domingo, 14 de febrero de 2016

UN PINTOR DEL AMOR IN VERITATIS SPLENDOR




DIEM MUNDIALEM AMICITIAE

UN PINTOR DEL AMOR IN VERITATIS SPLENDOR

«Praeter opinionem» o «contra toda expectativa», el disparatado prejuicio que ha levantádose adverso al Realismo en las artes plásticas, al considerarlo anacrónico en los actuales tiempos, en beneficio de las intermitentes y fugaces manifestaciones del arte contemporáneo, ha conspirado in aeternum para que valiosos artistas in historia mundi hayan sido enviados al reino del olvido, en un tenebroso ostracismo que impide juzgarlos como conspicuos artífices de una preciosa figuración a través de la cual han descifrádose sublimes manifestaciones de realidades y emociones que elevan el alma a la contemplación serena in veritatis splendor.


 Uno de los artistas marginados por los corifeos anti realistas, que auspician este insólito prejuicio contra el arte académico, es el francés William-Adolphe Bouguereau (1825 - 1905), que bien podríase catalogar como el «pintor del amor», pues trátase de un academicista par excellence que logró, inspirado en la mitología, algunos de los más bellos cuadros que háyanse visto, in perpetuum, para expresar los sublimes sentimientos que el amor y la amistad han evocado in saecula saeculorum.


Ad effectum videndi, veamos algunas cimeras creaciones de Bouguereau. Ad initium, partamos de la obra «Cupido y Psiquis», en donde tomando como modelo arquetípico al mito clásico de Eros y Psiquis logró un retrato de fotográfico aspecto y peculiar belleza, en el que Psiquis exhibe un gozo superlativo por estar junto a su amante sobrecogiéndose de profundis entre los brazos de Cupido, con un rictus satisficente que conmueve ab intra mientras su amante refulge, cual Adonis greco, con solemnes alas en la espalda, elevándose in excelsis hacia la gloria celeste y prodigando protección a su amada Psiquis para demostrar in spiritus et veritas que el amor es el sentimiento más placentero para la vida del género humano in omnia terra.


Ni qué decir tiene de «Psiquis y el Amor infantes», en donde el artista francés consigue plasmar a la pueril inocencia como plataforma para mostrar en su más vera essentia que amar es lo más excelso de la inocencia, con un dúo de infantes de angelical fisonomía que parecen querubines de celestial belleza atisbando el más puro sentimiento que extasía sus almas hacia la plenitud del gozo sempiterno ad vitam aeternam.

Igual acontece en esta obra bucólica cuando Cupido y Psiquis muéstranse desnudos y tímidamente eróticos en un natural recoveco que los refocila demostrando el inefable amor que es la copiosa fuente que alegra la existencia a límites paroxísticos exaltando nuestras almas para llegar a la felicidad ad gloriam aeternam.

Los desnudos de Bouguereau represéntanse eróticos con una sutileza que invita a contemplarlos con curiosa expectativa, como lo prueba, ipso facto, esta obra intitulada también «Amor y Psiquis», en la que los dos célebres personajes del mito heleno ascienden in cœlum, entre níveas nubes, sin más preocupación que el amor que los eleva ad summum a la suprema gloria.


Ex admirationem, puédese inferir que este maestro es magistral para enseñarnos didácticamente la fastuosidad de la mitología clásica y así débese decir, sine ira et studio, objetivamente, que hasta el más bruto ignorante o el más imberbe ciudadano entiende la maravillosa sabiduría de los mitos grecolatinos bajo el pincel de Bouguereau. Exempli gratia, en la obra «El amor desarmado», represéntanos la ingenuidad de Cupido al estar sujeto en los brazos de Psiquis, quien míralo contemplativa como si captase el candor que el amor nos prodiga en todas las circunstancias en que lo experimentamos in vita nostra ¿Cuántas veces la vida nos enseña, tristis et afflictis, que acaso las mujeres no son con frecuencia más astutas para someter al amado burlándose de su ingenuidad per fas et per nefas?

Mas hay en las obras de Bouguereau un bello prototipo del dominio de las técnicas pictóricas academicistas y así, en «Faun and Bacchante» recréase a la perfección otro mito griego donde el amor es el protagonista de la clásica escena en que un fauno seductor sujeta a su amante enamorada embelesándola ad infinitum con sensualidad paroxística para mostrarnos sensu stricto la importancia de la «ars amatoria» o «arte de amar» como requisito sine qua non para cultivar y mantener este bello sentimiento que alegra nuestras vidas con gracia plena.


Bouguereau es un hábil pintor de innegables dotes y maneja los cánones academicistas para graficar la realidad, sub specie instantis, con la nitidez y la pulcritud que solo un gran talento puede lograrlo, como en esta obra esplendorosa intitulada «Amor victorioso», en la que sugiérenos la triunfal silueta del amor que todo lo vence usque ad sanguinis effusionem/ hasta el derramamiento de sangre si ello fuere menester. Aquí, Cupido sujeta su arco con la mano derecha -en clara señal de victoria- mientras Pisiquis luce complacida por el triunfo del amor, y ocultando su rostro entre los rizos de su amado y el manto que los cubre, abrázalo para volar juntos y libérrimos ad infinitum en los refrescantes aires del inmenso espacio dentro de una amorosa escena que permítenos corroborar, inter nos, la sabia enseñanza de la vida por la que, a golpes de caídas estrepitosas, un día columbramos que sólo quien pasa por el hielo del dolor puede llegar al incendio del amor y así su triunfo es exquisito ex tota fortitudine.

A contrario sensu, así como el amor un día triunfa brindando la felicidad más inefable también hay trágicos instantes en que el amor envuélvenos en la más profunda tristeza como  apréciase en la obra «El amor se va», donde Cupido aléjase de Psiquis, acomoda su aljaba, toma su arco y alza el vuelo con un rostro de mirada torva que muestra, in stricta veritas, un rictus de decepción o desencanto ante la amada Psiquis que, patidifusa, intenta desesperada atrapar a su amado que prácticamente ha elevádose dejándola compungida y mostrándonos, in veritas semper fidelis, que así como el amor nos lleva al gozo y la felicidad puede también arrastrarnos a la calamitosa aflicción que experiméntase con el dolor y la angustia in corpore et in anima.


Y en este precioso cuadro al que Bouguereau bautizóle como «Paz», percíbese aún más el estilo fotorealista del pintor, por el que creó una obra idealizada en la que subyacen los cánones academicistas por los que el Realismo es de veras un auténtico medio de expresión plástica sicut erat in principio et nunc et semper. Aquí, dos niños amantes expresan con diafanidad la gratísima complacencia de la experiencia amorosa cuando nos sublima hasta el gozo supremo que encandila el alma ad gloriam et felicitas in cordibus nostris.


En su vasta producción pictórica Bouguereau idealizó la inocencia como requisito del amor puro y en esta obra alegórica represéntala stricto sensu como una joven de túnica blanca, el color de la inocencia, junto a dos ángeles custodios que contémplanla a diestra y siniestra. El ángel de su derecha bríndala una rosa roja, quizás porque el rubicundo color del paradigmático obsequio es el símbolo refulgente del amor ad contemplationem nostra.

«Cupido y la mariposa»

«Cupido con una espina»

«Cupido mojado»

El artista que ha sido objeto de nuestro estudio concebía el amor para graficarlo desde los cánones de la academia, siempre bajo el prisma mitológico, con algunas obras para representarlo cum clara lux ora como un cupido sensual, ora como un atractivo Adonis, ora como un dulce niño pletórico de ternura, tal como contemplámoslo en sus obras intituladas: «Cupido y la mariposa», «Cupido con una espina», «Cupido mojado», donde el epónimo personaje de la mitología grecolatina es un medium para llevar a los espectadores a la comprensión del amor como un sentimiento imprescindible en la humana existencia.


Mas es en el «Rapto de Psiquis» donde Bouguereau grafica a Cupido en su vera effigies de simpático Adonis, semper admirabilis, con todos los atributos estéticos que exornan su atractiva fisonomía para capturar las miradas con trepidantes e intensos sentimientos de ternura y pasión que el amor inspira y evoca in camera caritatis. Así, con su carcaj a la izquierda, el arco y la flecha en su mano derecha, su original postura sedente, su mirada expectante y su angelical silueta muéstrase taxativamente en el típico retrato con el que defíneselo in historia mundi.


Podemos apreciar por ello, a fortiori, que el artista supo representar a Psiquis con precisión figurativa, quien es en esta obra una dulce doncella, amabilis et pulcherrima, en pose contemplativa, cual ícono sagrado que evoca la imagen sacra de una deidad femenina pro omnia humani generis.



La obra intitulada «Assault», verbi gratia, es una de las creaciones artísticas en donde Bouguereau revélase como un reportero gráfico del amor, cuando Psiquis, hallándose rodeada de un tropel de ángeles que invádenla cual moscas a la miel, despierta amor «pro mundi beneficio/ para beneficio del mundo» in universa terra.


Igual cosa acontece, admirabilis ante omnia, con la obra «Caridad», en donde una doncella yérguese cual si tratárase de la Mater Dei et Mater Nostra, como una Santísima Virgen que acoge en su seno a todos los infantes que míranla como «Mater amabilis» y encuentran en su regazo la protección que solo el amor maternal es capaz de prodigar, mientras es gratificante confirmar, ex tota veritas, que una madre no se cansa de esperar.

A similis, algo parecido descúbrese en la obra titulada «Madre Tierra», en la que el sensus vitae del amor maternal es maravillosamente explícito con una deidad que quizás representa a la diosa Gea atrayendo a 7 niños que circúndanla por su condición de Mater purissima que exhibe su seno listo para el amamantamiento providentissima pro omnes gentes.


Nada diversamente proporcional tiene lugar en «Sueño de primavera», donde una fémina que posee per se donaire y belleza atrae las miradas de tres ángeles seráficos que envuénvenla en una dulce atmósfera mientras el primero coloca, desde su diestra, una aureola de rosas cual evocación sutil de la primavera que arriba super terram como tiempo propicio para que las flores sean símbolos icónicos de la natura ad contemplationem in puris naturalibus.


Algo espectacular ofrécenos en su obra «El retorno de la primavera» y aunque pudiere parecer un recurrente tema, su planteamiento compositivo difiere -a capite ad calcem- puesto que aquí Cupido hállase parapetado sobre la testa de la bella Psiquis y con su flecha cautívala de profundis junto a 2 ángeles que en un lúdico ensueño juegan con la larga cabellera de la amante, toda vez que 5 niños  en diferentes poses circunvalan a Psiquis sobre la verde llanura en la que parecen despertarse ex abrupto ante la llegada de la primavera in naturalis splendor.


Bouguereau, a la hora de pintar lo que a nuestra alma embelésala, introyectábase ab intra en los sentimientos humanos que graficábalos cum clara lux et sapientia, hasta el punto de pintar lo que los humanos mortales no lo miramos ni siquiera de refilón. Así, sus personajes tomados como arquetípicos modelos femeninos de sus obras son mujeres hermosas y rotundas, tiernas adolescentes, encantadoras y muy limpias niñas que definen, en sus bellas composiciones plásticas, los conceptos profundos que empeñábase en retratar, como en «Secretos de amor», en donde la pose de una encantadora dama es la típica expresión de quien confidencia sus secretos amorosos con el ángel que acompáñala, semper admirabilis, para escuchar las historias de una alma enamorada que desahógase in extremis contando sus recónditos pensamientos de amor «in amicitia semper fidelis» o «amistad siempre fiel».


Con una curiosa capacidad exploradora en el mundo figurativo, en el que erigióse como un egregio artista, es en el nacimiento de Venus donde Bouguereau conságrase ad perpetuam rei memoriam como un genial reportero gráfico del amor, pues en esta obra clásica, de las mejores que logró en su vida, la diosa Venus, tal como en Boticelli, surge a nativitate desde una concha marina y yérguese mayestática con un escultural cuerpo femenino, digno de ser amado, en erótica pose, junto a un conjunto de 20 personajes, entre ángeles, efebos y ninfas que, ex admirationem, contemplan su sui generis belleza y ríndenla pleitesía como a una divinidad digna de los mejores elogios cum reverentia et respectum in omnia terra. Cupido aparece in excelsis/ en las alturas, con su arco y su flecha, al mando del ejército de ángeles que, tal como los coros celestiales, inundan de majestuosidad el ambiente en el que Venus propala hermosos sentimientos de amor a maxima ad minima et in saecula saeculorum.



Pero si con el nacimiento de Venus el vidente sublímase de profundis ante la fenomenal experticia para manejar la figura humana que posee Bouguereau es en esta obra intitulada «La pléyade perdida» en donde las voluptuosas formas de la fémina dan cuenta fehaciente del quid divinum del genial artista para el dominio del cuerpo femenino parapetado en los aires cual ninfa etérea que asciende in crescendo ad gloriam aeternam mientras exhibe su belleza cual si fuese la summa perfectionis ante omnia et super omnia.


Cosa parecida sucede en la obra «El despertar del corazón», en donde Psiquis es nuevamente el centro focal de la composición pictórica, rodeada de un ejército angelical que, a divinis, da cuenta de la superlativa presencia del amor en una pastoril escena en la que, ut supra, por sobre la cabeza de la amada, Cupido señala con su flecha a Psiquis como perfecta alegoría del amor apasionado ex tota fortitudine.


A divinis, es en sus obras angelicales donde Bouguereau logra identidad plena con los celestiales personajes que revolotean en su mente, ora como cupidos, ora como serafines, ora como querubines o ángeles alados de inconfundible personalidad. Lo que afírmase precedentemente confírmase en esta paradigmática obra que intitúlase «La canción de los ángeles», donde la Mater Christi exhibe a Jesús a una tríada de ángeles alados que bríndanle un celestial concierto donde la tenebrosa perspectiva de la composición pictórica contrasta intensamente para que el lumínico ambiente constituya el preciso espacio donde la divinidad refulge de frente a la mística natividad de Cristo. Y mientras la creatividad de Bouguereau despliégase ad libitum para mostrarnos su poderosa imaginación el figurativismo de sus creaciones da cuenta de su fortísima experticia para el acadecimismo en una época romántica de un alborotado siglo para el desarrollo de la pintura in mundum universum.


Y en esa creatividad por la que Bouguereau navega como un experimentado barbo de aguas cristalinas sus curiosos temas de insólitas escenas sorprenden y cautívannos ad summum ora por la originalidad con la cual son tratados o traspuestos en el arte pictórico, ora por el sorprendente lenguaje figurativo pata definir simbólicas escenas de vida humana como descúbrese en este lienzo al que habíalo intitulado: «Caín y Abel», quienes abrazados a su madre, Eva, no ocultam la bíblica distonía por la que erígense como representantes del bien y del mal, de la bondad y la maldad en la carnal hermandad, a punto tal de aparecer en la imagen como dos contrapuestos seres que ni siquiera míranse vis a vis en una composición  pictórica atiborrada de simbolismo a fuer de su exquisito figurativismo in splendore magno.


Y siendo como fue, Bouguereau, un artista de profunda sensibilidad ante las cosas más sublimes de la vida, sus obras vuélvense una reportería gráfica de particulares instantes de la existencia, como acaece en esta obra llamada Elegía - Dolor de amor, que refléjanos ex tota claritas el redivivo dolor que la muerte induce ante la contingencia humana donde la desolación evidenciáse con diafanidad ad vitam aeternam.


Del mismo modo, con su particular experticia para el arte figurativo, Bouguereau fue un talentoso artista que invocaba siempre los temas clásicos de la antigüedad clásica, como puédese confirmar en esta propuesta plástica intitulada «Arte y Literatura», donde dos féminas graficadas como un dueto de diosas del Olimpo parapétanse en la composición con las perfectas alegorías de las disciplinas a las que representan in via artis: la lira de la poesía y la paleta de los pintores in honorem artis et secundum artem...


Pero, ars gratia artis, donde el artista revélase, ad summum, como superlativo retratista a los máximos límites de la perfección figurativa es en el retrato casi fotográfico de esta niña a la que concibióse cual si fuese un Ángelus Domini o Ángel del Señor. El retrato puédese catalogar como una verdadera opus magnum del academicismo en el que Bouguereau revélase magistral para el manejo de la figura humana cautivando la atención de los espectadores ad infinitum hasta el éxtasis supremo por el que nuestra alma refocílase e inúndase de gozo contemplativo in honorem artis.



El día



 La noche

 El ninfario


In diebus illis, Bouguereau fue muy famoso en su tiempo mas hoy su pintura no causa la atención que debería por la tendencia creciente de minimizar el arte académico en favor de las manifestaciones del arte contemporáneo. Sibi tamen/ Sin embargo, sus temas realistas inspirados frecuentemente en motivos mitológicos fueron modernas interpretaciones de sujetos clásicos con un énfasis celestial del cuerpo femenino y un amoroso tratamiento de sus personajes. Así nos lo confirman sus excepcionales obras: «El día», «La noche» o «El ninfarium», en donde la mujer es el objeto peculiarísimo de sus afanes pictóricos, mientras con la gran cantidad de obras realizadas en su vida para recrear el mito de Cupido y Psiquis, Bouguereau es -in stricta iustitia- un pintor del amor en su más pura esencia. Valga la oportunidad de celebrar el Día del Amor y la Amistad, en este 14 de febrero del año 2016, para rendirle un merecido homenaje ad futuram rei memoriam.

Diego Demetrio Orellana
Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis februarii, die XIV, currentis Anno Domini MMXVI, in sollemnitate Diem Mundialem Amicitiae.

OPINIONES CIUDADANAS

2 comentarios:

  1. Que buenísima descripción del pintor y sus obras y tu en estas letras también lo acabas de retratar con una escritura tan lúcida . Te felicito Diego tienes el Don de las letras.

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    1. MUCHAS GRACIAS, ESTIMADO PAÚL, POR APRECIAR ESTE ENSAYO Y POR TUS PALABRAS HACIA MI PERSONA. MILES DE BENDICIONES IN NOMINE DOMINI. ABRAZOS FRATERNALES.

      PAX CHRISTI

      DIEGO DEMETRIO
      OCTAVA DOMINICA I IN QUADRAGESSIMA, AD MMXVI

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