Pulcherrima
super omnia ad gloriam aeternam/ Bellísima sobre todo para la gloria eterna, quienquiera que la contemple podríase
imaginar que trátase de una lámpara clásica en algún ignoto punto de la vieja
Europa, pues los elementos que la integran y las características esenciales de
la escultura sugiérennos una atmósfera propia de un vívido y luminoso
paisaje en un soleado día de cualesquier
parque o un típico boulevard de una ciudad europea como París, Madrid, Londres,
Viena, Praga, Bruselas u otras tantas urbes de aquel paradigmático continente
en la historia y la cultura de Occidente.
Efectivamente, el azulado cielo que
confronta a la mayestática figura que luce elegante y yérguese altiva -en lineal
perspectiva- no es más que el adecuado fondo en el que resáltanse los elementos
compositivos de la imagen que, en la fotografía, invítannos a recrear en
nuestras mentes un aire estival o primaveral, típico y peculiar de una
agotadora y aventurera jornada de paseo para un circunstante que deambula
expectante al más insólito detalle que encuentra en su camino y que, sub specie aeternitatis, grábase como
una grata memoria de un inolvidable
periplo en la imagen fotográfica que guárdase cum affectio originalis como insoslayable recuerdo de entrañables
vivencias.
El elemento escultórico representa a una mujer con cierto aire de diosa, cuya mirada fíjase ad infinitum, mientras su cabeza soporta una lámpara sostenida con su brazo izquierdo, a la vez que con su mano derecha agarra un cántaro pareciendo como si posase majestuosa con su pie izquierdo al descubierto, el que apóyalo sobre unos elementos vegetales característicos de las esculturas neoclásicas. Ad infra, el pedestal tiene en la base cuatro cabezas de leones sobre las cuales sopórtase una estructura que, a la manera de un expositorio, sostiene unas hojas de acanto cerradas hacia arriba para contener a la vez el conjunto de elementos vegetales sobre los que yérguese in excelsis la clásica figura.
Una vieja conífera que, vecina a la escultura, levántase erecta hacia el cielo, complementa el paisaje y motiva al visitante para observarla cum accurata diligentia. Trátase de un centenario ciprés, de la especie Cupresus macrocarpa cuya espesa fronda verde oscura es copiosa en la copa debido a que, con el correr de las décadas, sus ramas fueron cortadas desde la base hasta alcanzar una sui generis figura que simula una escultura natural junto al clásico elemento que ha sido motivo del presente escrito. La luz del sol sobre el verdoso corpus del árbol inúndalo de esplendor y deja ver el claroscuro por el que el espécimen adquiere una atrayente vista para el observador que lo contemple a calvo ad calvum, mientras el celestial fondo azul contrasta cromáticamente con el verde admirabilis et exemplaris in aeternum.
Mas, para sorpresa de todos, ex admirationem, la escultura no hállase en ningún lugar de la vieja Europa sino in urbe nostra, en un típico rincón cuencano del barrio de Todos los Santos, dentro de una humilde casa, de tan solo una planta, que cuando los viandantes pasan ni siquiera la contemplan y que comparte el espacio adosada a dos edificaciones de dos pisos que capturan la atención en esa tradicional calle morlaca. En tal escena, la vivienda que encuéntrase en el borde derecho de la imagen resalta ante omnia por los colores verde y crema de su frontispicio, mientras sobre su tejado contémplase el ciprés descrito ut supra como un distintivo elemento del huerto interior de la vecina y tímida casa donde comparte el espacio con la peculiar escultura.
Ya mirado en su natural emplazamiento, este objeto escultórico ubícase en el antiguo huerto de tal imperceptible vivienda, rodeado de plantas ornamentales que, dicha sea la verdad, no están muy bien cuidadas pero que, a pesar de la incuria, sobreviven para exornar a la escultura destacándose unas cactáceas que acompáñanse de geranios, chifleras, suculentas, azulinas y cintas en uno de los últimos huertos cuencanos de las antiguas casas de patio, traspatio y huerta que aún existen en la capital de la morlaquía, urbis semper amata et intemerata y relicario de sorpresas gratas como este ignoto sitio que sorprende y encanta de profundis in cordibus nostris.
PAX VOBIS
Diego Demetrio Orellana
In Concha, super flumina Tomebamba, ad initium mensis septembris, die IV, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXV, octava Dominica XXI per annum.
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Hola Diego, eres una verdad irrefutable de genio
Un abrazo en la distancia
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OPINIONES CIUDADANAS
Hola Diego, eres una verdad irrefutable de genio
y exquisitez, combinados con otros elementos
místicos, propios de un ser único.
Qué privilegio haberte conocido y compartir
tantas tertulias inolvidables.
Saludos a los amigos comunes.
Y no es una mera cortesía, ni una gentileza.
Es lo que mereces, lo reconocen tus adversarios.
A algunos los escuché comentarlo cuando vivía
en Cuenca.
Te deseo lo mejor, querido y respetado
Diego Demetrio.
Y no es una mera cortesía, ni una gentileza.
Es lo que mereces, lo reconocen tus adversarios.
A algunos los escuché comentarlo cuando vivía
en Cuenca.
Te deseo lo mejor, querido y respetado
Diego Demetrio.
Un abrazo en la distancia
Bendiciones...
Rene Díaz
Caracas - Venezuela.
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El sábado, 5 de septiembre de 2015, a las 3:06 PM,
Marco Carrión escribió:
Caracas - Venezuela.
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El sábado, 5 de septiembre de 2015, a las 3:06 PM,
Marco Carrión escribió:
Felicitación y gracias por los mensajes tan eruditos
e interesantes ¿Sería posible saber la dirección de
la casa en donde está esa escultura?
Renuevo mi agradecimiento y felicitaciones
Dr. Marco Carrión Calderón
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- diosa en el entorno de un buen patio de una casa
sencilla y con espíritu y su vecina una vieja conífera. - Seguramente son contemporáneas, el ciprés con sus
- raíces cada vez más profundas crece erguido y los dos
- contemplando el cielo... Lindo, Diego, chévere historia
- y la armaste como con dos personajes de ficción
- destinados a portar alegría a pesar que para muchos
- pasarán desapercibidas.
- Acabo de leer y sí, no podía equivocarme. Valía la pena
- disfrutar esta genial descripción con una copa de vino.
- Mientras leía me causaba escalofrío la virtuosa descripción
- que solo una inteligencia genial como la tuya podía hacerlo.
- Me enviaste a viajar a ese lugar donde se asientan
- esas casas tradicionales en cuyo traspatio se levanta
- esa impecable escultura... Impresionante la descripción
- que haces, igual la del ciprés que parece mirar desde
- el cielo; qué majestuoso lugar pues has hecho que
- tenga ganas de estar allí y disfrutar de la majestuosidad
- que describes con genialidad. Solo tu ojo de artista, ese
- ojo inteligente que solo les es privilegiado a los
- artistas podía captar el lugar, la escultura, el ciprés
- y hacernos evadir atravesando el Atlántico hasta llegar
- a ese sencillo y mágico lugar. Gracias por compartirlo,
- estimado Diego. Mi admiración, respeto y fraternidad
- hacia ti semper et ad infinitum...
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