lunes, 21 de febrero de 2011

DIEM MUNDIALEM LINGUA NOSTRA


DIEM MUNDIALEM HISPANICA LINGUA

El 21 de febrero de cada año se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna, de acuerdo con la resolución de la Conferencia General de UNESCO de 1999. La finalidad es la promoción del multilingüismo y la diversidad cultural.

El contexto histórico de esta celebración se debe a que el 21 de febrero de 1952, millares de estudiantes se manifestaban por el reconocimiento de su lengua, Bangla, como uno de los dos idiomas nacionales de la entonces Pakistán. En momentos en que la lucha era feroz fueron asesinados a tiros por la policía de Dhaka, la capital de lo que hoy es Bangladesh.

La celebración representa para nosotros, los hispanoparlantes, el DÍA MUNDIAL DEL CASTELLANO, nuestra hermosa lengua maternal y valga la oportunidad para reflexionar en el sentido de que el idioma es el vehículo comunicacional de los seres humanos en sus interrelaciones con nuestros prójimos.


Sea dicha la verdad: Los idiomas están relacionados directamente con la identidad, la integración social, la educación y el desarrollo, por lo que resultan un elemento fundamental de nuestra cultura. Conviene reflexionar entonces, in honorem lingua nostra, sobre la importancia y el significado de nuestra hermosa lengua de Castilla, la cual ha configurado un riquísimo patrimonio lingüístico en Hispanoamérica.


La lengua de Castilla tiene más de 11 siglos de historia, pues este bello idioma se fue forjando durante una época más o menos larga, en la llamada «Hispania» de los antiguos romanos. Los iniciales pasos de su formación se dieron en los siglos IX y X de la era cristiana. En efecto, los primeros escritos en idioma castellano que se conocen en el mundo son las «Glosas Emilianenses» de San Millán de la Cogolla (La Rioja, España) y los «Cartularios de Valpuesta» (Burgos), elaborados en dichos siglos; documentos que al momento son objeto de permanente discusión acerca del verdadero origen de la lengua de Castilla.

El criterio más aceptado es que el Castellano nació en La Rioja y particularmente en San Millán de la Cogolla, lugar en el que se descubrieron dichas «Glosas Emilianenses» que tanto lustre han dado a nuestro idioma, al revelarse como una lengua versátil, nacida tanto al amparo de la culta, inigualable y sempiterna lengua latina como bajo la égida preliminar del Griego.

Ad initium tertio millenio, el Castellano es hablado por más de 500 millones de personas en todo el planeta. Este hecho hace que la bella lengua de Castilla esté viviendo, cum gloria et splendor, un momento exitoso que lo encumbra como el tercer idioma más hablado de los habitantes de la Tierra, después del Chino y el Inglés.


Pero a la par de su éxito fenomenal, la lengua castellana vive asimismo un peligro de despersonalización, debido a que mucho de su pureza se pierde como consecuencia de los nefastos efectos de la globalización y los procesos de transculturación que experimentan los países latinoamericanos, en donde la influencia del Inglés atenta en contra del Castellano, in crescendo, al introducir, en el habla coloquial, términos que distorsionan la esencia de nuestro idioma maternal en un contexto en el que muchos ciudadanos han dejado la lectura como medio de formación, de afianzamiento de la identidad y de crecimiento personal.

Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, el Castellano es hoy un bien cultural del que debemos sentirnos orgullosos para protegerlo mejor en su uso colectivo. El hecho de que esta lengua, como cualquier otra, debe servir «para comunicarse» nos enfrenta a una importante realidad: hay que hacerlo adecuadamente o de lo contrario, la interrelación entre los miembros de la gran familia humana se vuelve conflictiva.

No permitamos que nuestro idioma se pierda a causa de nefastas influencias, pues dicha sea la verdad, el Castellano es un idioma vivo, enriquecido con aportes de diferentes culturas a través del tiempo. Veamos -exempli gratia- algunos ejemplos que mucho deberán de hacernos reflexionar:

Por el año 1.100 a.C. los griegos fundaron colonias en el sur de España y en la costa mediterránea. Por eso, antes de que los romanos implantaran el Latín, en algunas partes de España se hablaba griego.

Alejandro de Macedonia conquistó Grecia y el Medio Oriente. Construyó la ciudad de Alejandría en Egipto e impuso el «koiné» o griego popular, lo cual le permitió difundir el pensamiento griego y también absorber y unir las ideas de otras culturas.

El período que siguió tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) hasta la muerte de Cleopatra (30 a.C.) se conoce como «Helenismo». Durante esta época se produjeron maravillosos acontecimientos como la traducción del viejo testamento al koiné y también se popularizaron las ideas de Homero (c. VIII a.C.), Esopo (c. VI a.C.), Sócrates (470AC - 399AC), Platón (428AC - 347AC), Diógenes (404-323 a.C.), Aristóteles (385 a.C. - 322AC) y Pirrón (360-270 a.C.).

Post factum, vino el apogeo de la Roma Imperial y los antiguos romanos conquistan España, bautizándola como «Hispania». El Latín recibe -per se- una gran influencia griega. Y es que la simbiosis que habría de producirse entre estas dos culturas es algo sui generis que forjó toda una cultura propia, llamada «greco-latina» o «greco-romana».

Así entonces, a fortiori, gran parte de las palabras latinas tienen origen griego. Aunque -sea dicha la verdad- Roma venció a Grecia, la cultura y el idioma griego continuaron conviviendo a la par del Latín. Y es que los romanos eran muy perspicaces para rescatar lo bueno de una cultura y no destruirla, cada vez que un nuevo territorio caía bajo su égida.

Los romanos ocuparon todo el continente europeo e impusieron el Latín. A partir del año 325 impusieron además la religión cristiana, la cual adoptó al Latín como lengua eclesiástica, hecho que todavía pervive en la actualidad, pues la lengua latina es el idioma oficial de nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Más del 70% del Castellano viene del Latín y sobre todo del llamado Latín vulgar. De allí, la lengua de Castilla tomó los nombres de los meses, así como miles de palabras que tienen una raíz latina pura. Citaré algunos ejemplos paradigmáticos: abogado, de advocātus; candidato, de candidātus; idiota, de idiōta; ignorante, de ignōrantis; moneda, de monēta; vulgar, de vulgāris; salario, de salarĭum; médico, de medĭcus; iglesia, de ecclesĭa y trivial, de triviālis.


Los musulmanes moros ocupan España por más de 700 años (711-1492) y en este período de dominación árabe España tuvo importantes influencias culturales. Los árabes o moros -ad contrario sensu- no implantaron su idioma pero trajeron nuevas tecnologías, ciencias y organización política para la península ibérica. Por esta razón, el Castellano tiene más de 4 mil palabras tomadas del árabe, incluyendo: ajedrez, álgebra, alcohol, almohada, asesino, alcalde, café, ojalá, y zanahoria.

Por otro lado, praeter opinionem, los moros eran grandes estudiantes de la cultura griega. Así entonces, durante la invasión morisca a España, el Griego continuó influyendo al Castellano. La formación de los días de la semana y las siguientes palabras tienen origen griego: atleta, biblia, gélido, matemática, menopausia, morfina, política, programa, sarcófago, y tártaro.


Siguiendo con esta breve historia, el año 1492 es clave para nuestra hermosa lengua de Castilla. En ese año, los monarcas católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, expulsan a los moros de su última fortaleza en la ciudad de Granada y adoptan el Castellano como la lengua oficial de España. El mismo año, Antonio de Nebrija publica la primera Gramática Castellana y la lengua de Castilla adquiere preeminencia en el Reino de España finalmente unificado en la península ibérica.

Cristóbal Colón descubre América también en 1492. El descubrimiento de nuestro continente prodiga al Castellano nuevas palabras con olor a Latinoamérica. Verbi gratia: cacique, chocolate, cigarro, papa, tiza y tomate.


Viene el Renacimiento y el renovado amor a lo greco-latino introduce muchos cultismos al Castellano. Los «cultismos» son palabras introducidas por escritores y científicos para designar conceptos carentes en el lenguaje actual. Son tomados directamente del Latín o el Griego clásicos, por lo tanto no sufren las transformaciones normales de las palabras patrimoniales que también pueden llegar del Latín o del Griego, pero van cambiando fonéticamente a medida que el idioma va evolucionando.

Durante el Renacimiento, el Latín fue la «lingua franca» de Europa. Es decir, las universidades, la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, así como la diplomacia se comunicaban en Latín. Por otra parte, en esta época empieza el re-descubrimiento del «Helenismo» y las personas que aprenden de Homero, Sócrates, Platón y Esopo son consideradas cultas. De ahí, el término «cultismo». Las palabras que terminan en ia (anatomía, economía, energía, etimología, histeria, historia y mesopotamia) o también, las palabras terminadas en ica (matemática, y política) son cultismos.


En este siglo, España era «un imperio en donde no se ponía el sol» como decía el emperador Carlos V y el Castellano era una lengua de dominación. Por eso, un dicho popular subsumía tan hegémonico poder en beneficio supremo de nuestra lengua: «Habla a Dios en Castellano, a los hombres en Francés, a tu musa en Italiano, a tu lebrel en Inglés y a tu caballo en Germano». ¿Hoy, no será al revés?.... Motivo suficiente para defender a nuestra bella lengua de Castilla, usque ad sanguinis effusionem/hasta el derramamiento de sangre, si ello fuere pertinente.


En nuestro recorrido histórico por los caminos del Castellano llegamos al «Siglo de Oro» de la lengua castellana, con epónimos y geniales escritores como Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Fray Luis de León, Santa Teresa de Avila, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Fernando de Herrera, etc.


Ante tan maravillosa época de gloria hispana, las universidades españolas empiezan a favorecer al Castellano sobre el Latín y en el siglo XVIII se producen valiosos hechos. Por ejemplo, en 1713 se crea la Real Academia de la Lengua Española. Luego se publican varias obras importantes, verbi gratia: «Ortografía» (1741), «Gramática Española» (1771), y el «Diccionario Castellano con las voces de ciencias y artes» (1786).


Sin embargo, al terminar el siglo XVIII, ab initium siglo XIX, Napoleón Bonaparte se apodera de gran parte de Europa, incluyendo España, en donde instaló a su hermano José Bonaparte, tristemente célebre por su sobrenombre de «Pepe Botellas», debido a su contumaz alcoholismo.

Por esta influencia gala, del Francés nos llegan palabras tales como: bebé, bisutería, blusa, boulevard, boutique, bufet, buró, burocracia, casete, chofer, coqueta, dossier, jardín, mayonesa, pantalón, parque, sabotaje y toilette.


El siglo XIX posiciona al Castellano como una lengua estrictamente hispanoamericana, al producirse la Independencia de la Corona Ibérica y forjarse nuestros países latinoamericanos, pero en el siglo XX, en 1945, Estados Unidos llega a ser la única economía que sobrevive a la Segunda Guerra Mundial (por entrar tarde, no tener grandes conflictos bélicos en su territorio, y resultar el vencedor) y se convierte en una hegemónica potencia mundial.



Este hecho hace que Estados Unidos extienda su cultura a través de su música, la cinematografía y la tecnología. Así entonces, quid pro quo, hemos adoptado nuevas palabras como: barbecue, bikini, cocktail, fan, fuck, gay, K.O., metrosexual, nylon, O.K. RADAR, snob, S.O.S., sheriff, test, WC, whisky y yanky y tantas otras más que al momento, bien habremos de decir como el gran Horacio ante la debacle: Anima nostra meminisse horret/ Nuestra alma se horroriza al recordarlo.

Y es que tanta mala influencia de una chaupilingua como el Inglés, en el Castellano, está socavando su esencia. Por ello, en este día, 21 de febrero, recuperemos el amor propio por nuestra hermosa lengua de Castilla que derecho tiene de mejores días.

Detengamos el atropello, hablemos bien el Castellano, rescatemos el idioma, leamos, estudiemos, enseñémoslo bien a nuestros hijos, escribamos correctamente y entonces podremos dignificar a la inmortal lengua de Castilla et nunc et semper et in saecula saeculorum.

Copiosa gratia, salutem et benedictionem, dilectissime amici, viris et mulieribus, in honorem nostra admirabilis et aeternam lingua.

DIEGO DEMETRIO ORELLANA

Datum Concha, apud flumina Tomebamba, mensis februarius, die XXI, reparate salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus decimus ac primus, in Diem Mundialem Lingua Nostra.