In honorem Christi, año tras año, en Cuenca,
la «Ciudad
Eucarística y Mariana», las celebraciones de la Semana Santa convocan, gratias
Deo, apoteósicas muchedumbres que vuélcanse a las calles, a los
templos y santuarios para bendecir al Señor, Providentissimus Deus,
desde el Domingo de Ramos, también llamado Dominica in Palmis o Dominica in Ramus
Palmarum, hasta el Domingo de Resurrección (in sollemnitate
Paschalis), a fin de hacer un memorial de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
In perpetuum, incandescentes ríos de gente
dan testimonio de su fe in nomine Domini/ en el nombre del Señor.
No obstante, in tertio millenio adveniente, en tiempos de un marcado
secularismo, la fe de los cuencanos ha aminorádose bastante si hemos de considerar
que las inmensas muestras de beatería y santurronería del pasado ya no son
tales. No obstante, Cuenca es todavía la ciudad más católica del Ecuador al
compararla con otras urbes en el país. Y el curuchupismo sigue avante inter
nos a pesar de los
vertiginosos cambios que el mundo experimenta. Por ello, la Semana Santa
cuencana sigue siendo una multitudinaria manifestación de fe que en el presente
año 2020, debido a la cuarentena por el Corona virus, no podrá contemplarse
vivificante ya que la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana,
obedeciendo al decreto gubernamental por el que prohíbense realizar aglomeraciones
humanas, ha suspendido la celebración de los oficios litúrgicos en las iglesias
de todo el país. Ergo, el Triduo Pascual, que comprende el Jueves Santo, el Viernes
Santo y el Sábado Santo no será objeto de celebraciones masivas produciendo un hecho
insólito nunca antes visto in vita Ecclesiae/ en la vida de la Iglesia:
la ausencia de millares de fieles católicos en los templos y santuarios de la
urbe para la participación en los ritos con los que rememórase el salvífico misterio
del Divino Redentor.
In historia civitatis/ En la historia de la ciudad, los eventos religiosos más trascendentales de la Semana Mayor
cuencana no serán objeto de multitudinarias muchedumbres en la «Dominica
in Palmis» o Domingo de Ramos, cuando celébrase la apoteósica procesión
de Cristo Pobre, en la iglesia de San José de El Vecino; tampoco observaránse
las febricitantes y alegres caminatas de fieles el Jueves Santo para el rezo de
las siete iglesias in Coena Domini o en la Cena del Señor ni las masivas
concurrencias al Via crucis in commemoratione de Passione Domini/
en la conmemoración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo; mientras la
vigilia pascual del Sábado Santo que suele ser muy concurrida para los bautizos
y la bendición del agua y las velas tampoco será objeto de peregrinación de los
cuencanos como no será multitudinaria tampoco la celebración del Domingo de
Pascua Florida de Resurrección.
Una Semana Mayor sin gente ni actos masivos que hacen de la
catolícisima Cuenca una extraña urbe donde la espiritualidad parece haberse
perdido, con las iglesias cerradas, la gente ausente de las calles, las misas
suspendidas, los ritos aplazados, las confesiones anuladas y los sacramentos en
suspenso ad infinitum…
El hecho es singular por inaudito y fortuito y la Santa Madre Iglesia,
aprovechando los medios digitales con que cuéntase en la actualidad, invítanos
a vivir una Semana Santa cibernética, contemplando los oficios religiosos, ora in
ciberspatium, en la Internet, ora en la televisión, ora en multimedia,
para cumplir con la obligación cristiana del encuentro con el Señor, Dominus
ac Redemptor, en los misterios de su muerte y resurrección. De nuestra
parte, aprovechamos la cuarentena parta ilustrar desde la historia algunos
datos precisos sobre la Semana Santa in historia mundi. Digamos entonces
que la Pascua era una fiesta solemne de los hebreos, a la mitad de la luna de
marzo, para conmemorar la libertad del cautiverio de Egipto. Nació como «pesah»
en Hebreo que significa «saltear» o «pasar por alto», pues el ángel exterminador, enviado por Yavéh,
salteó las casas judías marcadas por orden divina. El término pasó del Hebreo al
Griego como «paska» y al Latín como «pascha», mas en el latín vulgar convirtióse
en «pascua»
y así llegó a nuestra incomparable lengua de Castilla.
Al comienzo del cristianismo hubo serias disputas sobre la fecha en la
que debía de ubicarse este sacrosanto ciclo y la Iglesia Católica Romana
encontró una fórmula para calcularlo basándose en el calendario lunar y el
equinoccio de primavera que acontece cada 21 de marzo. Así, en el Concilio de
Nicea del año 325 establecióse la siguiente regla: «La Pascua Florida de Resurrección
será ubicada, anualmente, el primer domingo inmediatamente posterior a la
primera luna llena tras el equinoccio de primavera». La fórmula no era tan
perfecta pues el calendario lunar que dura 28 días hace que dicho plenilunio
jamás caiga en la misma fecha cada año, razón por la que la Pascua suele
localizarse entre el 22 de marzo y el 25 de abril pues ese es lapso en el que
dicho plenilunio puede caer año tras año. Así, establecida la fecha de la
Pascua fíjase la Cuaresma y su última semana destínase a la Semana Santa o
Semana Mayor. A este cálculo llámaselo la Epacta in historia Ecclesiae.
El Jueves Santo o día de la institución de la Eucaristía, durante la
noche y hasta las 3 de la tarde del Viernes Santo, los habitantes de la
morlaquía realizan la «Visita de las siete iglesias», tradición que conmemora
los siete estadios por los que Cristo pasó desde el momento en que fue
aprehendido por los judíos en el Monte de los Olivos hasta su inmolación en el
Gólgota. Este rito, que implica una fuete aglomeración de masas, no será
celebrado en el presente caño a causa de la cuarentena del Corona virus.
En el Viernes Santo tampoco celebraráse el «Viacrucis» o «Camino de la
cruz» ni la ceremonia de la «Adoración de la Cruz», en recuerdo de la muerte de
Nuestro Señor Jesucristo. Tampoco tendrá lugar el célebre Via Crucis desde la
iglesia de San Blas hasta la Catedral de la Inmaculada, costumbre que data del
año 1971, cuando monseñor Manuel de Jesús Serrano Abad suspendió la famosa «Procesión de los Pasos» que realizábase
en Cuenca el Martes Santo. No habrá asimismo «El llanto de María», o la «Soledad
de María» ni la «Vigilia Pascual»
celebraráse a causa del Corona virus. Así, no escucharánse ni el famoso «EXULTET» o pregón pascual, antiguo
himno alusivo a la noche de Pascua que proclama la felicidad de la Resurrección
de Cristo, ni el Gloria, que no cántaselo durante la Cuaresma y que este año
2020 no será escuchado masivamente. Tampoco tañerá el largo repique de campanas
que anuncia la Pascua Florida de Resurrección.
No obstante, la Santa Madre Iglesia, al celebrar una Pascua cibernética,
procura que los oficios religiosos transmítanse online, por lo que la Semana Santa 2020 será del todo muy extraña,
divorciada de la gente, alejada de las masas, sin que por ello piérdase su gran
significación pues –la verdad sea dicha-
es con la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo cuando adquiere sentido
nuestra fe católica, al triunfar sobre la muerte y abrir las puertas del Cielo
a los creyentes que celebran la derrota del pecado y de la muerte. En la
resurrección encuéntrase la clave de la esperanza cristiana. Este año el cirio
pascual conocido como «Lumen Christi»
o «Luz de Cristo» no será encendido
públicamente pero deberá encenderse en nuestros corazones y con nuestras
acciones de caridad cristiana hemos de manifestar a Jesús como «lux
veritatis» o «luz de la verdad».
En este año del Corona virus tampoco escucharánse las canciones sacras
y populares de la Semana Santa, algunas de ellas anónimas y centenarias, con
admirables cadencias e influencias de los sonidos musicales de nuestros
aborígenes en una preciosa amalgama de intercambio cultural sólo entendible
dentro del magnífico proceso de mestizaje. Ad exemplum: entre las obras más
sublimes y famosas que no escucharemos están el «Salve, Salve Gran Señora», «Perdón
oh Dios Mío», «De rodillas Señor, de
rodillas», «Salve Dolorosa y afligida
madre», piezas que guardan un serio estudio de composición y que eran
incluso cantadas en quichua ya que, desde la época colonial, sirvieron como un
método catequístico de enseñanza de la doctrina cristiana ad maiorem Dei gloriam in nostra
communitate.
Diego Demetrio Orellana
Datum Conchae,
mensis aprilis, die IV, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXX,
Dominica in Ramus Palmarum.
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