viernes, 15 de mayo de 2009

«DIEM MUNDIALEM LATINITAS/ DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD»

«DIEM MUNDIALEM LATINITAS»
«DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD»

«Asesinato de Caius Iulius Cæsar»

El 14 de diciembre del año 2000, la UNESCO proclamó el «DÍA INTERNACIONAL DE LA LATINIDAD », a fin de que éste sea celebrado el 15 de mayo de cada año, en la festividad de San Isidro Labrador, a que las naciones del mundo construyan mecanismos para preservar el acervo cultural latino, del que son herederas, para proyectarlo hacia el futuro.

Es necesario entonces, hic et nunc, en un mundo como el que vivimos, ancho y ajeno, fomentar la conciencia de la identidad cultural común en la población de raíces latinas en general, y en la juventud, en particular.

La conmemoración planetaria tiene la intención de que los habitantes de los países de cultura latina organicen actividades celebratorias de dicha efeméride, in honorem cultura latina, incluyendo acciones específicamente dirigidas a la juventud, a fin de fortalecer efectivamente el sentimiento de fraternidad entre los pueblos de origen cultural latino.

El presente documento tiene, por ello, la intención de reflexionar en este magnánimo y benevolente propósito, en tanto somos habitantes de América Latina, un continente heredero de la latinidad, aunque se zapatee hasta el cielo por decir lo contrario, adversas veritas et cultura.

Cuando escuchamos y leemos a brillantes periodistas, intelectuales, escritores y hombres de pluma, una serie de expresiones mal escritas o dichas en Latín, nos entristecemos de que para darle a los escritos o discursos cierta preeminencia, algunas personas invocan mal la lengua latina, enviando a sus creaciones a un abismo o peligroso precipicio por el que se despeña el prestigio de los que cometen tales dislates, pues «facilis descensus averni/ la bajada al infierno es muy fácil».


Así entonces, destacados varones y mujeres de la política y la ciencia suelen decir y escribir, por ejemplo, «contra natura», sin la «m» final, «urbi et orbe», cambiando la «i» final por una «e», «manu militare», insistiendo en el mismo error, «mutatis mutandi», comiéndose la «s» final, «maremagnum», sin separarlo en dos palabras, «missa solemnis» sin la doble «l», lo cual es digno de vergüenza, pues el idioma latino debe ser respetado en tanto es una lengua de cultura superior.

Existen también otros ciudadanos y ciudadanas que, olvidando nuestro origen cultural latino, han adquirido, en estos tiempos globalizantes, una injustificada latinofobia y se reniegan para utilizar, dentro del habla y la escritura castellanas, las expresiones latinas admitidas por la Real Academia de la Lengua Castellana u otras que pueden enriquecer a nuestro idioma, volviéndolo auténtico y original, desconociendo el acervo de la inmortal lengua latina, madre nutricia del Castellano, como quien atenta en contra de su propia madre et semper cum horribilis modus actuandi.
Estas personas desconocen que la latinidad ha forjado una incomparable tradición humanística en la que la visión del mundo, del hombre y de Dios tiene su fundamento en el gran Cicerón y los filósofos latinos de la Roma imperial.

Destacados hombres eruditos de la Historia han cultivado la latinidad con admirable dedicación. Por ejemplo, Quintiliano, John de Salisbury, Erasmo de Rotterdam, Juan Luis Vives, Giovanni Pico della Mirándola o Giambattista Vico, además de otros autores italianos del Trecento y del Quattrocento.

Uno de los investigadores contemporáneos que más ha contribuido para fomentar el estudio de la latinidad y del humanismo es el filósofo italiano Ernesto Grassi (1902-1991).

Caius Iulius Cæsar en su conquista de las Galias

La tradición humanista considera a la Retórica como la reina de las ciencias. A fortiori, esta es la razón por la cual los humanistas ponen énfasis en el estudio de las artes del lenguaje, tal como se hacía en la antigüedad clásica y en el medioevo.

El fundamento de esta concepción subyace, sub specie aeternitatis, en la consideración de que el lenguaje es el vehículo del pensamiento, y para pensar bien hay que aprender antes a hablar y escribir bien.

Justamente una de las causas de la barbarie propia de nuestro siglo es la falta de un cultivo adecuado de las artes del lenguaje.

La educación contemporánea, ad contrario sensu, en muchos países y culturas, dedica más atención a la enseñanza de las matemáticas y las ciencias exactas que al estudio del lenguaje y las humanidades. No se trata de estar en contra de la instrucción científica, pero creemos que a la par de ella debe ir la formación humanística y la formación en las virtudes.

Festejar la latinidad no es aferrarse al pasado considerado como una época de oro de la humanidad. No obstante, es importantísimo para todos lograr que nuestras relaciones con las raíces de nuestra cultura no se rompan.

CONTRADICCIONES MODERNAS EN CONTRA DE LA LATINIDAD

Es digno de hilaridad, por otra parte, la censura que ejercen algunos editores y directores de medios de comunicación o jefes de instituciones y dependencias públicas y privadas, en contra de los escritores y periodistas, a quienes «prohíben» el uso de la lengua latina por insólitos e inefables prejuicios como el hecho de considerar que la gente no la entiende, al socaire de la obligación que tienen los ciudadanos lectores para leer cualquier información que llegue a sus manos y consultar el diccionario, cada vez que algo no se comprende.

«Caius Iulius Cæsar»

Según relevantes lingüistas hispanos, ésta es una de las razones por la que, de las aproximadamente 80.000 palabras castellanas que existen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana, la gente apenas utilice unas 2.000 en el habla y la escritura coloquiales de nuestra bella lengua de Castilla. Estos modernos inquisidores ni cuenta se dan de que con este tipo de censuras se está obligando a que nuestros ciudadanos y ciudadanas no aprendan a consultar el diccionario, fomentando que las personas ya no investiguen y conspirando, de manera suicida, en contra de la riqueza y el esplendor del idioma.

Por eso, ¿es posible que alguien pueda tal vez pensar que el Latín es una lengua muerta y debe ceder el paso al estudio de lenguas vivas de amplia circulación mundial y más útiles, desde el punto de vista práctico? ¿O es más conveniente inferir, que justamente el uso de determinadas expresiones latinas, dentro de nuestra bella lengua de Castilla, refleja la riqueza de la cultura latina y la pervivencia de su vigencia en nuestro contexto cultural castellano?

Lo que está claro es que la reducción del estudio del Latín no ha devenido en un mejor conocimiento de las lenguas modernas. De allí que, a manera de orientación y guía, habremos de decir tan solo, que no está por demás recordar que las naciones más florecientes y exitosas en materias científicas y técnicas son las que dedican más atención al estudio de la cultura y las lenguas clásicas. Así se ha confirmado en países como Suiza, Inglaterra, Alemania y hasta Noruega y Suecia.

En la lengua castellana tendemos a simplificar por principio, sin reparar en las consecuencias. Si «Corpus Christi» debe llevar una «h» intermedia entre dos consonantes, algunos protestan y exigen que se escriba Cristi, creyendo ilusamente que por facilitar esta cómoda escritura vivifican o depuran el idioma. Si la «p» de psiquiatría o psicología no se pronuncia, rápidamente aparecen quienes proponen suprimirla de la escritura porque les parece un elemento superfluo.

Sin embargo, estos ciudadanos y ciudadanas no se detienen a pensar que, en concordancia con la etimología, «Christi» significa Cristo y guarda en sí una precisión semántica sin par para definir al personaje, mientras que «psicología» significa «tratado de la psique», de todo lo relativo al «alma» humana. En consecuencia, se puede afirmar, in honorem Græca et Roma, que la «Ch» de Christi es un antiguo referente que unifica al Castellano con la Roma Imperial y su cultura latina, mientras que la «p» de psicología es uno de los puentes que unen todavía a las generaciones actuales con los antiguos griegos que pusieron las bases de nuestro conocimiento sobre el hombre.



Lingua pax pro mundi beneficio

Nuestro «modus discendi» o modo de decir las cosas es la manera más vivificante de nuestra creatividad personal hacia los orígenes de nuestra cultura. Se sustenta siempre en raíces de profunda trascendencia para vincularse a la realidad y desarrollar la personalidad histórica de una cultura. En este proceso, las lenguas clásicas como el Latín y el Griego y las culturas a las que representan, han sido vitales para el desarrollo de nuestra cultura grecolatina.

Al no saber elementos de Latín y Griego, se desconocen las raíces de un buen número de palabras castellanas de uso corriente y se empobrece rápidamente el léxico, a punto tal de volverlo famélico y enteco, desde todo punto de vista.

Cum reverentia et sapientia pro lingua latina, si se conocen las fuentes de nuestra lengua, muchas palabras se iluminan al sólo oírlas. En adecuado parangón, los vocablos y términos de nuestro idioma castellano son como los planetas que brillan en la noche, reflejados por la luz de las estrellas que poseen luz propia.

Tanto se ha atentado en contra de la cultura y la lengua latinas que, en estos tiempos del tercer milenio, la ignorancia del Latín y del Griego deja a los hispanohablantes desvalidos a la hora de crear neologismos, pues el Castellano no es un idioma flexible para inventar nuevos vocablos, a pesar de sus particulares y especiales cualidades.

A causa de este desvalimiento o despojo, los ciudadanos del mundo contemporáneo acuden en tropel a las lenguas extranjeras, en busca de préstamos difícilmente integrables a nuestra bella lengua de Castilla.

De esta forma, se asimilan elementos extraños por falta de conocimiento de la propia lengua, dando como resultado palabras híbridas y una lamentable pérdida de la identidad castiza. Es inadmisible la bárbara cantidad de neologismos de bastardo origen y así, los extranjerismos y, en particular, los anglicismos no admitidos por la Real Academia de la Lengua Castellana están conspirando, adversas lingua, en contra del idioma de Castilla y su esencia. Y para colmo, nosotros lo estamos consintiendo por no saber valorar la riqueza de la latinidad en nuestra cultura.

¿Cómo aceptar entonces, que no hayamos sido capaces de encontrar la palabra precisa para términos como chatear, fax, link, memory flash, cd room, debido a estas injustificadas negligencias?

La latinofobia que invade el mundo moderno pretende desconocer que, ab intra, por todos los recovecos de la Historia, por todas las manifestaciones de la cultura y sus expresiones artísticas, por todas las ciencias como el Derecho, la Filosofía , la Teología , la Botánica , la Medicina , la Química y otras disciplinas adláteres, la lengua castellana tropieza constantemente con la bella, culta, sempiterna e incomparable lengua latina.

En estricta justicia debemos admitir que no es posible entender cómo puede realizarse cualquier investigación medianamente seria, en cualquiera de los campos del conocimiento, sin contar con ciertos elementos de la lengua madre.
En el «DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD » validemos, in honorem veritatis splendor, la gran influencia de la cultura latina sobre nuestras naciones de origen castellano y reconozcamos que el Latín no sólo dio origen al Castellano, sino que –de profundis- está incrustado en sus estructuras como algo natural e intrínseco o inherente.

Por todo ello, un hispanohablante que ignora el Latín navega por un mar de aguas tormentosas y tenebrosas cuyo fondo desconoce. En cualquier campo que se mueva tendrá que mantenerse a menudo en un plano superficial y su labor carecerá de la radicalidad que hubiera podido tener.

Saber tocar un instrumento musical es magnífico, pero el carecer de tal arte no disminuye nuestra talla de hispanohablantes en cuanto tales. El no saber Latín afecta, en cambio, a nuestra base cultural, nos desvincula de nuestra alma nutricia y nos desnutre y empobrece.

«Caius Iulius Cæsar Octavianus
Augustus»


Lenguaje y creatividad

Decimos, por ejemplo, «entusiasmo», y nos sumergimos en la concepción griega del amor y el ascenso a lo divino, es decir, a lo perfecto. Proferimos la palabra «agapé» y encontramos reminiscencias de profundo contenido en la inmortal cultura helénica. Igual acontece cuando escribimos el término «democracia» o «persona». Decimos, a la vez «sublime» y navegamos por amplias aguas en las que la armonía de las culturas griega y latina pervive todavía. Expresamos «sui generis», «alma mater», «a priori», «a posteriori», «alter ego», «ad absurdum», «a divinis», «in articulo mortis», «in crescendo», «verbi gratia», «sine qua non», «ipso facto», «sub specie instantis», «in camera caritatis», «de maxima ad minima», «ex admirationem» o «exempli gratia» y nadie puede negar el sustento y la vigencia de la latinidad en nuestra cultura.

Sin embargo, si somos incapaces de descomponer estas palabras y palpar su articulación interna, ¿podemos captar toda su inmensa riqueza y hermosura? Muchas lenguas occidentales que hoy consideramos modernas tienen sus propias raíces en la lengua latina, algunas más que otras. Ejemplos son el Italiano, el Castellano, el Rumano, el Portugués, el Catalán y el Francés. Pero también, el Inglés y el Alemán poseen muchos elementos del Latín, lo que da clara cuenta de la universalidad de la latinidad en el mundo contemporáneo.

Reaccionemos, habitantes del mundo castizo: Las lenguas clásicas y entre ellas, el Latín y el Griego no están muertas, la influencia de sus culturas menos, viven directamente en los textos y de forma mediata en cada una de las lenguas romances.

Lo grave es que quienes desconocen el acervo de la latinidad no tienen la conciencia ni el saber de lo que pierden, pues lamentablemente, para su desgracia, no pueden contar con la experiencia de acceder a los mundos que la latinidad nos abre. Así, sicut cervus ad fontes, a veces encontramos hoy en día que, a muchos jóvenes les encanta el canto gregoriano, pero no saben Latín. No pueden barruntar en consecuencia, en qué medida se incrementaría su agrado si pudieran captar la profunda armonía que se da en esta forma de música entre el texto y la melodía.

No olvidemos que el lenguaje es la manera en que se manifiesta palpable la creatividad humana. Si se desconoce el trasfondo del lenguaje, no se podrá hablar de modo profundamente comprometido y creador, pues –como se sabe- los escritores creamos todo el tiempo con las palabras.

Si no utilizamos apropiadamente el idioma, concordet lingua splendor, desaparece la creatividad. Para resguardarla, hay que tomar en cuenta todas las posibilidades que cada generación del pasado ha ido entregando a las siguientes. Esa entrega se dice en Latín «traditio». Los abogados y hombres o mujeres del mundo del Derecho lo sabemos muy bien.

Por eso, la tradición no es un peso muerto que gravita sobre los hombres del presente, cual fardo ominoso del que deberíamos desembarazarnos. Al contrario, es un elemento impulsor de nuestra actividad creadora y si no acogemos creativamente la tradición, no podremos configurar el futuro. Así de simple, aunque muchos se den de bruces por negar la realidad de la vigencia de la latinidad en el mundo contemporáneo.

La lengua latina tiene una cierta estabilidad, respecto a las lenguas habladas cotidianamente, en las cuales las palabras cambian de matices y de sentido, todo el tiempo y a veces, de manera inapropiada. El Latín tiene la característica de poseer palabras y expresiones que mantienen su sentido, de generación en generación et semper cum magnam et admirabilis essentia. Sea dicha la verdad, algunas de las modernas universidades del planeta aprecian esta característica y varios de sus títulos solemnes están en Latín, aunque muchos de estos centros de estudio no se encuentren propiamente en países de cultura latina. Ello prueba, la universalidad de la cultura latina.

Expresiones como «Te igitur, clementissime Pater», «Supplices te rogamus», «Propitius est», «Necesse est», «Veneremur cernui», «Omnipotens et misericors Dominus», no deberían ser ahuecadas o democratizadas por una traducción iconoclasta. Algunas de estas expresiones latinas y otras del mundo de las ciencias son difíciles de traducir. Se necesitan los mejores expertos de Patrología, Teología, espiritualidad, Música y Literatura para hacerlo apropiadamente y por ello, es menester mantenerlas en su esencia para procurar traducciones que resulten bellas sobre los labios de los habitantes del mundo de cultura latina.

En la vida del género humano muchas desgracias son posibles. Una de ellas -no la mayor, tampoco la más pequeña- es no saber la lengua y la cultura latinas. La lengua y la cultura latinas tienen una nobleza y dignidad para nada irrelevantes. Podemos concluir entonces que el Latín es conciso, preciso y poéticamente mesurado.

Por esta razón, se ha dicho desde inmemoriales tiempos: «Lingua latina lingua angelorum est…/ La lengua latina es la lengua de los ángeles…». ¿No sería admirable que los habitantes de las naciones de cultura latina deban estar conscientes del rico acervo de la latinidad en nuestras vidas y puedan comunicarse entre ellos, con esa «veterum sapientiae» de la latinidad?

His cum affectibus vobis et grata recordationem in Christum Dominum Nostrum,

DIEGO DEMETRIO ORELLANA

Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis maii, die decima ac quinta, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus nonus, in sollemnitate Diem Mundialem Latinitas.

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