martes, 1 de mayo de 2018

MAYO




In historia mundi, era el tercer mes del calendario en la antigua Roma, después de martius/ marzo y aprilis/ abril, pues enero y febrero encontrábanse al final del ciclo anual. No obstante, in historia nostra, en el calendario gregoriano es el quinto mes del año y tiene 31 días.


In Roma semper aeterna, el quinto mes del año era llamado como «Quintilis», aunque como hémoslo dicho ut supra no correspondía al mes de mayo, pues éste era el tercer mes del calendario in Roma antiqua.  El mes quintilis, dicha sea la verdad, en el calendario romano, ubicábase después de junio y antes de sextilis, que era augusti o agosto.​


In lingua latina, mater nostra in hispánica lingua, el origen de mayo es «maius». Mas navegando por los apasionantes caminos de la historia ha vístose que el nacimiento de este nombre es incierto. Créese ad exemplum que mayo puede derivar de la diosa Maia, la cual era conocida asimismo como Bona Dea y era la diosa romana de la primavera y de los cultivos. En el mes llamado maius los ciudadanos de la antigua Roma celebraban los festivales en honor a esta deidad.



Otra corriente histórica da cuenta que la ninfa Maya, la cual era madre de Hermes e hija de Atlas y Pleione, pudo dar origen al nombre del mes.


También piénsase que el origen de la palabra mayo podría provenir de la expresión: «Maius Juppiter» que, in lingua latina, tradúcese como «Júpiter Mayor», deidad de la cual, por considerársela el mayor de todos los dioses del Olimpo, surgiría el nombre mayo al calificárselo como «Maius» o mayor. La verdad sea dicha, esta versión etimológica revístese más de fantasía que de realidad aunque el contexto linguistico del atributo «maius» para Júpiter no deja de capturar nuestra atención lingüística a la hora de indagar el origen etimológico del quinto mes del calendario gregoriano.

Como nuestra cultura es grecolatina, al auscultar la historia de la Grecia antigua descúbrese, IN AETERNUM, que en la Grecia clásica mayo tenía su referente o equivalencia con el mes llamado de «Targelión».

Ad maiorem beatae virginis honorem, en nuestra cultura cristiana y católica mayo es el mes dedicado a la Santísima Virgen María, Mater Dei et Mater Nostra, como lo es también el mes dedicado a las madres in universa terra, siendo el segundo domingo de este bendito mes la dominica en la que festéjanse a todas las mamás del planeta con efusivas manifestaciones filiales in mundum universum.


Siendo también el mes en que la primavera, en el hemisferio norte, consolídase ex tota fortitudine/ con todas las fuerzas, mayo es considerado desde inmemoriales tiempos como el mes de las flores, pues las plantas de especies florales, casi en su mayoría, entran en inflorescencia durante este tiempo, lo que hizo que dijérase desde lejanos tiempos: «Las flores de mayo alegran el ánimo». Igualmente, era común escuchar que solía decirse: «viene mayo con sus rosas» y las rosas, claro está, son flores propias del florido mes. Por ello, asocióse desde siempre a mayo con los homenajes a las madres, tanto a la mater in caelis como a la mater in terra, concebidas cada una, en su unicidad, como seres de amor infinito a los que acudimos sin temor cum reverentia et respectum in vita nostra.



Mas en nuestra cultura morlaca, la tradición del mes de mayo como tiempo de flores ha llegado más allá de lo que podríase haber esperado in culturalis res. Ergo, una manzana muy conocida y de delicioso sabor identifícasela como «flor de mayo» en alusión al aspecto floral del quinto mes del año y en confirmación expresa de que en estas semanas mayales es cuando encuéntrasela exuberante en las campiñas azuayas y hállase profusa en los mercados locales, donde es buscada con mayúsculo interés por los habitantes de la morlaquía in naturalis aspectibus.


En nuestro medio, en la capital de la morlaquía, mayo es también el mes de la Santísima Virgen, amata semper in communitate nostra, a punto tal de que Cuenca es desde centenarios tiempos la «Ciudad Mariana» par excellence. Los altares de mayo, las misas a la virgen, los homenajes marianos, los sábados de mayo son solo ejemplos de las inveteradas manifestaciones de fe con las que los cuencanos hemos profesado veneración a la Virgen María ad reverentiam in vita communitatis.



Es, por supuesto, el mes de las primeras comuniones, tradición que celébrase tanto antaño como hogaño en todas las parroquias cuencanas y que ha vuéltose vívida costumbre que renuévase rediviva in honorem Christi, diem per diem, in mensis maii/ en honor de Cristo, día a día, en el mes de mayo.


Finalmente, en nuestra cultura morlaca, los dichos populares referidos a mayo han sido, in perpetuum, fuente copiosa de preciosas expresiones que definen taxativamente y con acrimonia a las características de este bendito mes.


Quizás en seguidilla, como continuación de la tradición abrileña de constituirse abril un mes cargado de aguas, las abuelas de antaño solían decir de mayo el siguiente dicho curioso que muéstranos lluvioso a mayo ex tota claritas: «En abril aguas mil, y en mayo cada día un baño». No obstante, la tradición parece haber venido de España, puesto que en Castilla acostumbrábase también a decir un dicho que volvióse peculiar inter nos, en nuestro clima de lluvias abrileñas, cuando desde centenarios tiempos dícese tanto aqueste el Ecuador, como allende los mares, en la madre patria España: «Agua en abril, granos mil. Agua en mayo, pan para todo el año».



La luna tierna de mayo es más fría que lo habitual y permitía recordar de vehementi/ con vehemencia una enseñanza de sabiduría popular por la que conócese que en ninguna luna tierna débese lavar la ropa, a riesgo de destruírsela ni tampoco debíanos cortarnos el pelo pues si se lo hacía no crecía apropiadamente; toda vez que también creíase que las personas endebles, entecas y de salud maltrecha mejoraban cuando la luna aparecía; por ello decíase con tanta poesía in urbe nostra:  «cuernos al oriente, cuarto creciente», pues efectivamente los dos extremos de la luna empezaban a crecer ad orientem en clara manera de identificar la luna creciente o más conocida como cuarto creciente in historia mundi.


Y como la fama de mes lluvioso cúpole explícitamente a mayo desde antiguas y remotas épocas ha díchose igualmente: «Agua de mayo, malogra el año». Sin embargo, las huellas hispanas nótanse con más apodíctica certidumbre en la fuerza expresiva de un ibérico refrán que importóse desde allá hasta volverse popular inter nos: «mayo, hasta que se pudra el sayo». Y es que mayo es un mes en donde las lluvias solían exagerarse in nostra communitate, a punto tal de que tal refrán castizo de la madre patria España adaptóse a la perfección por nuestros lares, siendo un dicho que aunque suene forzado  -para rimar mayo con sayo- alude a la naturaleza peculiar de constituir un mes de lluvia exuberante por antonomasia.

Pero los dichos preciosos de mayo son refulgentes como el rayo in hispánica lingua. Así, verbi gratia, veamos algunos ejemplos en nuestra marvillosa lengua de Castilla:


«Febrero revuelto, marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso»

«Primer día de mayo, corre el lobo y el verano»

«Si mayo es reglado, ni frío ni achicharrado»

«Lluvioso mayo, seguro del año»

«Lo que en mayo se moja, en mayo se enjuaga»

«Quien en mayo no merienda, con los muertos se cuenta»

«En mayo hambre y rosas, mira qué distintas cosas»

«Con el agua de mayo, crece el pelo siete palmos y un dedo»

«Por mayo ríos llenos, preludian grandes truenos»

«Mayo hace el trigo y agosto el vino»

«Hongo de mayo, ni lo comas, ni lo des a tu amo»

«Si en mayo no viereis lodo, dalo por perdido todo»

«Hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo»

«El pez de mayo, a quien te lo pida, dalo»

«El mejor trashoguero, en mayo lo quiero»

«El cordero en mayo, retoza en el prado»



DIEGO DEMETRIO ORELLANA
IN CONCHA, AD INITIUM MENSIS MAII, AD MMXVIII

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