martes, 26 de mayo de 2020

EPIGRAFÍA Y ESCULTURA PATRIMONIAL DE CUENCA


PORTADA DEL LIBRO «EPIGRAFÍA Y ESCULTURA 
PATRIMONIAL DE CUENCA»


In urbe nostra, en Santa Ana de los Ríos de Cuenca, el pasado sábado 14 de marzo del año del Señor de 2020, día en el que empezó la emergencia sanitaria del COVID 19, fue entregado a la comunidad local el libro «EPIGRAFÍA Y ESCULTURA PATRIMONIAL DE CUENCA», un esfuerzo editorial realizado durante una década y del que hoy, 26 de mayo, hacemos una reseña, luego de la obligada cuarentena a la que los ecuatorianos fuimos confinados durante los dos últimos meses que han constituido un inaudito espacio de tiempo in historia mundi



En la capital azuaya, ciudad histórica par excellence, existen inscripciones o leyendas que al estar grabadas en piedra, en mármol o en pintura mural y tabular registran a nuestra historia e integran de profundis el patrimonio cultural de la urbe junto a los monumentos que hacen de la capital azuaya una auténtica ciudad a la que puédesela conocer desde múltiples facetas. En tal virtud, el presente libro intitulado «Epigrafía patrimonial de Cuenca» aparece como un compendio de interesantes elementos que guardan huellas indelebles de identidad y dan cuenta del legado histórico que pervive redivivo en nuestra comunidad ad perpetuam rei memoriam.

Viaje a la memoria, precedente obra que preludia al libro
Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca.

Esta sorprendente investigación tiene un precedente de obligada referencia en este espacio. En el año 2007, cuando Cuenca celebraba los 450 años de su fundación castiza, el autor de la obra presentó su proyecto «Viaje a la memoria. Cuenca: su historia fotográfica», publicación con la cual mostróse «a capite ad calcem/ de la cabeza a los pies» como un conspicuo fotohistoriador, disciplinado y acucioso, con la avidez del explorador nato en búsqueda continua de la memoria gráfica de Cuenca. Esa experticia ha llevádolo a través del tiempo para que hoy sea un gran conocedor del desarrollo fotográfico de una urbe fotogénica par excellence, a la cual puédesela contemplar desde diversas facetas como un emporio de belleza, arte y cultura.


Felipe Díaz Heredia, 
autor del libro «Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca»


Y con ese conocimiento de la memoria gráfica de la urbe, Felipe Díaz Heredia nos entrega nuevamente, en otro momento clave de nuestra historia, cuando Cuenca está por celebrar el bicentenario de su Independencia, una obra original y auténtica que registra por vez primera, in historia nostra, las placas históricas que posee la capital del austro ecuatoriano junto a los monumentos que hacen de ella una urbe esplendorosa, a través de cientos de imágenes que vincúlanse intrínsecamente para mostrar desde la Epigrafía, una esfera desconocida en nuestro medio, la vera effigies de Cuenca, pues a través de las inscripciones epigráficas que hállanse por toda la urbe es posible registrar, de momento ad momentum, la historia de una vigorosa comunidad que ha consolidado su fuerte personalidad histórica gracias al pulso de sus hijos que forjaron su identidad y registraron su devenir con sus placas históricas y monumentos patrimoniales, los cuales no han sido hasta hoy inventariados por las autoridades que obligadas están a hacerlo de oficio in perpetuum.
La piedra de San Blas, 
primer elemento epigráfico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
Mayo de 1557


El autor termina entonces catalogando a cada uno de los elementos epigráficos de Cuenca, al registrarlos en su real contexto, para que perduren como testimonio de la historia local, mientras en este empeño nos muestra su compromiso cívico con la urbe para haber compilado, con paciencia y perseverancia, todas las placas y monumentos que vuélvense vulnerables de perderse inter nos. En este esfuerzo nótase su intención preeminente de incitar a todos los ciudadanos nacidos en la morlaquía para concientizarnos de la inminente necesidad de preservar estos ricos elementos que han configurado también a nuestra historia para que no desaparezcan ya por la incuria, ya por la ausencia de civismo, ya por la invincibilis ignorantia con la que el patrimonio cultural de la urbe ha sido expoliado per fas et per nefas.

Don Eduardo Díaz Cueva, verdadero cronista de Cuenca, la ciudad amada


La publicación no surge, sin embargo, como una casualidad fortuita o inopinada que sorprende a todos por su novelería. Nada de estas circunstancias circunvalan la génesis de este aporte bibliográfico, el cual ha sido pensado desde hace una década y tiene como origen el descubrimiento de unos apuntes mecanográficos de don Eduardo Díaz Cueva, padre de Felipe, y recordado personaje de grata memoria por su condición de cronista de la urbe super  flumina Tomebamba.  Eduardo Díaz Cueva había registrado el prospecto para que la Epigrafía cuencana desarrollárase en una obra que la registre ad futuram rei memoriam. Y como dice el dicho de nuestra cultura latina: Talis pater qualis filius/ De tal padre cual hijo, es Felipe Díaz Heredia quien cumple el sueño de don Eduardo con esta publicación realizada con la pasión que el amor a la historia provoca en quienes son sus cultores desde la ciencia histórica erigida desde siempre como magistra vitae o maestra de la vida.

Piedras epigráficas de las Conceptas


A partir de entonces el curioso investigador empezó una labor de amplios horizontes por toda la urbe para rescatar, de vehementi, desde la epigrafía, los hitos esenciales que hacen de cada placa histórica o monumento el punto de llegada y de partida de una serie de caminos históricos que entrecrúzanse en admirable armonía para aprender, página tras página, historia y fotohistoria conjugadas estéticamente para rememorar los hechos que forjaron a Cuenca como un pueblo de leyenda, tradición e identidad cultural.

Monumento a Miguel Moreno Ordóñez


Domus Domini, inscripción epigráfica de la Catedral Vieja de Cuenca

Inscripción epigráfica en honor del canónigo Isaac de María Peña Jaramillo
frontipicio del templo de San Francisco


A través de este libro el lector engólfase en un viaje en donde la exploración por los rincones citadinos que albergan epigrafía hacen que cada registro contenga valiosos datos que sorprenden y encantan cual si fuesen serendipias de gratificante hallazgo en nuestras vidas para mirar que nuestra urbe, Santa Ana de los Ríos de Cuenca, es una ciudad que desde toda esfera guarda un exquisito patrimonio cultural en cada placa histórica o en cada monumento con el cual los acontecimientos fácticos de la vida perviven ab aeterno in historia mundi.

Monumento a Honorato Vázquez, en el año 1985

Monumento a Remigio Crespo Toral y las musas 

Y como no podía ser de otra manera -al tratarse de un reconocido fotohistoriador cuencano- son las imágenes las que hacen que esta publicación sea una especie de manjar exquisito para conocer la epigrafía cuencana y la monumentología patrimonial de la urbe. El lector observa, página tras página, un amplio despliegue de fotografías que acompañan a cada placa histórica o monumento y amplifican la trascendencia de un hecho o un acontecimiento registrado en las inscripciones epigráficas mientras provocan curiosidad e interés por descubrir o redescubrir a Cuenca desde variadas perspectivas, en tanto es un relicario que guarda importantes tesoros culturales que obligados estamos a preservar.

Monumento a Andrés Hurtado de Mendoza, fundador de Cuenca

Monumento a Cristo Rey de Cullca


El hecho da cuenta de que la memoria gráfica es un auxiliar indispensable del escrito histórico en una época en donde las imágenes hablan más que mil palabras, sin que por ello el autor no haya buscado una capacidad de síntesis en todas las sinopsis históricas que acompañan a las placas y monumentos de la obra, tras de las cuales han existido miles de horas de investigación y lectura para consolidar en un pequeño y vivificante texto el dato imprescindible, la anécdota exacta o la fecha precisa que transporta al lector por un apasionante itinerario a través de nuestra historia.


Placa colonial de la I Misión Geodésica Francesa, 1739



Placa mortuoria del P. Julio María Matovelle, 1929


Ad exemplum, la bibliografía consultada da cuenta de la prolífica búsqueda que el autor ha realizado para entregar, a manera de pastillas informativas, una sintética relación de la vida de un personaje, del hecho fáctico que devino en una placa histórica o en un monumento patrimonial ante el cual el lector enfronta un agradable encuentro con la historia y una grata sensación de que la urbe esconde en cada rincón citadino interesantes anécdotas que deben pervivir bien contadas para las presentes y futuras generaciones.



Una particularidad de las placas históricas que el autor ha catalogado es la brevedad con la que consignan valiosos acontecimientos que están destinados a perdurar y que grabados en piedra o en mármol o pintados en murales a veces permiten atisbar con el dato exacto o la fecha precisa con la cual un hecho histórico perfecciónase in honorem veritatis.

 Filacteria con el nombre de Cuenca en latín: Concha, 
en el frontispicio del Santo Cenáculo.


Y esta condición sintética de las inscripciones epigráficas es característica singular para resaltar en pequeños textos las cosas fundamentales que débense resguardar en nuestra historia, mientras el lenguaje usado es también un curioso elemento para navegar por los insondables caminos del trajín histórico, puesto que las leyendas consignadas ora en lengua castellana, ora in lingua latina, dan cuenta de la maravillosa presencia de nuestro idioma a la hora de registrar los hechos a través de los cuales apréciase la evolución de la lengua de Castilla desde los tiempos coloniales hasta los actuales momentos, mientras las preciosas huellas de la cultura latina hállanse también eternizadas en valiosos elementos epigráficos in vita communitatis.

Placa epigráfica en honor del canónigo José Ignacio Peña Jaramillo,
en el frontispicio del templo de San Francisco.


Nunca antes ha existido un inventario de estos bienes patrimoniales que han delineado a nuestra historia y la presente publicación llena ese vacío, por lo que espérase que las autoridades tomarán más cuidado en precautelar estos elementos que bajo ninguna circunstancia deben desaparecer en las tenebrosas aguas de la impunidad o la incuria con la que a veces han sido tratados. Así, la publicación detalla también, in stricta iustitia, las placas históricas desaparecidas, algunas de las cuales representaron un registro insipensable de acontecimientos que debían perdurar como testimonio del desarrollo histórico de la urbe. Bien harían nuestras autoridades en reponerlas en tanto la obra las ha catalogado como indispensables dentro de la historia local.


Monumento al héroe niño Abdón Calderón Garaycoa

Monumento al libertador Simón Bolívar


Por eso, esta publicación debe propiciar, diem per diem, una concientización colectiva de que Cuenca es una urbe que guarda espléndidos elementos epigráficos y monumentos de rara lindeza que forjaron, in aeternum, su fuerte personalidad histórica, los cuales deben conservarse para el bienestar de todos los habitantes del país y del mundo. En este proceso de concienciación débense desarrollar hábitos y comportamientos de ciudadanos que viven orgullosos de habitar en una urbe que sólo siendo conocida puede ser amada con ejemplar espíritu cívico.

Emblema redentorista en piedra junto a San Alfonso

Ad concludendi, el libro seguramente habrá de coadyuvar para que la valoración del patrimonio cultural de Cuenca prodigue buenas razones para acrecentar el amor a la urbe, un deber cívico para todos los ciudadanos y habitantes de la zona, dueña de un rico acervo que está al servicio de todo el género humano.

Diego Demetrio Orellana
editor del libro «Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca».


Así, ad futuram rei memoriam, en el bicentenario de la Independencia, este libro publícase como un homenaje a la ciudad amada, la «ciudad cargada de alma», en donde cada uno de los bienes patrimoniales registrados dentro de la obra acopian vigorosa historia libertaria que evoca, in via libertatis, ese bien preciado del hombre que nos legaron nuestros próceres hace doscientos años y que es la libertad, fons et culmen de la vida comunitaria por el que obras como ésta dignifican a esta ciudad tan ejemplarmente afecta a los goces del espíritu pro Patria et Deo.

Diego Demetrio Orellana
EDITOR DE LA PUBLICACIÓN
Datum Conchae, super flumina Tomebamba, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXIX, in sollemnitate Paschali.


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