domingo, 26 de abril de 2009

A PROPÓSITO DEL «DÍA MUNDIAL DEL LIBRO»




«DIEM MUNDIALEM LIBER»
«DÍA MUNDIAL DEL LIBRO»

Una coincidencia histórica, de esas que sorprenden a todos por lo fortuito y casual, aconteció el 23 de abril de 1616. Ese día fallecieron tres importantes hombres de pluma: Miguel de Cervantes y Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.

En 1995, la Conferencia General de la UNESCO, al considerar este hecho insólito de la Historia, decidió que el 23 de abril de cada año, día de San Jorge, se celebre en todo el planeta el «Día Mundial del Libro y los derechos de autor».

Ésta fue entonces una ofrenda post mortem a estos grandes literatos y para declarar tal efeméride, la UNESCO justificó la decisión «considerando que el libro ha sido, históricamente, el elemento más poderoso de concentración y divulgación del conocimiento humano y el medio más eficaz para conservarlo».

La iniciativa fue de la Unión Internacional de Editores, en donde se pensó que la mejor fecha para homenajear y exaltar al Libro debería ser el 23 de abril. La propuesta la formuló el gobierno español, agregando la iniciativa de homenajear también a los derechos de autor. Así, desde el año 1995, más de 80 países celebran el «Día Mundial del Libro y los derechos de autor» y la fecha constituye una valiosa oportunidad para recordar el gran aporte que tanto Cervantes como Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega han otorgado al desarrollo del pensamiento universal y su amplia difusión.
Cervantes y el Castellano están unidos por la literatura y la historia. Es la lengua de Castilla la que le prodigó los insumos fundamentales para escribir su maravillosa obra. Pese a sus veleidades poéticas, Cervantes fue ante todo y sobre todo un altísimo y genial novelista que cultivó todos los géneros narrativos que predominaban en su época: la novela pastoril con «La Galatea»; la novela corta, a la moda italiana, con las doce «Novelas Ejemplares», en donde existe un amplio espectro de géneros. Así, son picarescas las novelas «El casamiento engañoso» y «Rinconete y Cortadillo», que aborda un coloquio entre dos muchachos; son costumbristas, por su parte, las novelas «El celoso extremeño», «La gitanilla», «La ilustre fregona», «La fuerza de la sangre» y «El amante liberal»; son de corte filosófico, «La española inglesa» y «El licenciado Vidriera» y, al estilo italiano, «La señora Cornelia» y «Las dos doncellas».

Pero al hablar de este gran escritor castizo, cómo olvidar de mencionar la obra «Los trabajos de Persiles y Segismundo», novela de tipo bizantino, con raptos, viajes, naufragios, anagnórisis y mil aventuras. Más allá de eso, todos habrán de coincidir en que el genio cervantino culmina en su inmortal novela «El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha», cuya primera parte vio la luz en Madrid, en 1605, y que fue completada, diez años después, por una segunda parte, publicada también en Madrid.
El Quijote es una auténtica suma del arte novelístico del Renacimiento español, pues todas las corrientes y tendencias se dan cita en este texto de inspiración erasmista: novela de caballerías en su concepción inicial de sátira, novela pastoril (pasajes de las bodas de Camacho y del pastor Crisóstomo y la hermosa Marcela), novela bizantina (pasaje del cautivo), novela italiana (pasaje del curioso impertinente), novela picaresca (pasaje del titiritero Ginés de Pasamonte y su mono amaestrado), relato paremiológico (conversaciones de Don Quijote y Sancho, con los refranes con que el escudero salpica su conversación), evocación del romancero, valoración del teatro de la época, etc.
Por otro lado, desde la literatura inglesa es imposible mirar de refilón a la obra del escritor inglés William Shakespeare, el inmortal autor de «Hamlet», «Romeo y Julieta», «Macbeth», «Otelo», «El Rey Lear», entre otros.
El genial dramaturgo inglés no solamente aportó de manera magistral para desarrollar lo que habría de llamarse el teatro isabelino en Inglaterra, pues era ante todo un brillante pensador, un profundo filósofo y un original creador y todos quienes conocen sus obras han de inferir que en ellas no existen tramas que se narran en secuencias y que cuentan trilladas anécdotas de la vida de sus protagonistas, pues a través de las obras de Shakespeare se trasunta un singular conocimiento del género humano.
«Hamlet» y «Otelo» son quizás, dentro de este género, las obras que más preeminencia parecen tener, tanto por la profundidad de sus mensajes cuanto por la admirable exposición de conceptos, sólo entendibles si se han de considerar la gran cualidad escudriñadora de la naturaleza humana que poseía Shakespeare y la especial elegancia para el manejo de la lengua sajona, que en el Inglés lo catapulta como uno de sus más altos referentes.
Ni qué decir tiene de la obra de Garcilaso de la Vega, quien tiene tras de sí una admirable conjunción de nombres que dieron lustre y gloria a la lengua castellana en el «Siglo de Oro» de la Literatura Española. Tanto su obra poética como aquella que fue escrita en prosa representan para nosotros un exquisito manejo del idioma que sólo pudo ser desarrollado a la sombra de ilustres escritores hispanos de reconocida prosapia literaria, entre los que cabe citar a Quevedo, Góngora, Fernando de Rojas, Juan de la Cruz, Calderón de la Barca, Lope de Vega y la inmortal Santa Teresa de Jesús.
La celebración del «Día Mundial del Libro y los derechos de autor» prodiga a todos los habitantes del planeta la posibilidad de promover la difusión del libro y la lectura en un momento en el que es necesario incrementar la difusión del conocimiento. El libro –¡qué duda cabe!- provoca muchas expectativas en los seres humanos. Tanto es así, que a lo largo de la historia han sido múltiples los pensadores y escritores que le han dedicado importantes pensamientos. Como muestra, conviene citar algunos de ellos:

«Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora». (Proverbio hindú)
«La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil y la escritura lo vuelve preciso». (Sir Francis Bacon)
«Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer». (Alfonso V)
«La lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio es al cuerpo». (Richard Steele)
«Un buen libro es aquel que te enseña lo que debes hacer, te instruye sobre lo que debes evitar y te muestra el fin a que debes aspirar». (San Bernardo)
«Una casa sin biblioteca es una casa sin dignidad». (Edmundo de Amicis)
«El ver mucho y leer mucho aviva los ingenios de los hombres». (Miguel de Cervantes Saavedra)
«Para que un libro te sea provechoso conviene que su lectura te interese, que te haga y que te mueva a ser mejor de lo que eres». (Pride)
«Los libros son los mejores amigos: nos dan consejo en la vida y consuelo en la aflicción». (Richard Witelock)
«Los libros son el halago que un gran genio transmite a la humanidad». (J. Addison)
«Los libros, con los refranes, reciben su principal valor de la sanción y el aprecio de las épocas a través de los cuales han pasado». (W. Temple)
«La primera vez que leo un libro excelente me parece haber ganado un nuevo amigo. Cuando lo vuelvo a leer, más tarde, es como si me encontrara con un viejo amigo». (Oliverio Goldsmith)
«La lectura debe cuidarse de dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien». (J. Balmes)


Decálogo del Libro

No me maneje usted con las manos sucias
No me marque con pluma o lápiz, ni con nada
No desgarre ninguna de mis páginas
No apoye en mí su codo cuando me lea
No me deje sobre sillas ni en otros lugares impropios
No me coloque con las páginas hacia abajo
No ponga entre mis hojas lapiceros ni otros objetos más gruesos que una hoja de papel
No doble las esquinas de mis hojas, usa un señalador adecuado
Colóqueme en mi sitio cuando me haya leído, o entrégueme a quien me ha de guardar
Ayúdeme a conservarle limpio y nuevo, y yo le ayudaré a ser feliz.

His cum affectibus vobis in Christum Dominum Nostrum

DIEGO DEMETRIO ORELLANA


Datum Concha, apud flumina Tomebamba, ex aedibus FIDEH, districti meridionalis, mensis aprilis, die tertia supra vigesimum, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus nonus, in sollemnitate Diem Mundialem Liber.

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