viernes, 5 de octubre de 2018

LA CONFIANZA: IN MANUS TUAS COMMENDO SPIRITUM MEUM



Un niño abordó un avión para viajar a Nueva York, llamando la atención de todos quienes disponíanse para el vuelo. El infante subió al avión con su boleto en mano, buscó un asiento y sentóse a mi lado. Se veía un niño educado, seguro e inteligente. Me miró, sonrió, sacó un libro y comenzó a dibujar, pintar y colorear. A pesar de su corta edad, acaso unos 8 años, no presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.



Sin embargo, el vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento una sacudida fuerte y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento ¿Cómo lo hacía? ¿Por qué su calma? eran las preguntas de los circunstantes.



Mas la curiosidad por saberlo no podía continuar. Entonces, una mujer frenética le preguntó:

Niño: ¿no tienes miedo? -
No señora contestó el niño y mirando su libro de pintar le dijo:
Mi padre es el piloto...

La mujer quedóse absorta ante la sorprendente respuesta que permitía comprender a todos los beneficios de la confianza del infante hacia su progenitor.



A lo largo del camino de la vida nos vamos a encontrar siempre con sucesos que nos sacudan como en una turbulencia aérea. Habrá momentos en los que no veremos el terreno sólido y nuestros pies no pisarán lugar seguro. Habrá instantes en que no podremos ver dónde sostenernos y estaremos inseguros. Es en esos tiempos cuando debemos recordar que nuestro PADRE es el piloto. Ergo, a pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador, Providentissimus Deus.


Así entonces, la próxima vez que llegue una tormenta a nuestras vidas o si en este mismo momento estamos pasando por una trepidante circunstancia, alcemos la mirada al cielo, CONFIEMOS en la Divina Providencia y digamos para nosotros mismos: ¡¡¡MI PADRE ES EL PILOTO!!!


OMNIA AD MAIOREM DEI GLORIAM

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