viernes, 31 de julio de 2020

La Passiflora: una flor jesuitica y su historia en el día de San Ignacio de Loyola


«Admirabilis semper in pulcherrima natura America est/ Siempre admirable es América en la hermosa naturaleza» y, por ello, muchas de las más exóticas plantas que en el mundo han sido son nativas de este continente y crecieron gracias a la feracidad de este suelo provocando el interés y la curiosidad de naturalistas y científicos que viajaban por nuestros lares en diversos instantes de la historia catalogando singulares especies florales que hoy permanecen redivivas como inmortales legados de la naturaleza, pródiga siempre en belleza y gracias, para la humanidad entera in universa Terra.

Desde que América fue descubierta por Colón, con el equívoco criterio de que tratábase de las Indias Occidentales, diversos hombres de ciencia, muchos de ellos misioneros de la Santa Madre Iglesia, sintieron especial atracción por la flora americana. Ad exemplum, los naturalistas y botánicos que llegaron a la América del Sur extasiábanse con la prodigalidad de esta tierra como de su exuberante vegetación y en sus apasionantes expediciones descubrieron valiosos especímenes in naturalis ordinis. Algunos de estos científicos fueron ilustres jesuitas que dejaron preciosas huellas de su cientificismo como aconteció con una de las plantas más singulares que háyase descubierto in universa Terra. Referímonos a la Passiflora a la que volcaron una febricitante pasión para analizarla en tanto eran preclaros hombres de ciencia in nostra Sancta Mater Ecclesia.


Cuenta la historia que fueron algunos de los primeros misioneros jesuitas llegados a las famosas Reducciones del Paraguay y el Marañón quienes descubriéronla y bautizáronla con tan sui generis nombre en el siglo XVII, alrededor del año 1610, debido a la semejanza de algunas partes de la exótica flor con los símbolos de la Pasión de Cristo, Dominus ac Redemptor, a cuyo nombre está encomendada la orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús. In historia mundi, el término fue patentado luego por Carlos Linneo, en el año del Señor de 1753, en su famosa obra Species plantarum para nombrar a este género de plantas, de las que conócense más de 300 especies. Así entonces Passiflora es el nombre latino de la planta medicinal que en nuestra vigorosa lengua de Castilla conócesela como la «Flor de la Pasión». In via linguae/ En el camino de la lengua proviene de la expresión «flos passionis» que significa literalmente «flor del sufrimiento» o «flor de la pasión». Esta es la razón por la cual también a esta planta ha llamádosela «Pasionaria» que es otro de sus célebres nombres in historia nostra.


Mas ¿qué vieron los jesuitas en la singular flor americana? Ni más ni menos algunos elementos donde imaginaron varios de los atributos que represéntannos, ex tota claritas, a la pasión del Divino Redentor. Exempli gratia, la corona de espinas de la sacra testa del Señor, los tres clavos con los que fue crucificado, las cinco llagas que laceraron su santísimo cuerpo y las cuerdas con que atáronlo. El fruto pequeño y anaranjado de la Passiflora encierra unas semillas rojizas que los jesuitas interpretáronlas como las gotas de sangre coagulada que brotaron de las heridas de Cristo.


El continente americano fue el vasto campo donde muchas flores quedáronse como un inefable recuerdo de un maravilloso tiempo ido, la época de las famosas reducciones jesuiticas del Paraguay y el Amazonas, donde, de vehementi, los jesuitas estudiáronlas para que luego, post factum, registráranse en la Botánica ad vitam aeternam. La Passiflora investigáronla de profundis en este inmenso territorio al que evangelizaron in nomine Christi, pues el querido espacio verde era como un inmenso jardín donde el especimen florecía exótico in perpetuum.


Acuciosos observadores como fueron los misioneros jesuitas que llegaron in América meridionalis habían contemplado que esta planta a la que bautizáronla como Passiflora tiene algunos elementos de la pasión de Cristo que hállanse en el escudo de la Compañía de Jesús, el cual viéronlo intacto en la prodigiosa flor. Y aunque la imaginación de estos beneméritos jesuitas pudiere haber bordeado todo límite de exageración, si nos fijamos detenidamente en el interior de la florecilla puédese descubrir, efectivamente, que el magnificente sol de fulgurantes rayos que rodea al anagrama jesuitico «IHS», el famoso «Iesus Hominum Salvator» o «Jesús Salvador de los hombres», hállase presente en la base de la singular flor, junto a los clavos de la cruz del Señor, los cuales son también elementos esenciales del escudo de los jesuitas.


Alere flamam veritatis/ Alentando la llama de la verdad, existe una referencia italiana de un jesuita de la centuria décimo séptima -encontrada en los archivos históricos de la Compañía de Jesús- que da cuenta de la fortísima relación de la Passiflora con los intrépidos misioneros hijos de San Ignacio de Loyola. Ex integro copiámosla con su respectiva traducción castiza: «P. Enzuccio condivideva con P. Luca una grande passione per le piante e i fiori. Il suo preferito - me lo ripeteva spesso - era la PASSIFLORA, parola che significa appunto "fiore della passione". Furono proprio alcuni missionari Gesuiti in sud America a usare per la prima volta questo nome nel XVII secolo, per la somiglianza di alcune parti della pianta con i simboli della passione di Gesù, così come si ritrovano nello stemma della Compagnia: i robusti viticci ricordano la frusta con cui venne flagellato; i tre stili i chiodi; gli stami il martello; la raggiera corollina la corona di spine. Come questo fiore, oggi germogli alla vita vera, Enzuccio mio: noi vediamo solo il seme consumato che di te è rimasto fra noi, ma tutta la tua passione fiorisce adesso in Dio, nella risurrezione di ogni tua fibra d'amore. E d'ora innanzi scelgo anch'io la passiflora quale fiore simbolo del mio desiderio di essere, come te, unito a Gesù Cristo fino alla fine. Grazie, Amore mio! A presto, scricciolo possente d'un gesuita.../ El Padre Enzuccio compartía con el P. Luca una gran pasión por las plantas y las flores. Su flor preferida –me lo repetía a menudo- era la PASSIFLORA, palabra que significa ciertamente “flor de la pasión”. Fueron justamente algunos misioneros jesuitas en Sudamérica quienes utilizaron por primera vez este nombre en el siglo XVII, por la semejanza de algunas partes de esta planta con los símbolos de la pasión de Jesús, así como se lo encuentran en el escudo de la Compañía de Jesús, tal como encuéntranse en el emblema de la Compañía de Jesús: los robustos zarcillos nos recuerdan el látigo con el que fue azotado; los tres pistilos los clavos; los estambres el  martillo; la radial coronilla la corona de espinas. Como esta flor, hoy brotas a la vida verdadera, mi Enzuccio: solo vemos la semilla consumida que de ti ha permanecido entre nosotros, mas toda tu pasión florece ahora en Dios, en la resurrección de cada uno tu fibra de amor. Y de ahora en adelante elijo también yo a la Passiflora como el símbolo de mi deseo de estar como tú, unido a Jesucristo hasta el final. ¡Gracias, amor mío! Hasta pronto, una poderosa avecilla jesuita».


La planta jesuítica es como un miraculum vitae o milagro de la vida debido a sus usos medicinales para curar el nerviosismo, el insomnio o el alivio de la ansiedad. La verdad sea dicha in stricta iustitia: todavía hoy desconócese el mecanismo exacto de su ansiolítico efecto pero las investigaciones más precisas que han realizádose sobre ella señalan que la planta tiene algunos compuestos que estimulan un aumento en la producción del ácido gamma-aminobutírico o GABA (por sus siglas en inglés), en el cerebro, que es la sustancia que produce un efecto sedante suave en el tratamiento de las enfermedades del alma.

 

Aunque para los jesuitas su prístino interés fue catequético, al haber descubierto una verdadera flor de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la Passiflora fue objeto de interesante estudio científico como una de las plantas más efectivas para actuar como sedante in omnia humani generis. Qué duda cabe que esta medicinal florecilla es gloria de América Latina donde cultívase profusamente pues in natura excelsa America meridionalis admirabilis est/ en la excelsa naturaleza América del Sur es admirable sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum.


 Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, mensis Iulii, die XXXI, in solemnitate Sancte Ignatius a Loyola, primus praepositus generalis Societatis Iesu.