Santa Ana de los Ríos de Cuenca,
septiembre 28 del año del Señor de 2013
In vesperas sollemnitate SS. Archaengeli Michaelis,
Gabrielis et Raphaelis
Dr.
Nicanor Merchán Luco
DIRECTOR
DE DIARIO «EL MERCURIO»
Lcda.
Dory Merchán Luco
GERENTE
DE DIARIO «EL MERCURIO»
Ciudad.
De mi consideración:
«VERITAS SIT VISIBILIS, HODIE ET NUNC ET SEMPER»
Permitidme que os dirija esta misiva, in honorem histórica veritas,
para denunciar que en la página 5A de la edición de diario «El Mercurio» del
día viernes 27 de septiembre del año 2013, en el artículo periodístico
intitulado «’In nomine Iesu’ desentraña labor pastoral de los jesuitas», se
han cometido graves equivocaciones históricas que desinforman a los lectores y
alteran a la verdad de importantes hechos del pasado que nárranse en la
exhibición histórica que ha motivado la endeble crónica periodística.
En consecuencia, cum respectum et reverentia pro historia,
es menester que publiquéis las respectivas rectificaciones por respeto a la Compañía
de Jesús y a la ciudadanía que no debe ser malinformada a causa de una
lamentable negligencia investigativa por parte de la autora de la nota, la
periodista Brígida San Martín, quien nuevamente demuestra poco profesionalismo
al momento de elaborar textos informativos que se publican en la página cultural
de vuestro diario y que involucran hechos históricos que deben ser descritos de
manera fidedigna y con profundo respeto a la verdad histórica.
Así entonces, me permito señalar, a capite ad calcem, los
terribles deslices que causan vergüenza ajena y que empañan a la historia de la
Compañía de Jesús en el Ecuador, la cual ha sido objeto de una exposición sobre
su trayectoria en la patria ecuatoriana, inaugurada justamente en la noche del
pasado día viernes 27 de septiembre en el Museo «Pumapungo» del Ministerio de
Cultura.
Santo Padre Paulo III
PARS PRIMA. La periodista San Martín
comienza escribiendo una barbaridad cuando afirma de verbo ad verbum: «Llamada la
Compañía de Jesús por la sede apostólica, fue aprobada por el papa Pancho III
en 1543». El dato es falso, puesto que la Compañía de Jesús nunca
ha sido llamada como tal por la sede apostólica sino por su propio fundador,
San Ignacio de Loyola, quien así lo dispuso en las constituciones de la orden
religiosa que fue aprobada por el papa Paulo III y no por el papa Pancho III,
que nunca existió en la historia de la Iglesia Católica.
Por otra parte es incorrecto decir sede apostólica a la Santa Sede, cuando se trata de las aprobaciones pontificias, que vienen dadas por los papas, como acontece en este caso, lo correcto es decir la «silla apostólica», en alusión al Romano Pontífice que es la máxima autoridad de la Iglesia y que, in corpore presente, gobierna a la Iglesia de Cristo como su Vicario in Terra.
Por otra parte es incorrecto decir sede apostólica a la Santa Sede, cuando se trata de las aprobaciones pontificias, que vienen dadas por los papas, como acontece en este caso, lo correcto es decir la «silla apostólica», en alusión al Romano Pontífice que es la máxima autoridad de la Iglesia y que, in corpore presente, gobierna a la Iglesia de Cristo como su Vicario in Terra.
Santo Padre Francisco I
¿Si recién, ad initium
tertio millenio, el 13 de marzo del año 2013, ha sido elegido el actual
papa Pancho I, cómo podía haber existido Pancho III, hace 470 años, si
creyésemos los disparates que escribe Brígida San Martín?
Por otra parte, dicha aprobación pontificia no aconteció jamás en 1543, como señala San Martín, sino el 27 de septiembre de 1540, con la bula «Regimini militantis ecclesiae», por lo que las expresiones de vuestra colaboradora son tremebundas y alteran a la verdad histórica que nárrase en esta interesante exposición sobre los jesuitas en el Ecuador
El papa Paulo III y san Ignacio de Loyola al aprobar la Compañía de Jesús
Cuenta la historia, Magistra
vitae, que el papa Paulo III, de la familia Farnesio, fue el Romano
Pontífice que tuvo la coyuntura de aprobar la fundación canónica de la Compañía
de Jesús, creada por San Ignacio de Loyola, quien logró que este Sumo Pontífice
acogiera la petición de autorizar una nueva orden religiosa, en una época
conflictiva de la historia de la Santa Madre Iglesia, cuando la Reforma
protestante habíase consolidado y era necesario, desde el seno de la Iglesia de
Cristo, impulsar la llamada Contrarreforma para su pervivencia, coyuntura en la
que la orden de los jesuitas nacía como un ejército del papa para la salvación de
las almas y la expansión del nombre de Jesús in universa Terra.
En este parágrafo hállanse algunas imprecisiones. La primera tiene
que ver con el facsímil que supuestamente enseña a los religiosos que fueron
expulsados de todos los dominios de la Corona Española entre la noche del 31 de
marzo y la mañana del dos de abril de 1769. Dicho facsímil no enseña nada,
solamente señala que entre la noche del 31 de marzo y la mañana del 2 de abril
supuestamente los jesuitas fueron expulsados de todos los dominios de la Corona
Española, lo cual no es cierto, pues la verdad histórica nos confirma, cum clara
lux, que aquella noche del 31 de marzo y hasta el 2 de abril de 1767
fueron expulsados de la península ibérica, y no de todos los dominios de la
Corona Española, los jesuitas que habitaban en el reino de España, en
cumplimiento de la Pragmática Sanción del rey Carlos III, que es el documento
real que sirvió de fundamento para el extrañamiento de los hijos de San Ignacio
de Loyola.
En segundo lugar, cabe señalar que en los territorios que
dependían de la Corona Española, la orden de expulsión no se cumplió el 31 de
marzo de 1767, sino que, en cada Virreinato, Real Audiencia o Capitanía General
de la Corona Española, sus autoridades regalistas fijaron distintas fechas para
que se ejecutara el mandato real. Así, ad exemplum, en la Real Audiencia de
Quito la expulsión de los jesuitas aconteció entre la noche del 19 y la
madrugada del 20 de agosto de 1767, por cuanto así lo dispuso el entonces
presidente de la Audiencia, el ciudadano español José Diguja, quien
distinguióse por su carácter atrabiliario y dictatorial y pasó a la historia
con una non grata memoria, debido a su crueldad e insensatez.
Iglesia de la Compañía de Jesús, Quito
Exempli gratia, para ejecutar la
Pragmática Sanción en la Presidencia de Quito dispuso que en la noche del 19 de
agosto de1767 y la madrugada del día 20 del mismo mes, todos los jesuitas que
habitaban en la Real Audiencia de Quito fueran reunidos en los patios de los
conventos y colegios que regentaban y, sin importar si los religiosos eran
ancianos, si estaban enfermos o si eran discapacitados, se les expulsó a todos
sin piedad alguna, impidiéndoles que se llevaran objetos que no sean más que un
breviario, alguno que otro libro y una elemental indumentaria, lo cual
constituyó un atentado a la dignidad de los jesuitas, quienes, tristis
et afflictis, tuvieron que padecer graves penurias para ser confinados
al destierro, desde el instante en el que las fuerzas militares regalistas
ejecutaron la Pragmática Sanción con las inhumanas disposiciones del prepotente
señor Diguja, el cual, in corpore presente, dirigió la operación en el convento
máximo de la Compañía de Jesús en Quito.
Ex contradictionem, resulta
lamentable que en la exposición sobre los jesuitas háyanse confundido los
hechos acaecidos en la expulsión de los padres de la Compañía de Jesús en la
península ibérica, el 31 de marzo de 1767, con el cruel desalojo de los
jesuitas ecuatorianos en la Real Audiencia de Quito, suceso ocurrido el 19 de agosto de 1767. Pero es más
lamentable que dicha confusión no haya podido ser detectada, sub
specie aeternitatis, en la investigación periodística a la que estaba
obligada la comunicadora Brígida San Martín, para informar a los lectores con
la debida precisión que exige y demanda la verdad histórica de estos hechos
lamentables de nuestra historia.
Plano antiguo de Cuenca, en el que apréciase
la iglesia de la Compañía de Jesús en la Colonia.
PARS TERTIA. Pero, como abyssus abyssum invocat/ el abismo llama al
abismo, San Martín no se queda allí con semejantes deslices y avanza
más en los atropellos históricos cuando, ad infra, escribe en su investigación periodística: «El tercer espacio es una exposición
fotográfica que reseña la presencia de la congregación en Ecuador y cómo en
1683 los jesuitas Cristóbal Acuña y Francisco de Figueroa son enviados a fundar
un Colegio Jesuita en Cuenca…».
Riddendo et solus
riddendo, debemos señalar, in honorem veritas, que los
jesuitas hállanse presentes en el país desde el año 1586 y la fotografía fue
inventada en la primera mitad del siglo XIX, por lo que es imposible mostrar una
exposición fotográfica que reseña la presencia de los jesuitas en el Ecuador en toda su historia particular, a
la vez que es falso que los padres Cristóbal de Acuña y Francisco de Figueroa
hayan sido enviados a fundar un colegio jesuita en Cuenca en el año 1683, pues in
diebus illis/ en aquellos días,
el colegio de la Compañía de Jesús de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de
Cuenca ya venía funcionando por espacio de 45 años, puesto que fue creado en el
año del Señor de 1638, por lo que, al parecer, hemos de suponer que la
despistada periodista ha confundido el año de 1638 con aquel de 1683, al
momento de digitar las cifras, y por no escribir correctamente el año
fundacional del colegio de los jesuitas de Cuenca, en la Colonia, ha trastocado
completamente la verdad histórica, lo cual es un despropósito que refleja su
permanente negligencia y descuido para escribir las notas culturales que el
diario la encomienda desde hace ya algún tiempo.
No obstante, aunque parezca un minúsculo desafuero, es pertinente
señalar que San Martín confunde orden religiosa con congregación, lo cual es de
veras inaceptable, pues la Compañía de Jesús no es una congregación, como se
señala equívocamente, sino una orden religiosa y dentro del Derecho Canónico la
diferencia entre los dos entes es significativa, ya que una orden es un
instituto religioso aprobado por el papa y cuyos individuos viven bajo las
reglas establecidas por su fundador o por sus reformadores y emiten votos
solemnes, mientras una congregación es el instituto religioso aprobado por la
autoridad competente, que no necesariamente puede ser el papa sino también un
obispo, cuyos miembros emiten votos simples, por lo que es incorrecto afirmar:
«El tercer espacio es una exposición
fotográfica que reseña la presencia de la congregación en Ecuador…». Quid pro quo, lo apropiado era
decir: «El tercer espacio reseña la
presencia de la orden en Ecuador…».
P. Juan de Velasco, SJ
PARS QUARTA. Con una farragosa forma de redactar en lengua castellana,
vuestra investigadora escribe enseguida las siguientes imprecisiones que las transcribimos
ex integro: «En 1753 Juan de Velasco
inicia sus labores de docente en la ciudad y predica en Lengua Inga. Las
imágenes muestran fotografías en blanco y negro del paisaje cuencano y de los
sacerdotes que en el siglo XX hacían presencia en la educación».
Al respecto, huelga decir que el benemérito padre Juan de Velasco,
S.J. realizó labores pastorales en Cuenca entre los años 1753 y 1755. Llegó a
conocer la ciudad, efectivamente, y a ello débese que, por la década de 1750,
escribió de la urbe las siguientes expresiones: «Si hubiera de estar a los relatos fabulosos de algunos escritores que
quisieran poner el Edén en algunas pintorescas regiones de América, me
tentaría a colocar el paraíso terrestre en la provincia de Cuenca...». In illo tempore/ En aquel tiempo, el P.
Velasco escribía la historia del Reino de Quito y nuestra urbe era ya una
destacada ciudad de la Real Audiencia de Quito y su natural belleza era, tanto
como hoy, el atributo más preeminente de su vera
effigies.
Brígida San Martín
Como veis, Nicanor y Dory Merchán, la calidad intelectual de los artículos de contenido cultural que se
publican en El Mercurio sigue siendo deplorable, diem per diem, por lo que
bien haríais en sancionar a Brígida San Martín, puesto que las comunicadoras
sociales que no se encuentran profesionalmente preparadas para escribir reportajes
históricos representan, in corpore et in anima, un grave peligro
para la historia de Cuenca y su cultura.
Con ataraxia y firmeza es necesario que nos preguntemos de momento ad momentum: ¿Hasta cuándo diario «El Mercurio» va a permitir que se publiquen constantemente atrocidades y falacias en contra de la Historia y la cultura?
Mi ánimo, al dirigiros estas líneas in
scriptis, es defender a la verdad histórica que no puede seguir siendo objeto
de ludibrio por parte de vuestros periodistas e investigadores, por lo que
espero que acojáis mis observaciones in honorem Concha, urbis semper amata et
intemerata.
Así entonces, suscribo con un cordial saludo y
mis sentimientos de respeto y consideración.
Pax vobis in Iesu, Pontifex in
aeternum perfecte,
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, apud flumina Tomebamba, mensis
septembris, die XXVIII, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXIII, in vesperas XXVI Dominica per annum.
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