Sicut mysterium naturae/ Como un misterio de la naturaleza el sismo de alta densidad vivido en Cuenca el pasado día domingo 28 de noviembre, ha dejado patidifusos y nefelibatos a los habitantes de la capital de la morlaquía, mientras en diario El Mercurio ha promovídose una investigación sobre los sismos cuencanos in historia nostra.
Mas como ya es práctica constante en El Mercurio, cada vez que se proponen navegar por las briosas aguas del pasado cométense ridículos dislates en las investigaciones históricas de sus periodistas, dejando en mal predicamento a los artículos que realízanse sin el rigor científico y metodológico que exige la historia como ciencia in via veritatis.
Así pues, leamos una barbaridad que atenta en contra de la verdad histórica haciendo que el absurdo sea la plataforma para aseverar apócrifas cosas que sólo prodúcennos hilaridad y temeridad ante los horrendos desafueros con los que el diario independiente de la mañana sigue demostrando ser como una especie de fuente donde las cosas más estúpidas pueden aseverarse sin acrimonia, ad verecundiam et contra veritatis.
La cita textual de El Mercurio copiámosla in extenso: «La ciudad tiene una alta amenaza sísmica: el sismo del 29 de junio de 1887 que fue registrado por Johannes B. Stiehle, el personaje reconocido por haber diseñado la Catedral Nueva. Y luego cópiase el supuesto texto del hermano Stiehle, el cual reproducímoslo ad peddem litterae: «Era horrible ver con qué fuerza y rapidez se movían las torres, las iglesias, las casas y los árboles. Por encima de ello, el ruido de la propia tierra, similar al estampido de fuertes truenos, el estruendo de los muros al caer, los tejados de las casas desplomándose, los gemidos y los gritos dolorosos de la gente, escribía Stiehle».
La iglesia colonial de la Compañía de Jesús en Cuenca
Enseguida, en diario El Mercurio asevérase una barbaridad más grande que la torre de Babel, la cual transcribímosla in scriptis: «Sin embargo, a pesar de las secuelas que dejaría el sismo, entre estas la destrucción de la iglesia de la Compañía de Jesús, el evento no está en el catálogo nacional de sismos de intensidad mayor del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional»
Los precedentes textos que supuestamente reproducen las palabras del hermano constructor de la Catedral Nueva de Cuenca ante un fuerte temblor que experimentó in corpore presente el 29 de junio de 1887 y los supuestos estragos del cataclismo, llévannos a precisar que el dato conclusivo de diario «El Mercurio», en el sentido de que en este sismo la iglesia de la Compañía de Jesús fue destruida, es un falso histórico. Y ciertamente lo es porque para esa fecha ya no existía la iglesia de los jesuitas in urbe nostra.
Así pues, cuenta la Historia que los trabajos de cimentación de la catedral de la Inmaculada Concepción iniciáronse en septiembre de 1885, 2 años antes del sismo que el hermano Stiehle describe, hecho que hácenos columbrar que para aquel año ya no existía la iglesia de la Compañía de Jesús ya que en su lugar estaba erigiéndose la nueva catedral cuencana.
Justamente, el 12 de diciembre de 1886, 6 meses antes del terrorífico temblor que el hermano Stiehle describe, colocóse la primera piedra del templo catedralicio, lo que significa que para aquel magnificente día ya no estaba en pie la iglesia de los jesuitas.
Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, preguntémonos entonces: ¿Ubi est veritas/ Dónde está la verdad? Y la verdad hállase, con su prístina luz, en el hecho de que las deducciones publicadas en El Mercurio son falsas y temerarias. Para demostrarlo entonces, acriter et fideliter, habremos de considerar los siguientes aspectos:
1. La Catedral de la Inmaculada Concepción erigióse sobre el espacio en el que emplazábase parte de la iglesia colonial de la Compañía de Jesús, la cual fue ya derribada para el año del Señor de 1885, 2 años antes del temblor que diario «El Mercurio» señala con tanta negligencia investigativa.
2. Es verdad que la iglesia de los jesuitas, antes de su demolición, hallábase afectada y cuarteada a causa de un temblor, pero dicho sismo ocurrió en 1867, 20 años antes del cataclismo que asustó al benemérito hermano Stiehle, en el obispado de monseñor Remigio Estevez de Toral, quien fue el primer purpurado cuencano en disponer que hiciérase un estudio para la reconstrucción de la iglesia de la Compañía de Jesús.
3. El sucesor de monseñor Remigio Estévez de Toral fue monseñor Miguel León y Garrido, el ideólogo de la construcción de la Catedral de la inmaculada Concepción, quien una vez que hallábase al frente de la sede episcopal de Cuenca decidió no reconstruir la iglesia de la Compañía de Jesús sino mas bien derribarla para que en una parte de su planta construyérase el ábside de la nueva catedral cuencana, para la cual ya había contratado desde 1885 al hermano Juan Bautista Stiehle a que hiciera los planos de dicho templo catedralicio.
Ergo, diario «El Mercurio» comete una terrible equivocación al afirmar que a causa del temblor que Juan Sthiele describe, el 29 de junio de 1887, la iglesia de los jesuitas terminó seriamente afectada cuando la verdad histórica es que dicho templo, para esa fecha ya no existía.
Es inconcebible cómo el diario cuencano hace tabla rasa de nuestra historia en todos los reportajes históricos que publícanse por parte de sus negligentes periodistas, quienes seguramente actúan como ovejas sin pastor, sin que nadie en ese matutino pueda supervisar lo que investígase en aras de resguardar la verdad histórica de una urbe declarada como «Patrimonio Cultural de la Humanidad».
Qué tristeza y desolación, qué fiasco y desilusión que las cosas sean así en Cuenca, la «Atenas del Ecuador», y qué grave que estas investigaciones plagadas de disparates y desafueros en contra de la Historia quédense, in aeternum, como fuente de dudosa credibilidad in cibespatium adversum veritatis et contra dignitatis.
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae, mensis novembris, die XXX, in festo S. Andreas, octava I Dominica Adventus in Anno Salutis Nostrae MMXXI
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