viernes, 2 de julio de 2021

JESUITA: PALABRA DE CURIOSO ORIGEN IN NOMINE IESU

 

In historia linguae nostrae/ En la historia de nuestra lengua, dicha sea la verdad, la palabra «JESUITA» emerge vigorosa con una potente significación semántica para nominar a cada uno de los miembros de la Compañía de Jesús, orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola. El vocablo vincúlase de profundis con el sustantivo latino «IESUS». No obstante, dígase con la necesaria alacridad mental que «jesuita» no es un apelativo surgido desde los primigenios instantes en que el instituto ignaciano nacía y nuestro Santísimo Padre Ignacio de Loyola jamás lo adoptó para sus seguidores, a quienes prefirió apellidarlos como «los compañeros de Jesús». In stricta veritas, el término jesuita no es pues una voz que hémosla de hallar en los albores de la esclarecida Compañía de Jesús pues menos encontrámosla en sus constituciones aprobadas el 27 de septiembre de 1540 por el Santo Padre Paulo, por la Divina Providencia Papa III.



In historia Societatis Iesu/ En la historia de la Compañía de Jesús, a sus integrantes llamábaselos de variadas formas durante los primeros tiempos de la Orden. Ad exemplum, algunos decíanles «iñiguistas», al vinculárselos con San Ignacio, por cuanto él era Íñigo López de Loyola en la vida del siglo; otros apellidábanlos como «papistas» a causa de la suma veneración que los beneméritos padres de la Compañía de Jesús tienen por el Santo Padre, a quien profesan un peculiar voto de incondicional obediencia. In diebus illis/ En aquellos días, también llamábaselos como «sacerdotes reformados» a causa de que en las constituciones de la Compañía San Ignacio dispuso que sus integrantes no podían cantar en el coro como hacíanlo los clérigos regulares de otros institutos, lo que constituía per se una reforma al modus actuandi de los curas renacentistas.

Gaetano de Tiene

En la Contrarreforma, no obstante, algunos fieles confundían a los jesuitas con los padres teatinos, miembros de una Orden que habíase fundado en el año del Señor de 1524 por Gaetano de Tiene y el cardenal Juan Pedro Caraffa, futuro Paulo IV. Conócese, a la vez, que en Portugal llamábaselos como «apóstoles» quizás en consideración de que su ministerio pastoral era reformista para vivir la apostólica condición de los primeros seguidores de Nuestro Señor Jesucristo, pastor bonus et fidelis, en la ignaciana conceptualización de que el instituto era la «MÍNIMA COMPAÑÍA DE JESÚS» para San Ignacio y los primeros integrantes de la Orden.

San Ignacio de Loyola, secundum Pieter Paul Rubens

En nuestra mirífica lengua de Castilla, a través de las centurias, acuñóse un patronímico derivado de San Ignacio para nombrar a los hijos de tan benemérito y excelso padre. Ergo, como «ignaciano» ha identificádose al jesuita ab intra ecclesiae. Hablando con acrimonia trátase de un patronímico de profunda significación, aunque su uso no haya pervivido ex professo para nominar a los miembros de la Compañía de Jesús sino para señalar a las cosas que derívanse de las enseñanzas de San Ignacio. Por eso dícese, verbi gratia, el «pensamiento ignaciano», la «espiritualidad ignaciana», el «discernimiento ignaciano», el «año ignaciano» o los «ex alumnos ignacianos», en tanto llámanse «colaboradores ignacianos» a las personas que trabajan en la Compañía de Jesús.

San Pedro Canisio


In via veritatis/ En el camino de la verdad, huelga indicar que el término «JESUITA» surgió mas bien con una peyorativa connotación in historia Ecclesiae. Así, en el año del Señor de 1545, San Pedro Canisio, desde Colonia, escribía una muy interesante anécdota sobre el surgimiento de la palabra «JESUITA», a modo de desdén, en Austria y Alemania. Leamos lo pertinente en una histórica misiva que el egregio santo dirigió al reverendissime pater Pedro Fabro, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, hoy beato in Sancta Romana Ecclesia: «…Nosotros seguimos llevando adelante los trabajos de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso nos llaman ‘jesuitas’…». In historia mundi, con el pasar de los tiempos, ésta fue pues la palabra que habiendo nacido como un apodo impúsose para identificar a los miembros de la Compañía de Jesús en todo el planeta quizás gracias a su ingénita filiación con el santísimo nombre de Jesús.


In via curiositatis, la evolución semántica del término «JESUITA» ha sido de atractivo interés en la historia de la lengua de Castilla y de todos los idiomas del orbe terrestre, pues el apodo surgido en los germánicos sitios de Austria y Alemania adquirió otras connotaciones, debido a que los jesuitas, a causa de sus paladinas labores apostólicas, han sido seres controversiales in mundum universum, derivándose las siguientes tres acepciones lingüísticas, de las cuales las dos últimas son ciertamente non gratas para la Compañía de Jesús, a lo largo de los siglos:

1. La designación de los miembros de la Compañía de Jesús

2. La acepción de «JESUITA› como «fanático» en injusta alusión a la tenacidad y el apasionamiento de los hijos de Ignacio de Loyola para defender las verdades esenciales de nuestra santa fe católica frente al terrorífico jansenismo.

3. La consideración de «JESUITA› como sinónimo de «astuto» e «hipócrita», en el Siglo de las Luces, cuando las monarquías absolutistas de Francia, España y Portugal decretaron la expulsión de los hijos de Ignacio de Loyola de todas sus colonias, en la aviesa persecución orquestada en contra de ellos como si fuesen individuos de una espeluznante peligrosidad, lo que devino en estas peyorativas acepciones que han desprestigiado a los padres de la Compañía de Jesús, con el trajinar de los siglos. La razón para que la nominación de «jesuita» adquiriese estas horripilantes connotaciones débese a un truculento hecho en el Iluminismo, cuando la persecución a los jesuitas buscaba exterminarlos de la faz de la Tierra. Referímonos a la aparición de las famosas «Monitas Secretas» de la Compañía de Jesús, apócrifo documento falsariamente atribuido a los miembros de la Orden religiosa a fin de presentarlos como individuos que actuaban con una serie de reglas para deambular por el mundo adquiriendo riquezas materiales, apropiándose de los bienes de las viudas ricas y dirigiendo la educación de los príncipes y reyes para buscar en todo lugar en donde establecíanse inicuos peltrechos, prebendas y canonjías. 



Para ello, supuestamente las «Monitas secretas», que en la lengua de Castilla tradúcense como «Instrucciones secretas», instruían a los jesuitas para actuar como seres hipócritas en su trato con las personas. In vita communitatis/ En la vida de la comunidad, estas acusaciones hicieron mucho daño a los sacerdotes de la Compañía de Jesús, víctimas de infames calumnias, ácidas filípicas, atronadores ditirambos y rocambolescos dicterios tanto como malquerientes enjundias e infundios, siendo desde aquellos malvados tiempos del siglo XVIII que los hijos de San Ignacio de Loyola han considerádose injustamente como seres de doble cara, «de frente filo y de filo nada», como dice el sempiterno dicho de nuestra incomparable lengua de Castilla. Así, hasta hoy el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) prescribe infortunadamente como dos de las acepciones de la palabra «JESUITA» a «hipócrita» y «taimado» mientras define al término «jesuítico», para referirse al comportamiento humano, con las acepciones de «hipócrita» y «disimulado» pues los malignos enemigos de la Compañía de Jesús llegaron a presentar a los jesuitas como pérfidos y zainos, lo cual subsiste desgraciadamente, como acábase de leerlo, en el Diccionario de la Lengua Española.

San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas

Pero las palabras perduran in aeternum más por su precisión semántica que por los circunstanciales sucesos de la historia y las masas apropiáronse de la palabra «JESUITA» porque los católicos encontráronla más idónea para designar a un miembro de la Compañía de Jesús. Quid pro quo, así es como el término «JESUITA» extendióse urbi et orbi hasta que el vocablo aceptárase por la Compañía de Jesús para nominar a los miembros de su instituto y adjetivar a todas las cosas que derívanse de su apostólica labor. Es por ello que dícese a similis «espiritualidad jesuita», «exalumnos jesuitas», «parroquias jesuitas», «tradiciones jesuitas», etc. Del mismo vocablo devino el adjetivo «jesuítico» para nombrar a las cosas que imbrícanse dentro de las actividades pastorales de la Compañía de Jesús; verbi gratia: «reducciones jesuíticas», «misiones jesuíticas», «pedagogía jesuítica», etc. Igual aconteció con la expresión «jesuitismo» para indicar el movimiento, doctrina o actividad de los jesuitas.


In historia nostra, dentro del Ecuador, in America meridionalis, un histórico hecho que vincúlase con la vida del presidente Gabriel García Moreno grafícanos, ex tota claritas, la fuerte connotación semántica de la palabra «jesuita» cuando la gente, al mirar la vehemente filiación garciana con la Compañía de Jesús, apodó al presidente mártir, gran benefactor de la Orden, como el «jesuita con casaca». Pero la anécdota no es completa sin que asevérese que el propio García Moreno, convencido de su jesuitismo, un día del año del Señor de 1870 escribió de sí mismo: «No faltará quien me llame fanático o jesuita… No importa. Soy católico y me glorío de serlo. Amo sinceramente a mi patria y creo en el deber de contribuir a su dicha. Así, por mis sentimientos de patriotismo y por mis ideas religiosas, creo en la imperiosa necesidad de civilización que tiene mi país». 

García Moreno y los jesuitas in quitense urbe

Y con su despampanante confesión hízonos columbrar cuánto vinculábales a los beneméritos padres jesuitas como intrépidos cooperadores de la civilización in nostra Sancta Mater Ecclesia.

Los primeros jesuitas in Societate Iesu

Ergo, ad concludendi, dígase que «JESUITA» surgió de la lingua latina, donde «Iesu» o «Iesus» fue la primigenia fuente para dar origen a la «Societas Iesu» o «Compañía de Jesús», siendo de la palabra «IESUS», ciertamente, que derivóse el término «JESUITA» como identificación de cada uno de los miembros de la celebérrima Orden religiosa, aunque en los tiempos de San Pedro Canisio su uso tuvo un sentido de befa o desdén. Así entonces, desde la lengua de Castilla y el portugués, donde decimos «JESUITA›, los diversos idiomas del mundo han traducido al inmortal término en «GESUITA› para el italiano y «JESUIT› para el francés, alemán e inglés, siendo hoy el nominativo por el que los hijos de San Ignacio de Loyola son llamados así como una derivación de «SOCIETAS JESU› o «COMPAÑÍA DE JESÚS› desde la mater lingua latina a la universal lengua anglófona de tronco céltico in universa terra.

La conversión de San Ignacio


In via claritatis/ en el camino de la claridad, hemos tratado de recorrer un sugestivo periplo informativo para graficar el expreso «sensus vero› o «verdadero sentido› de un centenario término que pervive redivivo, in perpetuum, en el «AÑO JUBILAR IGNACIANO» convocado desde el pasado mayo de 2021 a fin de conmemorar el V CENTENARIO DE LA CONVERSIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA luego de caer herido en la cruenta batalla de Pamplona el 20 de mayo del año del Señor de 1521 ad maiorem Dei gloriam semper in nostra Sancta Romana Ecclesia et in honorem Christi, Pontifex fidelis et misericors ómnibus nobis.

OMNIA AD MAIOREM DEI GLORIAM

 

Diego Demetrio Orellana

Datum Conchae, mensis Iulii, die trigentessimus ac primus, currentis Anno Domini MMXXI, in solemnitate Sancte Ignatius a Loyola, primus praepositus generalis Societatis Iesu ad gloriam Christi et super omnia in honorem historiae.