In honorem Conchae/ En honor de Cuenca, el Museo Municipal de Arte Moderno «Luis Crespo Ordóñez» presenta desde este 12 de abril del año 2017 una amplia exposición plástica de Ricardo
Montesinos Vial, figura señera y excelsa del mundo artístico nacional y epónimo
artista que, ad initium tertio millenio/
a inicios del tercer milenio, es como el fons et culmen de la historia del arte local en los últimos 50
años.
Hallándose ya en la edad provecta, en el instante en
que cúmplense 70 años de su nacimiento, acaecido en Pucará, Azuay, el 14 de
abril de 1947, Ricardo Montesinos Vial ha querido celebrar su septuagésimo aniversario
ofreciendo a la comunidad cuencana una mega muestra de su creación
artística, en donde puédese contemplar la gran calidad y el talento que
catapúltanlo como un singular artífice de la pintura en nuestro medio, pues
Ricardo es icónico en el panorama cultural cuencano y perdurará in aeternum en el horizonte artístico
de la capital de la morlaquía y de la patria.
El observador enfréntase a un compendio de creaciones
que develan per se una figuración
personalísima que, tanto por lo expresiva cuanto por lo novedosa, remítenos a las curiosas ideas del artista y a
su gran creatividad para concebir sus trabajos con un crítico modo de expresión
plástica por el que, ad experimentum,
yuxtapone en el lienzo sorprendentes figuras que encandilan el alma de todos
cuantos obsérvanlas deleitándose con un puntillista trabajo en donde el color
refulge luminoso puesto que en la actualidad Montesinos es un colorista par excellence, con un diestro manejo
del espacio pictórico donde recréanse conmovedoras escenas que reflejan la
realidad en su más pura esencia o distorsiónanla dejando, a ojos vista, la
lindeza de los recursos artísticos que utiliza, de momento ad momentum, para revelarse como un mago de las artes en
donde todo cuanto plantéase es sui genéris, original y digno de grata
estupefacción.
Como autodidacta y compulsivo investigador ha
adquirido un lenguaje personal, un estilo propio e inconfundible, así como una
técnica singular por la que identifícase con fuerte personalidad en el mundo
artístico ecuatoriano. Quid pro quo,
debido a esta condición, el artista sabe con -apodíctica certidumbre- la
precisa forma para plasmar sus creaciones en magníficas obras de arte, mientras
su admiración por El Greco, Velázquez, Gaudí, Guayasamín, Van Gogh, Picaso, Miguel Ángel y todos
los eminentes genios de la historia del Arte, a los cuales reinterpreta con
gran talento, ha llevádolo a crear novedosas apropiaciones de epónimas obras
maestras de la historia del arte universal en las que imprime un auténtico modo
de expresión artística que hácelo original inter
nos in nostra communitate.
La prodigiosa pintura de Montesinos, por otra parte,
es fruto de un permanente proceso de experimentación plástica en donde subyace una
curiosidad intelectual que ha permitídole transitar por una serie de lenguajes
que consolidaron su marca personal, a través de los años, hasta definirse como
el más fuerte expresionista del arte ecuatoriano super flumina Tomebamba. Su gusto personal por determinados personajes de la historia, entre los cuales hállase Bolívar, demuestra una perseverante manera de interesarse por conocer a maxima ad minima a quienes han sido figuras cimeras que, desde el arte, son siempre puntos focales sobre los cuales devélase todo un amplio conocimiento de la naturaleza humana.
Su técnica más depurada, la
cual puédesela llamar como «termoimpronta» es aquella con la que consigue fuertes y
vigorosos colores que vivifican a sus creaciones para que parezcan semper vivens inter nos.
En la madurez
de su vida el artista es un colorista par
excellence, característica esencial que prueba su gran evolución plástica a
la vez que erígelo como un egregio maestro in
conchensis urbe, ad futuram rei memoriam. Esta esplendente madonna representada a la manera de un ícono de la Iglesia bizantina, confírmalo in spiritus et veritas ad nostra contemplationem.
Su técnica es el fruto de
profundas investigaciones sobre la plástica de las culturas ancestrales, por
las cuales ha tenido un interés mayúsculo a punto tal de constituir un acucioso
y devoto investigador de las ucuyayas, figuras milenarias de Narrío, que han inspirado
constantemente en su producción artística.
Más allá de ello, in
honorem libertatis, Ricardo es un amante de la libertad, un buscador
incansable de nuevos horizontes, un impredecible explorador de temas y
técnicas, lo que ha llevádolo a considerar con ataraxia que «la persona investigadora es conflictiva»,
pues -dicha sea la verdad- la investigación crea conflicto en un medio donde el
conocimiento espanta a quienes no quieren aceptar que debemos ser siempre una
especie de «cooperatores veritatis» o
«cooperadores de la verdad».
Desde
esta perspectiva, para Montesinos: «la
falta de conocimiento crea conflictividad» y desde este aspecto el artista
cree que no debemos refugiarnos en la ignorancia por no saber investigar. Desde
el prisma plástico, el maestro cree que «la
falta de conocimiento creó la abstracción», idea que, a contrario sensu, equivale a decir que «el conocimiento destruye la abstracción». Estas personalísimas concepciones
han sido el verdadero leit motiv para
que Ricardo haya perseverado como un artista que pinta todo el tiempo por el
gusto de crear, mientras experimenta el llamado «gaudium de veritate» o «gozo
de buscar la verdad». Así, el artista defínese como un rebelde de la
historia del arte cuencano y ha provocado todo el tiempo la confrontación de
realidades contrapuestas en sus proyectos plásticos.
Por ello es que todas las obras del egregio artista
poseen un estilo personalísimo con el que, sub
specie instantis, vuélvese dramático, lúdico o confrontativo al incluir en
su trabajo distorsionadas figuras que parapétanse como elementos estéticos que
consolídanse por los fuertes contrastes coloristas, aplicando un empaste grueso
con agresivas pinceladas o sutiles maneras de pigmentación del color para
producir, ante omnia, una nueva forma
de concebir las cotidianas realidades bajo la trepidante capacidad expresiva
con la que nos sorprende siempre cada vez que miramos sus nuevos proyectos
artísticos.
Su serie de catedrales gaudianas es un ejemplo paradigmático de la desbordante capacidad imaginativa del artista y las múltiples posibilidades que su pincel proyecta cuando un tema apasiónalo ex tota anima sua para graficar originales obras que encandilan el alma y encantan de profundis por su fuerza expresiva y su chispeante ingenio.
Entre las novísimas creaciones del maestro hállanse unas sorprendentes apropiaciones de «Las meninas», el
cuadro paradigmático de Velázquez en donde la familia de Felipe IV despliégase sobre el lienzo con grandes efectos compositivos que hicieron del genio español del Barroco un símbolo refulgente del arte universal. Bien puédese decir, in urbe nostra, que solo Montesinos ha sido el conspicuo artista que ha logrado reinterpretar a las meninas, sub specie aeternitatis, como una copiosa fuente de creatividad, diversidad y genialidad denotando la gran experticia del último período estilístico
del maestro, en su madurez plena.
Así, desde la crítica especializada, digamos in stricta iustitia que las meninas de Montesinos sorpréndennos por la flexibilidad con que cada una fue pensada en un multicolor espectro y policrómico aspecto por el que créase una atmósfera donde las figuras situadas en primer plano represéntanse vigorosas, expresivas y simbólicas en un contexto que habría sorprendido al propio Velázquez in historia mundi.
Es grato escribir un ensayo sobre el más grande pintor expresionista que este suelo ha entregado a la patria cuando no son solo las afinidades artísticas las que compártense diem per diem in camera caritatis cuanto la leal amistad que pervive inter nos et in aeternum pese a ciertas adversidades. «Vera
amicitia pulchra est/ La verdadera amistad es pulcra» dícese desde los inmortales tiempos de la antigua Roma y, en efecto, creemos con acrimonia que una auténtica
amistad es siempre traslúcida, limpia, cristalina y diáfana desde todo punto de vista sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum.
Cum accurata diligentia, las obras de la presente exhibición artística nos
muestran a un Montesinos renovado y redivivo, vigoroso e impredecible, genial y
sorpresivo en un momento en que su aporte artístico es ya un valioso legado
para las presentes y futuras generaciones in
patria aequatorianae et in saecula saeculorum.
Diego Demetrio Orellana
Datum Concha, mensis aprilis, die XII, reparata salute
Anno Dominicae Incarnationis MMXVII.
De la Obra de Montesinos que refiere como apropiación de las Meninas, más que apropiarse de las de Velázquez, nos recuerda el estudio realizado, a finales del año 1957, por Picasso.
ResponderEliminar"Fiel a los parámetros de la retórica barroca, Picasso reinventa Las Meninas dando un paso más allá: el extrañamiento distorsionador. Para ello, Picasso muda su imprevisible personalidad artística y deviene Picasso-Velázquez, sometiendo al cuadro original en una suerte de tema, al que él aplica una serie de variaciones. Se trataría de algo así como el ejercicio musical más elevado: las variaciones. Tomemos como ejemplo las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, donde el genial compositor barroco, a partir de un tema, configura a lo largo de 30 variaciones y una coda, uno de los monumentos capitales de la música para tecla. Sobre parejas premisas, Picasso toma el consabido y excelso tema (Las Meninas de Velázquez) y despliega/pinta 58 variaciones/telas. De este modo, Picasso consigue lo insólito: que el cuadro de Velázquez, y por extensión su estilo “velazqueño”, se parezcan a él (Picasso), y no al contrario". José Antonio Bielsa