Ad gloriam aeternam/ Para la gloria eterna, ya en la amplitud de montes y collados o en la inmensa faz del
ancho mundo, sobre la talla de cúspides y océanos y en vivificante luz de la
cultura la lingua latina ha trascendido ad infinitum en todos los
ámbitos de la vida. Así pues, yérguese triunfante y soberana y su inmortalidad
expándese a los cuatro vientos en todos los puntos cardinales de la Tierra.
Su presencia subyace en cada aspecto de nuestra existencia siendo
en el pensamiento clásico donde permanece rediviva como copiosa fuente de
sabiduría, mientras es desde tan conspicua altura que la lingua latina desciende
vigorosa al popular lenguaje hispano en donde imbricóse alegre y sempiterna
para fluir vívida y coqueta en una serie de expresiones del habla coloquial
castiza. Por ello, sus destellos llegan desde los arcanos límites del infinito
a las cotidianas escenas de los simples mortales que en el mundo han sido.
En un apasionante periplo por las frases célebres que trasuntan
valiosas enseñanzas in lingua latina podemos confirmar la trascendental vigencia
del latín, «mater lingua in vita nostra» o «lengua
madre en nuestra vida». Pero también, la sempiterna trascendencia de
este idioma puédese confirmar ciertamente al analizar comunes y corrientes
expresiones que la gente sencilla tanto como los doctos e ilustrados dícenlo diem
per diem/ cotidianamente. Ad exemplum, cuando decimos «a
priori», con su contrario «a posteriori», muy poca gente
levantaría su mano ipso facto para decir quizás que no lo entiende. Pero, de
facto, todos utilizamos expresiones tales como «curriculum vitae», «alma
mater», «auditorium», «quórum», «extra», sin que nadie
tenga que ser una «rara avis» para no darse cuenta que en sus habituales cotilleos
los términos y locuciones latinas les son familiares como cuando decimos: «sui
generis», «in memoriam», «referéndum», «ultimátum», «álbum»,
«monumentum»,
«municipium»
«cónsul»,
«curia»,
«ad
honorem», «estatus», «post mortem», «versus», «auspicium»,
«campus»,
«forum»,
«imperium»,
«infamia»,
«júnior»,
«sine
qua non», «dúplex», «dossier», «alter ego» o incluso el
tan trillado «etcétera». El listado podríamos inflarlo ad infinitum a pesar de
la enfermiza latinofobia de los actuales tiempos y la letanía de palabras
alargaríase in saecula saeculorum, sin que requiérase un erudito para
descifrarla ni tengamos que buscar ayuda especializada para comprenderla ni
vuélvase necesario un diccionario a fin de entender todas las palabras que
acabamos de leer en las precedentes líneas. Y aunque al fin del fin tengamos un
«totum
revolutum» de Latín y Castellano nadie, en su sano juicio, sería capaz
de negar cuánta elegancia prodigamos a nuestra incomparable lengua de Castilla por usar estos inmortales términos de vieja
solera latina in vita communitatis/ en la vida de la comunidad.
En todos los campos de las ciencias, en todas las áreas del
conocimiento y en los multifacéticos ámbitos de la vida seguimos y seguiremos
utilizando latinismos como elementos sustanciales de nuestra maravillosa lengua
de Castilla, para la que la lingua latina es su madre nutricia. Exempli
gratia, el famoso «SPA» tan
de moda en los noveleros tiempos en que vivimos, in tertio millenio adveniente,
viene de la lingua latina: «salute per acquam» en la misma forma
que «ciberspatium».
Por otra parte, en el mundo del Derecho seguimos diciendo expresiones tan
comunes como «toga», «Ius publica», «magistratus», «hábeas
corpus», «mortis causa», «inter vivos», «res nullius», «in
dubio pro reo», «de iure», etc. Si pasamos al
apasionante mundo de las artes y la música la herencia latina es
inconmensurable, pero tan simples expresiones como «opus magnum» para señalar
una creación genial, «réquiem» ante un difunto, «a
capella», «ars gratia artis», «summa artis» o «compendio de las artes»
resultan nada raras como también nada extraños son los términos: «opera
prima» para hablar de la primera obra de un autor o «in
crescendo» para comentar una melodía que sube su tono de intermitente
manera. Y si vamos auscultando por la Medicina es tan pero tan común hablar del
ejercicio físico en relación con la famosa frase de la Roma milenaria: «mens
sana in corpore sano» y referirnos al «lupus», que significa «lobo»,
para nombrar a la terrible enfermedad a la que témese en la vida moderna así
como mencionamos sin dificultad el «delirium tremens» o la fecundación «in
vitro». El mundo empresarial, desde otra esfera, ha honrado a la «mater
lingua» con nombres tan latinos como «Cáritas», «Veritas»,
«Sanitas»,
«Lexus»,
«Secúritas»
«Direct
TV» o «Legálitas» mientras que en la Economía pululan expresiones
tales como: «déficit», «superávit», «donativa», «tributum»
o renta «per cápita».
Y ni qué decir tiene que en una época globalizante donde todos
buscan masterados algunos obtienen calificaciones summa cum laude, mientras
no requiérese que seamos doctores honoris causa para manejar con
cierta holgura la lingua latina, mater lingua in hispánica lingua. Por ello es
que este sempiterno idioma permanece
vivificante inter nos. Puédese columbrar en consecuencia que no solo el
lenguaje culto sino el habla coloquial abastécense de una gran cantidad de
latinismos. Algunos de ellos conservan su original significación como la
expresión «Dannatio memoriae» que en nuestra hermosa lengua de Castilla significa
«borrar
de la memoria», en tanto que otros latinismos desviáronse de su
auténtico significado adoptando nuevas connotaciones como en el caso de la
palabra «versus», la cual significaba «hacia» en sus primigenios
tiempos y hoy connota «contrariedad», por anglófona
influencia, lo que muéstranos que la lingua latina no ha permanecido como
una petrificada momia sino que vivifícase, diem per diem/ día a día, evolucionando
e interactuando fácilmente con una lengua de la contemporaneidad como el Inglés.
Expresiones latinas como «master» o «magister», «curriculum
vitae», «item», «snob», eternizáronse gracias al Inglés
y desde tal lengua volvieron a nosotros para ser usadas habitualmente. Lo
curioso del caso es que el Inglés, sin ser una lengua romance, adoptó de la lingua
latina una gran cantidad de latinismos que por rocambolesco efecto retornan
a las lenguas romances como la nuestra, la lengua de Castilla, sólo por la
todopoderosa influencia del anglófono idioma in mundum universum. Emilio del Río Sanz, uno de los más
apasionados defensores de la lingua latina en los actuales
tiempos así nos lo confirma cuando dice ad pedem litterae: «Es precisamente el Inglés, una lengua no
romance, la que más latinismos incorpora a su lenguaje y que por la influencia
que ha tenido en el resto de idiomas ha trasmitido muchos latinismos a las
lenguas romances».
In nostra Sancta Mater Ecclesia,
en donde el latín sigue siendo su lengua oficial, el legado latino es también
exuberante hasta los límites supremos de la belleza cuando decimos usualmente:
«Urbi
et orbi» para nombrar a la bendición papal, «Ave María gratia plena»
para el singular rezo mariano del santo rosario, «Corpus Christi» para la
tradicional festividad del Cuerpo de Cristo, «Mea culpa» para
autoincriminarse de una falta o cuando expresamos que alguien es un «adefesio»
en relación a las cartas de San Pablo «ad ephesios» o «a los efesios», un pueblo
de la antigüedad clásica al que invitábase a desterrar la mentira y comportarse
como sabios. Y así por el estilo también son expresiones comunes aquellas tales
como: «Christus vincit», «Dominus vobiscum», «Gloria
Patri», «Aleluya», «Pater noster», «Novus Ordo Missae», «Auxilium
Christianorum», «Mater Salvatoris» o «Mater
Dolorosa».
Como vemos, la lingua latina, solemne y mayestática
goza de concreción y ha constituido el vehículo de conexión común de la cultura
occidental conservando a través de los siglos una vitalidad por la que niégase
a morir puesto que las bases esenciales de nuestra identidad cultural encuéntranse
en su inmarcesible herencia ora en la lengua, ora en las artes, ora en las
ciencias, ora en la cultura y en la religión cristiana de la que nuestro pueblo
latinoamericano ha embebídose in aeternum.
La lingua latina es patrimonio de todos y no debe ser considerada como lingua mortua ni tampoco mirada como la base fundamental de las personas
cultas porque su resonancia encuéntrase implícita en cada una de las esferas de la vida de los simples mortales super terram, por lo que en el DÍA
MUNDIAL DE LA LATINIDAD del año 2020 conviene reflexionar sobre su inmortal
trascendencia pues la cuestión no puede ser nunca que hablemos latín sino que
estemos conscientes de la importancia de los latinazgos en nuestra cultura a
fin de impulsar su respeto inter nos in honorem linguae latinae, lingua
angelorum hodie et nunc et semper et in saecula saeculorum.
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, mensis maii, die XV, reparata salute
Anno Dominicae Incarnationis MMXX, Diem Mundialem Latinitatis.
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OPINIONES CIUDADANAS
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