In urbe nostra, apud flumina
Tomebamba, un
periodiquillo municipal intitulado «Cuenca:
presente y futuro» circula en estos postrímeros días del año 2021 dando cuenta
de los emprendimientos alcaldicios. Mas sorpréndenos que Pedro Palacios no
aparece allí tan solo como burgomaestre de la «ciudad cargada de alma» sino también como un ignoto poeta al crear
un poema a Cuenca dentro de su texto introductorio.
La verdad sea dicha, jamás ha conocídose inter nos que el primer personero municipal posea vena poética. Y el hecho confírmase al leer tal estupefaciente creación literaria que cáusanos estupor debido a la evidente incapacidad para versificar que descúbrese en el alcalde, el cual carece de dicción excelsa y sus versos adolecen de no poseer armonía perpetua y diestro manejo de la Preceptiva literaria. Ergo, lo que él ha creado no es una pieza literaria que enriquece más a los sempiternos elogios que a Cuenca han dedicádole los bardos o poetas del parnaso morlaco in historia civitatis/ en la historia de la ciudad. De ninguna manera el poema alcaldicio va por tal andarivel siendo mas bien, in stricta veritas, un esperpento literario que espeluzna y aterroriza in extremis engofándonos hasta el ludibrio y la perplejidad.
Quid pro quo, dígase que si como alcalde Palacios es
un fracaso como poeta es un escalofriante desengaño que llévanos, en
precipitada carrera, al fiasco y a la desilusión, estropeando las intenciones
del fachendoso periodiquillo para hacer grandilocuente a una horripilante
gestión, ya que todos
conocemos hasta el hartazgo la ingénita inopia del burgomaestre Pedro Palacios
Ullauri, cuyas acciones han sido calamitosas a punto de haber perdido el «aura popularis» o
«favor popular» pues sus niveles de aceptación son bajísimos y no llegan al 10% según las encuestas más
acreditadas.
Nuestra intención, desde este espacio de CRÍTICA Y OPINIÓN CULTURAL, es analizar bajo la óptica de la crítica literaria el esperpéntico poema del burgomaestre cuencano y por ello, prima facie, digamos con acrimonia que la presunción del hombre fatuo que inventa un poema -pretendiendo fungir de literato- es la copiosa fuente para escribir los más abstrusos absurdos al versificar sin que conózcanse elementales normas de Preceptiva literaria. Y esto es lo que acontece con el alcalde Pedro Palacios, al momento de creerse un poeta, cuando ha compuesto un poema a Cuenca con lugares comunes, frases triviales y verdades de perogrullo eclipsando la brillantez que no posee y anulando toda posibilidad de que este aventurado ejercicio poético inscríbase in perpetuum en el parnaso de la morlaquía ad futuram rei memoriam.
Ad referendum, transcribamos el fachoso poema previo a su análisis literario: «Cuenca: ciudad de los cuatro ríos/ de las cúpulas perennes/ de los balcones floridos/ y de empedradas calles. / Ciudad milenaria y cantarina/ Guapondelig de los cañaris/ Tumipamba del inca su cuna/ Y Santa Ana altiva y vivaz/ Que vivas hoy y siempre/ Entre pasos y recuerdos/ encendida en los corazones/ Clavada en nuestras almas». Ad efectum videndi, a primera vista, como puédese ver, el poema es horripilante, a capite ad calcem/ de la cabeza a los pies, sin que puédase descubrir ninguna atracción para capturar la atención de los lectores in via pulchritudinis.
La poesía es un género literario que no cualquiera puédelo ejercer con asombrosa fluidez si no se tiene per se hipersensibilidad y aguda vena poética, mientras las normas de la Preceptiva literaria son de veras importantes de conocer a la hora de jugar con las palabras y los conceptos buscando la belleza del bien decir y la estética de las ideas que imbrícanse en los versos para que, sub specie instantis, la poesía conviértase en un auténtico lenguaje para cantar a la urbe natalicia.
Por carecer de estas cualidades, el poema de Pedro Palacios atibórrase de versos triviales, tales como: «ciudad milenaria y cantarina», «de los balcones floridos», «entre pasos y recuerdos». Bien vale entonces señalar, in via veritatis, que en nuestra preciosa lengua de Castilla las frases triviales empobrecen el lenguaje literario hasta los límites de la estolidez por la evidente falta de ingenio para definir con precisión semántica y estética al objeto que poetízase, que en este caso particular es Cuenca.
Pero también, la horripilante
poesía de Pedro Palacios contiene versos con verdades de perogrullo, que es
también algo propio del aberrante lenguaje con el que asevéranse cosas
demasiado evidentes, tales como: «Cuenca, ciudad de los cuatro ríos», «y de
empedradas calles», «Guapondelig de los cañaris».
Ya en el Libro del Bicentenario
de la Independencia de Cuenca, conocido como la SANTA BIBLIA DE CUENCA, el cual es un infame estropicio en contra de la
Historia, el señor burgomestre, ad
arbitrium, envuelto en mediode la estolidez, creó un absurdo epíteto para
la ciudad, al bautizarla como «CUENCA, CIUDAD DE
TODAS LAS ORILLAS» demostrando su falta de talento para la
poesía con un anodino calificativo que resultó la hilarante cantinflería del
bicentenario.
El disparatado apelativo a Cuenca, creado por Pedro Palacios Ullauri, y el horripilante poema que ha compuesto en las postrimerías del pandémico año 2021 confírmannos, in via claritatis, que hay que tener sapiencia para describir a nuestra urbe con su integérrima presencia y personalidad histórica. Tanto más cuanto que debemos recordar que la ciudad amada es la «ATENAS DEL ECUADOR» y no tenemos el derecho de ultrajar ese prestigio escribiendo poemas estúpidos. Por eso, dígase una vez más que la estulticia no tiene arreglo cuando la audacia para aventurarse en los caminos literarios es aviesa, rampante y forajida adversum dignitatis et contra humilitatis in vita communitatis.
Diego Demetrio
Orellana
Datum Conchae, mensis decembris,
die XXX, currentis Anno Domini MMXXI, octava solemnitate Nativitatis Christi
OPINIONES CIUDADANAS
Lo de estimado es un
desaguisado por decir
Rodolfo Pérez Pimentel.
Triste...
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