domingo, 20 de noviembre de 2011

UN NUEVO LIBRO DE ARTE PARA LA HISTORIA

VIRTUTEM FORMA DECORAT

El próximo día jueves 24 de noviembre del año del Señor de 2011, en el Museo Municipal de Arte Moderno «Luis Crespo Ordóñez», a las 19:00, se presentará el libro «CHALCO», obra que compendia la trayectoria artística del maestro Jorge Chalco y que ha sido preparada en los últimos meses con la intención de que este trabajo bibliográfico constituya, in veritas semper fidelis, un destacado aporte para el mundo cultural ecuatoriano.


«Virtutem forma decorat/ La belleza es el adorno de la virtud». Esta inmortal frase renacentista de profundo trasfondo grecolatino ha cimentado en la historia del arte universal la estrecha relación entre la virtud y la belleza, pues esta última es el requisito sine qua non que condiciona el amor a las obras artísticas que, de profundis, producen nuestro deleite espiritual.


Esta apodíctica afirmación recogida en el siglo XV por Leonardo da Vinci va más allá de las interminables discusiones sobre la belleza en las obras de arte, ya que nadie puede negarse al deslumbramiento que produce, sub specie instantis, el dulce encanto de un exquisito trabajo artístico a lo largo del tiempo.


Así, aquel encanto es connatural en las creaciones de los grandes artistas en todas las épocas de la historia de la humanidad y esa cualidad no podría estar jamás ausente en nuestros maestros de la plástica local que, como el artista a quien este libro está dedicado, han nacido para cosas más elevadas y se erigen como estrellas luminosas que nos guían en el horizonte cultural de nuestra nación, que ha sido in æternum un relicario de especiales manifestaciones del espíritu para gloria de la patria ecuatoriana.

La presente obra entonces es el compendio de las más interesantes creaciones artísticas de uno de los pintores cuencanos que más ha trascendido en la plástica nacional y que hoy es un referente esencial para el estudio de la historia del arte en la capital de la morlaquía. Se trata del maestro Jorge Chalco, un artista que durante la segunda mitad del siglo XX y la primera década de la vigésima primera centuria ha sido permanente noticia en los anales del arte ecuatoriano.


Dotado de especial talento para el dibujo y la pintura, Chalco ha venido entregándonos obras de gran calidad artística que sorprenden a nativitate, a cualquier espectador, debido a su gran ingenio y creatividad. En su mente se conceptúan objetos llenos de colorido que plasman paisajes oníricos y atmósferas insólitas definidas por una admirable experticia para el manejo del color y una habilidad suprema para utilizar de manera apropiada las diferentes técnicas, ora con el óleo, ora con el acrílico, ora con las tintas, la témpera y el pastel, en un proceso de creación plástica que se enmarca entre el academicismo y la abstracción y consolida una destacada trayectoria que erige al artista como un conspicuo representante de lujo de las artes plásticas nacionales.



Cuando el artista ha llegado a la edad provecta de su existencia una publicación como la que el lector tiene en sus manos es el testimonio auténtico de toda una vida consagrada al arte para crear fulgurantes trabajos nacidos para perdurar, sub specie æternitatis, en la historia de nuestra comunidad. A través de las múltiples y diversas obras de Chalco podemos percibir el itinerario de un artífice de la plástica ecuatoriana, que ha sido, ab origine, un sui generis intérprete de nuestra realidad y que desde sus iniciales devaneos en el mundo del arte supo captar, in essentia, profundas características del medio para graficar, en un contexto de ensoñación e ilusionismo, aquellas cosas sencillas que nos circunvalan y que muchas veces el público no las percibe en su real magnitud, pero que el artista las recoge para demostrar, ante nuestra mirada, la coincidencia esencial entre lo que se observa y la realidad sencilla y fidedigna de las cosas más sublimes en la humana existencia.


Y desde esta condición de privilegiado intérprete de la realidad que nos circunda, el artista ha logrado identificarse a la vez como un ser que denuncia acuciantes problemáticas que nos invaden, diem per diem, como cuando contemplamos sus obras realizadas para protestar en contra de la corrupción o aquellas que denuncian las acuciantes circunstancias de la migración.


Pero para comprender la trayectoria de nuestro artista es ineluctable considerar su talento para el dibujo, pues en él subyacen condiciones magistrales para graficar las cosas con exquisita habilidad, ya que Chalco es además un dibujante con finos atributos hacia la excelencia. Su dibujo es el punto de partida para lograr sus esplendorosas obras artísticas, pues las formas que consigue en el papel presagian, ab initio, las magníficas creaciones plásticas de su prolífica producción que corrobora el inmortal dicho latino «Finis coronat opus».


Se trata de un dibujo que no retrata tan solo la realidad que aprisiona la vista del maestro sino que le permite jugar con ella y le condiciona para asumir un ejercicio de libertad, autonomía y vuelo profundo in crescendo. De esta manera, los dibujos de Chalco son versátiles, libres, lúdicos y ensoñadores hasta crear un precioso preámbulo de sus prodigiosas y encantadoras obras.


Las técnicas en las que muestra destreza como dibujante, ya con el grafito, la sanguina, las tintas, el carbón y el carboncillo prefiguran un excepcional ambiente para liberar en sus óleos y acrílicos imaginativos y ocurridos motivos que encuentran en lo popular la razón suficiente para devenir en referentes a través de los cuales detectamos las particulares señas indelebles de nuestra realidad mágica, pura y natural desde toda perspectiva.



El artista ha logrado así que se le considere como un insigne y esclarecido representante de lo popular en las artes plásticas ecuatorianas de los últimos tiempos. Nuestra realidad es colorida por derecho propio y las características esenciales de nuestro modo de ser han de entenderse, nunc et semper, como un caleidoscopio por el que se encuentran y reencuentran sorprendentes paisajes tropicales y andinos, admirables tradiciones culturales y auténticas manifestaciones folclóricas que hacen de nuestra cultura popular un rico acervo de identidad que Chalco ha sabido captarlo en sus copiosas creaciones pro mundi beneficio.

Este entorno fue permanentemente embebido por nuestro artista y es de él de donde han surgido, de momento ad momentum, las vigorosas motivaciones que le han compelido para pintar el maravilloso mundo de los espantapájaros y los barrancos, la algarabía de nuestras fiestas populares con sus castillos, las vacas locas, las bandas de pueblo, los globos, las procesiones, el intenso perfume de los floripondios o aquellas ferias que son tan comunes en nuestro medio y en donde la gente se distrae con los shamanes o curanderos, los adivinos y los facinerosos personajes que encantan y alucinan al más despistado e imberbe ciudadano.


En esa atmósfera colorida nació la etapa artística de Chalco conocida como «lo real maravilloso» o «realismo mágico», que tanto hubo de incidir para identificarlo ad infinitum como un artista de lo popular y que devino en la plataforma desde la cual se consolidó como un auténtico y original creador de la «Atenas del Ecuador».


Confirmando que la curiosidad es la característica de una mente vigorosa, como decía Emerson, el artista no se hubo de quedar en ese extraordinario estadio de su proceso creativo. Por ello, de vehementi, en permanente búsqueda de un personal lenguaje plástico, siguió de largo su itinerario y luego de una proficua producción habrían de venir sus etapas abstractas en donde el color no perdió su vitalidad ni la capacidad ensoñadora de Chalco se amilanó para ofrecernos sorprendentes atmósferas nada figurativas, en las que inusitadas manchas abstractas dejaban volar la imaginación para explorar mundos insólitos que se introyectan per se en nuestras mentes, a fin de encontrar inimaginables cosas sólo posibles de conceptualizar en la fantasía llevada al paroxismo.


En ese escenario de ingenio y creatividad Chalco se muestra impertérrito cual experto artífice para el manejo de las técnicas y el color. Desde esta esfera se refleja no tan solo como uno de los más coloridos creadores cuencanos sino como el más interesante y disciplinado para dominar la cromática con una expresión semántica que lo ha hecho trascender como un maestro del color. Vale decir, hic et nunc, que este mérito es fenomenal si hemos de considerar que debido a su dominio para la cromática y el manejo de la materia, la abstracción fue para el artista un lenguaje desarrollado con maestría y gran profesionalismo, mientras las formas ya casi ausentes, las manchas abstractas y el intenso color guardan una excepcional armonía y equilibrio pocas veces visto en nuestros artistas plásticos.



Tal como ya lo anunciaba con la serie de sus «Vibraciones internas», el artista se revela ex professo -ante nuestra expectante mirada- como un vital exponente de las cosas más profundas que anidan en nuestro espíritu y de esta forma, sus obras abstractas son fuertes, expresivas, contundentes y explosivas como formidable es esa capacidad de asombro y de elevación espiritual para la que este ingenioso creador está condicionado en su rico mundo interior.


Y en todas estas motivaciones es obligatorio reconocer que Santa Ana de los Ríos de Cuenca ha sido su permanente fuente de inspiración. La urbe, semper amata et intemerata, de cuatro ríos cantarinos y espléndidas campiñas, de fuentes y flores, de música y poesía, de espiritualidad y belleza natural, ha sido como el fons et culmen para encontrar los motivos que llevaron al artista a crear prodigiosas obras que permanecen como un rico testimonio de su gran talento plástico.

Así, Cuenca es definitivamente il ponto di arrivo e di partenza/ el punto de llegada y de partida para tan ejemplar proceso creativo de este excelso artista que ha trascendido las fronteras patrias y que muy bien derecho tiene de perennizarse como un faro de luz esplendente para orgullo de la comunidad ecuatoriana.


Y siendo la ciudad mil veces amada el centro iluminador de su opus magna, en su última etapa de producción plástica, registrada asimismo en esta obra y desde la capital azuaya, Chalco inaugura una ruptura con su tradicional obra pictórica para retrotraerse a sí mismo y pintar escenas personalísimas a las que él llama «imágenes profundas», en donde, como todo grande creador en la edad provecta, cumple con una obligación inexorable de interrogarse a sí mismo por las cuestiones más radicales que todos los seres humanos nos hacemos cuando la vida nos exige una evaluación que justifique nuestro paso por el mundo: ¿Quis egomet sum? ¿Unde venio? ¿Quoque vado? / ¿Quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy?, preguntas ante las cuales el distinguido artista procura una respuesta desde las artes.


Así, la obra artística de Jorge Chalco desborda los límites de lo esperado y ensaya permanentemente nuevos derroteros a los que el artista no teme y los explora con esa «tranquilitas in ordinis» o «tranquilidad en el orden», condición por la que nunca pierde sus notables aptitudes de calidad y excelencia para continuar fascinándonos con nuevos estadios en los que se consagra como uno de los grandes maestros de la plástica nacional.


Es justamente en este instante de apogeo cuando el libro que presentamos a la comunidad local, nacional e internacional es como la Summa Artis de la prolífica vida artística de un egregio creador al que muchos escritores, escritoras y críticos de arte han dedicado algunos comentarios a través de su existencia, los cuales, motu proprio, el artista ha querido extraer aquí también, pues han contribuido para confirmarlo, desde el mundo de las letras, como un destacado referente para la historia del arte ecuatoriano.


El libro cuenta con un estudio introductorio surgido de la pluma de Hernán Rodríguez Castelo, quien hace un amplio análisis de la trayectoria de Jorge Chalco y ambienta, a calvo ad calvum, el despliegue de las obras más importantes realizadas en sus diversas etapas artísticas, a fin de contemplar luego sus mejores trabajos en tres secciones perfectamente definidas: pinturas, retratos y dibujos, que confirman globalmente el gran talento plástico de nuestro valioso artista. Ergo, las imágenes han sido montadas buscando siempre esa peculiar atmósfera cromática que es inherente a cada una de estas propuestas artísticas.


La I. Municipalidad de San Francisco de Quito, a través del Alcalde Augusto Barrera Guarderas, ha apoyado la publicación de esta obra en reconocimiento a la eminente labor artística del maestro, junto con la Universidad Andina «Simón Bolívar», el Banco de Guayaquil y la empresa Chevrolet, mientras el Centro Cultural Metropolitano de la capital de la república le rinde homenaje con una gran exposición retrospectiva de su obra, programada entre el 12 de marzo y el 20 de abril del año del Señor de 2012. En este contexto, el presente trabajo bibliográfico es también fruto de un esfuerzo colectivo de instituciones y personas que se han aglutinado para formar una «collegialitas affectiva» o «colegialidad afectiva» que apoya a las grandes manifestaciones del espíritu en el mundo de la cultura ecuatoriana.


Esperamos entonces, que esta publicación antológica del maestro Jorge Chalco sirva para ilustrar, cum granu salis, la primorosa travesía plástica de uno de los más célebres creadores ecuatorianos, cuyas obras están ya predestinadas a permanecer, ad perpetuam rei memoriam, como un rico legado artístico para las actuales y venideras generaciones in saecula saeculorum.

Diego Demetrio Orellana

EDITOR DE LA OBRA


Datum Concha, apud flumina Tomebamba, mensis octobris, die VII, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXI, in sollemnitate Benedicta Maria Virgo, Regina Sacratissimi Rosarii.