todos los pueblos que hoy son parte del Ecuador y que por aquel entonces habíanse liberado del yugo ibérico debían integrarse territorialmente a Colombia. Para ello, lo mejor era crear una ley para organizar el territorio grancolombiano y el 25 de junio de 1824 expidióse la Ley de División Territorial de la República, por la cual cada uno de los pueblos liberados por Bolívar e integrados a Colombia fueron constituidos con una organización territorial que permitíales nacer a la vida civil dentro de la nueva condición libertaria alcanzada con la independencia de España.



La ley de marras comienza diciendo en el corpus de su texto ad pedem litterae/ al pie de la letra: «El Senado y Cámara de Representantes de la República de Colombia, reunidos en congreso, considerando que el territorio de la república debe tener una división regular en sus departamentos y provincias, con respecto a su extensión y población, como que conviene tanto para la fácil y pronta administración pública en todos sus ramos, de que dimana la felicidad de los pueblos».

Quid pro quo, para justificar el sentido de la expedición de la ley, en el artículo 2 consignáronse las razones por las cuales dictábase la nueva normativa. Copiámoslo in scriptis: «Que la division cómoda y proporcionada a las circunstancias locales, facilitando el despacho a los jefes y juzgados, les excusa a los pueblos dilaciones, gastos y perjuicios para las reuniones constitucionales en las elecciones primarias y asambleas electorales, para los recursos a las autoridades superiores y para el logro de la pronta y buena administración gubernativa, económica y de justicia».



Así entonces, con estos precedentes, decretóse una nueva distribución territorial para los pueblos grancolombianos integrados a la república y en el artículo 12 dispúsose la conformación del departamento del Azuay dentro del Ecuador y como parte de la república de Colombia, en los siguientes términos que copiámoslos in extenso: «El departamento del Azuay comprende las provincias: 1º de Cuenca, su capital Cuenca: 2° de Loja, su capital Loja, y 3° de Jaén de Bracamoros y Mainas, su capital Jaén».

Al determinar los territorios que comprendía el departamento del Azuay, la Ley de División Territorial de 1824 prescribió en el numeral 1 del artículo 12 que: «Los cantones de la provincia de Cuenca y sus cabeceras son: 1º Cuenca; 2° Cañar; 3º Gualaceo y 4° Girón». De esta forma quedóse determinado que Cañar era un cantón junto con Cuenca, Gualaceo y Girón dentro del Departamento del Azuay. Fiat lux/ Hágase la luz, así es como surge la partida de nacimiento civil del antiguo pueblo de San Antonio de las Reales Minas de Hatun Cañar como cantón y, a lo largo de la historia, la fecha constitutiva de la cantonización del Cañar ha considerádosela el 25 de junio de 1824. El histórico decreto fue firmado por Francisco de Paula Santander, general de la república y encargado del poder ejecutivo de la Gran Colombia en aquel 24 de junio de 1824. No obstante, 5 años luego, un informe negativo emitido desde la Gobernación de Cuenca acerca de la condición de cantón del pueblo de Cañar incidió para que el libertador Simón Bolívar derogue la disposición por la cual Cañar fue nominado cantón en 1824. Esto acaeció el 3 de septiembre de 1829, según corrobórase en varios textos históricos de la época. Un año después, en 1830, el Ecuador sepárase de la Gran Colombia y constitúyese como república independiente con la misma organización territorial que tenía al formar parte de Colombia. Cañar, para entonces, era un pueblo dependiente de Cuenca que, debido a su lejanía, ofrecía dificultades para la correcta administración de justicia y el desarrollo local, por lo que fue menester que el Estado ecuatoriano decretara nuevamente la cantonización de Cañar. Esto sucedió en la presidencia del general José María Urbina, mediante decreto ejecutivo del 8 de septiembre de 1852. No obstante, dos años después, en el mismo período presidencial, suprímese la condición de cantón de Cañar en una nueva organización territorial del Ecuador.


In stricta veritas o en estricta verdad dígase que la omnipresencia de Cuenca en la región y el constante interés de sus pobladores para sujeccionar a Cañar, en donde poseían muchos fundos y latifundios y desde donde lucraban en auspiciosos negocios agrícolas o terratenientes, fueron las razones para que este pueblo perdiera por dos ocasiones su condición cantonal, en un ambiente de incertidumbre y permanentes anhelos por constituirse en una comunidad autónoma y libérrima. Así pues, como quien persevera triunfa en el ideal vendría el día de la reivindicación in honorem libertatis. Sería entonces el presidente Gabriel García Moreno, por decreto ejecutivo del 22 de septiembre de 1871, quien otorgaría nuevamente a Cañar su condición de cantón y desde entonces así es como ha considerádoselo in patria nostra hasta los actuales días.

De lo manifestado en los precedentes parágrafos colúmbrase que hay 3 momentos de la cantonización del pueblo de Cañar mas, desde un correcto criterio histórico crítico, débense establecer los instantes acaecidos en el tiempo con su adecuado orden de prelación y, guiados desde esta perspectiva, es evidente que la Ley de División Territorial del 25 de junio de 1824 en la que determínase que Cañar es cantón perteneciente al departamento del Azuay es a todas luces el primigenio punto de arranque de la vida civil de Cañar en la bicentenaria historia de la independencia de la corona española. Los posteriores hechos son solo incidentales y no coartan la condición natalicia de Cañar como cantón en 1824, en la misma forma en que una persona no deja de llamarse como fue bautizada en la pila eclesial porque a lo largo de su existencia adjudíquensele varios apelativos, apodos o sobrenombres. Por tanto, en este año 2022 conmemóranse 198 años de la fecha en que San Antonio de las Reales Minas de Hatun Cañar nació a la vida civil como cantón.



Conviene señalar que para el año de 1824, cuando Cañar erígese como cantón dentro de la Gran Colombia, la trayectoria histórica del pueblo era formidable y justamente por ello es que el mariscal Antonio José de Sucre, quien visitó todos estas localidades de la antigua Real Audiencia de Quito para preparar la Batalla del Pichincha, conocía con apodíctica certeza la fuerte personalidad histórica de un pueblo que guardaba magnificentes vestigios arqueológicos y que era el punto neurálgico de la cultura cañari que aportaba para que la comunidad nacida en estos lares fuera portadora de signos de una milenaria identidad cultural, la cual expresábase ya en sus manifestaciones artísticas, en sus costumbres, en sus tradiciones y en su mismo modus actuandi. Todas estas razones incidieron para que Cañar fuera considerado como cantón junto con Cuenca, Gualaceo y Girón en aquél año de 1824.

Ab intra societatis o Dentro de la sociedad, nótese -desde una visión retrospectiva- la importancia que Cañar tenía para dicha época, a punto de compartir con otro asiento de vieja datación, como es Gualaceo, y con otro punto históricamente trascendente, como es Girón, la condición de pueblos de identidad propia que aglutinábanse con Cuenca en el Departamento del Azuay dentro de la Gran Colombia. Por otro lado, las condiciones geográficas de amplio valle condicionaron para que Cañar háyase forjado desde la Colonia como un pueblo que albergaba una compleja comunidad de gente aguerrida dedicada fundamentalmente a la agricultura, con patrones de influencia cultural cañari que al haberse consolidado en la hoya del Cañar demostraban a la fecha una innegable riqueza cultural cuya preponderancia era de tal magnitud para que la localidad sea justamente considerada como un cantón junto con Cuenca, Gualaceo y Girón y antes que Azogues, cuya cantonización daríase en 1825, un año después, y con los mismos anhelos de deshacerse de la omnipresencia de Cuenca, apud flumina Burgay.


Las fechas trascendentes de la historia patria deben ser conmemoradas con los fastos de la gloria para rememorar los hitos esenciales de los pueblos. Qué duda cabe que la cantonización del Cañar es, ciertamente, uno de esos luminiscentes puntos de su devenir histórico, como lo es también su creación como San Antonio de las Reales Minas de Hatun Cañar, del que dimana su origen castizo para encontrar sus peculiares rasgos del mestizaje que, in honorem veritatis, débese considerar como un verdadero hecho cultural que junto a lo cañari e inca entretejen la trilogía de identidad que hace de Cañar una capital arqueológica y cultural en donde estos tres vértices identitarios están presentes, diem per diem, como fulgurantes resplandores en el horizonte cultural de la patria ad futuram rei memoriam.


Diego Demetrio Orellana

Datum Conchae, mensis iunii, die XXV, currentis Anno Domini MMXXII.