Por: Dra. Nelly Benavides
Para referirme a la situación politiquera, una vez más
presente en este país, necesariamente debo remitirme a frases y refranes de
grandes pensadores, que nos invitan a racionalizar y aportar en el crítico
momento que una vez más atraviesan los ecuatorianos.
Lo dijo alguien: «la politiquería es el camino fácil para que
los hombres sin principios y sin conciencia, puedan convencer y manejar a los
hombres sin memoria ni autoestima». «El que miente y paga para llegar,
llega para aprovecharse de su única oportunidad de robar».
Que escalofrío, asco, vergüenza y tristeza produce mirar, una
vez más, esta desaforada y patética danza de voraces y miserables individuos,
semejando buitres sobre la carroña, disputándose la administración pública de
este pobre Ecuador, que ha caído en desgracia y a punto de un colapso, para
feriárselo entre clanes familiares de facinerosos, vagos, inestables,
incapaces, bandas y jorgas de ineptos, inmorales, vocingleros, que ofrecen las
mil maravillas, el oro y el moro, que ni ellos mismos creen y que están muy
lejos de cumplir.
Hoy por hoy, la politiquería es el camino fácil para que
seres humanos mediocres, sin principios, sin ética, sin moral, logren atizar a
los otros humanoides, desmemoriados, sin conciencia, sin autoestima y ávidos de
pésimo circo, para que los elijan como representantes.
A los cristianos racionales, formados en los renglones de la
ética y la moral, no nos cabe en el cerebro que el dinero que se debería
entregar al pueblo para paliar el hambre y las necesidades de compatriotas, que
ni siquiera tienen la posibilidad de conseguir un almuerzo, se la den a estos
fantoches politiqueros para que la derrochen en afiches, pancartas, papeles que
luego ruedan por las calles contribuyendo al deterioro ambiental, dejando a
nuestras ciudades y pueblos en un estado calamitoso de aseo y presentación solo
comparable a una anarquía, abandono y quemimportismo; nunca hacen nada por
recoger la basura de su propaganda.
Tenemos, durante años, impregnada la afrentosa propaganda de
los otrora candidatos, como la del banquero, que aún sigue en las paredes y
postes, produciendo el agobio visual de los seres pensantes.
Estas conductas dan como resultado lo que tenemos en la
actualidad: una administración pública putrefacta, rapaz, inservible, mañosa,
inepta, incapaz, plagada de los parientes, agnados y cognados de los
politiqueros de turno, semejantes a nido de víboras, alacranes y pirañas.
Esperemos que los ecuatorianos aprendan de la historia y
hagan una retrospección de todos los fantoches con una pobreza ética,
intelectual y propositiva, que en nada aporta al desarrollo del país. Pillos,
vocingleros, rateros de instituciones donde han laborado, oportunistas y vagos
que no tuvieron cerebro ni voluntad para desarrollarse como profesionales,
ahora son aptos para politiqueros de baja ralea.
Convocamos a los ecuatorianos para que reflexionen y piensen
en el daño social y la ignominia que ocasionan al país, para que elijan a seres
humanos preparados y de elevada talla moral, para que los representen con
dignidad.
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