In honorem hispanicae linguae, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana (DRAE)
la palabra «cantinflada» defínese como la acción propia de un cantinflas, el
cual considérase, a la vez, como la persona que habla o actúa como Cantinflas,
de manera disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia, lo cual
provoca hilaridad y turbación. Ergo, el trabajo de Remigio
Palomeque Cantos en el libro del Bicentenario de la Independencia de Azogues es
desde todos los ángulos un compendio de cosas acantinfladas en un chocarrero texto
plagado de bufonadas. Mas una vez entrado en honduras, Palomeque estréllase con
una serie de datos históricos falsos sobre la historia azogueña ultrajando a la
urbe hasta los paroxísticos límites de la estolidez. En ejercicio de nuestros derechos ciudadanos consagrados en el artículo 66 de la Constitución de la República alzamos nuestra voz en defensa de la historia in via claritatis et in honorem veritatis.
El artículo a él encomendado llámase «Azogues hasta hoy» y tal nombre sugiérenos a una relación histórica
sobre la urbe desde el pasado hasta los presentes tiempos. No obstante, los preliminares
textos del trabajo investigativo son arquetípicos de lo cantiflesco en su máxima
expresión, a la vez que las ideas introductorias del tema devélanos su filiación
fascista rafaelina verdeflex cuando dice, ad absurdum: «La realidad
es un ejercicio constante en una dinámica de simbiosis “tierra y vida”; la
tierra, nuestro Azogues y la vida sus habitantes niños, jóvenes, abuelos,
mujeres y hombres alegres, valientes, pensadores y labriegos; artistas y
emprendedores que día a día construyen sus derechos y el buen vivir,
dibujando sueños desde el atrio de San Francisco…». Quienquiera
que leyese este parágrafo seguramente habrá de columbrar que estamos ante unas
palabras acantinfladas ciertamente y atiborradas de fanatismo rafaelino en estos
inefables tiempos del socialismo del siglo XXI.
El estilo cantinflesco de Palomeque es lo que prevalece en todo el corpus de su malhadada investigación y así entonces encontrámonos ante un ensayo que, de momento ad momentum, trasunta un chusco y cómico lenguaje con hiperbólicas expresiones con las que inténtase construir metáforas deviniendo mas bien, ad absurdum, en adefesios de ininteligibles expresiones por las que la incomprensión de las ideas déjanos absortos y anonadados ante la insolencia que implica lanzarse, desde la pluma, a una aventura literaria por la que ingrésase a impenetrables pensamientos que no exprésanse con claridad a causa de las ambigüedades, los enredos y circunloquios del desventurado autor.
Ni qué decir tiene del siguiente texto abstruso y pletórico de inconsistencias
a maxima
ad minima: «Tierra de azogueñas y azogueños, y la de
aquellos que la sienten sin hablar, la imaginan más y más grande condensando
promesas a cumplir con la convocatoria que ella comunica a través de las
memorias que fundamentaron la creación de organizados legados entregados por
otros chasquis a que guardemos sus esencias, las usemos y aportemos en nuestro
tiempo vital para dejar constancia que nunca la abandonamos y dignificarla con
la huella candente marcada en piedra, con la flama que acrisola únicamente el
corazón y el espíritu. Estarán los nuevos mensajeros,
listos para transportar la valija pesada de tus valores, identidad y patrimonios;
legados que están anotados en la guía de remisión, enlistados desde el
principio, que lo antiguo y lo moderno la proyecten para siempre… Con un
paisaje cultural que late entre hazañas labradas con las manos de sus hijas e
hijos, magnificadas por aquellos que pisaron y vivieron para ti y tú para
ellos desde la realidad de cada tiempo, hacia la construcción progresiva de la
sublimidad como techo».
Como puédese corroborar ad efectum videndi las cantinflescas
ideas de Palomeque son también abstrusas e incomprensibles cuando divaga por los
estrepitosos mares del absurdo volviéndose farragoso in extremis con
expresiones tales como: «…Azogues continuó su
caminar; cruzó el puente inestable construido con las sogas de la
incertidumbre, con las tablas del abandono y la inequidad de aquellos que no
conocían el sur del nuevo territorio que luchaba por su libertad… Así mismo atravesando
turbulentos episodios amalgamados entre sequedades y remansos con
reverdecimientos presentes en la constante del caminar, avanzando firme con
estrategias convertidas en proezas, pero empuñando en la una mano el sello de
nobleza, y en la otra, el oracional que habla de Dios y de sus guerreros que
vibran en su historia y que no se inmutan y permanecen firmes».
El absurdo no quédase allí y Palomeque engólfase hacia la ridiculez cuando escribe un páragrafo en el que supuestamente hace hablar a Azogues con unas expresiones que los lectores no sólo que no las comprenden sino que no siéntenlas como parte de un texto coherente, al extremo de quedarse nefelibatos ante la estulticia con la que dícese lo que a continuación transcríbese ex integro: «Me llamo San Francisco de Peleusí de Azogues, te invito a que te sientes en este suelo, que ha visto pasar innumerables veces, a la luna cañari, al sol inca, que proyecta en las paredes de piedra labradas en círculos cóncavos en planchas de andesita para recibir las señales y mensajes de los tiempos que anuncia los momentos para sembrar y otros para cosechar. Celebrando con fiestas de alegría y agradecimiento por la llegada de los solsticios y los equinoccios… sus habitantes y otros seres, forman siempre parte de la misión de encarar retos en condiciones diversas y distintas».
Y ni siquiera en la correcta ubicación geográfica
de Azogues es posible no encontrar absurdos acantinflados como cuando Remigio
Palomeque Cantos dice ad absurdum: «El
cantón Azogues se encuentra ubicado al sur del Ecuador en la zona austral en
el callejón interandino en la vertiente del Atlántico…». ¿Desde cuándo el río Burgay es una
vertiente del Atlántico? sería la pregunta que cualquier imberbe lector haríase
de frente a esta temeraria estupidez y cantinflería que déjanos absortos y patidifusos hasta
el límite máximo del hartazgo pues podríase decir que el Amazonas es vertiente del Atlántico pero jamás el Burgay, que hállase demasiado lejos del océano y que, a lo sumo, es apenas, ad orientem, un afluente del Paute. El precedente texto acantinflado sobre el Burgay adolece entonces de falta de precisión semántica. Pero los dislates no quédanse allí y así entonces ni la secuencia correcta de
algunas alcaldías de la urbe Palomeque pudo consignar correctamente. Verbi
gratia, al enlistar a los alcaldes Jorge Andrade Cantos y Polito Izquierdo
Pinos escribió: «DR. JORGE ANDRADE CANTOS PERÍODO: 1978 –
1986/ DR. CÉSAR IZQUIERDO PINOS: PERÍODO:
1984 – 1988». O sea, dirán los
lectores, entre los años 1984 y 1986 eran alcaldes, al mismo tiempo y bajo el
mismo aspecto, Jorge Andrade Cantos y César Izquierdo Pinos.
Los precedentes datos son falsos ya que Azogues no fue campamento de minas y caserío en 1550 y tampoco cabecera de doctrina o parroquia eclesiástica en 1562. La verdad histórica señala que el 4 de octubre de 1562 fúndase el asiento minero de San Francisco de Peleusí del Azogue, que nace como doctrina de indios y no como parroquia eclesiástica. Según los registros de la curia diocesana de la capital cañarense la parroquia eclesiástica de Azogues confórmase alrededor de 1777, después de la erección del obispado de Cuenca, más de doscientos años de lo que Palomeque asevera, en tanto es doblemente falso que en dicho año Azogues háyase constituido en parroquia civil cuando el Corregimiento de Cuenca, en su errática investigación, asciende a provincia. Cuenca era ya desde 1557 -cuando fúndase como ciudad castellana- una provincia y es en 1777 cuando deja de ser Corregimiento, no para ascender a provincia, como dice erráticamente Palomeque, sino para convertirse en Gobernación siendo su primer gobernador don Antonio Vallejo y Tacón, quien toma posesión de su cargo el 13 de diciembre de 1777. Palomeque yerra y demuestra negligencia investigativa para precisar correctamente las fechas históricas en su atropellado ensayo sobre la capital cañarense.
Inmediatamente, Palomeque incurre en una inaudita desubicación histórica
cuando dice: «…fecha de independencia 4
de noviembre de 1820 en tiempo de las batallas por la independencia de la hoy
llamada República del Ecuador. Fecha de creación del cantón 16 de abril de 1825 en el
tiempo de la Colonia». Ante este estupefacientre gazapo dígase
que para el año 1825, cuando Azogues es ascendido a cantón, ya no estábamos en la
época colonial como asevera Palomeque sino en el período de la Gran Colombia
pues justamente por decreto del libertador Simón Bolívar es que la capital cañarense
créase como cantón en su epónima fecha del 16 de abril de 1825.
Al hablar del edificio de la gobernación del Cañar sorprende que Palomeque, siendo arquitecto, desubícase en cuanto a su estilo constructivo cuando señala que tal edificación es neoclásica siendo mas bien lo correcto indicar que dicho edificio tiene un estilo ecléctico con prevalencia de elementos neoclásicos. Cabe rubricar, como hemos dicho ya en capítulos precedentes, que en nuestro medio -cuando trátanse de edificaciones del llamado historicismo- es difìcil identificar que los estilos arquitectónicos sean únicos pues todos y en todo lado de la república tienen elementos de varias corrientes arquitectónicas, por lo que el eclesticismo es como el denominador común de las construcciones arquitectónicas emblemáticas de nuestras ciudades y pueblos in patria aequatorianae.
Las confusiones de Palomeque siguen el caudaloso cauce de lo temerario
y sus desorientaciones trasuntan un verdadero problema que altera a la verdad
histórica como cuando confunde ciertos datos esenciales en relación a la Virgen
de la Nube al expresar contra veritatis:
«En el ámbito religioso, la entronización de la advocación
a la Virgen de la Nube en una pequeña capilla de los franciscanos, en la
colina llamada el calvario, ubicada en el lado Este de la zona alta de la
ciudad. Singular iniciativa que la concretó el sacerdote Julio María
Matovelle». Del parágrafo transcrito dígase que fue el padre
Manuel Ordóñez Álvarez, oblato, quien había tenido la iniciativa de establecer
en la colina de El Calvario una pequeña capilla dedicada al culto de San José
junto con su compañero, el sacerdote Virgilio Maldonado, pero fue el padre Julio
María Matovelle quien decidió que fuese mas bien levantada en honor de Nuestra
Señora de la Nube en el año del señor de 1897. Sin embargo, esta advocación no
fue entronizada en una pequeña capilla de los franciscanos, como dice Palomeque,
pues la orden franciscana hácese cargo del templo en 1912, 15 años luego de que
la capilla había sido construida en tal colina y desde este año 1912 es cuando los
franciscanos empiezan a fomentar su culto en Azogues y a dedicarle el
magnificente santuario franciscano que hoy es admiración de propios y extraños super flumina Burgay.
Una nueva desubicación histórica inficiónase de Palomeque al aseverar
que el primer automóvil que llegó a la urbe hizo su arribo en 1910, antes que
Cuenca, lo cual es un dato inverosímil puesto que la verdad histórica señala que
la capital azuaya es la que tuvo el primer autómovil del austro del país, en
1912, cuando el empresario Federico Malo lo importó como uno de los adelantos
de la vigésima centuria para la Atenas del Ecuador. Es mucho después de esta
fecha cuando los autos llegan a Azogues siendo inverosímil la insólita historia
de Remigio Palomeque de que en 1910, con motivo del paso del cometa Halley,
llegó a la capital cañarense un vehículo cuyo estrepitoso sonido fue confundido
con el astro celeste, lo cual parece, ad
absurdum, una extravagante leyenda ya que jamás ha registradóse in historia nostra que Azogues haya tenido
el primer auto antes que Cuenca. Pero léase, sensu stricto, la chusca y chocarrera narración de Palomeque frente
a esta inusitada historieta: «…Como
anécdota interesante, en 1910, ante el anuncio del paso del cometa Halley por
el planeta tierra, los habitantes recogiendo la noticia a través de
incipientes sistemas de comunicación condujeron a que muchas noches la
población se reunía en la “plaza nueva” para orar y prepararse por el
supuesto e inminente choque del cometa contra el planeta. La tragedia se
comentaba cual río crecido llevando criterios y chismes de lo que se avecinaba. Llegaba pronto el
fin del mundo; pero en ese trance, se produjo un acontecimiento particular y se
cuenta que, algún habitante recibió un susto repentino, un estruendo, que le
produjo un paro cardiaco y falleció por el impacto psicológico. Aclarado el
evento lamentable, resultó que se trataba de la llegada del primer “carro”a
Azogues… Entre 1910 y 1920, el automóvil llegó a la ciudad por la bonanza de
un grupo de inversionistas en productos estratégicos para la época».
Más abajo, Palomeque dice: «A partir de 1920,
la economía de Azogues se dinamiza por la inclusión de nuevos productos como
la paja toquilla. Esta planta se transformaba a través de un proceso de secado
y tratamiento hasta formar hilos para la fabricación de “sombreros de paja
toquilla”, Varios sectores y habitantes vieron en esta actividad una
oportunidad que permitió además cualificar y perfeccionar la mano de obra
artesanal; incluso la producción generada en Azogues cubrió la demanda local
y provocó además la exportación a destinos internacionales bajo el
nominativo “Panama hat”».
Lo que acábase de leer es de veras una barbarie en contra de la historia debido
a que de ninguna manera la paja toquilla introdújose en Azogues a partir de 1920.
Ya desde la época de Bartolomé Serrano, a mediados del siglo XIX, la paja toquilla
habíase introducido en estos lares como actividad económica por lo que las
aseveraciones de Palomeque contravienen flagrantemente a concisos y comprobados
hechos de la historia de la urbe que vuélvese opacada y difusa a causa de tamaños
equívocos en este artículo que sorpréndenos por tanto desacierto acantinflado.
Y como «abyssus abysum invocat» o «el
abismo llama al abismo», toda esta fachosa investigación de Remigio Palomeque
Cantos principia con abstrusas cantinfladas y conclúyese con absurdas expresiones
cantinfléricas en donde las incongruencias y la falta de sentido terminan por
despojar al artículo de todo nivel de coherencia cayendo en la más abyecta
estulticia que puédase admitir in honorem
hispanicae linguae. Leamos pues, dentibus
albis, el hilarante y chusco colofón: «Estos
impulsadores conductuales inciden en el ámbito de los principios naturales,
raciales, étnicos, la igualdad de género y valores que se encontraban confundidos
o escondidos y más aún, no visibilizados. En contraste al imperio de tabús o
prácticas apartadas de las esencias y de las necesidades reales que se
requieren para abrir nuevos caminos hacia las oportunidades de motivar y
consolidar emprendimientos mentales y materiales, contrario a eso exigen nuevas
posiciones que regulen y sustancien la convivencia individual, grupal y del
mundo entero como el verdadero derecho… Tierra, Agua, Fuego, Aire; cosmovisión
de las culturas ancestrales y están presentes en el Todo. Azogues cuando la
fundaron, miró a su alrededor y supo que nunca se sentiría sola; desde el
primer momento, se propuso a realizar los inventarios identificados como
herencias que recibió de antiguos cañaris y de otros hermanos visionarios que
te antecedieron preparando el momento de tu llegada».
¿Cómo es posible que toda esta retahíla de ideas confusas,
pensamientos estúpidos, aseveraciones sin sentido, atentados históricos y
absurdas desubicaciones haya podido publicarse como un homenaje al bicentenario
de la independencia de San Francisco de Peleusí de Azogues? Solo por la
estulticia de quienes admitieron la investigación sin revisarla con el
necesario rigor científico y metodológico con el cual hubiérase evitado una de
las más grandes ignominias e infamias que háyase irrogado a la capital
cañarense donde el
oscurantismo del siglo XXI es la causa para que un alcalde y el consejo
editorial de la Santa Biblia de Azogues manchen con sus infamias a la historia
de un pueblo altivo enviándolo al abismo de las huestes infernales y bendiciendo
la esclavitud in honorem invincibilis ignorantiae in via historiae, adversum veritatis
et contra dignitatis in mysterium iniquitatis.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Conchae, apud flumina Tomebamba, mensis ianuarii, die XVII, octava II Dominica post Epiphaniam in Anno Salutis Nostrae MMXXII
OPINIONES CIUDADANAS
Mi estimado amigo..nuestra historia, como azogueños de corazón, indigna al saber que nuestra hermosa e hidalga ciudad de San Francisco de Peleusí de Azogues ha sido agredida en su historia y se haya convertido en disputa polìtica y no en la razón específica de que cada politico ofrezca y a su conveniencia busque y encuentre intereses personales... .No, mi amigo, creo que es indignante formar parte de un circo político con dimes y diretes. En nuestras manos está, mi estimado amigo, sin afanes politicos que nuestra ciudad se impulse al mundo como nuestra propia historia lo dice: «Azogues tierra de hombres y mujeres valientes y pujantes»... Amigo, que ningún partido político nos divida. Viva Azogues.. Ciudad de mil encantos.*****************************************************
Rafael Correa Delgado " EL FACISTA ".
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