MAGNUM DIEM
DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD
In patria aequatorianae, Santa
Ana de los Ríos de Cuenca refulge esplendente in excelsis por sus notorios rasgos de latinidad, los cuales ni
percíbense acuciosamente por los estudiosos que despístanse de sus investigaciones,
ni por los latinofóbicos que pululan por estos lares zapateando hasta el cielo en
contra de la lengua latina, ni tampoco por los comunes y corrientes ciudadanos
cuencanos, quienes no considéranlos como significativos elementos identitarios,
sin valorar, in stricta iustitia, que
el legado latino pervive redivivo en nuestra cultura, ad initium tertio millenio, e integra de profundis la auténtica identidad castellana de la capital de la
morlaquía.
Conviene
pues describir, en el DÍA MUNDIAL DE LA
LATINIDAD, algunos blasones institucionales de la ciudad así como
especiales sitios de su campus urbano, donde destácanse preciosas huellas de la
cultura latina que confírmannos, in
honorem veritatis, que en la capital azuaya no podemos abstraernos de su
influencia, pues ya si trátase de los originales blasones de sus instituciones o
de sus valiosos edificios patrimoniales con paradigmáticos mensajes
epigráficos, la semiótica de estos símbolos llévanos a encontrar, sub specie aeternitatis, las indelebles
señas de la latinidad, la cual es un verdadero hecho cultural in communitate nostra, tanto más cuando, incluso en nuestro lenguaje cotidiano como habitantes de la morlaquía, usamos
típicas expresiones del Latín, por lo que resulta absurdo e hilarante que la
gente pudiere negar que la cultura latina es parte esencial de nuestra
identidad si en nuestra cotidiana comunicación hacemos uso, verbi gratia, de los siguientes
latinajos: «auditorium», «etcétera», «aula magna», «curriculum vitae», «campus», «alma mater», «a posteriori», «a priori», «ad absurdum», «ab aeternum», «ab imo
pectore», «ab initium», «ad finem», «ad infinitum», «ad libitum»,« alter ego»,
«bona fides», «carpe diem», «consumatum est», etc.
Pero,
más allá del lenguaje, analicemos, hic et
nunc, los lugares citadinos en donde evócase a la cultura latina ab aeterno, in urbe nostra, apud flumina
Tomebamba.
PRIMA.
El Santo Cenáculo
La más
bonita inscripción epigráfica in lingua
latina encontrámosla en el frontispicio de la iglesia del Santo Cenáculo.
Allí, sobre el dintel de la puerta, apréciase la escultura de un ángel que
sostiene en sus manos una filacteria cuya leyenda dice: «SS. SACRAMENTO: CONCHA PŒNITENS ET DEVOTA». En nuestra singular
lengua de Castilla, tal curiosa frase tradúcese como: «SANTÍSIMO SACRAMENTO: CUENCA PENITENTE Y DEVOTA», pues este templo
está dedicado al culto de su Divina Majestad y nuestra urbe considérase in aeternum como la «CIUDAD EUCARÍSTICA DEL ECUADOR».
Ergo, esta inscripción latina
tiene un valor fenomenal para la historia de la ciudad, puesto que en esta
iglesia léese, en mármol, el nombre etimológico de CUENCA, que es «CONCHA»
en la culta, bella y sempiterna lengua latina, madre nutricia del Castellano
que, a su vez, es el idioma oficial de los ecuatorianos. Que el nombre propio
de la ciudad venga esencialmente de la lengua latina es, ab origine, un distintivo fehaciente por el que esta urbe posee a nativitate un elemento etimológico de
original sentido, el cual hállase constituido como el sino y signo por los que
la latinidad afincóse en estos lares ad
perpetuam rei memoriam, mientras que es en esta iglesia en donde lo podemos
confirmar diem per diem.
SECUNDA.
La Merced
Otra
estelar leyenda grabada en yeso, en letras de molde, ubícase en la iglesia de
la Merced, viejo templo mercedario que empezóse a levantar en el año del Señor
de 1712, en la Colonia, y que hoy pertenece a la comunidad oblata. Allí, en su
frontis léese la inscripción latina: «AVE
MARÍA: REDEMPTRIX CAPTIVORUM», que en la lengua de Castilla significa: «SALVE MARÍA: REDENTORA DE LOS CAUTIVOS».
La frase relaciónase con el hecho de que, en la orden de los mercedarios, la
Virgen de las Mercedes considérase como la redentora de los cautivos, mientras que
Cuenca es «LA CIUDAD MARIANA DEL ECUADOR»
y esta latina leyenda así nos lo revela en uno de los múltiples lugares
citadinos donde corrobórase esta especialísima condición de la ciudad amada,
cuyos habitantes, mayoritariamente, son devotos de la Santísima Virgen María, Mater Dei et Mater Nostra.
TERTIA. San José de El Vecino
Y una
sencilla pero solemne inscripción latina en piedra la podemos observar a la
entrada del convento de San José de El Vecino, de la orden mercedaria de
Cuenca. Apenas dice «AVE MARÍA»,
frase que, como lo hemos dicho ut supra,
al hablar de la iglesia de la Merced, significa «SALVE MARÍA» y es el saludo que el arcángel San Gabriel hizo a la
Santísima Virgen al momento de anunciar su divina concepción. Siendo la orden
de los mercedarios una comunidad religiosa que tiene a la Virgen de las
Mercedes como su excelsa patrona es natural que en la entrada de su claustro
háyase colocado tal invocación mariana de profundo significado in Sancta Mater Ecclesia.
QUARTA. San Francisco
Otro
auténtico elemento arquitectónico de Cuenca, de gran significación latina, es
la torre neoclásica de la iglesia de San Francisco, donde en 3 de sus 4 caras
léense, ut supra, unas expresiones in lingua sacra, las que han extraídose
de las letanías lauretianas dedicadas a la dulcis
virgo María in Sancta Mater Ecclesia.
En la
paradigmática torre, el orden de prelación que débese seguir para entender el
sentido de sus inscripciones latinas es el siguiente: primero la fachada sur,
luego la fachada este y finalmente la fachada norte. Así pues, lo que léese in scriptis, en la magnífica torre, es la
siguiente expresión: «O MARÍA, TURRIS DAVÍDICA, ORA PRO NOBIS/ OH
MARÍA, TORRE DE DAVID, RUEGA POR NOSOTROS». Ipso facto, colígese entonces que este elemento arquitectónico fue
concebido como un homenaje a la Santísima Virgen María in urbe nostra.
Ad effectum videndi, en la cara
meridional de la torre, que corresponde al lado sur, léese in lingua latina: «O María».
Ad orientem, en la cara este,
que es el lado frontal de la torre en la calle Padre Aguirre, léese la
siguiente expresión latina «Turris Davidica»
que, en nuestra esplendorosa lengua de Castilla, significa: «Torre de David», siendo una alabanza que
la Santa Madre Iglesia dedícasela a la Virgen María en las letanías lauretianas
a ella dirigidas por la Iglesia militante ab
immemorabili.
En la
cara septentrional, al lado norte, que mira hacia la calle Presidente Córdova,
léese la leyenda: «Ora pro nobis» o «Ruega por nosotros».
Mas, en
el frontispicio de la iglesia, equidistantes hacia ambos lados de la puerta
principal, descúbrense dos placas de mármol blanco escritas ex integro in lingua latina. La de la
izquierda rememora al R.P. Isaac de María Peña Jaramillo, párroco de San
Francisco y muerto en 1937. En el texto latino hállase una descripción de sus
ejecutorias, pues el
eminente canónigo nació el 18 de abril de 1864 y fue uno de los constructores
de este templo de estilo neoclásico, concluido en el año del Señor de 1930. Era
hijo de Ignacio Peña y Zoila Jaramillo. Ordenóse sacerdote el 27 de diciembre
de 1889 y fue capellán de los Hermanos Cristianos, del seminario «San Luis» y de la comunidad de madres dominicas de la Inmaculada Concepción,
así como regente y vicerrector del seminario. En 1908, Monseñor Manuel María
Pólit Laso le nombró canónigo honorario de la catedral y le comisionó como
constructor de la nueva catedral, a la vez que era párroco de San Francisco,
ejerciendo una abnegada labor pastoral para la comunidad cuencana hasta su
muerte acaecida el 9 de septiembre de 1937.
La placa
de la derecha, por su parte, está dedicada in
memoriam del R.P. José Ignacio Peña Jaramillo, hermano del primero y
también abnegado párroco de esta parroquia. Talis
frater qualis frater/ De tal hermano cual hermano, fue también constructor
de la iglesia, pero estando en plena actividad constructiva fue enviado a Roma,
debido a su gran talento, y es el único cuencano que hállase enterrado en la
cripta de la basílica vaticana, apud
Sancte Petrus ad gloriam aeternam. En la leyenda detállanse las principales
virtudes de las que exornábase este brillante canónigo nacido en Cuenca el 22 de febrero de
1873. De preclara inteligencia, pronto demostró una profunda vocación al
sacerdocio, junto con su hermano Isaac de María. Como párroco de El Sagrario
administró la iglesia de San Francisco y en la década de 1920 derribó el viejo
templo para construir el actual, bajo estrictas líneas neoclásicas. Renovó la
labor pastoral de dicha iglesia con cruzadas como las misiones predicadas
frecuentemente por los padres redentoristas y el mes de la Inmaculada
Concepción. Fue canónigo honorario de la catedral de Cuenca. Cuando fue enviado
a Roma en octubre del año 1924, dejó la fábrica de San Francisco en manos de su
hermano Isaac de María. Murió en la ciudad eterna el 14 de enero de 1925. Como
se ve, estos dos hermanos sacerdotes levantaron la actual
iglesia con un exquisito estilo neoclásico, mientras que, cultos como eran,
dejaron intactos ab intra, el retablo
barroco del altar mayor y el precioso púlpito que datan del siglo XVIII, dos de
los poquísimos elementos coloniales de Cuenca.
QUINTA.
Catedral de la Inmaculada Concepción
Sobre la
puerta falsa de la Catedral de la Inmaculada Concepción, en el transepto sur de
este magno templo, existe una bella inscripción latina en letras de molde, la
cual dice: «DOMUS DOMINI» o «CASA DEL SEÑOR». La frase, escrita en
mármol, es imponente y majestuosa para señalar el verdadero sentido de una
edificación religiosa in nostra Sancta
Mater Ecclesia Catholica, Apostolica et Romana.
Ab intra, los vitrales de los
transeptos norte y sur, que fueron importados de Alemania, exhiben originales
leyendas latinas que brillan esplendorosas entre la colorida atmósfera de las
vidrieras, señalando stricto sensu a
los personajes a quienes ellas están dedicadas. Así, sobre el altar del
Santísimo Sacramento tenemos a Moisés y a San Pedro, cuyos nombres están escritos en Latín: MOISES y SANCTE PETRUS.
A similis et a contrario sensu,
en el transepto sur hállase la leyenda Chrisostomus, padre de la Iglesia griega
junto a Sancte Agustinus, padre de la iglesia latina.
Al
interior de la catedral, pero detrás del baldaquino de pan de oro del
presbiterio ubícase la sala capitular de la Arquidiócesis, la cual nunca
utilizóse debido a las reformas del Concilio Vaticano II que eliminó al cabildo
catedralicio como órgano consultor de las diócesis. No obstante, casi al centro
de este espacio colocóse una placa con una inscripción latina que dice: «RVDMUS IOANNES IOSEPH CORDERO HAS
CANONICORUM SEDES PIISIME DONAVIT 1953», que en nuestra prodigiosa lengua
de Castilla significa: «EL REVERENDÍSIMO
JUAN JOSÉ CORDERO DONÓ MUNÍFICAMENTE ESTA SEDE CANONICAL. 1953». La placa es
de madera y la forma como grabáronse las letras de este texto hácela sui generis in Concha sicut res singularis
ad gloriam Dei.
Asimismo,
en el centro de la sala capitular, encontramos el escudo episcopal del primer
arzobispo de Cuenca, monseñor Manuel de Jesús Serrano Abad, en cuya base
hállase su lema episcopal grabado en Latín, el que copiámoslo ad litteram: «GLORIOSA PREDICANTUR DE TE CIVITAS DEI» frase que denota de
profundis el cívico cariño de este purpurado por la ciudad amada, pues en
nuestra excelsa lengua de Castilla significa: «COSAS GLORIOSAS SE HAN PREDICADO DE TI, CIUDAD DE DIOS».
Pero
allí no concluyen las huellas de latinidad en nuestra imponente catedral y en
dos de las primeras columnas del presbiterio hállanse un dueto de blasones con
inscripciones latinas. A la izquierda, el primero corresponde al escudo
episcopal del actual arzobispo de la urbe, monseñor Luis Gerardo Cabrera, OFM.
Copiámoslo ex integro: «VERBUM DOMINI
NUNTIANTES/ ANUNCIADORES DE LA PALABRA DEL SEÑOR».
A contrario sensu, en el pilar
de la derecha contémplase el escudo pontificio del Santo Padre Francisco I, el
romano pontífice que gobierna hoy la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, en cuya base léese una leyenda latina que dice in scriptis: «MISEREANDO ATQUE ELIGENDO».
Mas el escudo pontificio muestra ut supra una el anagrama «IHS» que, en la bella, culta e inigualable lengua latina, significa: «IESUS HOMINUM SALVATOR» o «JESÚS, SALVADOR DE LOS HOMBRES» y por el que devélase que el actual romano pontífice felizmente reinante es jesuita, pues este es el anagrama de la Compañía de Jesús in universa Terra y, por tanto, el signo distintivo de sus miembros, los beneméritos padres jesuitas in historia mundi.
El lema
del Santo Padre Francisco, por la Divina Providencia Papa I, procede de las homilías de san Beda el Venerable,
sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, al comentar la escena de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia
miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me». La frase tradúcese en la incomparable lengua de Castilla como: «Vio Jesús a un publicano, y
como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme».
Mas el escudo pontificio muestra ut supra una el anagrama «IHS» que, en la bella, culta e inigualable lengua latina, significa: «IESUS HOMINUM SALVATOR» o «JESÚS, SALVADOR DE LOS HOMBRES» y por el que devélase que el actual romano pontífice felizmente reinante es jesuita, pues este es el anagrama de la Compañía de Jesús in universa Terra y, por tanto, el signo distintivo de sus miembros, los beneméritos padres jesuitas in historia mundi.
Por su
parte, en la puerta de la nave lateral izquierda, que ubícase hacia la calle
Sucre, existe una inscripción latina grabada en piedra, la cual dice ad pedem litterae: «AVE MARÍA GRATIA PLENA», el saludo del arcángel Gabriel a la Madre
de Dios, dulcis virgo María: «DIOS TE SALVE MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA».
Por su
parte, en la puerta de la nave lateral derecha, que oriéntase hacia el antiguo
seminario «San Luis», tenemos otra leyenda latina que dice ad litteram: «ET VERBUM CARO
FACTUM EST/Y EL VERBO SE HIZO CARNE», frase que es parte de las jaculatorias
preliminares del santo rosario.
SEXTA.
Catedral Vieja
En la
antigua catedral de Cuenca o iglesia de El Sagrario, también inscribióse la
leyenda «DOMUS DOMINI» o «CASA DEL SEÑOR», que seguramente
replicóse en la Catedral Nueva por expreso gusto de su último constructor, el
canónigo Manuel María Palacios Bravo, quien es el verdadero artífice de los
exquisitos detalles que hállanse en el epónimo templo catedralicio de la
Inmaculada Concepción. Esto podémoslo colegir al considerar que la inscripción
epigráfica de la Catedral Vieja hízose en la segunda década del siglo XX y
Palacios Bravo fue nombrado constructor de la Catedral Nueva en 1937. Post factum, 20 años después, a fines de
la década de 1950, estaba ya levantado el gigantesco templo catedralicio con la
réplica de la referida inscripción latina, que hoy es familiar in communio caritatis en las dos
catedrales de la tercera ciudad de la república.
Mas, en
el interior de la Catedral Vieja, existen también inscripciones latinas como la
leyenda eucarística «EGO SUM PANIS VITAE»
que tradúcese como «YO SOY EL PAN DE
VIDA». La frase obsérvasela en el tumbado del presbiterio como parte de la
bella pintura mural que exorna de especial hermosura a ese admirable rincón de
Cuenca, urbis semper veneranda.
Pero
también, en el interior de la vieja catedral, en el cielo raso del mismo
presbiterio encontramos el anagrama latino de la Santísima Virgen, Mater Dei et Mater Nostra,
artísticamente representado con la letra: «M».
Y en la
pintura mural de Nicolás Vivar, que representa el Calvario, vemos en la base el
anagrama de Cristo: «IHS», que en la
inmortal y culta lengua latina significa: «IESUS
HOMINUM SALVATOR/ JESÚS SALVADOR DE LOS HOMBRES», el cual, como ya lo
dijimos, es también, par excellence,
el anagrama de los padres jesuitas.
Así, en
el mismo cielo raso del presbiterio, dentro de un hermoso contexto de pintura
mural, encontramos equidistantes y rodeados de motivos florales dos bellos
anagramas jesuíticos, cuyas siglas «IHS»
solamente tienen otra forma de representación, sin que por ello dejen de ser
los inconfundibles elementos de la Compañía de Jesús in nostra Sancta Mater Ecclesia.
Sibi tamen, allí no concluyen
las reminiscencias latinas que encontramos en este hermoso templo catedralicio,
puesto que en el dintel de la puerta de la Catedral Vieja, hacia la calle
Mariscal Sucre, existe una preciosa inscripción en letras de molde que léese in lingua latina: «PORTA CŒLI», lo cual significa en la lengua de Castilla: «PUERTA DEL CIELO».
SEPTIMA. Santo Domingo
La iglesia
de Santo Domingo es como una caja de sorpresas de la latinidad in Concha, apud
flumina Tomebamba, pues constituye uno de los santuarios marianos donde más
inscripciones latinas existen.
Ad exemplum, en cada uno de los pilares, de izquierda a derecha, hállase el Ave María in lingua latina como especialísimo detalle de una basílica dedicada a la Virgen del Rosario, a la que los cuencanos llámanla como la Morenica del Rosario. En efecto, el Ave María es una de las oraciones marianas fundamentales del santo rosario y aquí puédeselo leer en Latín ad litteram: «Ave María, gratia plena/ Dominus tecum/ benedicta tu inter mulieribus/ et benedictus ventris tuis, Jesus/ Santa María, Mater Dei/ ora pro nobis peccatoribus/nunc et in ora mortis nostra, Amén», oración que en la lengua castellana tradúcese así: «Dios te salve María/ llena eres de gracia/ el Señor está contigo/ bendita eres entre todas las mujeres/ y bendito es el fruto de tu vientre Jesús/ Santa María, Madre de Dios/ ruega por nosotros los pecadores/ ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén».
Ad exemplum, en cada uno de los pilares, de izquierda a derecha, hállase el Ave María in lingua latina como especialísimo detalle de una basílica dedicada a la Virgen del Rosario, a la que los cuencanos llámanla como la Morenica del Rosario. En efecto, el Ave María es una de las oraciones marianas fundamentales del santo rosario y aquí puédeselo leer en Latín ad litteram: «Ave María, gratia plena/ Dominus tecum/ benedicta tu inter mulieribus/ et benedictus ventris tuis, Jesus/ Santa María, Mater Dei/ ora pro nobis peccatoribus/nunc et in ora mortis nostra, Amén», oración que en la lengua castellana tradúcese así: «Dios te salve María/ llena eres de gracia/ el Señor está contigo/ bendita eres entre todas las mujeres/ y bendito es el fruto de tu vientre Jesús/ Santa María, Madre de Dios/ ruega por nosotros los pecadores/ ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén».
Asimismo,
la pintura mural del interior del templo tiene muchas imágenes de santos,
santas y beatos de la orden dominica, ente los cuales mírase a San Vicente
Ferrer, alrededor del cual una filacteria dice in lingua latina: «TIMETE
DEUM ET DATE ILLI HONOREM/ TEMED A DIOS Y DADLE A ÉL HONOR», la famosa cita
que identifica al santo dominico in
saecula saeculorum.
En el
presbiterio, por su parte, confróntanse vis a vis los anagramas latinos de
Jesús y de María. A la izquierda, sobre una pintura mural que representa el
descendimiento del Señor, encuéntrase el anagrama de la Compañía de Jesús, que
es también el icónico símbolo de Cristo y represéntase in nostra Sancta Mater
Ecclesia con las siglas «IHS» que,
como ya se explicó ut supra,
tradúcense como «IESUS HOMINUM SALVATOR»
o «JESÚS SALVADOR DE LOS HOMBRES».
A la
derecha, a contrario sensu, sobre una
bella escena del entierro de Jesús, Dominus
ac Redemptor, mírase el anagrama mariano representado con las letras «M» y «A», yuxtapuestas entre sí con una corona que superpónese ut supra,
en la parte superior.
En este
mismo espacio, en la parte superior, míranse dos escudos de la Orden de
predicadores, así llamada a la comunidad dominicana, los cuales son bellos per
se y aunque han representádose de dos diversas formas tienen, cada uno, una
misma leyenda latina que dice: «LAUDARE,
BENEDECIRE, PRAEDICARE», que en la esplendorosa lengua de Castilla significan: «ALABAR, BENDECIR, , PREDICAR» y son las tres cosas que identifican la
actividad apostólica de los hijos de Santo Domingo de Guzmán o padres
dominicanos, los cuales caracterízanse como predicadores dentro de la Iglesia usque ad consummationem saeculi.
Ad similis, detrás del retablo
del altar mayor el visitante o estudioso de los tesoros dominicanos en Cuenca
encuéntrase con una sala conventual en la que existe toda una sillería de
madera, a la manera de las salas capitulares de los cabildos eclesiásticos, y
en cuyas paredes descubrimos hermosas inscripciones latinas, entre las cuales
debemos destacar aquella que dice ad
peddem litterae: «JUSTO DEI JUDICIO/ SINE VERBO MÓRITUR/ QUI
IN DIVINO OFFICIO/ NEGIGENTER LOQUITUR». Esta frase aparece sostenida
por las manos de un ángel detrás de un crucifijo y es una sentencia admonitoria
de San Bernardo de Claraval, la cual significa en nuestra preciosísima lengua
de Castilla: «POR JUSTOS JUICIOS DE DIOS MUERE SIN HABLAR QUIEN EN EL OFICIO DIVINO
NEGLIGENTEMENTE HABLÓ».
Cabe
indicar que la máxima de San Bernardo era regla fundamental de las órdenes
monásticas y mendicantes, como lo es la comunidad dominicana, según la cual
debíase guardar reverentia et respectum super omnia/ reverencia y respeto sobre
todas las cosas, a la hora del rezo del oficio divino al que obligados están
los clérigos en su modus actuandi dentro de la vida conventual, a fin de
acrecentar la piedad, que es como el sino y signo de su consagración al Señor.
Ex admirationem, en otra de las
paredes de esta sala conventual, vemos una pintura mural que representa a Santo
Domingo de Guzmán, en actitud admonitoria, con su dedo índice sobre un libro
abierto, señalando de forma desafiante un texto latino.
Dicho
texto es el más importante principio de la regla de San Agustín, la cual fue
acogida por la Orden de Predicadores o comunidad dominica, y es la norma de
vida de los religiosos dominicos. El texto que señala Santo Domingo ad sollemnitatem es el siguiente: «ANTE OMNIA, FRATRES CARISSIMI, DILIGATUR
DEUS, DEINDE PROXIMUS, QUIA ISTA PRAECEPTA SUNT PRINCIPALITER NOBIS DATA. HAEC
IGITUR SUNT QUAE UT OBSERVETIS PRAECIPIMUS IN MONASTERIO CONSTITUTI». El
majestuoso texto significa en nuestra versátil lengua de Castilla: «ANTE TODO,
QUERIDÍSIMOS HERMANOS, AMAD A DIOS COMO AL PRÓJIMO, QUE ESTOS SON LOS
PRINCIPALES PRECEPTOS QUE SE NOS HA DADO. ESTO ES ENTONCES LO QUE SE HA DE OBSERVAR EN
LAS CONSTITUCIONES DEL MONASTERIO».
Desde el
prisma teológico esta sentencia de san Agustín nos enseña que el amor de Dios
es el modelo que debemos tomar para el amor entre los hombres, mientras todo
amor humano es imagen y semejanza del amor divino. Mas, el amor es una realidad
relacional y en la Trinidad dáse entre el Padre, que engendra al Hijo; el Hijo,
que es engendrado por el Padre; y el Espíritu Santo, que es el amor recíproco
entre el Padre y el Hijo. A similis, el
amor -in omnia humani generis- es
también una relación entre personas y la comunidad conventual o monástica es el
escenario para que opere dicha relación dialogal y amorosa entre quienes la
integran in camera caritatis o al
calor del afecto. Así, san Agustín, quien era una especie de «cooperator veritatis»
o «cooperador de la verdad», buscaba también el amor, encontrando en la
comunidad de hermanos el lugar ideal para la felicidad.
Y en la
puerta principal del frontispicio de la basílica de la Morenica del Rosario o
iglesia de Santo Domingo el observador contempla el escudo de la comunidad
dominica esculpido en madera, en el cuadrante izquierdo y central de la puerta,
en donde léese la palabra «VERITAS» que en la lengua castellana significa
«VERDAD» y que es la meta superlativa a la que deben llegar los hijos de Santo
Domingo de Guzmán, considerados a sí mismos como predicadores de la verdad in aeternum.
OCTAVA.
San Alfonso
Y en la
puerta frontal de la Basílica del Perpetuo Socorro o iglesia de San Alfonso
podemos leer nuevamente la inscripción latina «AVE MARÍA GRATIA PLENA» que, como lo hemos señalado significa «DIOS
TE SALVE MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA». La inscripción, no obstante,
despliégase en cuatro cuadrantes colocados de manera horizontal en el centro de
la puerta del frontispicio redentorista. En el primer cuadrante léese «AVE»; en
el segundo «MARÍA»; en el tercero «GRATIA» y en el último «PLENA», mientras cada
palabra hállase encerrada en un blasón en cuyo ángulo superior contémplase una
estrella, mientras en cada uno de los cuatro lados nace una flor de lis,
símbolo de nobleza en la heráldica.
Ab intra, en el retablo del
templo, en la puerta del sagrario existe una inscripción latina que la copiamos
ad litteram: «O SACRUM CONVIVIUM IN QUO
CHRISTUS SUMITUR, RECOLITUR MEMORIA PASSIONIS EJUS MENS IMPLETUR GRATIA».
El texto es parte de un himno eucarístico de milenaria historia y en nuestra
versátil lengua de Castilla significa: «OH BANQUETE SAGRADO/ EN EL QUE SE RECIBE A CRISTO/ EL RECUERDO DE SU PASIÓN SE RENUEVA/ EL ALMA SE LLENA DE GRACIA».
Ut supra, en la parte superior
de la puerta del tabernáculo apréciase un cordero pascual encerrado en un
círculo alrededor del cual escribióse la siguiente leyenda in lingua latina: «BONE PASTOR, PANIS VERE, JESU NOSTRI,
MISERERE». Esta frase poética escrita en Latín significa: «BUEN PASTOR, PAN VERDADERO, JESÚS NUESTRO,
TEN PIEDAD». Ad infra,
inmediatamente debajo del cordero pascual, léese una inscripción latina que
rememora otro himno eucarístico de inmortal factura y que dice: «LAUDA SION SALVATOREM», bella leyenda
que tradúcese como «ALABA SION AL SALVADOR» en nuestra amantísima lengua de Castilla.
Al
centro de la iglesia redentorista, en el altar lateral dedicado al Sagrado
Corazón de Jesús, vemos una inscripción debajo de los pies del Señor, la cual
es una frase del Divino Redentor reinterpretada de su encuentro con Poncio
Pilatos en los santos evangelios. La leyenda es de bronce sobre una filacteria
de mármol y dice así: «REX SUM EGO/ YO
SOY REY».
En la
pared posterior derecha del presbiterio del templo, un bello escudo de la
Congregación del Santísimo Redentor o comunidad redentorista, realizado en
pintura mural, exhibe una filacteria en la que léese ex integro: «COPIOSA APUD
EUM REDEMPTIO», que en nuestra lengua castellana significa: «EN ÉL HAY ABUNDANTE REDENCIÓN». Dentro del
blasón redentorista incluyóse una cruz, la lanza y el hisopo, símbolos de la
pasión de Cristo, con las siglas «IS»,
a la izquierda, significando «JESUS
SALVATOR»; y «M», a la derecha,
significando «MARÍA» in lingua sacra.
Ad portas, afuera de la iglesia
de la comunidad redentorista, propios y extraños fijan sus miradas a un blasón
realizado en piedra, el cual tiene una hermosa inscripción latina en piedra que
dice: «COPIOSA APUD EUM REDEMPTIO»,
que es, como hemos analizado en líneas precedentes, la leyenda del blasón
redentorista par excellence.
NONA.
San Sebastián
Ex admirationem, en el
frontispicio de la iglesia de San Sebastián tenemos un hermoso elemento
realizado en yeso, a bajo relieve. Trátase de un escudo que 2 ángeles
sostiénenlo en mayestática postura. Desde el óvalo central del blasón y hasta
la periferia de este precioso ícono gráfico léese una borrosa pero valiosa
inscripción latina que dice ad pedem
litterae: «HIC DOMUS DEI EST ET
PORTA COELI». Esta frase tiene un profundo trasfondo teológico al
significar en la lengua castellana: «AQUÍ
ESTÁ LA CASA DE DIOS Y LA PUERTA DEL CIELO».
Efectivamente,
in nostra Sancta Mater Ecclesia, un
templo concíbese per se como la casa
de Dios y en tanto representa un santuario para su debida adoración es, a su
vez, la puerta del cielo ad vitam
aeternam, para todas las ánimas de los fieles congregados en la mesa del
Señor. Este detalle epigráfico en la iglesia de San Sebastián adicionóse en el
siglo XX cuando el P. Juan José Cordero remodeló el templo construyendo su
cúpula en 1948 y adornando el frontis con especiales elementos como el blasón
que analizamos aquí y otros detalles ornamentales entre los que destácanse la
balaustrada superior, en el lado izquierdo del templo, y la paloma que
representa al Espíritu Santo sobre la bella puerta que es una de las más
bonitas de la ciudad.
El frontispicio de la antigua iglesia de la Virgen de Bronce tiene también grabado en letras de molde una frase latina, la cual expresa ad litteram: «ZELO ZELATUS SUM PRO DOMINO DEO EXERCITUM», leyenda que en Castellano significa: «ME CONSUME EL CELO POR EL SEÑOR, DIOS DE LOS EJÉRCITOS». Esta leyenda es el lema de la Orden del Carmelo, que es la que administra esta iglesia llamada de la Virgen de Bronce.
Los frailes carmelitas llegaron en el año del Señor de 1948, mientras que el monumento epónimo a María Santísima Inmaculada, Regina sine labe originalis concepta, fue importado de Alemania en el año 1904, en las Bodas de Oro de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción in nostra Sancta Mater Ecclesia.
DECIMA
AC PRIMA. Lápida sepulcral del Siervo de Dios, P. Julio María Matovelle
Una
curiosa inscripción epigráfica, todo en lengua latina, que llama la atención
por su fenomenal tamaño la tenemos en la lápida sepulcral del P. Julio María
Matovelle, que hállase en la capilla oblata donde venéranse sus restos mortales
detrás de la iglesia de la Merced. El texto traducido ex integro a la lengua de
Castilla dice ad peddem litterae:
El
monumento a Cristo Rey de Cullca es algo espectacular en Santa Ana de los Ríos
de Cuenca. Localizado en la histórica colina de Cullca, el granero de la
antigua ciudad de Tomebamba, es quizás la edificación que más simbología
contiene en su estructura. Construyóse en la segunda década del siglo XX, en el
gobierno eclesiástico del XI obispo de la urbe, monseñor Daniel Hermida Ortega,
y tiene cinco niveles con 20 símbolos, fuera de los minuciosos detalles. Justamente,
en el cuarto nivel de este elemento arquitectónico colocóse una inscripción
latina que dice: «IPSE FECIT NOS»,
que en la lengua de Castilla significa: «ÉL
MISMO NOS HIZO» y es la leyenda del escudo episcopal del mencionado obispo,
que hállase en el monumento.
DECIMA AC TERTIA. Cementerio
municipal
El
cementerio patrimonial de Cuenca es un precioso lugar citadino en donde, ex admirationem, encuéntranse
interesantes inscripciones latinas como la siguiente: «FIAT VOLUNTAS TUA», que tradúcese, a nuestra esplendorosa lengua de
Castilla, como: «HÁGASE TU VOLUNTAD»,
expresión que extrájose del Pater Noster.
Y en el
mausoleo de la Asociación de Empleados, en artísticas letras grabadas en
bronce, podemos leer una atractiva leyenda in
lingua sacra, la cual dice: «LUX
PERPETUA LUCEAT EIS» «BRILLE PARA
ELLOS LA LUZ PERPETUA», leyenda extraída de la Missa Sollemnis pro
defunctibus o Misa solemne por los difuntos.
Afuera
de este mausoleo encontramos un elemento de mármol y bronce en donde una imagen
de Cristo Resucitado que parece elevarse in excelsis hacia el cielo tiene un
mensaje superior que dice: «EGO SUM
RESURRECTIO ET VITA», expresión proferida por Nuestro Señor Jesucristo,
Deum vero de Deo vero, quien dijo in diebus illis/ en aquellos días: «YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA».
Y en el
mausoleo de la Sociedad de santa Teresita del Niño Jesús, en forma escueta y
sobria inscribióse ad sollemnitatem: «RIP»,
sigla latina que significa: «RÉQUIESCAT
IN PACEM» y que en nuestra inmortal lengua de Castilla tradúcese como «DESCANSA EN PAZ».
Exempli gratia, en el mausoleo
salesiano tenemos, no obstante, una inscripción latina más moderna con un
terrible error ortográfico pues escribióse ad litteram «MARÍA, AUXILIUM CRISTIANORUM» cuando lo correcto es: «MARÍA, AUXILIUM CHRISTIANORUM», pues la
«CH» es infaltable en la palabra
Cristo y cristiano in lingua latina. Ergo, tal leyenda debémosla traducir así:
«MARÍA, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, ORA
PRO NOBIS».
Y una
profunda frase latina de la antigüedad clásica léese en la lápida de Francisco
Sojos Jaramillo, la cual extrájose de Virgilio, en La Eneida, y dice in
scriptis: «FELIX QUI POTUIT RERUM
COGNOSCERE CAUSAS», aunque la letra «U»
en «RERUM» ha perdídose in aeternum.
Importante tarea para la familia Sojos Mata que debería reponer esta vocal
latina que ha extraviádose in aeternum in
Concha, super flumina Tomebamba.
Y una de
las más antiguas y bellas placas que háyase visto in lingua latina y que
constituye per se uno de los más valiosos tesoros patrimoniales de la ciudad la
tenemos en el Museo Municipal «Remigio Crespo Toral». Trátase de la placa que
conmemora la I Misión Geodésica Francesa, arribada a Cuenca en el año del Señor
de 1739. Está toda en Latín y dice ad peddem litterae: «HOC IN VALLIS TARQUEESIS ANFRACTV ET IN IPSO VILLAE SEMPERTEGVIANAE FANO
NOND “CONSECRMERIDIANI ARC. GEOMET. MENSURATI. EXTREMA IN PARTE AUSTR. SITO A
TURRE TEMPLI MAJORIS CONCHENSIS CCI))DL HEXAPEDAS PARISIENS. DISTANTE IN LINEA
AB AUSTRO AD OCC. DEGL. GR. XVIII. CUM MIN. XXX OBSERVATAE SUNT INTRUM.
DODECAPEDALI. DISTANTIAE A VERTICE BOREAM VERSUS STELLARUM IN MAGNU ANTINOI,
BAYERO (THETA GRIEGA): GRAD:I; MIN. XXX; SEC. XXXIV: TUM XXVIIII».
La
traducción de esta placa, en la lengua de Castilla, es atribuida in historia nostra al doctor Agustín
Iglesias, citado por Miguel Díaz Cueva, y dice así: «EN ESTA HONDONADA DEL VALLE DE TARQUI, EN EL MISMO ORATORIO AÚN NO
CONSAGRADO DE LA HACIENDA DE SEMPÉRTEGUI, SITUADO EN LA EXTREMA PARTE AUSTRAL
DEL ARCO MERIDIANO, GEOMÉTRICAMENTE MEDIDO, DISTANTE DE LA TORRE DE LA IGLESIA
MATRIZ DE CUENCA. 10550 HEXAPEDAS PARISIENSES, EN LA LÍNEA QUE DECLINA, DEL SUR
AL OCCIDENTE. 18 GRADOS, 30 MINUTOS SE HAN OBSERVADO EN EL INSTRUMENTO DE DOCE
PIES LAS DISTANCIAS, DEL CENIT AL NORTE DE LAS ESTRELLAS: (THETA GRIEGA) DE LA
MANO DE ANTINOO, SEGÚN BAYER, I GRADO, 30 MINUTOS, 34 SEGUNDOS, 29».
In
stricta veritas, debemos señalar que este texto latino es antiguo y la placa es
una de las herencias latinas más importantes de Cuenca tanto para la historia
cuanto para la ciencia. Cuenta la historia, magistra
vitae, que entre 1736 y hasta 1742, los académicos franceses hicieron
observaciones astronómicas y geodésicas para medir un segmento del meridiano
terrestre. Post factum, La Condamine propuso un nuevo sistema de medidas, el
metro actual, que equivale a la diez millonésima parte del cuadrante del
meridiano terrestre.
Tristis
et afflictis, la placa tiene una sinuoso trajinar, pues habiendo sido colocada
en el cerro Frances Urco, en 1804, el sabio colombiano José Caldas hallóla en pésimas
condiciones en una propiedad rural y reconociéndola, a fin de preservarla, llevósela
a Colombia donde reposó por 81 años. Justamente, en 1885, el poeta Numa
Pompilio Llona, que era a la sazón embajador del Ecuador en Colombia,
conjuntamente con Alberto Muñoz Vernaza, que en aquel entonces era secretario
de la legación ecuatoriana, lograron su devolución a nuestra patria. La placa
permaneció en la Gobernación y luego en el frontis de la Catedral Vieja para
después ir a su actual depositorio, el Museo Municipal «Remigio Crespo Toral».
En 1856,
José Manuel Rodríguez Parra era Gobernador del Azuay y conociendo que la placa
original no se hallaba en Cuenca construyó un monumento conmemorativo de la
Misión Geodésica Francesa mandando a hacer una nueva placa con el mismo texto
latino de la verdadera y agregando la causa por la que se la reemplazaba en el
cerro Puguín, hoy llamado Frances Urco, frente a Tarqui. De aquí desapareció un
buen día y según el historiador Miguel Díaz Cueva, en su documentado libro «La
lápida de Tarqui», esta placa la tuvo José Mogrovejo Carrión, quien muere en
1971 y la adquiere Oswaldo Rendón Mora, quien, por su parte, la traspasó a
Agustín Valdivieso Pozo, y éste subsecuentemente, entrególa al entonces
arzobispo de Cuenca, Alberto Luna Tobar, OCD. El purpurado la dio al Colegio de
Ingenieros Civiles y la lápida colocóse en una de las paredes de su sede, en el
parque Luis Cordero. El edificio adquirió el Registro Civil y fue remodelado en
los últimos años, sin que se sepa el destino de la placa hasta el día de hoy.
DECIMA AC QUINTA. Tumba del P. Julio María Matovelle
La tumba del Siervo de Dios, R.P. Julio María Matovelle es uno de los sitios más ricos de latinidad que encuéntrase en la ciudad. En la parte superior contamos con una lápida de mármol en la que se ve el escudo de la congregación de padres oblatos. Ergo, mírase una cruz alrededor de la cual una filacteria circular tiene la siguiente inscripción: «CONGREGATIO SACERDOTUM CC.SS. JESU ET MARIA OBLATORUM» cuyo significado castellano es: «CONGREGACIÓN DE SACERDOTES OBLATOS DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA».
Mientras tanto, la lápida sepulcral del P. Matovelle tiene un texto latino que admira y sorprende por la majestuosidad y solemnidad con la que inscribióse una leyenda que describe la vida del benemérito religioso que en Cuenca es uno de sus más preclaros hijos ad gloriam Dei.
Mas la celebérrima placa tiene ad infra otra lápida en donde inscribióse en mármol, y en un tamaño menor a la primera, la traducción castellana del texto latino, por lo que el visitante tiene a calvo ad calvum el texto integro de una poética redacción de las ejecutorias del P. Matovelle in vita suam.
DECIMA AC SEXTA. Biblioteca Municipal
La tumba del Siervo de Dios, R.P. Julio María Matovelle es uno de los sitios más ricos de latinidad que encuéntrase en la ciudad. En la parte superior contamos con una lápida de mármol en la que se ve el escudo de la congregación de padres oblatos. Ergo, mírase una cruz alrededor de la cual una filacteria circular tiene la siguiente inscripción: «CONGREGATIO SACERDOTUM CC.SS. JESU ET MARIA OBLATORUM» cuyo significado castellano es: «CONGREGACIÓN DE SACERDOTES OBLATOS DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA».
Mientras tanto, la lápida sepulcral del P. Matovelle tiene un texto latino que admira y sorprende por la majestuosidad y solemnidad con la que inscribióse una leyenda que describe la vida del benemérito religioso que en Cuenca es uno de sus más preclaros hijos ad gloriam Dei.
Mas la celebérrima placa tiene ad infra otra lápida en donde inscribióse en mármol, y en un tamaño menor a la primera, la traducción castellana del texto latino, por lo que el visitante tiene a calvo ad calvum el texto integro de una poética redacción de las ejecutorias del P. Matovelle in vita suam.
DECIMA AC SEXTA. Biblioteca Municipal
Un
singular escudo de la Biblioteca Municipal es precioso por su texto latino, el
cual dice in stricta lingua latina: «FLAMMULA
MEA ILUCEAT TIBI» «MI LLAMA TE
ILUMINA». El texto es muy descriptivo para la biblioteca in stricta essentia, puesto que hállase bordeando un
libro e interprétase que el fuego del libro nos alumbra, mientras en la parte
superior así como en la inferior hállanse el ALFA y el OMEGA o el principio o
el fin, en este caso de la sabiduría, en alegoría perfecta para lo que representa
el saber que acopia un libro.
Y como
no podría ser de otra manera, en una ciudad de fuerte herencia latina, el
escudo del alma mater cuencana es otro elemento en donde la latinidad está
presente in aeternum in urbe nostra. Así, en el blasón encuéntrase la leyenda
latina: «FONS VITAE ERUDITIO POSSIDENTIS»,
la cual está extraída del libro de los Proverbios, en la Santa Biblia, y
significa en nuestra maravillosa lengua de Castilla: «FUENTE DE VIDA ES LA POSESIÓN DEL SABER».
Y el establecimiento secundario más emblemático de la ciudad amada, el colegio «Benigno Malo», que acaba de
celebrar el sesquicentenario de su fundación, tiene un bello escudo con una
inmortal inscripción latina que dice: «ALTA
PETENS», leyenda que significa: «ASPIRANDO
A LA ATURA» en nuestra maternal lengua de Castilla.
AD
CONCLUDENDI
Digamos
entonces que solo el Latín ha sido in historia mundi el idioma capaz de superar
los confines espaciales que nos separan, pues fue la lengua de las ciencias, de
las artes, de la religión y la cultura y sigue siendo ad initium tertio
millenio, una lengua culta e inmortal. Una lengua que ab immemorabili ha sido el
idioma para expresar mejor las ideas que han forjado el pensamiento, una lengua
de la cultura y que con su belleza sigue siendo lumen de lumine in Terra o luz de luz en la Tierra, siendo un tesoro invaluable para la humanidad entera,
tanto por su solemnidad, su concreción, su universalidad, al haber recibido las
huellas griegas o helenas para erigirse in saecula saeculorum como el signo
eminente y común de la cultura occidental,y que en tanto pervive redivivo en la
cultura latina de Occidente sigue siendo un faro luminoso para el conocimiento.
No
olvidemos que grandes hombres de ciencia y pensamiento expresáronse in lingua
latina: Santo Tomás de Aquino y Dante Alighieri, Giordano Bruno y Erasmo de
Rotterdam, Tomás Moro y Galileo Galilei, René Descartes y Godofredo Leibniz,
Isaac Newton y Carl Friedrich Gauss, entre los más importantes, junto con miles
de científicos, literatos, juristas, filósofos, matemáticos, teólogos, humanistas
y estudiosos que han construido la cultura de Occidente a través de los siglos.
El Latín,
junto con el Griego, son la base fundamental de todo hombre culto in historia
nostra, mientras las raíces griega, latina y cristiana han edificado nuestra
cultura y esa realidad no la podemos negar bajo ninguna circunstancia.
Finalmente,
digamos que desde el prisma religioso, en nuestra Santa Madre Iglesia, justamente,
en 1970, el papa Paulo VI publicó la nueva misa católica, en la que erradicábase
el uso de la liturgia romana, en concordancia con las disposiciones del
Concilio Vaticano II sobre la sagrada liturgia, la cual debíase modernizar,
como lo dispuso la constitución Sacrosanctum
Concilium, documento conciliar que es la base de los cambios y
transformaciones en los ritos de la Iglesia.
Sin
embargo, es menester acotar que esta constitución pastoral en ningún momento
suprimió a la bella, culta y sempiterna lengua latina como idioma oficial de la
Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, como tampoco eliminó su uso
en la liturgia, por lo que el misal publicado por Paulo VI, en dicho año de
1970, estableció la reforma litúrgica para adaptarla al uso de las lenguas
vernáculas y simplificarla como forma ordinaria del santo sacrificio de la misa,
mientras el Latín no fue desechado de ninguna manera como «lingua sacra in nostra Sancta Mater Ecclesia».
Absurdos
prejuicios que han hecho concebir a la lengua latina como anacrónica hicieron
que, con la nueva misa del Sumo Pontífice Paulo VI, desarrollárase una especie
de «latinofobia» que ha intentado arrasar con toda la «veterum
sapientia» o «vieja sabiduría»
del Latín. El hecho es insólito tanto como ridículo y sus consecuencias son no
solo nefastas, sino nefandas y hasta nefarias sobre todo en América Latina, en
donde, dentibus albis/ con cinismo,
muchos detractores de la lengua latina, con ignorancia supina y tenebrosa, han
olvidado que ella es la madre nutricia de nuestra incomparable lengua de
Castilla y quien despotrica contra aquella actúa tal como quien insulta a su
propia madre.
La
disposición de Paulo VI para que la sagrada liturgia fuese adaptada a las
lenguas vernáculas del mundo entero en nada contradecía al «Missale Romanum», anterior al concilio, publicado con la autoridad del papa Juan XXIII,
en 1962, y utilizado durante la etapa conciliar, por lo que la antigua «misa latina» o también
llamada «misa tridentina» nunca fue jurídicamente abrogada. Esta es la verdad histórica sobre
esta cuestión espinosa y ha sido el Santo Padre Benedicto, por la Divina
Providencia Papa XVI, ad initium tertio millenio/al
inicio del tercer milenio, quien con el Motu Proprio «Summorum Pontificum», del 7 de
julio del año del Señor de 2007, restableció la antigua misa latina como forma
extraordinaria de la celebración litúrgica, para dar cuenta de que, junto con
la actual forma ordinaria, no se tratan de dos ritos diversos sino más bien, de
un doble uso del mismo y único rito religioso.
Esta
decisión inteligente que la Providencia Divina la quiso poner de manifiesto, hic et nunc/ aquí y ahora, ha sido
posible gracias a la clarividencia de un Romano Pontífice de elevados quilates
como lo es nuestro amado Benedicto, uno de los papas más inteligentes, cultos y
latinistas que ha tenido nuestra Santa Madre Iglesia en toda su milenaria
historia.
Por su
parte, la disposición del Sumo Pontífice Benedicto XVI aconteció debido a que
no pocos fieles permanecían fuertemente ligados al uso del rito romano que,
desde la infancia, se les había hecho familiar. Por ello es que, a finales de
la década de 1960 y más concretamente luego de 1970, las reformas litúrgicas
provocaron una grave crisis en muchas personas y sacerdotes frente al nuevo
misal del papa Paulo VI, pues no eran escasos los fieles y clérigos que
hallábanse heridos por las deformaciones arbitrarias de la nueva liturgia, más
permisiva en cuanto a los ritos que en la actualidad se observan en el santo
sacrificio de la misa, lo que ha devenido –muchas veces- en abusos que alteran
el sentido sacro de la liturgia, por parte de sacerdotes veleidosos que, al
vaivén de posturas modernizantes, terminan por hacer de la santa misa un
espectáculo teatral y escénico más que un rito de alabanza al Señor, en su
misterio salvífico, al socaire de las disposiciones expresas de la Silla
Apostólica y el magisterio pontificio para preservar la sacralidad de los ritos
frente a cualquier innovación que afecte a su esencia de profundis.
Sin embargo, nil desperandum,
podemos afirmar entonces que gracias al ilustrado, erudito y cultísimo Sumo
Pontífice Benedicto XVI, el Latín sigue siendo la lengua oficial de la Santa
Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la cual tiene más de 1.200
millones de fieles en el mundo, quienes al estar en permanente contacto con las
comunidades parroquiales a las que pertenecen pueden interrelacionarse todo el
tiempo con la inmortal lengua latina y su fortísima
influencia cultural en el planeta entero.
Ad initium tertio millenio, la
vigencia de la lengua latina dentro de la Iglesia Católica es fuerte y así los
principales documentos de la Santa Sede y del magisterio pontificio se publican
en este idioma, al igual que varias revistas eclesiásticas y libros, a la vez
que se emiten programas de radio y de televisión en esta lengua por todo el
mundo. La Radio Televisión Vaticana, exempli
gratia, transmite diariamente múltiples programas en lengua latina, los
cuales son sintonizados por millones de católicos en la Tierra. Cum reverentia et
sapientia pro lingua latina debemos decir que este hecho da cuenta
de la vigorosidad del Latín en el mundo contemporáneo, al interior de la Santa
Madre Iglesia, mientras representa per se
la importancia de la cultura latina en nuestras vidas, puesto que de ella hemos
heredado señas particulares de identidad, ora en nuestra lengua castellana, ora
en las artes, ora en las ciencias, ora en la religión cristiana y en las
diversas manifestaciones culturales que nos son propias.
LINGUA LATINA MATER NOSTRA EST IN HISPANICA LINGUA ET IN SAECULA SAECULORUM
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
DATUM CONCHA, APUD FLUMINA TOMEBAMBA, MENSIS MAII, DIE XV,
IN OCTAVA ASCENSIONIS DOMINI, AD MMXV
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