Ars gratia artis, Ricardo Montesinos Vial reaparece en el horizonte cultural cuencano con una muestra de nuevas creaciones en las que puédense contemplar que sus grandes dotes para la pintura siguen siendo las características esenciales de su vera effigies.
Sorprendente, vigoroso y contundente, el artista nos recrea con una serie de obras crudas, inquietantes, explosivas y fuertes, en las que utiliza una técnica vigorosa, inclusive violenta, con el objetivo de provocar en el espectador trepidantes sensaciones o emociones viscerales, lo que confirma una vez más que finis coronat opus/ el fin corona la obra, definición que en Montesinos equivale a decir su convicción profunda de que «si el artista no tiene nada que decir no hay nada que pintar».
Así entonces, sus motivaciones plásticas siguen siendo la confrontación y la crítica acerva a las realidades que nos circundan diem per diem. Preocupado por el fenómeno del Chavismo en Venezuela, ha creado obras contestatarias en las que debemos encontrar una irónica manera de expresar las contradicciones del sistema, ora en los retratos de sus líderes políticos y del propio presidente bolivariano que ha partido al más allá, ora en la denuncia valiente y la expresión virulenta de emociones o circunstancias insólitas que idiotizan a las masas que caminan cual ovejas sin pastor, mientras nos engolfa para tomar una postura crítica ante el maquiavelismo con el que distorsiónanse las figuras del libertador Simón Bolívar o Manuela Sáenz, con el omnipresente bolivarianismo que no necesariamente se ha planteado como una apropiada alternativa política para nuestros países.
Por otro lado, in iustitia et veritas, esta muestra es personalísima para Montesinos, pues algunas de sus creaciones desarrollan un lenguaje plástico para denunciar la indignación que le ha producido al destacado artista su intensa lucha con las entidades tributarias del Estado, en un contexto de injusticia que ha llegado a niveles paroxísticos, atentando inclusive derechos fundamentales como aquel de salir del país con libertad.
En las obras de Montesinos admira superlativamente la presencia de
una figuración muy personal y expresiva, siempre imbuída de sus curiosas ideas
y de su crítico modo de expresión plástica para trasponer en el lienzo realidades
que son registradas ab aeterno en una
especie de reportería gráfica de los más acuciantes problemas y realidades del
mundo en el que vivimos ad initium tertio
millenio/al inicio del tercer milenio.
Las obras de Montesinos sorprenden además por sus grandes
formatos, en los que una libérrima condición para manejar el espacio permítenlo
configurar conmovedoras escenas que vuélvense la antítesis de acomodaticias
formas de interpretar la realidad, cuando se evade la frontalidad con la que
debemos asumir, de momento ad momentum,
las álgidas situaciones que la vida nos pone en el camino, mientras en ciertas
propuestas utiliza recursos plásticos a la manera de El Greco o de eminentes
genios de la historia del Arte, para imprimir un auténtico modo de expresión
artística. Pero, a la vez, también podemos observar obras de pequeño formato en
las que su capacidad para el óptimo manejo del espacio pictórico es la
condición sine qua non para crear fuertes y contundentes propuestas en el
contexto expresionista que le ha dado auténtica personalidad a nuestro artista.
Por ello, la pintura expresionista de Ricardo Montesinos es, desde
toda perspectiva, su mejor lenguaje plástico para comunicarse con su público en
la escena artística de la capital de la morlaquía, super flumina Tomebamba, desde donde este destacado artista refulge
como un rebelde de la historia del arte cuencano, a fin de provocar el debate y
la confrontación de realidades contrapuestas, ante las que es menester tomar
una postura para cambiar el mundo.
Se trata de una colección de obras dueñas de un estilo
personalísimo que se superpone per se
ante las temáticas escogidas y brilla con luz propia para volverse dramático,
involucrando figuras distorsionadas y parapetadas en el escenario pictórico a
fin de constituirse en elementos de denuncia con fuertes contrastes de color y
tono, pues el manejo colorista de Montesinos parece aplicar la pintura en un
empaste grueso con pinceladas agresivas que producen, prima facie, una espontaneidad para hablar de realidades cotidianas
con la tremebunda capacidad expresiva que lo hace sui generis inter nos.
Asimismo, trátase de un gran experimentador de materiales y hoy
nos ofrece su técnica «chagrismo», que consiste en la mezcla de betún, acrílico
y óleo para conseguir colores fuertes y vigorosos. Estas características
esenciales lo catapultan como un prodigioso representante del Expresionismo in Concha, ad perpetuam rei memoriam.
Por ello, en las obras que compendian esta interesante muestra
podemos observar, cum accurata diligentia,
un arte que se mira a sí mismo como uno de los polifáceticos medios mediante
los cuales cambiamos a la sociedad o la reinterpretamos para redefinirla
buscando su real esencia.
Diego
Demetrio Orellana
Datum Concha, apud flumina Tomebamba, mensis
octobris, die VII, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXIII, in
sollemnitate BMV, Regina Sacratissimi Rosarii, in Annus Fidei
Le escribo para agradecerle, muchos de los contenidos que usted genera son realmente útiles a la hora de conocer algo de lo cuencano. Me atrevo a pedirle, a riesgo de sonar atrevida, que quite todas las expresiones del latín, ya que por un lado distraen la lectura y por otro demuestran un halo de arrogancia que hace que uno se cuestione un poco sobre el ego del autor. Nota: El artículo de Victor Arévalo Vásquez me ha encantado. Saludos.
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