martes, 4 de noviembre de 2014

DEFENSA DE CUENCA EN DIARIO «EL TELÉGRAFO»


Santa Ana de los Ríos de Cuenca, noviembre 4 del año del Señor de 2014
In sollemnitate S. Carolus Borromeus

Lcdo. Santiago León Abad
Gerente general de diario «El Telégrafo»

Lcda. María Cecilia Moreno Ramírez
Editora general de diario «El Telégrafo»

Madeleine Valle
Cessia Murillo
Rodrigo Matute
Redactores de diario «El Telégrafo»
GUAYAQUIL.

De mi consideración:

«VERITATIS SPLENDOR SUPER FLUMINA TOMEBAMBA»



El día de ayer, lunes 3 de noviembre, diario «El Telégrafo» puso en circulación una revista intitulada: «CUENCA», con motivo del centésimo nonagésimo cuarto aniversario de la Independencia de la capital azuaya, con la que en vez de rendirla pleitesía alteráis a su historia, por lo que bien haríais en publicar una fe de erratas ante los yerros cometidos que los detallo a continuación in scriptis, pues me parece muy grave lo que habéis escrito desinformando a vuestros lectores con esta írrita publicación.


PRIMA. En la página 2 del suplemento de marras léese ad litteram, junto a una foto de la catedral de la Inmaculada Concepción: «Belleza gótica y renacentista. La catedral de la Inmaculada concepción es un referente de su estilo a nivel latinoamericano. La llaman “nueva” por haber sido construida desde 1880 y consagrada en 1967».


 Esto es una barbaridad, por cuanto la arquitectura del templo catedralicio de Cuenca es de estilo ecléctico, predominando el románico y el renacentista más que el gótico, mientras dicha edificación religiosa nunca empezóse a construir en 1880 sino en 1885 y la primera piedra colocóse el 12 de diciembre de 1886, según refiérese en una carta del arquitecto que diseñó los planos, el redentorista Juan Sthiele, quien cuenta en tal misiva, a su hermano Crisosthomus, en Dachingen, que ese día habíase colocado la primera piedra ad sollemnitatem.



SECUNDA. En la página 4 publícase un artículo intitulado: «Arquitectura histórica: tour al pasado», en el que se expresan algunas ideas nada concordantes con la historia, cuando afírmase exempli gratia: «Un paseo por antiguas calles estrechas, empinadas y adoquinadas de Santa Ana de los Ríos de Cuenca mientras el viento frío recorre el rostro del visitante… cruzar los puentes y observar desde los miradores la belleza colonial, es lo que hace de la “Atenas del Ecuador” un sitio lleno de magia…».

Aunque en verdad nuestra urbe parece un lugar mágico in universa Terra es falso que exista una «belleza colonial» en su perímetro antiguo, ya que Cuenca es par excellence una ciudad republicana en donde de lo colonial no queda casi nada, siendo mas bien, in stricta veritas, un aire republicano el que puédese percibir de profundis al recorrerla de máxima ad minima.


TERTIA. En las páginas 4 y 5 publícanse varios errores frente a las imágenes de algunas edificaciones patrimoniales de Cuenca. Exempli gratia, junto a la iglesia del Santo Cenáculo escribióse contra veritas: «Edificada en 1902 por el P. Julio María Matovelle».

Ad absurdum, este dato es falso puesto que el Santo Cenáculo fue concluido en 1900, ya que inauguróse el 1 de enero de 1901, para iniciar el siglo XX honrando al Santísimo Sacramento del Altar, a cuya majestad divina la iglesia está dedicada, como era el deseo del Siervo de Dios, P. Julio María Matovelle, uno de los principales promotores de este templo eucarístico. El historiador Ricardo Márquez Tapia, en su libro «Cuenca, la ciudad eucarística», demuestra con lujo de detalles que esta iglesia estaba concluida para aquel día del siglo XX. Así mismo, el propio P. Matovelle cuenta, en sus Obras Completas editadas por la Congregación de Oblatos, que el Santo Cenáculo estaba finalizado el 1 de enero del año 1901 ad gloriam Sacratissimi Sacramento, por lo que decir que en 1902 se construyó el Cenáculo es un desliz que refleja, al parecer, una vergonzosa falta de honestidad intelectual en la revista de El Telégrafo.




QUARTA. En la misma página 4 leemos de verbo ad verbum una falacia junto a la iglesia de San Francisco: «Fachada ecléctica con rasgos barrocos del siglo XVII». Lo escrito es un despropósito pues la fachada de la iglesia de San Francisco de Cuenca es de puro estilo neoclásico y fue levantada totalmente en el siglo XX, habiéndose terminado de construir en 1930, por lo que rasgos barrocos del siglo XVII no existen por ningún lado en su frontispicio. La obra fue posible gracias a la acción decidida de los canónigos cuencanos José Ignacio Peña Jaramillo e Isaac de María Peña Jaramillo, quienes cultos como eran y abnegados presbíteros siempre supieron conservar en el interior del templo el retablo y el púlpito que son preciosas obras de estilo barroco, del siglo XVIII y nunca del XVII como para pensar en la posibilidad de que los redactores de «El Telégrafo», quid pro quo, pudieren haberse equivocado. Así entonces, los datos consignados en vuestra publicación no tienen asidero cuando refiérense a la fachada de esta singular iglesia cuencana in urbis nostra.



QUINTA. Junto a la foto de la Corte Superior de Justicia escribióse otra falsedad que la transcribimos ex integro: «Fundada en el año de 1822. Fue la primera corte habilitada en el territorio ecuatoriano».

En este pie de foto hay un supremo error pues el edificio de la Corte Superior de Justicia de Cuenca nada tiene que ver con la época en que ésta fue fundada, en 1822. Fue construido cien años después, alrededor de 1920, como sede de la Universidad de Cuenca y si se está hablando acerca de las edificaciones históricas de la urbe son estas las cosas que débense precisar para no confundir a los lectores, pues en la revista se ofrece un viaje por el pasado a través de los antiguos edificios de la urbe cuya historia es la que débese enseñar a los lectores y visitantes de nuestra querida Cuenca.



PARS SEXTA. Asimismo, en la página 6, al hablar de la chola cuencana, escribióse una barbaridad atribuida a la señora doña Tamara Landívar, quien dice ad absurdum: «la chola nace de un sintetismo cultural, es un cruce de español con indígena y el traje es originario de España», cuando en la lengua de Castilla no existe la palabra «sintetismo», por lo que no se comprende lo que Landívar quiso decir.


Tamara Landívar
Museo «Pumapungo»

Sorprende ad súmmum que una funcionaria del museo «Pumapungo», quien muestra notorio desagrado cuando la ciudadanía le hace una veeduría, piense que el traje de la chola cuencana es originario de España. La verdad histórica nos confirma que la indumentaria de estas mujeres azuayas fue forjándose en la Colonia, por influencia de los conquistadores, pero jamás vino de España, lo cual es una aseveración que no tiene fundamento de verdad in historia nostra.

Ad concludendi, debemos decir con acrimonia que El Telégrafo debería publicar investigaciones que no se conviertan en fuentes de dudosa credibilidad y que falsean a la historia de Cuenca, por lo que, por respeto a vuestros lectores, deberíais hacer una fe de erratas ante este triste trabajo con el que habéis ofendido a nuestra querida Cuenca, urbis singularis et amabilis in patria aequatorianae.


His cum affectibus vobis, salutem et fraternitas,



Diego Demetrio Orellana
In Concha, apud flumina Tomebamba, ad initium mensis novembris, die IV, currentis Anno Domini MMXIV




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