domingo, 19 de abril de 2009

ERRORES HISTÓRICOS DEL II LIBRO DE ORO DE CUENCA

Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Ecuador, Julio 11 del año del Señor de 2007
In honorem Concha et Veritatis splendor cum cordis affectu

Ing. Marcelo Cabrera Palacios
ALCALDE DE CUENCA
Ciudad

De mi consideración:

«Quam admirationem in cordibus nostris concitare debet quod fecerit cum Secundus Conchensis Liber Aureo/Cuánta admiración en nuestros corazones debe concitar lo que hicieron con el Segundo Libro de Oro de Cuenca»

Como es de su conocimiento, Señor Burgomaestre, la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca acaba de celebrar 450 años de su fundación española y el Municipio cuencano que usted preside, con este motivo, ha puesto en circulación el Segundo «Libro de Oro» de la urbe patrimonial.

La edición debería prestigiar a su administración municipal, pues se trata de una lujosa y trascendental publicación de 400 páginas, con interesantes estudios sobre la historia, las artes plásticas, la literatura, la salud, el folklor, el desarrollo, la gastronomía, el deporte, la cultura y la economía de la ciudad. En efecto, los diferentes análisis, de distinguidos cuencanos y cuencanas, de nacimiento y adopción, nos muestran un amplio abanico de diversas facetas de la morlaquía, aunque -sea dicha la verdad- es notoria y lamentable la ausencia de algunos capítulos que se les olvidaron a los responsables del libro y que hubieren mostrado el desarrollo de las artes escénicas, la filosofía y la música cuencanas, características que juntas son también, parte esencial de la cultura local, mientras que la mayoría de los análisis publicados tienen el peligro de convertirse en visiones estáticas que presentan a la ciudad como un espacio museístico y no a una urbe en constante movimiento y vida plena.

No obstante, exceptis excipiendis, aunque la obra es digna de Cuenca, resulta gravísimo comprobar que en su preparación se haya olvidado de que se trata de un libro histórico en el que se debían de cuidar hasta los mínimos detalles para que sea una publicación pro mundi beneficio. Es deplorable, por ello, que en el «Libro de Oro» se hayan cometido serios errores y dislates que, en honor a la ciudad y su historia y por consideración a su prestigio, debían haberse corregido antes de publicar tan interesante volumen. Mucho más, a fortiori, cuando se sabe que la Municipalidad de Cuenca firmó un contrato de 180.000 dólares con Librimundi, para la edición de este lujoso libro. Ergo, es pues, entonces, dinero público que debía cuidarse con sumo tino y meticulosidad.

Señor Alcalde: No quiero ser objeto de malas interpretaciones por las cosas que escribo en la presente comunicación. Por eso, me siento compelido a manifestar que dos son los motivos superlativos que me obligan a no quedarme callado frente al «Libro de Oro». En primer lugar, mi profunda veneración a la verdad, considerada desde siempre como fons et culmen omnia historica investigationis/ fuente y culmen de toda investigación histórica. En segundo lugar, el respeto que profeso a nuestros conciudadanos, a quienes tengo la obligación de servirles desde la pluma. Más allá de eso, existe en mí, varias razones vinculantes que exornan mi decisión de escribir estas líneas y tienen que ver con mi gran amor a Cuenca, mi acendrado espíritu cívico y mi ánimo constructivo para formular una observación o crítica respecto de un libro trascendente.

Por eso, como ciudadano y escritor cuencano y en defensa del idioma castellano y de la Historia, me permito señalar con sincero -ánimus corrigendi/ intención de corregir- algunas de las cosas que considero importante destacar del Segundo «Libro de Oro» de Cuenca para que Usted, señor burgomaestre cuencano, sepa tomar las medidas más adecuadas para sancionar –ipso facto- a los responsables de las graves equivocaciones encontradas en esta publicación de tanto interés, pues debido a estos atropellos se está echando a la borda el prestigio de Cuenca y sobre todo, el de su administración ejecutiva municipal.

Así entonces, de entre las múltiples incorrecciones, permítame detallar -con indignación ciudadana- los crasos errores de este monumental libro:

a) En la mayoría de los saludos que hacen a Cuenca las principales autoridades de la ciudad y el país, junto al Alcalde de Cuenca de España y el Embajador de dicho país en el Ecuador, al parecer, no se tuvo la precaución de corregir los textos enviados por aquellos personajes, lo cual atenta contra el idioma castellano por un lado y produce una mala imagen de los funcionarios que enviaron sus parabienes a la ciudad.

Casi en todos estos saludos –ex admirationem- los agravios contra la lengua castellana dejan mucho que desear pero –ab uno disce omnes- para muestra, destaco un ejemplo de la página 27, correspondiente a una lamentable falta gramatical en el saludo del Alcalde de Quito; en donde, en el último parágrafo, puede leerse: «...Finalmente, invoco al pueblo de Cuenca a continuar con optimismo, esperanza y alegría, luchando sin descanso para superar los obstáculos con valor y energía, continuar en la construcción de un futuro de prosperidad y progreso, solidaridad y democracia».

En la nota transcrita, ad litteram, es evidente la falta de unidad sintáctica y semántica entre las dos ideas del General Paco Moncayo Gallegos; pero, a la correctora de estilo de la obra, la señora Paulina Rodríguez, no se le ocurrió siquiera que para solucionar el problema aludido era menester añadir ciertas palabras de enlace (como por ejemplo, la preposición «para» o una cláusula preposicional con las palabras: «a fin de») para dar coherencia a las dos ideas señaladas ut supra.

Si se hacía esta corrección, el saludo del Alcalde capitalino quedaba perfecto. Leamos entonces, otra vez, de verbo ad verbum, el texto del burgomaestre quiteño y notemos la diferencia, una vez realizada la corrección de estilo pertinente: «...Finalmente, invoco al pueblo de Cuenca a continuar con optimismo, esperanza y alegría, luchando sin descanso para superar los obstáculos con valor y energía, a fin de continuar en la construcción de un futuro de prosperidad y progreso, solidaridad y democracia».

b) En la página 15, en el saludo correspondiente al Presidente Rafael Correa Delgado, puede leerse –ad pedem litterae/ al pie de la letra- la transcripción literal de una parte del discurso que el Primer Mandatario dedicó a Cuenca, el pasado 12 de abril, en la Sesión de Cabildo de ese día, por lo que; en mi opinión, se puede inferir que los autores de la publicación, transformaron –ad arbitrium- un extracto del discurso presidencial referido, en un saludo para el «Libro de Oro». ¿Conocerá este particular el Señor Presidente Constitucional de la República; quien, seguramente habría escrito, sin problemas, un específico saludo para el «Libro de Oro» si es que se lo pedían, ex profeso, en vez de transcribir –mutatis, mutandis- parte de su discurso del 12 de abril?

c) El Libro de Oro contiene, ab initium, unas bellas fotografías antiguas de la ciudad, en las cuales se han cometido terribles atentados en contra de la Historia en los textos de los pies de foto que las ilustran, textos en donde, para colmo, existen -ad absurdum- tanto horrorosas faltas de ortografía como errores sintácticos y semánticos. Más allá de eso, dichas notas coadyuvan para establecer inauditas contradicciones como las siguientes:

1. En la página 37, existe una hermosa fotografía de la ciudad, cuyo pie de foto dice: «El Parque Calderón, cerca de celebrarse el IV Centenario de la Fundación de Cuenca (1930)». Sin embargo, ad contrari sensu, el IV Centenario fue en 1957, o sea 27 años después de la fecha supuesta de dicha foto. ¿Cómo calcularon el tiempo los responsables del «Libro de Oro» para decir que 27 años es un período cercano en relación con la foto de marras? Por otro lado, contra veritas, el texto miente con audacia suprema, pues esa fotografía jamás pudo ser tomada en 1930, ya que en ella se pueden apreciar algunos detalles del Parque Abdón Calderón, que según datos históricos fidedignos, son pertenecientes a la década de 1950. Así entonces, el Parque no tiene las verjas antiguas que fueron eliminadas en los años 50; además, exempli gratia, en la foto existe un árbol de Ficus, el cual se encontraba frente al frontis de la Catedral de la Inmaculada Concepción y según el Ingeniero Ernesto Lobato, funcionario municipal y experto botánico de la urbe, fue sembrado por su padre, Nicanor Lobato, en 1935, cinco años después de la fecha que se indica en el pie de foto respectivo.

2. En la misma página 37 se aprecia una foto central, en cuyo pie se consigna: «El Parque Calderón el 3 de noviembre de 1930, ese día se depositaron ofrendas florales en el monumento a la Libertad». Si se analiza la fotografía se observará que al fondo del Parque Central de Cuenca, en la esquina de las hoy llamadas calles Luis Cordero y Mariscal Sucre, se encuentra la casa que perteneció al liberal cuencano, Arsenio Ullauri, una vieja edificación existente antes de la construcción del actual edificio de la Corte Superior de Justicia de Cuenca, en 1918. Por lo tanto, dicha fotografía nunca podría corresponder a 1930, como señala el singular pie de foto, pues para esta fecha, la edificación que hoy ocupa la Corte de Justicia ya estaba prácticamente concluida como sede de la Universidad de Cuenca. Por otro lado, comparando las dos imágenes de la página 37 que acabamos de analizar, puede notarse la falta de lógica cuando se dice, en los respectivos textos, que ambas fueron tomadas en 1930. Por lo tanto, debemos columbrar que los coordinadores del «Libro de Oro» han actuado con irresponsabilidad, quod erat demonstratum/ como queda demostrado.

3. En la página 38, existen dos fotografías de la Plaza de San Francisco, en donde las contradicciones son inaceptables. En la primera, su pie de foto dice: «La Plaza Ramírez Dávalos en la década de los años 40». En la segunda, el pie de foto consigna: «El mercado de la Plaza Ramírez Dávalos hacia 1940». No obstante, la diferencia de las dos fotografías es notoria pues en la primera se pueden apreciar, en la llamada Calle de San Francisco, algunas edificaciones que fueron construidas después de la década de 1950. Esto hace inferir, cum horribilis contradictionem, que ninguna de las dos fotos corresponde a la década de 1940.

4. En la página 39 se encuentra una fotografía, la cual tiene el siguiente texto: «El Parque Calderón en 1944. Obsérvase al fondo la Catedral Nueva todavía inconclusa», mientras que, en la página 43, existe otra foto del Parque Calderón, en la que se lee: «La catedral a fines de los años 40». Si comparamos las dos fotografías puede notarse que, en la primera, supuestamente en 1944, apenas está construida la cúpula de la Catedral de la Inmaculada que mira hacia la calle Padre Aguirre, mientras que, en la segunda fotografía, presuntamente a poquísimos años de la primera, las 3 cúpulas del templo catedralicio están ya levantadas, las dos torres delanteras tienen ya su tamaño actual, el municipio se encuentra en construcción, el Parque Calderón ya no tiene sus antiguas y tradicionales verjas y el Ficus de la esquina de la Sucre y Benigno Malo tiene un tamaño de un árbol de 20 años. Alere flamam veritatis/ Alentando la llama de la verdad, debemos decir que si consideramos que las verjas del parque se derribaron en la década de 1950, que el Ficus se sembró en 1935 y sólo podía estar en ese estado hacia 1955 y que el Municipio estaba en construcción después del año 1955, obviamente que la segunda foto se contradice con la primera, pues jamás podría haber sido tomada en la década de 1940 como dice la singular nota que la ilustra.

5. Pero hay otra sorpresa digna de admirabilis et ineffabilis contradictionem: En la página 46 se aprecia una imagen del Monasterio del Carmen de la Asunción con el texto siguiente: «Vista lateral del Monasterio del Carmen hacia 1940, al fondo la catedral en construcción». Sin embargo, en esta fotografía no existe la cúpula trasera de la Catedral de la Inmaculada, cúpula que ya estaba construida hacia el año 1940. La contradicción es terrible, al grado de la estupefacción, cuando en otra foto de Cuenca, de la página 39 inferior, se puede leer: «El estado en que se encontraba la Catedral Nueva en 1933» y aquí se aprecia completamente levantada la cúpula posterior del templo catedralicio hacia la calle Padre Aguirre. ¿Cómo es posible entender que, según la primera fotografía, en 1940, no existía la cúpula trasera de la Catedral de Inmaculada Concepción, mientras que en 1933, 7 años antes, sí existía dicha cúpula, según la imagen inferior de la página 39? Muy bien podríamos decir entonces: Res ipsa loquitur, sed ¿quid in infernos dicit?... / La cosa habla por sí mismo, pero ¿qué infiernos dice?...

Anima nostra meminisse horret/ Nuestra alma se horroriza al recordarlo: De lo dicho se concluye, prima facie, que hay una discordancia evidente entre estas dos fotos y la primera no corresponde a 1940, mientras que, en la segunda, no hay certeza clara de que pueda ser en efecto, del año 1933, si nos hemos de atener a la estricta verdad histórica. ¿No se podría decir, con la necesaria alacridad mental, que los responsables del «Libro de Oro», al actuar de esta manera, ni siquiera hicieron uso de la lógica aristotélica como tampoco del sensus comunis o sentido común, lo cual evidencia que estos personajes no sólo son audaces sino sobre todo, adolecen de necedad e inopia supina y tenebrosa? En consecuencia, Señor Alcalde, se puede manifestar, al observar estas dos fotografías, que quienes estaban a cargo del «Libro de Oro» han osado contravenir uno de los cuatro principios fundamentales de la Lógica, el principio de contradicción, cuyo corolario afirma: «Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto».

6. Es increíble cómo los responsables del «Libro de Oro» no pueden ver las cosas evidentes e incurren, con ligereza o liviandad, en insólitas contradicciones. «Oculos habent et non videbunt.../Ojos tienen y no ven...». Por esta razón, hay otro atropello en contra de la Lógica y de la Historia en la página 55, en donde se encuentra una fotografía cuya nota explicativa dice: «Puente de la Escalinata en 1950» pero, ad absurdum, esta foto se contradice con otra de la página 34, la cual tiene un texto que señala: «El Tomebamba desde el aire, 1950». Aunque, según los que estuvieron a cargo del «Libro de Oro», las dos fotos son tomadas en el año de 1950, la mentira se descubre «in fraganti» nada más al compararlas, pues en la página 34 se aprecia bien el Puente «Mariano Moreno» o también llamado, Puente de la Escalinata, pero en el mismo no existen unos postes de luz eléctrica que se notan claramente en la fotografía de la página 55 y también, en dicha foja 34 no está todavía construido el edificio del CIDAP, casa que, en cambio, se encuentra totalmente edificada en la foto de la página 55, en que además se evidencia que la escalinata ya no es la misma de aquella constante en la 34. De lo dicho se comprueba que la fotografía reproducida en la hoja 55 no es del año 1950 y quedan claras dudas del año al que corresponde su contraria.

7. Oh quam tristis et afflictis/ Oh cuán tristes y afligidos deberíamos estar todos pues las contradicciones no cesan y los atentados en contra de la Historia tampoco terminan allí... Por eso, en la página 57 se encuentra una fotografía inferior con una nota sui géneris: «Sectores populares en la fiesta de la Coronación en el sector del Barranco (c.1935)». Observada la imagen, se puede corroborar que se trata de la gran procesión de la Coronación de la Morenica del Rosario, taumaturga virgen que recorrió el Puente del Centenario y la Avenida Solano para la histórica ceremonia, pero dicho acto apoteósico ocurrió el 8 de diciembre de 1933 y fue uno de los hechos más trascendentales de la morlaquía, razón por la cual, la fotografía aludida tiene un texto que atenta en contra de la historia citadina.

8. Existen otras fotografías antiguas de la ciudad cuyas notas dejan mucho que desear por la falta de precisión de la que adolecen. Por ejemplo; en la página 48 existe un texto que señala: «Calle Bolívar según foto tomada en 1931»; en la página 49 se dice: «Calle del centro, 1950»; en la página 49 encontramos también debajo de otra foto: «Portal, 1973» pero no dice dónde; en las páginas 60 y 61 se muestran dos fotografías con las siguientes indicaciones: «Tejedora, 1973» y «Alfarero, 1973». Como las imprecisiones son de tal magnitud en todo el libro, causa mucha duda que los textos de estas gráficas sean verídicos.

d) Mas, como si esto fuera poco, al final del libro se encuentra una serie de fotografías modernas de la Cuenca del tercer milenio, fotos que artísticamente son valiosas y nada se puede decir en contra de ellas. In via veritatem ad inquirendam/ Caminando en busca de la verdad, se habrá de decir que no obstante, en los textos que ilustran estas hermosas imágenes también se pueden apreciar faltas ortográficas, errores de concordancia, redundancias horrorosas y atentados a la semántica y la sintaxis que producen inclusive, fallas de redacción, más allá de que los textos tienen serias contradicciones con las gráficas a las que acompañan o, en ciertos casos, existen fotografías que ni siquiera llevan un pie de foto que las explicite.

e) Indocti discant et ament meminisse periti/ Aprendan los ignorantes y gusten recordar los doctos. Con este epígrafe que solía escribirse, antaño, en las obras didácticas, quiero señalar que; por ejemplo, en la página 237, la misma presentación de esta bella sección gráfica prostituye la lengua castellana con una vergonzosa redundancia, cuando dice: «Estas páginas contienen una galería de imágenes sorprendentes de una ciudad sorprendente...». Lo que deberíamos mas bien manifestar es que resulta «sorprendente» la forma irresponsable de redactar una sencilla cosa para un libro trascendente de la ciudad «Atenas del Ecuador» y «Patrimonio Cultural de la Humanidad».

f) Más abajo, los responsables del «Libro del Oro» hablan de Cuenca y dicen de ella, refiriéndose a la amplia sección de imágenes modernas que la obra despliega: «...facetas alucinantes de esta gema terrígena de barro y piedra». Esta frase es como un monumento a la estulticia y constituye, per se, un homenaje al absurdo y un insulto al castellano. ¿Qué es una gema terrígena de barro y piedra?... Es sorprendente, ad summum, cómo los autores de esta barbaridad demuestran que desconocen el significado de la palabra castellana «gema».

Para entender entonces, cómo configuraron el absurdo, es menester indicar que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana (DRAE), «gema es el nombre genérico de las piedras preciosas, principalmente de las orientales». También, «es la yema de los vegetales o la parte de un madero escuadrado, donde, por la escasez de dimensiones, ha quedado parte de la corteza».

Ahora bien, ¿Qué es terrígeno? Según el DRAE, este adjetivo calificativo castellano significa «nacido de la tierra». Entonces, en conclusión, «gema terrígena de barro y piedra» es una expresión absurda, sin sentido e imposible de formar, ni siquiera con sentido figurado, si se ha de considerar –in stricto sensu- el significado preciso de estas palabras castellanas.

«Abyssus abyssum invocat/ El abismo llama al abismo», decía el Rey David para indicar que una falta acarrea a otra y por eso, si con absoluto desconocimiento del significado de las palabras se fueron a crear una frase absurda, los coordinadores del «Libro de Oro» están atropellando a nuestra lengua de Castilla a niveles de la blasfemia. Y si todavía, a más de ello, los autores de estas cosas bárbaras, para referirse a Cuenca, hablan de «facetas alucinantes de esta gema terrígena de barro y piedra» están configurando el «absurdo más absurdo» que podría alguna vez imaginarse.

Qué duda cabe, Señor Alcalde, los encargados del «Libro de Oro» deben haber estado con facetas alucinantes y bastante alucinados para escribir semejantes barbaridades, propias de quienes nunca han accedido al conocimiento. Repitamos entonces, la célebre cita de los antiguos libros didácticos: «Indocti discant et ament meminisse periti/ Aprendan los ignorantes y gusten recordar los doctos».

g) Y así entonces, las discordancias continúan ad infinitum. Verbi gratia, en la página 281 hay una foto con la siguiente nota: «Cara posterior de la iglesia de San Blas, un templo fuertemente personalizado». ¿Qué significa eso? ¿Se habrá querido decir, quizás: templo con fuerte personalidad? Pero si ese fuera el caso, ¿la dicha iglesia de veras la tiene?...

h) En la página 290 constan dos fotografías con un pequeño ventanal circular del templo del Corazón de Jesús y el rosetón de la antigua iglesia del Sagrario o Catedral Vieja y en el texto se lee: «Rosetones, elementos arquitectónicos de origen gótico o románico, encuentran en Cuenca su propia expresión». La redacción de la nota debería tener sentido con las fotografías a las que acompaña; pero, según se ve, los responsables del «Libro de Oro» no conocen lo que es un rosetón que encuentra su propia expresión en determinado sitio. ¿Acaso no hubiese sido mejor, para graficar el sentido lato del texto, mostrar los destacables rosetones de la Catedral de la Inmaculada que sí tienen una propia expresión románica o gótica, dadas las sui generis características arquitectónicas con que fueron construidos?

i) Mientras tanto, en la página 308 apreciamos una fotografía de la iglesia del Buen Pastor y la antigua Escuela «Manuela Cañizares» y en el texto que la ilustra dice: «Vista lateral del Buen Pastor, muestra de una arquitectura ascética y austera». ¿Desde cuándo la antigua Escuela «Manuela Cañizares», local en donde también funcionó el Colegio «Herlinda Toral» ha tenido una arquitectura ascética si esa edificación nunca fue un monasterio?... ¡Ad summum, se trata de una arquitectura austera pero jamás ascética!

j) Arrectis auribus/ Con oídos atentos, si queremos un burdo ejemplo de redundancia, he aquí el siguiente: En la misma página 308, inferior, se puede leer esta anotación para ilustrar un dueto de fotografías preciosas reproducidas en la 309: «Dos templos de distintas épocas y distintos gustos, la moderna basílica de la Santísima Trinidad y la tradicional de San Sebastián, logran efectos similares con la iluminación». Mas resulta que, dejando al lado la afrentosa redundancia, la redacción es farragosa en grado sumo, pues los templos no logran efectos con la iluminación sino al revés: la luz produce efectos en las iglesias, mientras que se les olvidó considerar que San Sebastián no es una basílica.

k) Continuando con el análisis de la redacción farragosa de muchos pies de fotos, habremos de decir también que los responsables del «Libro de Oro» no sólo se quedan allí con su habitual lenguaje abstruso e ilógico sino que, además, semper contra hispania lingua, llegan a crear textos supuestamente poéticos, sin tener condiciones para hacerlo, o afirmaciones con verdades de perogrullo como la siguiente, en la página 379, en donde, para ilustrar una foto de jóvenes de la morlaquía que pintan en el atrio de la iglesia de San Sebastián, escribieron: «El futuro llegará indetenible». No faltaba más... ¡Qué gran descubrimiento!

l) En la página 370 encontramos una gráfica del Río Tomebamba, en cuyo pie de foto se lee: «Las riberas también se poblaron de eucaliptos, planta forastera venida de Australia, pero que hoy nos parece insustituible en el paisaje de la región». Sin embargo, si observamos con detenimiento a los árboles allí fotografiados, al contraluz que produce el crepúsculo, no se trata de eucaliptos, la mayoría de ejemplares allí constantes son urapanes. ¡Oh Sancta Simplicitas! / ¡Oh Santa Simplicidad! diré ante este imperdonable despiste o desconocimiento supino y tenebroso.

m) Las imprecisiones de ciertos textos son realmente dignas de asombro... En las páginas 386 y 387 se lee una nota que consigna: «Dulces tradicionales cuencanos perpetúan la tradición, mientras viejas peluquerías sobreviven en algunos barrios». Este texto, supuestamente es el soporte de cuatro fotografías que, una vez observadas, no corresponden tan solo a viejas peluquerías pues únicamente existe una, debido a que las restantes imágenes representan a un antiguo taller de joyería y una anticuada zapatería de barrio, a más de la respectiva dulcería. No obstante, al parecer, quienes estuvieron a cargo del «Libro de Oro» confunden estas imágenes gráficas con viejas peluquerías de barrio. ¿Será posible tanta irresponsabilidad y descuido en una cosa tan simple?

n) Pero como para que el pecado sea mortal, a manera de colofón, encontramos algo increíble e insólito, digno de Ripley o del Libro de los Guiness: En la página 384 hállase una fotografía de dos mujeres campesinas, en un mercado de la urbe, quienes posan alborozadas y orondas para la cámara junto a un puesto de venta de frutas y al pie de la imagen se consigna: «Una ciudad mujer, una ciudad de mujeres, en la que la chola es el arquetipo». No obstante, -ad absurdum et ex admirationem- se trata de dos cholas del Cañar, con sus típicos atuendos de cálidos colores y sombreros de paño. ¿Es que acaso, quienes estuvieron a cargo del «Libro de Oro» no conocen cómo se viste la chola cuencana?... ¿Se podría decir quizás, que éste es un paradigmático ejemplo de ignorancia supina? ¿O será mas bien, como diría Alfonso María de Ligorio, un caso gravísimo de ignorancia invencible? O acaso, ¿no será tal vez, un ejemplo de estulticia o tontera que no tiene arreglo?

o) Como puede verse, Señor Alcalde, las desgracias del «Libro de Oro» no deben quedar impunes. Los filósofos de la Roma imperial solían decir en estos casos: «Tota calamitas omnia molestias habet/ Toda desgracia tiene la totalidad de las molestias». Y de hecho que esta desgracia la tiene cuando finalmente, con superlativa admiración, debo señalar que en la página de créditos, se lee: «Correción» de estilo: Paulina Rodríguez. ¿Acaso esto significa que la persona responsable de estos errores ni siquiera tuvo la precaución de revisar incluso su propio crédito, como correctora de la obra, cuando a la palabra corrección le falta una «c»? ¿A quién representa la señora Rodríguez? ¿A Librimundi de Quito? Y si así fuera, ¿Qué personal irresponsable tiene esta editorial, al parecer, para haberse burlado de Cuenca con tamaños errores en su libro magistral? ¿No hubiese sido mejor editar esta obra en Cuenca, con personal solvente que, por amor a la ciudad y con espíritu cívico, hubieran cuidado meticulosamente de no cometer tantos atropellos en contra de la urbe? ¿Hasta qué punto la responsabilidad de estas gravísimas equivocaciones corresponde a Doña Margarita Vega de Córdova y su personal de la Dirección de Educación y Cultura Municipal? «Acta est fabula... ¿et?.../ La comedia ha terminado... ¿y?...»

p) No deja tampoco de causar sorpresa e hilaridad que la Imprenta Monsalve Moreno de la ciudad de Cuenca haya publicado en la página 5 A de Diario «El Mercurio» del día 18 de junio del presente año 2007, una congratulación pública en la que se regocija por haber impreso el Segundo «Libro de Oro» como un hecho que les llena de orgullo y complacencia «por el logro que significa esta edición». A la vez, según se lee, agradecen al Municipio cuencano y a Librimundi «por haber confiado para que realizáramos con la mayor dedicación y la mejor calidad que somos capaces de ofrecer, la impresión y el acabado del Libro de Oro de Cuenca». No obstante, conviene preguntarse: ¿Por qué los señores Monsalve Moreno no se preguntaron, prima facie, la razón por la que les hicieron imprimir un «Libro de Oro» con terribles incorrecciones y deslices en contra de la Historia y de la lengua castellana?

Me ratifico en afirmar –motu proprio- que escribo estas cosas, Señor burgomaestre cuencano, con profundo ánimus corrigendi/ intención de corregir. No hay en mí, ánimus necandi/ intención de hacer daño a nadie y lo digo ab imo pectore/ sinceramente. Por eso, ante la necesidad de defender al idioma castellano, a la Historia y a la urbe en contra de tamaña estulticia, bien valdría dedicar a estos personajes que han infamado a Cuenca, uno de los dichos más célebres de la lengua de Castilla: «Son más tontos que el maestro de Siruela, que no sabía leer y puso escuela».

Señor Alcalde: Esta carta sería mucho más larga si me concentrara en analizar otros disparates y equivocaciones del Segundo «Libro de Oro». He querido señalar los errores más vergonzosos –en mi opinión personal- pero hay otras fallas que coadyuvan para que la obra goce de mal predicamento. Ex informata conscientia/ Sobre conciencia informada, hay que recordar que Santa Ana de los Ríos de Cuenca fue declarada como ciudad «Atenas del Ecuador» por las relevantes capacidades de sus hijos e hijas para las letras, las artes, la ciencia y la cultura y este tipo de «equivocaciones» -en una publicación tan valiosa- atentan contra el prestigio de nuestra urbe que, tanto los cuencanos como sus autoridades, debemos cuidar con responsabilidad.

Et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non comprehenderunt/ Y la luz brilló entre las tinieblas y las tinieblas no le recibieron. Parafraseando al escritor sagrado, así deberé de decir cuando quienes estuvieron a cargo del «Libro de Oro» han hecho quedar mal a Cuenca como ciudad culta y al parecer, han demostrado de forma evidente, con prístina claridad y diafanidad, su inopia, su asombrosa falta de conocimientos, su incapacidad llevada al paroxismo, su improvisación, su irresponsabilidad en el trabajo encomendado, su falta de diligencia y profesionalismo, su ignorancia invencible con la que han atentado en contra de la Historia , la cultura y el idioma materno y sobre todo, su audacia para haber garantizado que harían un verdadero «Libro de Oro» cuando, dicha sea la verdad, ese libro no es de oro, es solamente un libro de lujo con atentados al idioma castellano y afrentas contra la Historia. Tan cierto es lo que digo, que el «Libro de Oro» no es más que una publicación que será adquirida, seguramente, como objeto turístico pero lleno de errores y desaciertos.

Habían prometido que el «Libro de Oro» sería superior al primero, aparecido hace 50 años, pero ahora que se los puede comparar se debe decir que en efecto, el Segundo «Libro de Oro» supera al primero en muchos aspectos pero el Primer «Libro de Oro», con todas sus falencias, no tiene afrentas en contra de la Historia ni atentados que infaman a la lengua castellana. Es decir, con relación a la investigación histórica es un libro veraz y tiene confiabilidad, debido a la coincidencia esencial entre los hechos y las palabras que los expresan. ¿Qué credibilidad puede tener el Segundo «Libro de Oro» con tamaños atropellos e ignominias? Podríamos decir entonces que ha operado en la ciudad, «Tesoro escondido del Ecuador», un verdadero Parto de los montes... «Parturiunt montes, nascetur ridiculus mus.../ Paren los montes, nacerá un ridículo ratón», diría, con propiedad, el sabio Esopo.

Se debía, en consecuencia, investigar bien antes de consignar semejantes barbaridades ya que la verdad histórica no puede ser prostituida irresponsablemente, pues hay que decirla no sólo con acrimonia sino ante todo, acriter et fideliter/ con valentía y fidelidad; pero sobre todo, con apodíctica certeza y contundencia.

Frente al diseño de la obra, también hay algo que decir: Pudiendo haberse diagramado semejante publicación como todo «Libro de Oro» exige y reclama, resulta que el diseño es demasiado simplista y el desperdicio de espacios es exagerado. En mi opinión, técnicamente, se trata de un diseño típico de catálogo muy poco creativo y no es tampoco una obra de arte. Pero si para justificar tan anodina diagramación se quisiese decir que el diseño es «minimalista», ofenderíamos a esta corriente de arte moderno que tanto dio qué hablar, en su momento, en la Historia del Arte.

Señor burgomaestre cuencano: ¿Quiénes son los culpables de estos horrores y barbaridades? ¿La titular de la Dirección de Cultura Municipal, Margarita Vega de Córdova y su personal? ¿La Secretaría Conmemorativa de los 450 años de la Fundación de Cuenca? ¿La Dirección Creativa y Asesoría de Imagen del Municipio cuencano que tanto ha sorprendido a la urbe en múltiples circunstancias? ¿Librimundi y su personal por haber editado la obra?... De lo único que podemos estar seguros es que los culpables de estos atropellos son personas de carne y hueso, tienen nombres de pila y apellidos, están, ab intra, dentro del Municipio y extra muros, fuera de él y deben ser identificadas como sancionadas por haber infamado a nuestra ciudad a niveles paroxísticos con estos dislates y atrocidades. Quaerite et invenietis.../ Buscad y los encontraréis...

Est tempus concludendi.../Es tiempo ya de concluir y como escritor castizo y ciudadano cuencano, me regocijo, como el que más, ante la efeméride de nuestra ciudad en sus 450 años de fundación castellana y rescato a la vez, la milenaria historia de Cuenca sustentada en lo cañari, inca y español, que constituyen los tres vértices que han configurado –ab aeternum- la identidad de la morlaquía como un hecho singular de la cultura ecuatoriana, mas no puedo callarme ante las cosas acontecidas en el Segundo «Libro de Oro» de nuestra urbe patrimonial, el cual debería quedar como testimonio fehaciente del rico acervo cultural de nuestra querida ciudad y no como una ofensa, agravio o ignominia en contra de su historia y su prestigio para ocasionar ludibrio, baldón y oprobio.

Es conveniente, por lo tanto, in honorem Concha/ en honor a Cuenca, sancionar de veras a los responsables de estas atrocidades en contra de la cultura de la urbe, a fin de crear un adecuado precedente a que ciertos individuos necios y audaces que publican libros, en diversos sitios, sepan de antemano que primero hay que investigar bien las cosas, luego hay que revisar los textos, corregir los errores y pulir los detalles para que el prestigio de Cuenca como ciudad «Atenas del Ecuador» y «Patrimonio Cultural de la Humanidad» sea salvaguardado desde todo punto de vista.

A estos personajes que, según parece, perviven en la necedad, se les debería dedicar los versos del Padre Félix Lope de Vega y Carpio, gloria cimera de las letras castellanas, quien sabiamente les habría dicho coram populo: «No sé que tiene la aldea/ donde vivo y donde muero/ que con venir de mí mismo/ no puedo venir más lejos/ ...Entiendo lo que me basta/ y solamente no entiendo/ cómo se sufre a sí mismo/ un ignorante soberbio./De cuantas cosas me cansan/ fácilmente me defiendo,/ pero no puedo guardarme/ de los peligros de un necio/ El dirá que yo lo soy/ pero con falso argumento/ Qué humildad y necedad/ no caben en un sujeto!/ La diferencia conozco/ porque en él y en mí contemplo/ su locura en su arrogancia/ mi humildad en su desprecio.../ Sin libros y sin papeles,/ sin tratos, cuentas ni cuentos,/ cuando quieren escribir/ piden prestado el tintero...»

Sin otro particular por el momento, reciba un cordial saludo y mis deseos de que la administración municipal que Usted preside, Señor burgomaestre cuencano, sabrá defender a la cultura, la historia y los valores de la morlaquía, promoviendo el espíritu cívico de los cuencanos y cuencanas, pues obligados estamos a enaltecer a esta región del territorio ecuatoriano que ha sabido desarrollar importantes gestas de nuestra historia.

Atentamente,

Copiosa gratia, salutem et benedictionem cum cordis affectu et grata recordationem,



Diego Demetrio Orellana
COMISIONADO PROVINCIAL DEL FORO INTERAMERICANO DE LOS DERECHOS HUMANOS, FIDEH

Datum Concha, ex aedibus FIDEH, apud flumina Tomebamba, mensis Iulii, die decima ac prima, currentis Anno Domini bismillesimo septimo, festivitas S. Benedictus et in honorem Concha et Veritatis splendor

POST SCRIPTUM.

CC.
Secretaría Conmemorativa de los 450 años de la Fundación de Cuenca
Señor Vicealcalde de la ciudad
Municipalidad de Cuenca

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