In artis honorem o En honor del arte, para los artistas que acreditan per se una vigorosa curiosidad intelectual es innato e inherente la búsqueda de afinidades con los grandes maestros del arte universal, en la gratificante experiencia de seguir las huellas de arquetípicos modelos que marcaron un camino para graficar, desde el arte, la realidad que nos circunda in veritatis splendor.
Por eso es que las influencias, las apropiaciones o reinterpretaciones de grandes obras de la historia del arte, por parte de artistas de talento y gran ingenio, evidencian las creativas formas con las que los artífices de la plástica encuentran nuevos lenguajes pictóricos para narrar historias o describir cosas sublimes ars gratia artis in via artis.
Y en tanto la cultura estética fortifícase de profundis con el aprendizaje sobre los grandes maestros del arte, la sensibilidad artística desarróllase ad infinitum en los artistas de oficio que buscan sui generis motivos para crear esplendentes y miríficas obras plásticas que encandilan el alma, denotando interesantes anécdotas o palpitantes vivencias que devienen, sub specie aeternitatis, en un instante creador de estupefacientes cuadros atiborrados de memorias y recuerdos in historia mundi.
EUDOXIA ESTRELLA VIUDA DE LARRAZÁBAL
Eso es lo que acaeció con Eudoxia Estrella viuda de Larrazábal en una singular vivencia que, embelesada de superlativo gozo, hacíala recordar a un fisonómico mendigo que en la década de 1970 pedía limosna, cotidianamente, ad portas de la Catedral Vieja en «la ciudad cargada de alma». Su apergaminado rostro de bien definidas arrugas llamaba la atención de Eudoxia, quien observaba al pordiosero con una creciente expectación, diem per diem in urbe nostra, hasta un fugaz momento de fogosa inspiración en que decidió retratarlo en un óleo donde quiso evocar el estilo impresionista de Van Gogh, un genio del arte universal a quien ella amaba y reverenciaba, in excelsis, con entusiasmada pasión. El resultado fue espectacular, pues el indigente era aspectudo y su desaliñado rostro fue retratado con elegancia hasta lograr su vera effigies, gracias al pincel de Eudoxia, en un magistral retrato que parécese, a similis, al famoso autorretrato del perínclito Vincent Van Gogh.
Y efectivamente, si contémplase, cum accurata diligentia, el auténtico autorretrato que el insigne pintor holandés hiciérase, en su estancia de Arles, puédese confirmar, parangonéandolo en el precedente parágrafo con el retrato del menesteroso, que éste no sólo era fisonómico para servir de modelo artístico, sino además mostraba ciertamente las inconfundibles facciones del semblante de Van Gogh, en quien Eudoxia habíase inspirado para retratarlo, al encontrar perfectísimas similitudes que no podíanse escapar para capturarse vivíficas y relumbrantes en el arte pictórico, desde su virtuosa experticia como pintora de oficio y vocación.
Así pues, la celebérrima artista cuencana contaba con socarronería, entre sus memorias, que Cuenca tuvo un mendicante limosnero, cuya efigie guardaba un parecido al epónimo artista neerlandés y -con la cáustica manera con la que solía narrar sus ocurrencias- decíanos complacida, entre risas: «al menos pude mejorar la desgraciada suerte del mendigo en el retrato que logré hacerle para que volviérase célebre entre las obras pictóricas más queridas que atesoro en la sala de mi casa». Y ante la interrogante que surgía -en el memorable diálogo con la artista- indagando de ella ¿si de veras el mendigo era como la reencarnación de Van Gogh? Eudoxia respondía: «de verdad yo pensaba que si un día hubiérasele bañado y aliñado adecuadamente al infortunado pordiosero, el personaje habría tenido un curioso parecido con el genial pintor impresionista, al que he seguido de cerca en mi conocimiento de las obras clásicas del arte universal».
In stricta veritas, dígase que Eudoxia, hasta en los finiseculares tiempos de su larga vida, jamás dejó de disfrutar de las obras de Van Gogh, cuya influencia era evidente en muchas de sus creaciones plásticas, puesto que el Impresionismo, como corriente, constituíase en el fons et culmen de la inspiración de Eudoxia cuando retrataba a la naturaleza, a la vida y a las personas, mientras en una vespertina tertulia de sus últimos días fue providencial encontrarla contemplando, en una biografía del egregio pintor impresionista, el famoso autorretrato en el que ella se inspiró a fin de retratar al personaje cuya indigencia habíase vuelto de su interés in artis via in communitate nostra.
Esta anécdota de la vibrante vida de nuestra artista es digna de una memoria sobre sus extravagantes aventuras por el vasto mundo del arte, en el que ella desenvolvíase halagüeña y gozosa para gestar sus estupendas creaciones plásticas que perviven en la urbe, ab aeterno, como testimonio de su robusta existencia inter nos, in via curiositatis, in honorem artis et secundum artem in conchense urbe, super flumina Tomebamba.
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, mensis februarii, die sextus supra decimus, reparata salute
Anno Dominicae Incarnationis MMXXIV, octava Dominica in Quincuagesima
No hay comentarios:
Publicar un comentario