domingo, 16 de mayo de 2010

IN SOLLEMNITATE LINGUA LATINA

«IN SOLLEMNITATE LINGUA LATINA»




*******
«DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD»




****





15 DE MAYO DEL AÑO 2010









La UNESCO proclamó el «DÍA INTERNACIONAL DE LA LATINIDAD» el 14 de diciembre del año 2000, para que la efeméride sea celebrada el 15 de mayo de cada año, en la festividad de San Isidro Labrador, a fin de que las naciones del mundo contemporáneo construyan mecanismos para preservar el acervo cultural latino, del que son herederas, para proyectarlo hacia el futuro.





En los actuales tiempos contemporáneos de la globalización, hay quienes piensan que el Latín ha muerto y que su permanencia en nuestra cultura es sólo una reminiscencia de un glorioso pasado que no puede retornar. Creyendo entonces que lo que ya pasó se entierra, quienes así opinan actúan con liviandad o ligereza y descuidan de considerar que la latinidad está presente en nuestras vidas, de manera cotidiana, en los múltiples aspectos de la cultura occidental en la que nos desenvolvemos, quienes vivimos en los iniciales años del siglo XXI.



Por ello, festejar la latinidad no es aferrarse al pasado considerado como una época de oro de la humanidad o algo que no debe revivirse. No obstante, en el Día Mundial de la Latinidad es pertinente hacer una reflexión profunda sobre la importancia de la cultura latina en nuestras vidas, puesto que de ella hemos heredado señas particulares de identidad, ora en la lengua castellana, ora en las artes, ora en las ciencias, ora en la religión cristiana y en las diversas manifestaciones culturales que nos son propias.


Cum reverentia et sapientia, habremos de decir que si se conocen las fuentes de nuestra lengua de Castilla, muchas expresiones se iluminan al sólo escucharlas. Por esta razón, las palabras castellanas que tienen origen en la lengua latina son como los planetas, en el cielo estrellado, que brillan en la noche reflejados por la luz de las estrellas que poseen luz propia.




Decimos, por ejemplo, «A calvo ad calvum», «a fortiori», «a posteriori», «a priori», «ad absurdum», «ab aeternum», «ab imo pectore», «ab initium», «ad finem», «ad infinitum», «ad libitum»,« alter ego», «bona fides», «carpe diem», «consumatum est» o «curriculum vitae» y nadie habrá de negar que la vigencia de la latinidad está presente en nuestra cultura.



La lengua latina tiene una cierta estabilidad, respecto a las lenguas habladas cotidianamente, en las cuales las palabras cambian de matices y de sentido, todo el tiempo y a veces, de manera inapropiada. El Latín tiene la característica de poseer palabras y expresiones que mantienen su sentido, de generación en generación et semper cum admirabilis essentia. Sea dicha la verdad, algunas de las modernas universidades del planeta aprecian esta característica y varios de sus títulos solemnes están en Latín, aunque muchos de estos centros de estudio no se encuentren propiamente en países de cultura latina. Ello prueba, la universalidad de la cultura latina.


Sólo hay que mirar a nuestro alrededor y contemplar las huellas profundas de la latinidad en asuntos tales como las artes, la ciencia, la lengua y la religión para descubrir que es imposible desentrañarse de la influencia de la latinidad en nuestra cultura.


Verbi gratia, la vigencia del Latín demuestra su permanente vigor y fortaleza cuando los hispanohablantes nos comunicamos cotidianamente con nuestros prójimos, pues sólo en la lengua de Castilla, más del 70% de las palabras tienen origen etimológico en aquella, no se diga en el Italiano, el Francés, el Portugués y el Romanche, lenguas romances que tienen como madre nutricia a la bella y sempiterna lengua latina y cuyos hablantes se enfrentan también, en forma diaria, con la cultura latina.





Por otro lado, todavía el Latín es la lengua de la ciencia. Es imposible negar que por todos los recovecos de la Historia, de la cultura y sus expresiones artísticas, por todas las ciencias como el Derecho, la Filosofía , la Teología , la Botánica , la Medicina , la Química y otras disciplinas adláteres, la lengua castellana tropieza constantemente con la bella, culta, sempiterna e incomparable lengua latina.



En la Botánica como en la Medicina, los nuevos descubrimientos exigen que sus nombres sean escritos en este idioma culto y refinado, mientras en el Derecho, los abogados continúan invocando apotegmas y frases latinas, tanto en los escritos procesales de mero trámite como en las resoluciones judiciales y las profundas obras jurídicas que se preparan todo el tiempo para desarrollar la Jurisprudencia como ciencia que se renueva diem per diem.


El Latín, en efecto, sigue vivo y por más que muchos ciudadanos del mundo contemporáneo se rasgan las vestiduras y sacuden el polvo de su sandalias para decir que la lengua ha muerto, los nuevos inventos de modernas ciencias como la Informática, la Nanotecnología, la Telemática, recurren a la lengua latina para apellidar los actuales descubrimientos.


Así entonces, la telecirugía y el Internet, por ejemplo, pueden recurrir sin problema a la lengua latina para hablar de cosas contemporáneas con admirable precisión semántica. Hoy en día se pueden encontrar palabras en Latín para el siglo XXI, con las cuales nombramos cosas del mundo contemporáneo; ad exemplum, aeropuerto o «portus aeris». De igual manera, podemos decir: «osculari in linea» o coquetear en línea; inclusive, exceptis excipiendis, se puede ser severo en la pluma e insinuar en Latín clásico, a la manera de Cicerón, Ovidio y Cátulo.



Verbi gratia, la siguiente lista de vocablos neolatinos contemporáneos refleja la versatilidad, la solemnidad, la belleza y el donaire de una lengua tan viva como inmortal y representa la confirmación de que la latinidad es –qué duda cabe- un hecho singular en la historia de la humanidad.


En nuestros días, por ejemplo, la palabra quirófano es el vocablo latino «chirurgium», mientras el SIDA, que es una de las enfermedades mortíferas de la humanidad presente, es el «Síndrome Comparati Defectus Immunitatis» y las siglas para llamarlo serían SCDI en la lengua ciceroniana.


Ciertos inventos modernos y tecnológicos encuentran en el Latín adecuados nombres propios como para evitar los préstamos anglófonos que afectan a la esencia de la lengua castellana. Así, la aspiradora puede ser llamada «pulveris hauritorium», mientras la estación espacial se podría nominar como «astropolis». Asimismo, uno de los indispensables aparatos de las presentes generaciones es el teléfono celular o móvil, el cual es conocido, en la bella y culta lengua latina, como «telephoniolus» o «telephonicium cellulare».



Un utensilio tan común para los habitantes del mundo contemporáneo lo constituye el esferográfico o bolígrafo, el mismo que, en la lengua latina, es el «sphaerigraphum». Y para quienes usamos el computador, es conveniente recordar que este aparato es el «computatrum», el cual es el instrumento idóneo para que podamos navegar por «internetum» (Internet) en el «cyberspatium» (ciberespacio).




En nuestra época, muchos ciudadanos ya no quieren hacerse cargo de sus padres cuando éstos han llegado a la ancianidad y los recluyen en un «gerontotrophium», término con el que se puede llamar, en Latín, a los actuales asilos de ancianos o centros geriátricos.





El juego moderno llamado «backgammon» puede ser bautizado como «nerdiludium» y en un mundo en donde las guerras siguen siendo utilizadas en contra de los hombres, no nos habremos de admirar si a la bomba conocida como «cóctel molotov» se la llama «ampulla Molotoviana» y a la bomba atómica se la denomina «pyrobolus atomicus».






Sentimos la fuerza expresiva de la lengua latina cuando evaluamos el tiempo para decir un «annus horribilis», o comentar ante la necesidad de respetar los gustos y creencias ajenas, pues «de gustibus et coloribus non est disputandum»; mientras la inmortal lengua pervive rediviva en alguien que se ha graduado «summa cum laude».



Si los ciudadanos de la época actual van a una escuela para aprender a conducir están asistiendo a una «schola autocinetica», lugar en donde aprenden el manejo de una «birota automataria» (moto), un «autocinetum» (coche), el cual puede tener una «sedecula puerilis» (sillita de seguridad para niños).



Si requerimos ir al banco estamos iendo a la «argentaria» y en este lugar podemos solicitar una «charta creditoria» o tarjeta de crédito. Luego, si vamos de compras podemos llegar al supermercado, una palabra que viene del Inglés, en donde su referente es «supermarket», pero que en la lengua latina es «pantopolium» y en este sitio podemos hallar alimentos tan romanos como la «pasta vermiculata» (espaguetis) o la «pasta tubulata» (macarrones).





Sin embargo, nil desperandum, hay una razón más por la que la lengua latina sigue viva y pletórica de fortaleza en nuestros días: en pleno siglo XXI y gracias al ilustrado, erudito y cultísimo Sumo Pontífice Benedicto, por la Divina Providencia Papa XVI, felizmente reinante, el Latín sigue siendo la lengua oficial de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la cual tiene más de 1.100 millones de fieles en el mundo, quienes al estar en permanente contacto con las comunidades parroquiales a las que pertenecen, se interrelacionan todo el tiempo con la lengua latina y su permanente influencia cultural en el planeta entero.



Ad initium tertio millenio, se publican hoy varias revistas en Latín y se emiten programas de radio y de televisión en este idioma. La Radio y Televisión Vaticana, por ejemplo, emite diariamente múltiples programas en lengua latina, los cuales son sintonizados por millones de católicos en la Tierra.




Mas para nosotros, los hispanohablantes, hijos naturales de la latinidad, es una pena que una lengua moderna como la nuestra recurra permanentemente al Inglés y otros idiomas extraños para dar nombres a una serie de palabras contemporáneas que, como acabamos de ver ut supra, no tienen ningún problema de ser nombradas en la inmortal lengua latina, madre nutricia de nuestra hermosa lengua de Castilla. Es una lástima que el Latín haya desaparecido de los centros de enseñanza, tratándose de un idioma cuyo conocimiento permite una mirada al pasado para adquirir otra visión más completa del presente, mientras traducir al o del Latín otorga una flexibilidad mental única.



Así entonces, hoy decimos World Wide Web (WWW), cuando muy bien podemos llamarla como: «Tela Totius Terrae (TTT)», mientras hemos importado términos híbridos del Inglés, los cuales son anglicismos que alteran la esencia de la lengua de Castilla y entre los cuales están, por ejemplo, «striptease» para no decir «nudatio», «whisky» para evitar su referente latino «vischium», «baby sitter» en vez de la palabra latina «infantaria», «mountain bike» en lugar de «birota montana», «Latin lover» en reemplazo de «mulieriarius Latinus», «boy scout» para no decir «puer explorator» y «Wikipedia», la enciclopedia de Internet que no es siempre tan confiable, pero a la que todos acuden sicut cervus ad fontes y que perfectamente puede tener origen etimológico latino como «Vicipaedia».





«Lingua latina lingua angelorum est…/ La lengua latina es la lengua de los ángeles…», se ha dicho desde inmemoriales tiempos y por ello, ¿no deberían los habitantes de las naciones de cultura latina estar conscientes del rico acervo y esa «veterum sapientiae» de la latinidad?



De esta manera, muchos ciudadanos a nuestro alrededor temen reparar que el Latín del tercer milenio de la era cristiana, con una gran precisión semántica y gracias a su versatilidad, sigue siendo una lengua sempiterna y rediviva para hablar nunc et semper, ad proximum, urbi et orbi et in saecula saeculorum.





Lingua latina non mortua est
¡Vivat lingua latina!

DIEGO DEMETRIO ORELLANA


*****



Datum Concha, super flumina Tomebamba, in Annus Sacerdotalis in memoriam CL anniversaria Dies Natalis Sancte Ioannes Maria Vianney, ex aedibus FIDEH, districti meridionalis, mensis maii, die decima ac quinta, reparate salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus decimus, in sollemnitate Diem Mundialem Latinitas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario