La «ARS POETICA» o el «ARTE DE LA
POESÍA» no es una virtud que poséela cualquiera al crear literatura y aunque el
dicho popular castizo proclame que «de músico, poeta y loco todos tenemos un
poco» no quienquiera que coja la pluma para expresar con la palabra los más
profundos sentimientos que un hecho poético inspira podrá manejar con propiedad
el arte de la versificación por el que un hecho fáctico, un inopinado
sentimiento, una utópica idea o una cruda realidad latente son causa y razón de
la poesía, con exquisitos poetas y sensibles poetisas que juegan, crean y
recrean con las palabras la belleza del mundo de las letras sintiendo lo que se
dice y diciendo lo que se siente in veritatis splendor.
La alabanza que pretende
equipararla con destacados nombres de las letras sudamericanas como Arguedas o
Mariátegui, ad exemplum, no solo es descabellada sino que contiene también
tremebundos absurdos que siénteselos abstrusos in extremis como cuando dice:
«…desbordando su alter ego…» lo cual es a ojos vista inentendible pues «alter
ego» es «mejor amigo» en nuestra lengua de Castilla y no compréndese por qué
desbordaríase un «alter ego» ante la poesía de la poetisa, mientras asevérase
que Wara Sisa alcanza la madurez de la producción literaria de Bernal cuando la
verdad es que éste es apenas su primer libro. La crítica superlativiza a la
autora diciendo que muy pocas obras alcanzan este nivel de abstracción creativa
y superan la frugalidad del intelecto humano, pero al decir «frugalidad del
intelecto humano» vuélvese a contradecir ad absurdum pues el intelecto no
podría ser frugal ya que la frugalidad es «la templanza y la parquedad en la
comida y la bebida», siendo de veras absurdo que el intelecto pudiera ser frugal
cuando debería serlo la persona. El autor del piropo anuncia, ad concludendi,
que al fin morirá en paz porque la poetisa que publica su primer libro es la
sucesora de Uriel García, Enrique López Albujar, José Carlos Mariátegui y Ciro
Alegría, lo cual tampoco lo demuestra más allá de citar autores en tal orden de
prelación desde García a Alegría.
Pero en la aventura que este periplo implica resulta un fiasco encontrarse dentro del libro WARA SISA con elementales juegos poéticos que contrastan de ríspida manera las expectativas creadas ante la poetisa Bernal, quien dentro de la obra demuestra sensibilidad y gusto por ejercitarse en el parnaso cañarense pero su saber poético, in honorem veritatis, es bastante incipiente como para dar crédito al comentario transcrito ut supra. Mucho más cuando confrontamos sus versos que suenan forzados y denotan una notoria falencia de no dominar las reglas de la Preceptiva literaria. Ad exemplum: «Ojitos de agua pura/ reflejan a la luna/ cerca de la laguna/ donde la culebra duerme en su cuna», «Quinde del cielo, ilusión de verdad/ amor supremo de felicidad». Buscando objetividad, sine ira et studio, lo que acábase de leer podríase interpretar de ingenuo y pueril hasta los límites de la cursilería sin que encuéntrese en este tipo de versificaciones ideas conceptuosas que definan con elegancia y elevado estro el hecho poético que ha inspirado estos elementales versos. Mas aún cuando en ocasiones divágase diletante ante existencialistas escenas que parecen sin sentido; exempli gratia: «… Porque en realidad ¿qué es? un SER HUMANO/ portamos desde el SER, ¿qué soy, qué somos?/ pregunta sin respuesta que se ha visto ignorada/ no por falta de importancia, sino por falta de/ valor, porque responder a ella/ para muchos es tortura y opresión…».
Y Michaella, desde su visión poética, pretende dar sentido a su nombre: «Descalza en el
monte/ grabaré mi nombre/ Warasisa le diré al viento/ Warasisa es mi nombre…» pero intenta describirse con hiperbólicas metáforas que siéntense forzadas
in extremis: «Soy la selva que duerme/ y el sol que se levanta/ soy la noche y
el lucero/ soy todo y soy nada/ soy cordura y locura/ soy el capullo y la
mariposa/ soy el comienzo y el fin/ soy la lucha eterna con el verbo del ser…».
De cuando en cuando encuéntranse ciertos conceptuosos versos que no porque lo sean magnifican el estro poético de la poetisa, dejando sentada su capacidad sensible cuando dice frente a los destellos del páramo: «Estrellas perdidas/ vagando transitan/ cansadas invaden/ su último destino… Ahora solo esperan/ con anhelo profundo/ que aparezca otro ingenuo/ y las regrese a Saturno»; igual cosa mírase cuando versifica: «Bordadas las nubes/ navegan dormidas/ debajo del cielo del indio cantor/ flotando desnudas en claro de luna/ sale la viuda buscando a su amor…». También, al describir a Tránsito Amaguaña: «…Con garras y dientes/ defendiste a tu casta/ revelándote valiente/ contra la opresión denigrante/ del espartano traidor… Te vestiste de fiera/ protestando valiente/ por la justicia y la equidad/ de un pueblo inocente…». Y desde la simplicidad de las ideas descriptivas hállanse también vivenciales escenas que por intensas recréanse en algunos trepidantes momentos de la vida de Wara Sisa: «Yo soy el mar y tú mi marea/ yo soy el barco y tú mi caudal/ yo soy la cascada y tú la montaña/ Me desahogo en tu inmensidad/ flotando entre las aguas profundas de tus mares/ te amo hasta la eternidad».
En ciertos momentos la poesía vuélvese meramente descriptiva, sin exagerados dramatismos ni estrepitosas metáforas que conspiran de profundis con la ars poética: «Soy movimiento constante/ como el colibrí radiante/ que gravita por el cielo/ suspendido por los aires…», «La tarde ha llegado y las aves se van/ y el runa apresta el mugriento vestido/ sacudiendo semillas, empieza a bajar…», «Dentro vivo/ fuera me extingo/ dentro me descubro/ fuera me desvanezco/ dentro yo construyo/ fuera me destruyo…». Y de la mera descripción la autora pasa a la denuncia reflejando un espíritu contestatario ante nuestra realidad histórica, como cuando dice: «Nos robaron cuanto pudieron/ y no con eso conformes/ humillaron y restregaron/ contra el suelo a los pobres/ pobres indios, descendientes de una raza vencida/ de la que ya solo quedaba el nombre/ que cayó por mano extranjera/ de los forasteros traidores». También, en instantes, las metáforas son hipérboles que desbordan toda expectación: «Se despiertan los nevados soberanos predilectos/ de tiernas cabezas de nieve y sorbete…», «Eres péndola que esparce polvo cósmico sideral/ hijo primogénito del Dios del trueno y vendaval…». Pero el uso de comas antes de verbos es fatal pues destrúyese la cópula entre sujeto y predicado. Ad exemplum: «Fluyan las corrientes del universo, que de él, renazcan las memorias antiguas, que de él, añoren nuestros rezos, que de él, lluevan los despertares eternos…».
Dicho lo cual es notorio en todo el libro que hubo negligencia para que la obra tuviese una correcta edición y revisión de textos, mientras una disputa por la portada de WARA SISA ha dejado en entredicho a la Casa de la Cultura de Cañar, entidad editora de la publicación, pues el personaje utilizado para la cubierta reclama que se omitió su crédito y nunca pidiósele autorización para la edición de esta obra.
Así pues, ni huellas de
Mariátegui puédense ver en WARA SISA, ni destellos de Ágredas detéctanse en la
poetisa Bernal ni cualidades poéticas de Uriel García, Enrique López Albujar y
Ciro Alegría descúbrense para dar crédito a la hiperbólica y desubicada crítica
que afirma con desparpajo, ab initio, que la poetisa Michaella Bernal es la
sucesora de tales personajes in America meridionalis. Mas bien, todo lo
contrario, como novata en el mundo de las letras aún quédale un largo camino
por recorrer para identificarse como poetisa y dignificar a las letras
cañarenses como una de sus cultoras ad futuram rei memoriam y como eso está por
verse, las exageradas lisonjas lanzadas en estas semanas solo han héchonos
recordar el sabio dicho de nuestra paradigmática lengua de Castilla: «mucho
ruido y pocas nueces» in culturalis aspectibus ab intra societatis in Hatun
Cañar semper aeterno et admirabilis ómnibus nobis.
Datum Conchae, mensis februarii, die vicesimus ac septimus, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXXII, Dominica in quincuagésima in Carnestolendas.
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