«Magistra vitæ historia est/
La historia es maestra de la vida»
Con motivo de conmemorarse un año del sentido deceso del Reverendo Padre Genaro Patiño Ledesma, la Prefectura Provincial del Azuay presenta a la comunidad cuencana una nueva obra bibliográfica dedicada a la Ciudadela Católica, última parroquia eclesiástica en la que el padre Patiño desempeñóse como párroco ad gloriam Domini et sicut pastor bonus et fidelis.
Desde siempre aprendemos todos que la historia es de veras una maestra
de la vida, como bien decíase en la Roma imperial, puesto que los hechos que
acontecen a diario, en el duro trajinar de la existencia, son los que marcan, sub specie æternitatis/hacia la eternidad, las mejores
enseñanzas que debemos extraer de cada experiencia en nuestro cotidiano vivir. Por ello es que la historia, al registrar los hechos del pasado, no
solo los perpetúa para preservar la memoria individual y colectiva de las
personas y los pueblos, sino que los fija in
aeternum como cosas de las que todos los individuos de la especie humana
extraen prodigiosas enseñanzas.
Así, «Historia testis temporum est/
La Historia es testigo de los tiempos» y gracias a ella el pasado se perenniza para aprender las cosas más
importantes que debemos conocer de los hechos pretéritos, a fin de rescatar las
tradiciones y conservar la memoria de un pueblo, pues solo una comunidad que
conoce su camino recorrido sabe con certidumbre a dónde va y marcha con paso
firme por el tráfago de la existencia. Desde esta perspectiva es valioso historiar la vida de las personas y
de las comunidades que forman parte de la sociedad en su conjunto, a fin de que
todos, junto con los niños y los jóvenes, podamos conocer el pasado para
proyectar el futuro y construir un mundo mejor.
Por eso, el presente libro es oportuno, in honorem veritas/en honor a la verdad, puesto que aborda la
historia de una vigorosa comunidad forjada en la Ciudadela Católica, la cual
constituye uno de los primeros barrios populares de la ciudad de Cuenca, en la
república del Ecuador, surgido a fines de la década de 1960, en un momento
histórico de vital importancia para el desarrollo urbano de la capital azuaya,
pues -in illo tempore/en aquel tiempo-
la tercera ciudad del país comenzaba a extenderse fuera del perímetro de su
Centro Histórico.
La ubicación de la ciudadela es privilegiada, ya que encuéntrase
localizada en una planicie siempre pletórica de verdor y pródiga naturaleza, en
el norte de Cuenca, a orillas de la quebrada de Milchichig, en una zona
inicialmente atiborrada de pastos, campos de cultivo, bosques y praderas que
producían un ambiente bucólico y espectacular para todo quien la observaba, admirabilis et singularis/admirable y
singular, con ánimo contemplativo.
La circunstancia que permitió el establecimiento del barrio fue peculiarísima, por cuanto gracias a la iniciativa del primer arzobispo de Cuenca, Monseñor Manuel de Jesús Serrano Abad, varias personas de escasos recursos económicos fueron desalojadas de tres conventillos cuencanos, en donde vivían hacinadas, para vivir en casas propias construidas como viviendas populares que levantáronse para prodigarles una existencia digna.
El feliz emprendimiento humanitario solo pudo ser posible cuando la
Arquidiócesis de Munich y Freising, a través de MISEREOR, donó el dinero que
requeríase para la compra de los terrenos en donde se fueron construyendo las
unidades habitacionales, mediante un programa de vivienda cofinanciado inicialmente
por el Banco del Azuay y luego por el Banco Ecuatoriano de la Vivienda.
La iniciativa primigenia de dotar de casas para la gente pobre nunca
dejó de ser el verdadero leit motiv
de este proyecto social y, a fortiori/
con mayor razón, pronto habrían de complementarse nuevas edificaciones para
la gente de gremios artesanales y grupos sociales vulnerables que accedían con
facilidades a tener vivienda propia. Por ello, la Ciudadela Católica trátase de
un barrio popular erigido dentro de una atmósfera muy particular, que le ha
dado una fuerte personalidad, a través de los tiempos, por la solidaridad común
de sus primeros habitantes venidos de similares circunstancias de pobreza.
A causa de la donación de la Iglesia de Alemania el nombre del barrio
tuvo su razón de ser cuando decidióse que se llamaría Ciudadela MISEREOR,
aunque la I. Municipalidad de Cuenca dispuso que mas bien se llamara La Católica,
in honorem Sancta Mater Ecclesia/en honor
de la Santa Madre Iglesia, hecho que motivó a sus primeros moradores para
erigir luego la iglesia de Cristo de la Resurrección que, con la casa
parroquial y el salón de catequesis, es hoy el epicentro de la actividad
pastoral de la parroquia eclesiástica «Domingo Savio» en la Arquidiócesis
de Cuenca, la cual fue fundada por la comunidad salesiana y es la más poblada y
numerosa de todas las que existen en la circunscripción eclesiástica de Santa
Ana de Cuenca.
La idea de entregar a la comunidad parroquial el presente libro de su
historia le pertenece por completo al Rvdo. Padre Genaro Patiño Ledesma,
dinámico pastor y entusiasta como emprendedor párroco de esta zona, siempre
preocupado por el adelanto material y espiritual de la grey confiada a su
cuidado. Una semblanza biográfica de su persona abre las páginas de la presente
obra, ad aperturam libri, mientras
vale resaltar su gran empeño por ver cristalizada esta publicación histórica,
convencido como está, ex informata
conscientia/sobre conciencia informada, en su calidad
de escritor de origen cuencano, que es menester que sus fieles conozcan
el pasado de su parroquia para construir el futuro con paso firme y mirada
serena, pues solo cuando se descubren los hechos pretéritos es posible caminar
con seguridad hacia el porvenir.
La ciudadela tiene sus peculiaridades y cualidades que delinean su personalidad
cultural e histórica, las cuales son descritas en la presente publicación como
testimonio fehaciente de que la gente que habita en esta zona ha sido la
gestora de una comunidad viva que cree en su destino y avanza -sub specie instantis/en cada instante-
en pro de su adelanto y progreso, con solidaridad, compromiso y amor patrio.
Este proyecto editorial surgió, además, en el AÑO DE LA FE, iniciativa
del Santo Padre emérito Benedicto XVI, para rememorar los 50 años del Concilio Vaticano
II, hecho que debe contribuir para el crecimiento espiritual de los fieles de
la parroquia «Domingo
Savio». Esperamos entonces que todos los habitantes de la
ciudadela puedan acercarse a un mejor conocimiento de sus orígenes, a través de
la presente investigación, especialmente los niños y jóvenes de la zona, que
son la esperanza de la parroquia y la garantía superlativa de que la comunidad
local sabrá seguir avante con nuevos derroteros, sueños y aspiraciones en pro
del desarrollo material y espiritual de una comunidad llamada a perdurar en la
historia de la capital de la morlaquía.
Diego Demetrio Orellana
Datum Concha, apud
flumina Tomebamba, mensis Iunni, die XVI, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis
MMXV, in octava sollemnitate Sacratissimus Cor Iesu.
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