lunes, 2 de noviembre de 2020

RICTUS: REVISTA PARA REÍR EN EL CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA


 

«Riddendo et semper riddendo/ Riendo y riendo siempre» es la consigna con la que ciertos personajes deambulan como una gran familia que peregrina por el mundo haciendo de la existencia causa de gozo y esperanza. Por ello es que la risa representa un infalible remedio para enfrentar las vicisitudes y tribulaciones con un sereno «sensus vitae» o «sentido de la vida» en tanto tómase distancia del «tedium vitae» o «tedio de la vida» que solo produce amarulencia en los histéricos y neuróticos seres que carecen de ánimo distendido. Mas el humor, como cualidad humana de la gente buena, debe ser tan solo un atributo de quien puédese reír de sí mismo y, por eso, la ironía no tiénela cualquiera porque no cualquiera ríese de sí.


In historia civitatis/ En la historia de la ciudad han sido varios los literatos con fino sentido de la ironía para reír de las personas y los acontecimientos que han marcado el devenir de la urbe. En ocasiones, ocurridos personajes que miran a las cosas con jocundia han juntádose en una especie de «collegialitas effectiva» o «colegialidad efectiva» para escribir hilarantes análisis de sus agudas observaciones. Así aconteció, ad exemplum, con «La Escoba», el diario que salía cuando le daba la gana, en la década de 1950, y así hubo de acontecer también con una sui generis revista llamada RICTUS aparecida con motivo del primer centenario de la independencia. Su curioso nombre viene de la lingua latina, mater lingua inter nos, evocando desde la Medicina la contracción de los labios que deja al descubierto los dientes y da a la boca el aspecto de la risa. Y efectivamente, la portada de la publicación es una efigie que representa justamente esta apodíctica definición in honorem linguae latinae.

 


Mientras de «La Escoba» han realizádose múltiples críticas a lo largo de los tiempos, de RICTUS casi nadie ha dicho: «Esta boca es mía». Y la ausencia de comentarios débese al hecho de que hoy, in stricta veritas, es muy difícil encontrar un ejemplar de esta publicación que ha constituidose en una rareza de hemeroteca que búscase «con palo de romero», pues deviene en un privilegio de acuciosos coleccionistas a fuer de que ni las grandes bibliotecas cuencanas disponen de la revista en sus archivos.

 


In via curiositatis/ En el camino de la curiosidad, gracias a Felipe Díaz Heredia, destacado fotohistoriador e investigador cuencano, hemos podido acceder a esta exquisita publicación que ha motivado un crítico análisis en el segundo centenario de la independencia de Cuenca, a 100 años exactos de la aparición de RICTUS.

 

Caricatura de las figuras de la Junta del Centenario en 1920

Desde su sui generis nacimiento, quienes hicieron esta publicación sabían que sólo habría un número y por ello en la página de créditos de la revista escribióse: «Aparecerá en la conmemoración de los centenarios de la independencia de las provincias azuayas (salvo terremoto, inundación marina o juicio final». Advertíase, a la vez, «que no se aceptarán anuncios de cataclismos, matrimonios, defunciones o análogas calamidades». Luego hácese una curiosa admonición: «los redactores y colaboradores de esta revista están en pleno ejercicio del derecho de retractarse y contradecirse o de alegar una ocupación urgente, en caso de peligro...». Ad concludendi, consignóse una reconvención: «no aceptaremos ningún reclamo que se nos haga a mano armada».

 

Caricatura de la revista RICTUS

La forma en que los redactores de RICTUS preséntanse a la comunidad no es menos chispeante y ocurrida. Copiámoslo ad peddem litterae: «No hemos mojado nuestra pluma en venenosa hiel de sátiras menos en la acrimonia del insulto. No se nos recele: somos enamorados, castos, leales, tímidos y flacos; en mucho traviesos y en nada serios. Ni se olvide tampoco que gastamos un buen porqué de esplín y murria fermentada en el ambiente pueblerino».

Los responsables del proyecto editorial eran, in illo tempore, hace un siglo, talentosos jóvenes y hombres de letras con gran capacidad intelectual que, debido a la sardónica ironía con la que burláronse del centenario de la independencia, prefirieron escribir con seudónimos, exceptis excipiendis/ exceptuando a quienes haya que exceptuar. Tales celebérrimas y áureas plumas, no obstante, no podíanse quedar en el anonimato in perpetuum y por ello todos han identificádose con prístina claridad y refulgencia en el inexorable paso del tiempo: Remigio Romero y Cordero, quien usó el seudónimo de Enrique de Rafael; Alfonso Moreno Mora, quien era, a su vez, Américo Silva; Rafael Albornoz Cabanillas, que identificóse como RIZ RAZ; Alfonso Andrade Chiriboga, que usó el seudónimo de Jonás; Remigio Tamariz Crespo, quien apareció como ZIRIMAT; Cornelio Crespo Vega, que firmaba como Ygor; César Peralta Rosales, que prefirió ser Armand y Carlos Cueva Tamariz, que aparece como un bardo bajo el nombre de Raúl de Loretho. Víctor Manuel Albornoz y Alfonso María Borrero fueron los únicos que decidieron firmar con sus propios nombres dos artículos que, no obstante, no dejan la causticidad y la ironía como recursos preeminentes para plantear sus aportes pues el sensus vero de la publicación era reír.

 

Caricatura de las damas cuencanas en el centenario de la independencia, 1920

Frente al CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA hicieron una apología de la risa como consignáronlo in scriptis: «No pretende nuestra sonora y franca carcajada bastardear la magna gesta de nuestra emancipación ni alterar la venerable pátina que cubre el blasón de la ciudad nativa. Reímos porque queremos aprender a reír y porque la risa, cabrilleo fugaz, dulce sacudida del espíritu desaparece casi siempre con los labios que ríen».


Cuando los lectores enfréntanse a los textos de Rictus descubren un modo de expresión irónico, diáfano y directo para burlarse del contexto en el que la ciudad vivió su primer centenario de la independencia percatándonos de muchas cosas que a veces dejámoslas de refilón y que sólo puédense contemplar por aquellas almas que, acriter et fideliter/ con valentía y fidelidad, pueden caricaturizar a los personajes y los eventos que trasuntan la parafernalia de una paradigmática celebración. Por eso, RICTUS es un compendio de escritos originales y auténticos, con ideas conceptuosas y elocuentes, llenas de energía como de concentrada pasión y expresadas con hilaridad para reír pues la verdad no requiere, para ser dicha, de rimbombantes expresiones o eufemismos, ya que la frontalidad para decir lo que se siente y sentir lo que se dice -describiendo humorísticamente lo que obsérvase- hace que los textos creados bajo esta característica reluzcan de veracidad, pero sobre todo de hilaridad pues el sentido de la publicación era la risa y en tal directriz no desviáronse sus autores en cada una de sus secciones, ya trátense de las «rebeldías» de Enrique de Rafael, de las «doloras de momo» de Américo Silva, del «epistolario» de Riz Raz, de la «guía del artesano» en donde mófanse del libro de autógrafos del centenario, de las «profecías» de Jonás, del «poupurrí» de Jocún, del «rincón de arte» de Raúl de Loretho y Víctor Manuel Albornoz, o de «la odisea de un prócer», dedicado a Tomás Ordóñez, el héroe de la emancipación morlaca, con una narración fantástica de Alfonso María Borrero.

 Pero para lograr este particular modo de expresión cuentan mucho los personajes, pues como dice el inmortal dicho de nuestra incomparable lengua de Castilla: «el estilo es el hombre». Por esto, a fortiori/ con mayor razón, a través de RICTUS, puédense descubrir las prodigiosas capacidades de sus autores, cada uno a su manera, para hacer del humor literario un válido lenguaje para la denuncia o la crítica que hácese con ataraxia y firmeza, con limpieza y elegancia, en ocasiones con desenfadadas, caprichosas y burlescas formas de decir lo que muchos deciden callar o lo que algunos prefieren decir con cáusticas y taimadas sonrisas con las que las palabras quedan demás.

 

LA REMIGIADA

En RICTUS contémplanse armoniosas creaciones literarias que connotan una relevante genialidad para la risa sardónica, a costa de una urbe que siempre ha manejádose con grupos elitistas que confórmanse de personajes que fungen de «vacas sagradas» y que, desde el dibujo artístico, RICTUS no dejó de mostrarlos en su «vera efigies». No de otro modo la caricatura que intitúlase «LA REMIGIADA» da cuenta de la omnipotente influencia que en el mundo de las letras y en el parnaso cuencano ejercieron destacados personajes que llevaban el nombre de Remigio y desfilaban en la morlaquía como literatos «non plus ultra», de los cuales, para RICTUS, era menester reír con socarronería: Remigio Crespo Toral, Remigio Romero y León, Remigio Romero y Cordero, Remigio Tamariz Crespo y Remigio Astudillo Chica.

 


La genial caricatura firmada por el artista Julio Arévalo, quien es también el autor de todas las demás páginas caricaturescas de la publicación, muestra a un jumento que ya no puede más con el peso de los 5 Remigios que parapetados en su lomo fueron ironizados con los significantes y significados de su mayestática presencia de «vacas sagradas» en la capital de morlaquía. Así pues, Remigio Crespo Toral presídelos con su áurea corona de vate del parnaso cuencano. Detrás de la grandiosa figura de nuestras letras morlacas distínguense a Remigio Romero y León con su inconfundible testa de carilargo y enteco personaje; a Remigio Tamariz Crespo, con su icónico bigote y cabellera de melena hirsuta; a Remigio Romero y Cordero, con su desfachatada pose en la que denótase su desprejuiciado modus actuandi y su innata rebeldía, amén de que era él uno de los promotores de la revista RICTUS y no por serlo dejó de ser caricaturizado en el genial dibujo, en tanto fue parte de la remigiada por derecho y por herencia siendo como era hijo del eximio poeta Remigio Romero y León. Ya sobre el rabo del asno mírase la pícnica figura de Remigio Astudillo Chica, sanguíneo personaje que casi parece desequilibrarse en el burro que carga a la remigiada por los caminos de la Arcadia de los Andes, la capital de la morlaquía.

TAMARA LANDÍVAR


 

Esta hilarante inflexión de la revista RICTUS en nuestro mundo literario deviene como el punto de llegada y de partida para hacer del humor un lenguaje de denuncia y de análisis planteados con acritud sobre una realidad que debe ser puesta sobre la mesa, in via claritatis/ en el camino de la claridad, para proyectar el futuro cuestionando un oprobioso modus actuandi que devélase en el tráfico de influencias o en el palanqueo del que inficiónanse los pishquistas a fin de alcanzar cargos culturales en puestos que quédanles demasiado grandes, convirtiendo a la urbe en una comunidad cautiva de grupúsculos que, tanto antaño como hogaño, han manejado el mundo cultural morlaco a base de personalísimos intereses que, per fas et per nefas, conspiran contra el bien colectivo al que obligados estamos a buscar quienes vivimos del oficio de la pluma.


La diferencia entre esa atmósfera de los años 1920 y el momento presente del BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA es que, in diebus illis/ en aquellos días, toda la élite cultural de la urbe constituíase por eminentes y preclaros personajes que derecho tienen de ser reconocidos como egregios hombres de pluma frente a quienes hoy integran las mafias culturales de la «ciudad cargada de alma», las cuales -con pandemia de por medio- han hecho de la holgazanería con latisueldos y la vida fácil el pretexto para no programar nada trascendente en las celebraciones con las cuales estamos conmemorando el bicentenario de la independencia, incluso con una INOCENTADA DEL BICENTENARIO al haber convocado a 54 personajes para entregarles 18 preseas y dejarles con la falda alzada cuando todo el proceso de selección habíase concluido, pues no es justo que a Cuenca ríndansele homenajes haciendo tabla rasa de su historia y de su trayectoria cultural  causando ultrajes sin cuento a una centenaria urbe que vuélvese presa de la ignominia contra veritatis et adversum dignitatis.

 


Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE CUENCA será recordado como la celebérrima ocasión que Cuenca perdió para no gestar una sola actividad que perdure trascendente ad perpetuam rei memoriam, ya que la urbe es infamemente ultrajada a causa de la mediocridad y la «invincibilis ignorantia»  o «ignorancia invencible» de ciertos gestores culturales que son causa de ludibrio y oprobio con sus acciones y omisiones.

 


Si los autores de RICTUS resucitaran de sus tumbas tendrían que clamar absortos, ab irato, por un contexto cultural en el que lo que menos búscase y procúrase es honrar a la prestancia cultural de Cuenca, hoy constituida en «Patrimonio Mundial de la Humanidad», pero avasallada ad infinitum ora con infames publicaciones que alteran la verdad histórica, ora con mediocres iniciativas que por su efímera condición quédanse, sub specie instantis, en el cuete y la fiesta, en el coctel y el banquete o en la insufrible levedad de la estulticia y la estolidez con las cuales la urbe va perdiendo su condición de ciudad afecta a las grandes manifestaciones del espíritu super flumina Tomebamba in culturalis aspectibus, quosque habemus invincibilis ignorantia et stultitia in vita communitatis.


DIEGO DEMETRIO ORELLANA

Datum Conchae, mensis novembris, die II, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXX, in solemnitate fidelibus defunctis, octava XXXI Dominica per annum.

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