«Riddendo et semper riddendo/ Riendo y riendo siempre» es la consigna con la que ciertos personajes deambulan como una gran familia que peregrina por el mundo haciendo de la existencia causa de gozo y esperanza. Por ello es que la risa representa un infalible remedio para enfrentar las vicisitudes y tribulaciones con un sereno «sensus vitae» o «sentido de la vida» en tanto tómase distancia del «tedium vitae» o «tedio de la vida» que solo produce amarulencia en los histéricos y neuróticos seres que carecen de ánimo distendido. Mas el humor, como cualidad humana de la gente buena, debe ser tan solo un atributo de quien puédese reír de sí mismo y, por eso, la ironía no tiénela cualquiera porque no cualquiera ríese de sí.
In historia civitatis/ En la historia de la ciudad han sido varios los literatos con fino
sentido de la ironía para reír de las personas y los acontecimientos que han
marcado el devenir de la urbe. En ocasiones, ocurridos personajes que miran a
las cosas con jocundia han juntádose en una especie de «collegialitas effectiva» o «colegialidad efectiva» para escribir hilarantes análisis de sus agudas
observaciones. Así aconteció, ad exemplum, con «La Escoba», el diario que salía cuando le daba la gana, en la década de 1950, y así
hubo de acontecer también con una sui generis revista llamada RICTUS aparecida con motivo del primer
centenario de la independencia. Su curioso nombre viene de la lingua
latina, mater lingua inter nos, evocando desde la Medicina la
contracción de los labios que deja al descubierto los dientes y da a la boca el
aspecto de la risa. Y efectivamente, la portada de la publicación es una efigie
que representa justamente esta apodíctica definición in honorem linguae latinae.
Mientras de «La Escoba» han realizádose múltiples críticas a lo largo de
los tiempos, de RICTUS casi nadie ha dicho: «Esta boca es mía». Y la ausencia
de comentarios débese al hecho de que hoy, in stricta veritas, es muy difícil
encontrar un ejemplar de esta publicación que ha constituidose en una rareza de
hemeroteca que búscase «con palo de romero», pues deviene en un privilegio de acuciosos coleccionistas a fuer de que
ni las grandes bibliotecas cuencanas disponen de la revista en sus archivos.
In via curiositatis/ En el camino de la curiosidad, gracias a Felipe Díaz Heredia, destacado
fotohistoriador e investigador cuencano, hemos podido acceder a esta exquisita
publicación que ha motivado un crítico análisis en el segundo centenario de la independencia
de Cuenca, a 100 años exactos de la aparición de RICTUS.
Desde su sui generis nacimiento, quienes hicieron esta publicación
sabían que sólo habría un número y por ello en la página de créditos de la revista
escribióse: «Aparecerá en la
conmemoración de los centenarios de la independencia de las provincias azuayas
(salvo terremoto, inundación marina o juicio final». Advertíase, a la vez, «que
no se aceptarán anuncios de cataclismos, matrimonios, defunciones o análogas
calamidades». Luego hácese
una curiosa admonición: «los redactores y colaboradores de esta
revista están en pleno ejercicio del derecho de retractarse y contradecirse o
de alegar una ocupación urgente, en caso de peligro...». Ad
concludendi, consignóse una reconvención: «no aceptaremos ningún reclamo que
se nos haga a mano armada».
La forma en que los redactores de RICTUS preséntanse a la comunidad no es menos chispeante y ocurrida. Copiámoslo ad peddem litterae: «No hemos mojado nuestra pluma en venenosa hiel de sátiras menos en la acrimonia del insulto. No se nos recele: somos enamorados, castos, leales, tímidos y flacos; en mucho traviesos y en nada serios. Ni se olvide tampoco que gastamos un buen porqué de esplín y murria fermentada en el ambiente pueblerino».
Los responsables del proyecto editorial eran, in illo tempore, hace un
siglo, talentosos jóvenes y hombres de letras con gran capacidad intelectual
que, debido a la sardónica ironía con la que burláronse del centenario de la
independencia, prefirieron escribir con seudónimos, exceptis excipiendis/ exceptuando
a quienes haya que exceptuar. Tales celebérrimas y áureas plumas, no
obstante, no podíanse quedar en el anonimato in perpetuum y por ello
todos han identificádose con prístina claridad y refulgencia en el inexorable
paso del tiempo: Remigio Romero y Cordero, quien usó el seudónimo de Enrique
de Rafael; Alfonso Moreno Mora, quien era, a su vez, Américo Silva; Rafael
Albornoz Cabanillas, que identificóse como RIZ RAZ; Alfonso Andrade Chiriboga,
que usó el seudónimo de Jonás; Remigio Tamariz Crespo, quien apareció como
ZIRIMAT; Cornelio Crespo Vega, que firmaba como Ygor; César Peralta Rosales,
que prefirió ser Armand y Carlos Cueva Tamariz, que aparece como un bardo bajo
el nombre de Raúl de Loretho. Víctor Manuel Albornoz y Alfonso María Borrero
fueron los únicos que decidieron firmar con sus propios nombres dos artículos
que, no obstante, no dejan la causticidad y la ironía como recursos
preeminentes para plantear sus aportes pues el sensus vero de la
publicación era reír.
Frente al CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA hicieron una apología de la risa como consignáronlo in scriptis: «No pretende nuestra sonora y franca carcajada bastardear la magna gesta de nuestra emancipación ni alterar la venerable pátina que cubre el blasón de la ciudad nativa. Reímos porque queremos aprender a reír y porque la risa, cabrilleo fugaz, dulce sacudida del espíritu desaparece casi siempre con los labios que ríen».
Cuando los lectores enfréntanse a los textos de Rictus descubren un modo de
expresión irónico, diáfano y directo para burlarse del contexto en el que la
ciudad vivió su primer centenario de la independencia percatándonos de muchas
cosas que a veces dejámoslas de refilón y que sólo puédense contemplar por
aquellas almas que, acriter et fideliter/ con valentía y fidelidad, pueden
caricaturizar a los personajes y los eventos que trasuntan la parafernalia de
una paradigmática celebración. Por eso, RICTUS
es un compendio de escritos originales y auténticos, con ideas conceptuosas y
elocuentes, llenas de energía como de concentrada pasión y expresadas con hilaridad
para reír pues la verdad no requiere, para ser dicha, de rimbombantes expresiones
o eufemismos, ya que la frontalidad para decir lo que se siente y sentir lo que
se dice -describiendo humorísticamente lo
que obsérvase- hace que los textos creados bajo esta característica
reluzcan de veracidad, pero sobre todo de hilaridad pues el sentido de la
publicación era la risa y en tal directriz no desviáronse sus autores en cada
una de sus secciones, ya trátense de las «rebeldías» de Enrique de Rafael, de las «doloras de momo» de Américo Silva, del «epistolario» de Riz Raz, de la «guía del artesano» en donde mófanse del libro de autógrafos del centenario, de las «profecías» de Jonás, del «poupurrí» de Jocún, del «rincón de arte» de Raúl de Loretho y Víctor Manuel Albornoz, o de «la odisea de un prócer», dedicado a Tomás Ordóñez, el héroe de la
emancipación morlaca, con una narración fantástica de Alfonso María Borrero.
En RICTUS contémplanse armoniosas
creaciones literarias que connotan una relevante genialidad para la risa
sardónica, a costa de una urbe que siempre ha manejádose con grupos elitistas
que confórmanse de personajes que fungen de «vacas sagradas» y que,
desde el dibujo artístico, RICTUS no
dejó de mostrarlos en su «vera efigies». No de otro modo la caricatura que intitúlase «LA REMIGIADA» da cuenta de la omnipotente influencia
que en el mundo de las letras y en el parnaso cuencano ejercieron destacados
personajes que llevaban el nombre de Remigio y desfilaban en la morlaquía como
literatos «non plus ultra», de los cuales, para RICTUS, era menester
reír con socarronería: Remigio Crespo Toral, Remigio Romero y León, Remigio
Romero y Cordero, Remigio Tamariz Crespo y Remigio Astudillo Chica.
La genial caricatura firmada por el artista Julio Arévalo, quien es también
el autor de todas las demás páginas caricaturescas de la publicación, muestra a
un jumento que ya no puede más con el peso de los 5 Remigios que parapetados en
su lomo fueron ironizados con los significantes y significados de su
mayestática presencia de «vacas sagradas» en la capital de morlaquía. Así pues, Remigio
Crespo Toral presídelos con su áurea corona de vate del parnaso cuencano.
Detrás de la grandiosa figura de nuestras letras morlacas distínguense a
Remigio Romero y León con su inconfundible testa de carilargo y enteco
personaje; a Remigio Tamariz Crespo, con su icónico bigote y cabellera de
melena hirsuta; a Remigio Romero y Cordero, con su desfachatada pose en la que
denótase su desprejuiciado modus actuandi y su innata rebeldía,
amén de que era él uno de los promotores de la revista RICTUS y no por serlo dejó de ser caricaturizado en el genial
dibujo, en tanto fue parte de la remigiada por derecho y por herencia siendo
como era hijo del eximio poeta Remigio Romero y León. Ya sobre el rabo del asno
mírase la pícnica figura de Remigio Astudillo Chica, sanguíneo personaje que
casi parece desequilibrarse en el burro que carga a la remigiada por los
caminos de la Arcadia de los Andes, la capital de la morlaquía.
Esta hilarante inflexión de la revista RICTUS en nuestro mundo literario deviene como el punto de llegada y de partida para hacer del humor un lenguaje de denuncia y de análisis planteados con acritud sobre una realidad que debe ser puesta sobre la mesa, in via claritatis/ en el camino de la claridad, para proyectar el futuro cuestionando un oprobioso modus actuandi que devélase en el tráfico de influencias o en el palanqueo del que inficiónanse los pishquistas a fin de alcanzar cargos culturales en puestos que quédanles demasiado grandes, convirtiendo a la urbe en una comunidad cautiva de grupúsculos que, tanto antaño como hogaño, han manejado el mundo cultural morlaco a base de personalísimos intereses que, per fas et per nefas, conspiran contra el bien colectivo al que obligados estamos a buscar quienes vivimos del oficio de la pluma.
La diferencia entre esa atmósfera de los años 1920 y el momento presente
del BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
es que, in diebus illis/ en aquellos días, toda la élite cultural de la
urbe constituíase por eminentes y preclaros personajes que derecho tienen de
ser reconocidos como egregios hombres de pluma frente a quienes hoy integran
las mafias culturales de la «ciudad cargada de alma», las cuales -con pandemia de por medio- han hecho
de la holgazanería con latisueldos y la vida fácil el pretexto para no
programar nada trascendente en las celebraciones con las cuales estamos
conmemorando el bicentenario de la independencia, incluso con una INOCENTADA DEL BICENTENARIO al haber
convocado a 54 personajes para entregarles 18 preseas y dejarles con la falda
alzada cuando todo el proceso de selección habíase concluido, pues no es
justo que a Cuenca ríndansele homenajes haciendo tabla rasa de su historia y de
su trayectoria cultural causando
ultrajes sin cuento a una centenaria urbe que vuélvese presa de la ignominia contra
veritatis et adversum dignitatis.
Rebus sic stantibus/ Estando así
las cosas, EL BICENTENARIO DE LA
INDEPENDENCIA DE CUENCA será recordado como la celebérrima ocasión que
Cuenca perdió para no gestar una sola actividad que perdure trascendente ad
perpetuam rei memoriam, ya que la urbe es infamemente ultrajada a causa
de la mediocridad y la «invincibilis ignorantia» o «ignorancia invencible» de ciertos gestores culturales que son causa de ludibrio y oprobio
con sus acciones y omisiones.
Si los autores de RICTUS resucitaran de sus tumbas tendrían que clamar absortos, ab irato, por un contexto cultural en el que lo que menos búscase y procúrase es honrar a la prestancia cultural de Cuenca, hoy constituida en «Patrimonio Mundial de la Humanidad», pero avasallada ad infinitum ora con infames publicaciones que alteran la verdad histórica, ora con mediocres iniciativas que por su efímera condición quédanse, sub specie instantis, en el cuete y la fiesta, en el coctel y el banquete o en la insufrible levedad de la estulticia y la estolidez con las cuales la urbe va perdiendo su condición de ciudad afecta a las grandes manifestaciones del espíritu super flumina Tomebamba in culturalis aspectibus, quosque habemus invincibilis ignorantia et stultitia in vita communitatis.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Conchae, mensis novembris, die II, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXX, in solemnitate fidelibus defunctis, octava XXXI Dominica per annum.
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