Die constituta, en un día como hoy, jueves 29 de febrero del año del Señor de 2024 conviene rememorar la curiosa historia del año bisiesto in historia mundi. Ergo, los orígenes de este fenómeno habrémoslos de hallar in Roma aeternam, con Julio César, el Imperator romano.
Habiéndose detectado que el primitivo calendario romano del rey Numa Pompilio tenía un retraso con el año solar, in Roma semper intemerata, según los astrónomos del Imperator, Julio César decidió reformarlo con una fórmula para que cada cuatro años se añadiese un día más a fin de igualar el desfase. Sibi tamen/ Sin embargo, la reforma juliana no fue precisa pues, a pesar de que la igualación del calendario era justa con la adición de un día cada 4 años, producíase un error de un día más cada 128 años, puesto que un año, en el calendario, dura 365 días y 6 horas aproximadamente. Hoy conócese que matemáticamente la duración del año es de 365, 256 días.
La expresión «AÑO BISIESTO» viene de la culta e inmortal lengua latina, en donde identifícaselo como «ANNUS BISEXTUS» ya que en el calendario juliano, para añadir el día bisiesto aplicábase ex professo la siguiente regla: «Dies bis sextus ante calendas martii/ el doble día sexto antes de las calendas de marzo». Para entender esta regla es preciso decir, prima facie, que primitivamente el calendario de los romanos constaba de 10 meses y comenzaba en marzo, llamado «Martii» en honor del dios Marte, luego venía el segundo mes: «Aprilis»; inmediatamente «Maius» o Mayo, el tercer mes, en honor de la diosa Maia; subsecuentemente «Junio» o «Iunius», que era el cuarto mes; enseguida «Iulius» o Julio; que representaba el quinto mes y que llamóse así en honor del propio emperador Julio César. César Augusto, celoso de que Julio César dedicóse un mes a su persona, hizo lo propio con el sexto mes llamándolo «Augustus» o Agosto, en nuestra prestigiosa lengua de Castilla. Puédese decir entonces que, «vanitas vanitatum» o «vanidad de vanidades», es por la egolatría de Julio César y César Augusto que el quinto y el sexto mes cambiaron sus nombres mientras luego de agosto, teníamos al séptimo mes, llamado por ello «Septembris»; y enseguida el octavo mes: «Octobris»; el noveno: «Novembris»; y el décimo: «Decembris».
Post factum, con la introducción del calendario juliano, justamente, habríanse de añadir dos meses más al calendario romano y así surgió enero, que debiendo ser el «decimus ac primus», bautizóselo como «Ianuarii», en honor al dios Jano; junto con «Februarius», así llamado para no ser el «decimus ac secundus» y siendo como es, el último mes, hubo de ser el que menos días había de tener, 28 ciertamente, para acomodar los 365 días del año civil completo.
Así, cada 4 años, acumúlanse 24 horas que débense adicionar
a todos los años que son múltiplos de 4, a fin de que las estaciones no se
confundan y el equinoccio de primavera, ad exemplum, siga siendo el 21 de
marzo, pues ese fenómeno prodúcese inexorablemente en esa fecha.
En la época del Imperio Romano, en el calendario juliano implantado por el emperador Julio César, considerábase bisiesto a cada uno de los años divisibles entre cuatro. En 1582, habiendo existido un retraso de 11 días con relación al año solar, el Santo Padre Gregorio, por la Divina Providencia Papa XIII, impuso, motu proprio, una nueva reforma que tenía por objeto igualar el calendario juliano con el tiempo solar y esta es la reforma que dio origen al «CALENDARIUM GREGORIANUM» o «CALENDARIO GREGORIANO» en la lengua de Castilla, en honor a este ilustrado Sumo Pontífice de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Es entonces desde el año 1582 cuando empieza la costumbre de celebrar los años bisiestos en la forma como hoy lo conocemos en el «calendario gregoriano», actualmente en vigor, en el que establecióse una regla para los años bisiestos, la cual se cumple, in stricta iustitia, gracias a un celebérrimo y benemérito jesuita, el eminente matemático Christopher Clavius, S.J., autor de la reforma: «Un año es bisiesto si es divisible por 4, excepto el último de cada siglo (aquellos divisibles por 100), que para ser bisiestos también deben ser divisibles por 400»
Esta regla del ilustre y benemérito padre jesuita Clavius debémosla descifrar y así habremos de decir, ex informata conscientia, que un año es bisiesto si es múltiplo de 4 (ejemplos: 1956, 1980, 2008, 2016) aunque no serán bisiestos los años que sean divisibles para 100 (como ocurrió con los años 1700, 1800 y 1900 y como ocurrirá con el 2100). Una excepción a lo dicho precedentemente es el hecho de que los años múltiplos de 400 o divisibles por 400 son bisiestos, como ya aconteció con el año 1600, así como con el año 2000 y como habrá de ocurrir con el 2400.
Por eso, quid pro quo, los años divisibles por 4 son bisiestos, pero en cada 400 años se deben celebrar 3 bisiestos. Ergo, esa es la razón por la que en 400 años debe haber 97 años bisiestos y, de esa manera, el año del calendario gregoriano se mantiene muy parecido al año solar. En esto radica la talentosa reforma del jesuita Clavius en el reinado de Nuestro Beatísimo Padre Gregorio XIII, Servus Servorum Dei
Como no es exactamente 365 días y seis horas el tiempo que dura un año común, se calcula más precisamente, in medias res, que hay un error de 0,0003 días por año y este sobrante se sigue acumulando in aeternum hasta que al cabo de tres mil años se habrá acumulado un día más de error. Pero, en realidad, no sabemos taxativamente cuándo llegará este error de cálculo a un día. La cifra de 365,2422 días por año común no es del todo exacta, porque tanto la duración del año común como la velocidad de rotación de la tierra van cambiando, diem per diem, con los siglos y de una manera que no es completamente predecible.
Existen versiones que indican que ese día descontaráse en el
año 3600, que no será un año bisiesto. Sin embargo, otros matemáticos calculan
que la diferencia de más de un día respecto al año solar podría ocurrir cada
4.000 años aproximadamente, por lo que los años divisibles por 4.000, como el
4000, 8000 o 12000, que tendrían que ser bisiestos, según la regla descrita
anteriormente, no lo serán.
Este es el hermoso origen histórico del año bisiesto, que reposa esplendente en las aguas inmortales de la latinidad, in perpetuum, desde donde la lengua latina surgió, admirabilis et invencibilis, como la madre nutricia de nuestra maravillosa lengua de Castilla.
Hodie et semper, como nosotros ya no contamos las calendas, nos resulta más cómodo considerar que el día agregado equivale en realidad al último del mes de febrero y así, el 29 de febrero es el día número 60 del año en el calendario gregoriano y solo existe en los años bisiestos (cada cuatro años). Desde esta fecha quedan 306 días para finalizar el año.
En un día como hoy valgan estas notas escritas ad perpetuam rei memoriam para celebrar el día bisiesto del año del Señor de 2024.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
In Concha, super flumina Tomebamba, mensis februarii, die nonus supra vigesimus, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXXIV
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