In via lucis/ En el camino de la
luz, el proceso emancipador de la independencia de Cuenca fue un esplendente
acontecimiento con una singular consecuencia, la proclamación de la República
de Cuenca, pues los próceres concibieron que la capital de la morlaquía fuese
un autónomo territorio gobernado, ad arbitrium, como una nación de
veras paladina y libertaria, tanto como altiva y soberana, con un propio status
legal de admirable condición libérrima ad futuram rei memoriam.
Para ello, luego de la feroz y cruenta epopeya libertaria del 3 de Noviembre de 1820 nombróse como Jefe civil y militar de la naciente República de Cuenca a José María Vázquez de Noboa, abogado chileno, quien era el gobernador nombrado en reemplazo de Antonio Díaz Cruzado y, a la vez, ejercía las funciones de alcalde de segundo voto pero que devino en uno de los principales líderes de la revuelta emancipadora.
Ergo, como infiérese in honorem veritatis la Junta Suprema de Gobierno quedó presidida por este peculiar personaje, Vázquez de Noboa, «en señal de gratitud de haber sido el autor principal para plantear el sistema adoptado», quien -en su condición de abogado- orientó de iure el organigrama legal que debía tener la libertaria urbe. Habíase dispuesto pues que su período de mando duraría cinco años en calidad de jefe del gobierno político y a perpetuidad en lo militar, en tanto dispúsose que las futuras nominaciones habrían de durar dos años y serían fruto de elecciones populares.
Post factum, Deo gratias, en tanto la urbe era católica, apostólica y romana la primera de las públicas acciones que tomáronse fue cantar un TE DEUM en acción de gracias al Altísimo por el inefable don de la libertad política. Para ello, en la santa iglesia catedral de Cuenca -que hoy es la antigua iglesia de El Sagrario o Catedral Vieja- oficióse una MISSA SOLEMNIS para luego jurar la independencia de la urbe. Esto aconteció el día domingo 5 de noviembre de 1820. Como era práctica común, in nostra Sancta Mater Ecclesia, escogióse un orador sagrado para el panegírico de dicha eucaristía en la persona del presbítero Andrés Beltrán de los Ríos, de elocuente y apasionado verbo, capaz de entusiasmar a un auditorio hasta los paroxísticos sentimientos de inflamante patriotismo en la convicción escatológica de que el Señor, dador de todos los bienes, es luz, verdad y vida/ lux, veritas et vita. Luego de la sacra ceremonia juróse la emancipación política de Cuenca ante Deum,/ ante Dios, Pontifex fidelis et misericors/ Pontífice fiel y misericordioso.
Otra de las acciones tomadas por Vázquez de Noboa, ad arbitrium et in honorem libertatis, fue comunicar sobre los hechos libertarios de nuestra independencia al vicepresidente de la República de Colombia, a la sazón Francisco de Paula Santander, en una misiva de fecha 7 de noviembre de 1820 que narraba los acontecimientos en los siguientes términos: «Capitanía General. Intendencia de Cuenca. Considerando que servirán de grande satisfacción a V.S. los heroicos esfuerzos de esta provincia hasta conseguir su independencia de la Península, me apresuro a comunicarlo a V.S. que los días tres y cuatro del corriente fueron los de la mayor ignominia para los agentes del despotismo: en ellos vieron que al valor nada se resiste, y convencidos de la impotencia de sus armas y de que la sangre de los patriotas, derramada por ellos infructuosamente, solo servía para electrizar a los que se habían decidido por la noble empresa de recobrar los derechos usurpados a sus mayores, se decidieron, mal de su grado, a la entrega del cuartel, y a que reinase el orden, la unión y alegría, que forma el carácter de los patriotas. Hacer respetar del visir de Quito estas insignias deprimidas por más de trescientos años, es el anhelo de los ciudadanos que tengo el honor de mandar, cuya unión al sistema que V.E. protege hará efectiva la gloria de la Patria, que reconoce tantos héroes, cuántos hijos abriga en su seno. Dios guarde a V. S. muchos años. Cuenca, noviembre 7 de 1820. Primero de su independencia. José María Vázquez de Noboa».
El libertador Simón Bolívar y la Gran Colombia
Conviene columbrar, desde nuestra visión histórica, que Vázquez de Noboa parece haber tenido apodíctica certeza en la filiación de Cuenca con la república de Colombia y el libertador Simón Bolívar, a cuyo gobierno informóse de la gesta libertaria pues la urbe debía unirse a lo que habría de ser la Gran Colombia, que por entonces gestábase gloriosa in via libertatis. Dicho sea de paso, esa era además una de las supremas aspiraciones del libertador Simón Bolívar, quien providencialmente confluía en este empeño con el prócer Vázquez de Noboa. Quid pro quo, no de otra forma débese comprender el porqué de la celeridad que éste tuvo para poner al día al gobierno colombiano de los pormenores de la independencia cuencana toda vez que dando cuenta del asunto a Colombia asegurábase más in perpetuumel estratégico apoyo para sostener la libertad conquistada.
Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920
Un día después del envío de esta importante misiva, el 8 de noviembre, convocóse a un ente llamado el Consejo de la Sanción, que equipárase a lo que hoy podríase considerar sensu stricto como una asamblea constituyente, a fin de elaborar el Plan de Gobierno o Ley Fundamental de la República de Cuenca, que fue aprobada, ad referendum, por los diputados electos o designados para ello, el 15 de noviembre de 1820. Para el funcionamiento de tal Consejo de la Sanción sus integrantes eligieron como secretario de la misma a León de la Piedra, uno de los próceres y patriotas de la gesta libertaria del 3 de Noviembre de 1820.
Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920
Quid pro quo, en las debidas deliberaciones y cavilaciones tenidas en aquellos días, actuaron representantes de toda la comunidad cuencana ora de las instituciones públicas, ora de las entidades religiosas, ora de los barrios de la urbe y de sus parroquias rurales y campesinas en número de 35 diputados que fueron electos, in pubblica et privata res, desde un variopinto espectro de estamentos diversos unificados todos en el siguiente orden de prelación: los cabildos municipal y eclesiástico, los gremios de abogados, comerciantes y agricultores, que eran los más relevantes grupos citadinos que hacían la vida pública de Cuenca in diebus illis/ en aquellos días. Con natural fruición y alborozo por crear una república independiente todos aglutináronse como los vasos comunicantes que interactúan en perfecta euritmia y así, exceptis excipiendis, diríase que todas las principales localidades que conformaban lo que constituía la Gobernación de Cuenca estuvieron representadas: los pueblos de Azogues, Biblián, Cañar, Cañaribamba, Cumbe, Chuquipata, Déleg, El Ejido, El Valle y Guachapala que era conocido como Asmal in illo tempore/ en aquel tiempo. También hubo líderes de Baños, Sidcay, Molleturo, Paccha, San Bartolomé, Paute, Girón, Gualaceo, Jadán, Oña, Nabón,Pucará, Sígsig, Taday yJima.
En consecuencia, el 15 de noviembre de 1820 -día en que la Carta Magna de la república de Cuenca fue firmada- constituye otra de las lumínicas jornadas de nuestra independencia. La Ley Fundamental de la novísima República de Cuenca era desde aquella fecha el instrumento jurídico bajo el cual debía gobernarse la región pro Patria et Deo. Hoy, 15 de noviembre del año 2020, celébrase pues el BICENTENARIO DE LA PROCLAMACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE CUENCA.
De vehementi, un dato
particularísimo da fehaciente prueba de la originalidad con la que actuóse, en
nuestra especie de asamblea constituyente o Consejo de la Sanción, cuando en
las deliberaciones aprobóse un escudo libertario cuyos significantes y
significados reivindicaban a la clase plebeya por sobre todas las
cosas. Efectivamente, en el libertario blasón un indio cañari con una lanza en
ristre eleva su mano al cielo, in excelsis, señalando una estrella
de cinco puntas representada como una «lux
libertatis»o «luz
de la libertad» con la seguridad de que en la
praxis trátase de una realidad y no de una entelequia en tanto ser libre es un
derecho que ha conquistádose tal como ha díchose en la sempiterna lingua latina: «Ad astra per aspera/ A las estrellas por el sendero áspero».Por ello, el iridiscente astro que refulge lumínico in
excelsis, con prístina luz, vuélvese inter nos como el icónico símbolo de
la libertad mientras la lanza en ristre con la que el indígena apóyase
firmemente sobre el suelo es el significante de la posesión de la tierra
usurpada por el león ibérico al que ha derrotádose in honorem libertatis/ en honor
de la libertad.
Escudo de la Independencia de Cuenca y poema de Remigio Tamariz Crespo
Archivo de Miguel Díaz Cueva
No obstante, hubo de ser Remigio Tamariz Crespo, uno de los más exquisitos bardos del parnaso de la morlaquía, aquel poeta que dijera desde conceptuosos y precisos versos la significación precisa de nuestro primigenio escudo independentista. Copiámoslo ex integro: «De pie, en alarde olímpico, victorioso indiano/ clava en su libre tierra su redentor acero/ y muestra en lo infinito con la sangrienta mano/ el sol que de la gloria señala el derrotero. Es el esclavo invicto trocado en soberano/ del suelo en que su trono fatal alzó el íbero:/ su lanza es lanza ungida con sangre del tirano,/ su sol, el sol que dora los lauros del guerrero».
Casa de José María Vázquez de Noboa donde firmóse la Constitución de Cuenca, según plumilla de Abraham Sarmiento Carrión. Archivo de Felipe Díaz Heredia
Ad gloriam aeternam/ Para la gloria eterna, el sitio donde firmóse la Carta Magna de la libérrima Cuenca fue la casa en la que José María Vázquez de Noboa residía, edificación histórica que ubicábase en la actual calle Sucre, que por entonces llamábase con el colonial nombre de calle del Águila y que, según la tradición, también entre el vulgo conocíasela desde la Colonia como «Calle del Azul de Prusia», entre las actuales General Torres y Padre Aguirre, donde actualmente funciona la Cooperativa de Ahorro y Crédito Juventud Ecuatoriana Progresista, JEP, y que fue también el edificio del Filanbanco y hace 100 años, en el primer centenario de la independencia, era la residencia de José Peralta.
Sin embargo, desgraciadamente, el alborozo de la libertad por la independencia cuencana hubo de durarnos muy poco pues Vázquez de Noboa, natural de Chile, que añadió a sus nombres y apellidos los de López de Arteaga tanto como las dignidades de Presidente de la Junta Suprema de Gobierno, Senado de Justicia, Excelentísimo Cabildo y demás Corporaciones del Distrito, General del Ejército Libertador de las Cadenas, Jefe Político y Militar de la Provincia Libre de Cuenca, estuvo en el mando apenas un poco más de un mes hasta el 20 de diciembre de 1820.
Praeter opinionem/ Contra toda expectativa, en ese fatídico día, las tropas españolas en un número aproximado de 600 efectivos a las órdenes del general Aymerich y comandadas por el coronel español Francisco González derrotaron en un sangriento combate a los ejércitos patriotas de Cuenca en Verdeloma, localidad vecina a Biblián. El batallón de los patriotas era menos numeroso pero hallábase desprovisto de suficiente armamento, lo cual fue la inexorable causa de la derrota. Los soldados españoles, heridos por la vergonzosa pérdida del poder monárquico, recuperaron el mando e irrumpieron en Cuenca para acabar con la naciente república y subyugarla nuevamente bajo el poder monárquico de la corona española.
Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920
48 días contados desde el 3 de Noviembre y 35 días desde la promulgación de la constitución Cuenca fue libre para caer nuevamente, tristis et aflicta, de manera infame, en las garras del león ibérico como ya lo hemos dicho ut supra. En la capital de la morlaquía y lo que llamábase Gobernación de Cuenca volvieron los españoles a instaurar, con enfermiza venganza, un dictatorial gobierno que actuó con vesania e insania para amedrentar y perseguir a los próceres y patriotas a quienes debémosles la libertad política de la gesta novembrina.
In urbe nostra, la atmósfera creada fue de veras oprobiosa que, in stricta iustitia, el año de 1821 débese de considerar como un «ANNUS HORRIBILIS» puesto que durante todo este período cometiéronse una serie de abusos y atropellos por parte de los realistas sobre los patriotas cuencanos. Instauróse un malévolo reino del terror con una brutal dictadura que persiguió, con la hidrópica sed de la venganza, a los patriotas que protagonizaron la gesta del 3 de Noviembre, los cuales fueron humillados y expropiados de sus bienes hasta las fronteras máximas de la execración y la blasfemia.
Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920
Así, las autoridades realistas al mando de Francisco González tuvieron en este nefasto personaje a un tirano represor que gobernó a Cuenca con un abominable y despótico modus actuandi inficionado de «animus necandi»o «intención de hacer daño». Así, con la paroxística histeria de quien busca tras de sí venganza y destrucción imponía permanentes vejámenes y ultrajes en contra de los cuencanos. Sábese, verbi gratia, que estableció una Junta de Secuestros, advenedizo estamento inventado con malicia para decomisar las propiedades de todos aquellos que habían participado en la epopeya novembrina. Ergo, muchos de quienes fueron partícipes de la independencia tuvieron inclusive que emigrar a diversos lugares, contra voluntatis/ en contra de la voluntad. Guayaquil, urbe donde habíase consolidado la independencia de manera definitiva, fue uno de los lugares a donde algunos próceres prefirieron exiliarse huyendo de estas inverecundas e infamantes persecuciones.
Ad exemplum, Vázquez de Noboa, quien habíase casado con una dama cuencana, Teresa Ramírez Gordillo, tuvo que sufrir una vergonzante tribulación cuando el 20 de diciembre de 1820 la monarquía española hízose con el poder de la urbe. Así entonces, desapareció de nuestras tierras privado de sus honores y sus bienes, conociéndose poco sobre el destino que hubo de sufrir. Sábese que fue a Lima, donde estuvo al servicio del protector del Perú, el general José de San Martín. Luego enrolóse en las filas del presidente José de la Riga Agüero, quien fue derrotado por los ejércitos de Bolívar y el benemérito patriota de la independencia de Cuenca fue condenado a muerte, mas ignórase si la orden fue cumplida.
En este ANNUS HORRIBILIS de 1821 establecióse pues un despiadado y vengativo modo de gobierno en el que organizáronse requisas, infamantes empréstitos tanto como orquestáronse viles extorsiones y absurdos impuestos a los habitantes de la capital de la morlaquía. Queríase de esta forma, per fas et per nefas, obtener recursos para la manutención de los ejércitos reales mientras incoábase a la comunidad cuencana por el atrevido e intrépido gesto que tuvimos para gestar nuestra independencia in via libertatis.
Antonio Arteaga era otro de los gobernantes españoles que junto a González coadyuvó en la implantación de este inicuo y monstruoso reino del terror. Era coronel de los reales ejércitos. El presidente de la Real Audiencia de Quito, Melchor Aymerich, había ordenado al cabildo realista de Cuenca una verdadera cacería de brujas para vengarse de los patriotas cuencanos. Entre sus nefandas disposiciones destacábase una por la cual ordenó que se hiciese una lista negra de los «sediciosos» y «rebeldes» del 3 deNoviembre de 1820 como acostumbrábanse los realistas en llamar a nuestros bizarros y altivos patriotas. Así, enlistados los próceres la persecución fue inicua y perversa, sin contemplaciones de ninguna especie en un esquizofrénico y despreciativo ambiente donde el odio y la venganza eran como el caldo de cultivo donde anidaban felices las malditas autoridades realistas con sus espíritus enfermos por la venganza y la inverecunda retaliación.
Establecióse una Junta Militar y fueron sus máximas autoridades el comandante Francisco González y Antonio Arteaga, coronel graduado que había recibido los rimbombantes nombramientos de teniente, jefe político subalterno, intendente y comandante militar de esta provincia, que en resumidas cuentas hacíanlo como el verdadero gobernador debido a tan amplios y omnímodos poderes con los que era capaz de hacer y deshacer buscando aniquilar a toda costa para que los ciudadanos le temiesen no porque imponía orden y respeto sino por promover el pánico y la maldad con una villanía nunca antes vista in communitate nostra. Los dos juntos, hermanados como siameses en la perversidad, eran como las «anguis in herba» o «serpientes bajo la hierba» super flumina Tomebamba. El desalmado gobierno de Arteaga cesó a mediados de este ANNUS HORRIBILIS, en julio de 1821, pero no concluyó del todo por cuanto su repugnante y oprobioso alter ego, Francisco González, hubo de permanecer intacto en el autocrático mando del gobierno realista que era digno de ludibrio y de baldón, pues como dícese in sacra scriptura: «Como oso hambriento y león rugiente, así es el gobernante impío que gobierna sobre un pueblo pobre».
Cuando González tuvo que marcharse a Quito fue reemplazado por el ciudadano ibérico Francisco Eugenio Tamariz, quien posteriormente, cuando Antonio José de Sucre incursiona en nuestros lares para liberarnos del hispánico yugo, conviértese a la causa libertaria siendo un eminente personaje al servicio de nuestros intereses in historia civitatis/ en la historia de la ciudad.
Antonio José de Sucre
Los tiempos de escalofriante venganza alcanzaron a enero y parte de febrero del año del Señor de 1822. Francisco González continuaba al mando de la Gobernación de Cuenca y era él quien más esmerábase en aplicar un dictatorial sistema de gobierno por aquellos días hasta que el 21 de este bendito mes el mariscal Antonio José de Sucre, por órdenes del libertador Simón Bolívar, organizó una campaña militar para la liberación definitiva del yugo español -la cual venía combatiendo desde los puntos meridionales del Departamento del Sur- entró en forma triunfal a Cuenca para rescatarla finalmente del poderío español con un ejército de 20.000 personas. Los españoles, ante el mar humano que representaba este tremendo batallón, abandonaron la ciudad después de saquearla previamente alcanzándose así la conclusión del proceso emancipador de Cuenca.
Medalla conmemorativa del I Centenario de la Batalla del Pichincha, 1922
Archivo de Miguel Díaz Cueva
Ad concludendi, la definitiva independencia de Cuenca el 21 de febrero de 1820 hubo de constituirse en el preludio y pregón de la Batalla del Pichincha que tuvo lugar el 24 de Mayo de 1822. Desde entonces, Cuenca fue definitivamente libre apud flumina Tomebamba, in honorem libertatis in vita communitatis.
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, super flumina Tomebamba, mensis novembris, die XV, currentis Anno Domini MMXX, in honorem libertatis.
ADDENDUM
TEXTO DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE CUENCA
En la ciudad de Cuenca, a quince de noviembre de 1820, primero de su independencia. Los S.S. Diputados así de las corporaciones de esta ciudad, como de todos los pueblos de esta provincia que abajo suscribirán.
Hallándose reunidos en las casas que habita el Excelentísimo Sr. General Jefe Político y Militar de esta provincia libre, a efecto de sancionar el Plan de Gobierno que deba adoptarse según el sistema de independencia que ha proclamado,
EN EL NOMBRE DE DIOS TODOPODEROSO, SER SUPREMO Y ÚNICO LEGISLADOR, CUYO SANTO NOMBRE INVOCAMOS, AMÉN.
CAPÍTULO I
Artículo 1. La Religión Católica, Apostólica, Romana será la única que adopte, como adopta esta república, sin que ninguna otra, en tiempo alguno, pueda consentirse bajo ningún pretexto, y antes por sus moradores y por el Gobierno será perseguido todo cisma que pueda manchar la pureza de su santidad.
Artículo 2. Cuenca es y será para siempre una provincia libre e independiente de toda potencia o autoridad extraña, sin que en ningún caso deba ser subyugada por su voluntad.
Artículo 3. Sin embargo, es y será confederada con las limítrofes y con todas las de América para los casos y cosas tocantes al sostén mutuo de su independencia y recíprocos derechos.
Artículo 4. Su gobierno político durará en el presente Jefe el Excelentísimo Señor Don José María Vázquez de Noboa por término de cinco años, aun cuando la guerra con la Península o sus sectarios se termine en menos tiempo, pero si ésta continuase más, permanecerá el mando político y militar en el mismo Excelentísimo Señor hasta que efectivamente la América quede emancipada del antiguo despotismo español.
Artículo 5. Terminando el gobierno político en el actual jefe, para la posteridad se muda cada dos años por elección practicada en el modo y forma que se ha verificado esta Junta.
Artículo 6. El gobierno militar y mando en Jefe de las armas estará en el oficial de mayor graduación; como hoy reside éste en el Excelentísimo Señor Doctor Don José MaríaVázquez de Noboa es a quien le pertenece perpetuamente, en pequeña gratitud de haber sido el autor principal para plantear el sistema adoptado; justa y cordial recompensa por el voto general. Mas, para lo sucesivo no podrá reunir un solo individuo el mando político y militar, respecto a que indispensablemente ha de estar cada atribución en distinta persona que merezca la confianza pública o que obtenga su grado militar, en premio de los servicios hechos a la Patria.
Artículo 7. El actual Jefe como tal presidirá en todos los tribunales, senado y corporaciones de la provincia y en cualesquiera juntas que deban practicarse por exigirlo algunas circunstancias que imperiosamente lo pidan.
Artículo 8. Sus atribuciones serán las que han correspondido a los virreyes, capitanes generales, con el agregado de la independencia en el uso y ejercicio de ellas.
Artículo 9. Tendrá el Jefe amplia autoridad con jurisdicción ordinaria para juzgar los negocios y causas que no pendan ante otro juez competente, siendo lo privativo de los senadores y vocales de la Junta, con apelación al Senado.
Artículo 10. Los delitos cometidos por los jefes serán juzgados en primera instancia por el Senado de Justicia y en segunda y tercera por la Junta Suprema de Gobierno.
Artículo 11. Este tribunal será el juez de residencia de dicho Jefe, cuando concluya su mando; debiendo entablarse las instancias que sobre ella se propongan dentro del término de cuarenta días y terminare en el de veinte.
Artículo 12. En las ausencias o enfermedades del Jefe ejercerá las funciones de tal el vocal de la Junta que la presida en lo interior de sus funciones y a falta de aquel, cuya designación se hará por los mismos vocales por suerte; y en lo militar el oficial de mayor graduación.
CAPÍTULO II
Artículo 13. Habrá una Junta de Gobierno con el título de Suprema, el tratamiento de Eminencia en cuerpo y de Señoría en particular.
Artículo 14. Sus individuos serán hoy nombrados por la presente Junta de diputados del común y durarán dos años los que pasados se volverá a elegir por el mismo orden.
Artículo 15. Se compondrá por ahora de cinco individuos y en lo sucesivo de cuatro, suprimiendo el vocal regular, será uno por el clero secular, otro por el comercio, otro por la agricultura, otro por la milicia y hoy, uno por el clero regular.
Promover el fomento de la agricultura y del comercio;
Bernardino de Sisniegas, diputado de Taday
Dr. Miguel Rodríguez, diputado
Francisco Chica, diputado del Ayuntamiento
Ministro fray Alejandro Rodríguez,diputado de las religiones
Felipe Serrano, diputado de la milicia
José María Borrero y Baca,diputado de los agricultores
Juan Orozco y Guerrero, diputado deAzogues
Manuel Ramírez, diputado de Sidcay
Fernando Francisco Cueto Bustamante, del Ejido
José Ochoa y Serrano, diputadode Paccha
Manuel Dávila, diputado de Gualaceo
Juan Contreras, diputado de Baños
Pedro López Argudo, diputado de Biblián
Juan Ignacio Gómez de Arce, diputado de San Bartolomé
Mariano de Mora, diputado de Jadán
José Machuca Cardoso, diputado de Déleg
Manuel Ullauri y Quevedo, diputado de Nabón
Manuel Guerrero, diputado de El Valle
Santiago Arias, diputado de Cañaribamba
Felipe Antonio Tello de la Chica, diputado de los gremios, diputado del Cañar
Juan Antonio Aguilar, diputadode Asmal
Miguel Malo, diputado de Chuquipata
José de la Vega, diputado de Paute
Bonifacio Ramírez, diputado deCumbe
José Serrano, diputado de Oña
Juan Bautista Xirón y Sánchez, diputado de Girón
Antonio Moreno, diputado de Sigsig
Juan Jaramillo
Francisco Illescas, diputado de Pucará
Juan Crisóstomo Zhuñio, diputado de Jima
José Veintemilla, diputado deMolleturo
León de la Piedra, Secretario
OPINIONES CIUDADANAS
Simple, la historia se escribe en base a investigación.
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