Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Ecuador, mayo 20
del año del Señor de 2012
In sollemnitate Ascensionis Domini
Dr. Nicanor Merchán Luco
Director de
diario «El Mercurio»
Lcda. Marina Merchán Luco
Gerente de
diario «El Mercurio»
De mi consideración:
«Salutem dicit»
CATEDRAL DE CUENCA ECUADOR
Me dirijo a vosotros una vez más en defensa de la
historia de Cuenca, puesto que en la edición de diario «El Mercurio»
del día viernes 18 de mayo se publicó un artículo de opinión intitulado «La Catedral cuencana», de autoría de Javier de la Torre
Prado, el cual se encuentra, a calvo ad calvum, atiborrado de
horrorosos errores históricos que no deben aceptarse y que vosotros no deberíais
permitir que se publiquen, pues el prestigio de vuestro propio matutino es el
que desciende, diem per diem, al abismo de las huestes infernales a causa de
estos permanentes despropósitos que ponen en evidencia, al parecer, la
imposibilidad que tenéis para cuidar la calidad intelectual de diario «El Mercurio».
En esta imagen obsérvase, al fondo, a la antigua iglesia de la Compañía de Jesús
en Cuenca del Ecuador durante el siglo XVIII
El señor de La Torre Prado dice una de las cosas más
falsas que se hayan escrito alguna vez acerca de la Catedral de la Inmaculada
Concepción de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, al afirmar contra
veritas que: «El P. Rafael
Borja en el año de 1866 recibe la orden del Obispo Estévez la disposición de
restaurar la iglesia de la Compañía que fuera casi derruida por un terremoto en
el siglo XIX. Surge como arquitecto de la restauración el Hermano Juan Stielhe,
encontrándose con la imposibilidad de ejecutarse la encomienda, debido a que
las torres y la cúpula se encontraban cuarteadas por los sismos que azotaron en
esa época a Cuenca».
El texto antedicho está mal redactado y no solo es
causa de estupefacción ad infinitum, sino que espanta hasta
los límites de la indignación superlativa, pues, en primer lugar, en nuestra historia
no existió jamás ningún Reverendo Padre Rafael Borja sino el Dr. Rafael Borja
Villagómez, esposo de la señora Rosa Malo Valdivieso, quien jamás recibió
ninguna orden del Obispo Remigio Estévez de Toral para restaurar la iglesia de
la Compañía, como equívocamente afirma el editorialista de La Torre. Este dato
es terriblemente falso y seguramente la fuente de donde se lo extrajo debe ser
un documento ligero, anodino y de dudosa credibilidad.
Tampoco es verdad que en el año 1866 el Obispo
Estévez de Toral haya dispuesto la restauración de la iglesia de la Compañía y
que haya surgido como arquitecto de la restauración el Hermano Juan Sthiele,
pues este religioso redentorista no vivía en Cuenca en dicho año de 1866, ya
que su llegada a la urbe se dio en 1875, nueve años después. Cabe decir que la
Congregación del Santísimo Redentor, a la que pertenecía, llegó a la capital de
la morlaquía en 1873 para construir el convento y la iglesia de dicha comunidad
religiosa sobre la antigua iglesia de San Agustín, la cual se convirtió desde
entonces en la iglesia de San Alfonso, en honor al Doctor de la Iglesia, San
Alfonso María de Ligorio, fundador de los padres redentoristas, los cuales,
dicho sea de paso, vinieron al país gracias a la iniciativa del presidente
Gabriel García Moreno, quien los trajo al Ecuador.
Anagrama de la Compañía de Jesús
In illo tempore, ciertamente, en la década
de 1870, el Obispo Remigio Estévez de Toral plantea al Cabildo Catedralicio de
Cuenca la necesidad de erigir una nueva catedral para la urbe, pero dicha
intención no fue consolidada en su obispado que termina en el año del Señor de
1883, con su muerte, por lo que existen muchas imprecisiones en este artículo
de marras y una afirmación falaz llena de contradicciones cuando se afirma «que la iglesia de la Compañía
fue casi derruida por un terremoto en el siglo XIX»,
catástrofe nunca registrada en la historia cuencana decimonónica, para luego decir
«que las torres y la cúpula de dicha edificación se encontraban
cuarteadas por los sismos que azotaron en esa época a Cuenca»
¿Cómo entender este absurdo galimatías que refleja notoria incapacidad para
redactar, al decir que dicho templo fue casi derruido por un terremoto y luego
señalar que las torres y la cúpula estaban cuarteadas por los sismos que
azotaron en esa época a Cuenca?
La verdad sea dicha, señores directivos de El
Mercurio: en todo el siglo XIX no ocurrió jamás ningún terremoto en Cuenca,
mientras sismos y movimientos telúricos como temblores siempre han sido usuales
en la urbe, pero la historia de la capital azuaya nunca ha registrado, durante
el siglo XIX, sismos que hayan cuarteado a las iglesias y casas de la urbe. Lo
que se sabe es que la antigua iglesia y convento de la Compañía de Jesús, en
parte de cuyos terrenos se levantó la Catedral de la Inmaculada, estaban en muy
mal estado para la década de 1870, pero no precisamente por sismos ni
terremotos sino por la incuria y el descuido en mantenerla desde el año del
Señor de 1767 cuando los padres jesuitas fueron expulsados de Cuenca, en
obediencia a la Pragmática Sanción del rey Carlos III de España, por la cual la
Compañía de Jesús salió al destierro desde España y todos los territorios de
las colonias españolas en América, siendo fácil advertir que hubo un siglo de
descuido para mantener la iglesia de los beneméritos padres jesuitas de Cuenca
y lógicamente, para la década de 1870, cien años después, la edificación
religiosa estaba bastante maltrecha.
Ilustrísimo Monseñor Miguel León y Garrido, Obispo de Cuenca del Ecuador
Pero más adelante, el irresponsable articulista
dice otra infamia en contra de la historia cuando afirma ad peddem litterae: «En el año de 1868, el Arcediano Miguel León
presenta un informe detallado de la imposibilidad del arreglo. En 1880 el
Obispo Toral consigue del Cabildo la autorización para la construcción de la
actual Catedral, pero lamentablemente el P. León muere y deja la posta al
Obispo León quien a su vez confía la elaboración de los planos al Hermano
Redentorista. Juan Stielhe, de origen alemán».
Ex admirationem, las confusiones
existentes en este parágrafo dejan atónitos a cualquier ciudadano que se
interese por la historia de Cuenca, puesto que jamás ha existido en la historia
de la Atenas del Ecuador un religioso que fuera homónimo del Obispo Miguel León
y Garrido, menos en la época en que éste vivió. Así entonces, el Arcediano
Miguel León es el mismo Obispo Miguel León, ideólogo de la construcción de
nuestra santa iglesia catedral, y no el «P. León que muere lamentablemente y deja la
posta al Obispo León, quien a su vez confía la elaboración de los planos al
Hermano Sthiele» como
dice de La Torre Prado, el cual se equivoca terriblemente al decir que en 1868
aquel Padre León era Arcediano, pues el Obispo Remigio Estévez de Toral fue
quien lo elevó a esa dignidad, pero en el año del Señor de 1873, por
recomendación del presidente García Moreno. Para más señas, en 1868 Miguel León
residía en Guayaquil, donde fue Presbítero y Capellán del Coro de la Catedral
durante el obispado del Dr. José Tomás de Aguirre Anzoátegui.
Ergo, las afirmaciones del señor Javier de la Torre
Prado son absurdas desde todo punto de vista y más allá de causar hilaridad
reflejan poca acuciosidad investigativa a la hora de hablar de asuntos
históricos que no tenían por qué ser entremezclados, enrevesados y confundidos
como un río revuelto que todo se lleva por la fuerza de la corriente y en el
que nada distínguese con la claridad meridiana que todos exigimos.
Hermano Juan Bautista Stiehle
La verdad histórica siempre ha
señalado que la idea de levantar el actual templo catedralicio de Cuenca fue de
Monseñor Miguel León y Garrido, quien pidió al Hermano Juan Sthiele, C.SS.RR,
que elaborara el plano respectivo en el año del Señor de 1885, una vez que fue
consagrado como Obispo de Cuenca. Como el egregio prelado quería para la ciudad
tradicionalmente católica «una catedral que fuera tan grande como su fe» dícese que León y Garrido rechazó
dos propuestas previas de Sthiele, porque le parecieron edificaciones de
proporciones pequeñas para su propósito, y aprobó una tercera, que es la que
corresponde a la actual edificación. Las excavaciones y trabajos de
construcción se iniciaron el 25 de octubre de 1885, mas el 12 de diciembre de
1886 se colocó la primera piedra. Los padres redentoristas de San Alfonso,
celosos guardianes de los documentos relativos a la vida del hermano Juan
Bautista Sthiele, conservan una carta de este religioso, fechada justamente el
12 de diciembre de 1886, en la que, in corpore et in anima, cuenta que
ese día se colocó la primera piedra del templo catedralicio. Me permito
transcribir, de verbo ad verbum, parte de esta importante misiva dirigida a
su hermano Chrisostomus Sthiele en Dachingen, Alemania: «…El día 12 de diciembre de este
año 1886 se celebró con una ceremonia muy grande la bendición de la primera
piedra. Nuestro Excmo. Señor Obispo hizo colocar una placa de mármol al lado del altar. Esta placa lleva su nombre y
el mío en conmemoración a los fundadores (autores) de esta catedral».
(Traducción del Alemán, por Werner Richter).
Pero Javier de La Torre Prado vuélvese a equivocar
cuando dice: «Se
lleva a cabo el tercero y definitivo plano aceptado por las autoridades y el prelado
y del cual se levanta la hidalga Catedral de La Inmaculada, existiendo una maqueta por el hábil
escultor Ángel M. Figueroa, bajo la dirección del hermano Juan».
Esto es completamente falso, puesto que la maqueta
de la Catedral de Cuenca, realizada en madera de cedro, fue elaborada a
principios del siglo XX, ciertamente por Ángel María Figueroa, pero nunca bajo
la dirección del hermano Juan, quien había fallecido en 1899 cuando Cuenca como
el país entero se hallaban bajo el sistema liberal. Cuando la exacerbada
clerofobia radical alfarista disminuyó in diebus illis, en el año del Señor
de 1907, en la segunda presidencia del General Eloy Alfaro, fue nombrado como
Obispo titular de Cuenca Monseñor Manuel María Pólit Lasso, quien es el pastor
que se empeña en dar nuevamente impulso a la construcción de la Catedral de la
Inmaculada y es por esta época cuando el escultor Ángel María Figueroa realiza
dicha célebre maqueta.
Ad interim, de La Torre Prado dice
un asunto contradictorio a más no poder cuando afirma que los planos de la
Catedral de Cuenca fueron hechos en 1888 y que existe un documento histórico
que lo confirma, firmado en Cuenca el 20 febrero de 1888 y certificado por
Manuel M. Cuesta, secretario. La pregunta lógica que deberíamos hacernos es la
siguiente: ¿Cómo entender que el propio Hermano Juan Sthiele escriba en una
carta del 12 de diciembre de 1886 que ese día se puso la primera piedra de la
catedral si los planos de la edificación religiosa recién se contratan en
febrero de 1888? Para solucionar el enigma deberíamos inferir dos cosas: que de
la Torre Prado citó mal el documento histórico o lo transcribió mal o la fuente
de donde la copió está errada, pues nunca podríase colocar la primera piedra de
ningún edificio sin que se manden a realizar previamente los planos.
Rosa Malo Valdivieso viuda de Borja
Pero de La Torre Prado va más allá con sus
equivocaciones y así dice ad litteram: «…Juan Stielhe el hermano
redentorista fue el arquitecto y diseñador de la catedral, pues los Padres
Redentoristas recibieron y alojaron a la llegada de los Jesuitas a Cuenca,
Rafael Borja fue benefactor y colaborador con los Jesuitas».
En este texto en el que el apellido del benemérito
hermano redentorista está mal escrito se encuentran más equivocaciones y
confusiones inauditas, pues Rafael Borja nunca fue benefactor y colaborador de
los jesuitas, mientras que no se comprende qué es lo que quiso decir el señor articulista
de La Torre Prado cuando afirma «los Padres Redentoristas recibieron y alojaron a la llegada
de los Jesuitas a Cuenca», ya que los padres jesuitas vivieron en Cuenca entre 1869 y
1876 dirigiendo el colegio «San
Luis», que hoy es el colegio
nacional «Benigno Malo», por lo que, ad absurdum, cuando los
redentoristas llegan a Cuenca, en el año de 1873, los jesuitas no tenían por
qué ser recibidos ni alojados por los redentoristas, puesto que ya estaban
viviendo en la urbe antes de éstos. Eso es un contrasentido que hace desubicarse
al lector de dicho artículo sobre las reales intenciones del señor Javier de La
Torre al momento de coger la pluma para ultrajar a la historia de Cuenca.
Por otro lado, ad concludendi, el Dr. Rafael Borja
Villagómez nunca fue benefactor de los jesuitas como ya se dijo ut supra. Lo que la historia ha
consignado es que su esposa, doña Rosa Malo Valdivieso, hermana del Dr. Benigno
Malo Valdivieso, al enviudar del Dr. Borja convirtióse en benefactora de los
padres jesuitas, al donar sus bienes para la fundación de un colegio de la
Compañía de Jesús en Cuenca. Una carta de la mencionada dama al P. San Vicente,
Provincial de la Compañía de Jesús, fechada el 4 de agosto de 1897, lo prueba in
stricta veritas y ad effectum videndi un extracto de
ella lo copiamos enseguida: «Yo amo a los jesuitas, porque así lo aprendí
desde niña, de mis padres y le he oído a mi hermano Benigno –que fue un gran
hombre- y se lo he aprendido a mi estimabilísimo esposo, el Dr. Rafael Borja, y
porque yo misma estoy convencida que ese instituto es el mejor de todos por la
profesión que hace de la educación de la juventud, para la cual tienen ustedes
esos dotes de virtud, ciencia y civilidad…».
Demás
está decir que cuando esta distinguida mujer murió y el colegio por ella soñado
se fundó, decidióse bautizarlo con el nombre de su esposo, ya que como iba a
ser un colegio de varones no se quizo que se llamara «Rosa Malo viuda de Borja»
sino mas bien «Rafael Borja», con lo cual quod erat demonstrandum, queda claro
de parte nuestra que el Dr. Rafael Borja Villagómez nunca fue benefactor sino
admirador de los padres jesuitas, lo cual es diferente.
No puedo
dejar de deciros que sería bueno que se detengan ya los permanentes atropellos
que se cometen en contra de la historia, la cultura y la lengua de Castilla en
este diario cuencano que nuevamente nos ha entregado un artículo que atenta a
la verdad y desinforma a vuestros lectores, por lo que sería bueno que hagáis las
respectivas rectificaciones por el respeto que se merecen quienes
consultan «El Mercurio».
Agradeciéndoles
por la atención, suscribo de vosotros con un cordial saludo y mis sentimientos
de respeto y consideración.
Atentamente,
Pax Christi in Iesu, Pontifex in aeternum
perfecte
Diego Demetrio Orellana
Datum
Concha, super flumina Tomebamba, mensis maii, die XX, currentis Anno Domini
MMXII, In sollemnitate Ascensionis Domini
********************************OPINIONES CIUDADANAS
Muy bien por las aclaraciones sobre la Catedral de Cuenca. Ojalá aprendan.
Oswaldo
***********************
********************************OPINIONES CIUDADANAS
De: "Oswaldo Páez Barrera"
Para: "DIEGO DEMETRIO ORELLANA"
Asunto: RE: LA CATEDRAL DE CUENCA OTRA VEZ MAL HISTORIADA
Fecha: martes, 22 de mayo, 2012 17:31
Hola Diego:Fecha: martes, 22 de mayo, 2012 17:31
Muy bien por las aclaraciones sobre la Catedral de Cuenca. Ojalá aprendan.
Oswaldo
***********************
Para: "DIEGO DEMETRIO ORELLANA"
Diego...
¡Felicitaciones!
¡Felicitaciones!
Que buen artículo: ilustrativo, cierto y didáctico.
Saludos,
Jorge Suárez.
Jorge Suárez.
********************
Señor Diego Demetrio Orellana:
ResponderEliminarSu artículo es digno de felicitaciones tanto por la verdad histórica que contiene y defiende cuanto por su elegancia y fluidez idiomática.
Atentamente. Doctor Manuel Ignacio Neira
Agosto 02/2012
Santa Ana de los Ríos de Cuenca, agosto 2 del año del Señor de 2012
EliminarIn octava XVII Dominica per annum, AD MMXII
Muchas gracias, Dr. Manuel Ignacio Neira, por sus apreciaciones en torno a esta entrada de mi blog que solo intenta defender la historia de Cuenca, urbis semper amata et intemerata.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
IN OCTAVA XVII DOMINICA PER ANNUM, AD MMXII
Que bien haya quien conozca y defienda a que la verdad se peremnice.
ResponderEliminarHernan A.Arteaga Albornoz
Se referirá a la Cuenca de España, ;-D
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