Febrero es el segundo mes del año, de acuerdo con el calendario gregoriano. Su particularidad es sui generis, pues es el único que tiene 28 días. Exceptis excipiendis, este mes tiene 29 días, cada cuatro años, cuando celébranse los años bisiestos. In historia mundi, solo en tres ocasiones, a lo largo de los tiempos, ha habido un 30 de febrero.
Cuéntase en la historia que Suecia seguía el calendario juliano hasta el siglo XVII, mas a partir del año 1700 omitiría un día anualmente para adoptar el calendario gregoriano en 1710. Con este fin, al año 1700 se le quitó un día, pero nunca más volvióse a aplicar la reducción provocando que existiesen 10 días de retraso frente al calendario gregoriano que Europa habíalo adoptado desde el año 1582, mientras adelantábase un día al calendario juliano.
Así, prodújose una gran confusión hasta el año 1712 cuando hubo dos días bisiestos, pues febrero tuvo un 30 de febrero en este año en el país nórdico. Ese día correspondió al 29 de febrero del calendario juliano y al 1 de marzo del calendario gregoriano. Sin embargo, la confusión crecía, diem per diem, bajo este sistema y al final Suecia terminó adoptando el calendario gregoriano en el año del Señor de 1753.
En la Revolución Francesa adoptóse también un calendario revolucionario por el que febrero llegó a tener 30 días, debido a que de acuerdo con los revolucionarios franceses cada uno de los meses del calendario libertario contaban con 30 días. Mas esto no pudo imponerse super orbis terrarum y así el intento galo de unificación del calendario quedó trunco luego de 14 años, puesto que adoptóse por la Convención Nacional en el año del Señor de 1792 y empleóse hasta el año del Señor de 1806 cuando Francia retornó al calendario gregoriano, ya que Napoleón Bonaparte, contrario a las ideas republicanas, abolió este revolucionario invento para que Francia retornara al calendario gregoriano a la medianoche del 10 del mes llamado nivoso del año XIV, que correspondió, a similis, al 31 de diciembre de 1805, como una oportuna coyuntura para eliminar los signos de la democracia republicana que la revolución habíalos proclamado in honorem libertatis.
Asimismo la Unión Soviética introdujo en el año 1929 un calendario revolucionario por el que cada mes tenía 30 días. Como sobraban cinco días, anualmente, y seis días en los años bisiestos, estos días dedicáronse a la celebración de festividades nacionales que no eran parte del calendario stricto sensu, pero que lo complementaban para no desfasarse en el tiempo con el calendario gregoriano de Occidente. Ad experimentum, este invento ruso solo duró en 1930 y 1931 pues en el año del Señor de 1932 los meses volvieron a ser como siempre han sido de acuerdo al calendario gregoriano.
Ad futuram, usque ad consummationem saeculi, calcúlase que en el año 3344 habrá otro 30 de febrero debido a que el calendario gregoriano desfásase en un día cada 3.300 años y es en aquel caño cuando dicho día de retraso habrá de compensarse añadiéndolo a febrero.
En nuestra cultura hispana, con la maravillosa lengua de Castilla, febrero acopió per se curiosos dichos y refranes populares que lo definen in stricta veritas y que desde la Madre Patria traspasáronse allende los mares gracias a la sabiduría popular in vita communitatis. Así, los más famosos dichos proferidos desde antaño como hogaño han sido variopintos y curiosos in extremis:
«Febrero, frío o templado pásalo arropado»
«Agua de febrero, llena el granero»
«Por San Blas (3 de febrero), tus ajos sembrarás»
«Mal año espero, si en febrero anda en mangas de camisa el jornalero».
«En febrero sale el oso del osero».
«En febrero, corre el agua por cualquier reguero».
«Cuando no llueve en febrero no hay buen prado ni buen centeno».
«Avena en Febrero, llena el granero»
«El viento por S. Matías (24 de febrero) reina 40 días».
«Si hiela por San Blas (3 de febrero), 30 días mas».
«Si febrero viene de aguas, habrá pastos y habrá parvas».
«Por febrero florece el romero»
«Por San Matías (24 de febrero), cantan los pájaros sus gallardías».
«Ten el invierno por pasado si ves a febrero empapado».
«En febrero, siete galgos a un lebrero, y en mayo, siete lebreros a un galgo»
«Si no lloviere en febrero, ni buen prado, ni buen centeno».
«En febrero, mes cebadero, y cabrito en caldero»
Diego Demetrio Orellana
In Concha, ad initium mensis februarii, die primus, currentis Anno Domini MMXXIV, Octava III Dominica post Epiphaniam
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