Santa Ana de los Ríos de
Cuenca, mayo 8 del año del Señor de 2012
In octava V
Dominica Paschalis
Dr. Nicanor Merchán Luco
DIRECTOR DE DIARIO «EL MERCURIO»
Lcda. Dory Merchán Luco
GERENTE DE DIARIO «EL MERCURIO»
Ciudad.
De mi consideración:
Hanc litteram visuri, salutem dicit
Con
vuestro permiso, me dirijo a vosotros, cum animus corrigendi, para haceros
conocer graves equivocaciones históricas contenidas en el artículo intitulado
«La Cruz, símbolo de religión y tradición», de autoría de la periodista Brígida
San Martín, publicado en diario «El Mercurio» del pasado jueves 3 de mayo del
presente año.
Es
conveniente que sepáis que esta no es la primera vez que esta negligente
periodista atropella a la historia y la cultura de la urbe, por lo que
deberíais llamarle la atención, ya que cada vez que intenta profundizar en
temas que desconoce a capite ad calcem
escribe insolentes infamias en contra de la verdad histórica. Los lectores de
vuestro matutino merecen respeto, por lo que no debería permitirse que lean
cosas absurdas escritas al socaire de la disciplina que exige la investigación
periodística y que San Martín no lo contempla en el desarrollo de su labor de
comunicadora.
PARS PRIMA. En primer lugar, junto a una fotografía de la cruz de
San Sebastián, la descuidada periodista escribió, ad litteram, el siguiente
texto equívoco: «Junto al templo de San
Sebastián, la cruz forrada de mármol es un símbolo de la pequeña plaza. Hay quienes
dicen que se la ubicó en homenaje a los patriotas que desarmaron a los ejércitos
españoles en 1820».
Lo
dicho es una barbaridad, puesto que la cruz de San Sebastián fue construida en
el año del Señor de 1978 para reemplazar a aquella que se había levantado en la
Colonia y que fue derribada por un tanquero in diebus illis. No se
encuentra en una pequeña plaza sino en el atrio de la iglesia del mismo nombre,
por lo que sorprende que no se pueda distinguir lo que es el atrio de una
edificación religiosa y lo que es una pequeña plaza, mientras es falso que esta
cruz se la haya ubicado en homenaje a los patriotas que desarmaron a los
ejércitos españoles, como dice equívocamente Brígida San Martín, pues este
elemento religioso ha sido el humilladero de San Sebastián in aeternum, colocado en el sitio por donde se salía de la urbe
hacia el Occidente y, desde la Colonia, los conquistadores españoles lo
erigieron allí, debido a la inveterada costumbre de construir cruces a la
salida y entrada de las ciudades castizas en América y los territorios de
ultramar, por lo que las afirmaciones de vuestra impreparada periodista son
insolentes en contra de la verdad histórica.
ALTERA PARS. Ab irato et post factum,
los lectores se encuentran con horribles atentados históricos cuando San Martín
refiérese a la cruz de El Vado confundiendo varios datos, años y personajes de
la historia de la capital de la morlaquía. Así, es digno de espanto leer el
siguiente parágrafo pletórico de tergiversaciones adversas veritas: «…La historia cuenta que en 1799, a raíz de la gran creciente
del río Tomebamba, se la colocó para apaciguar esa fuerza del río y sirvió
también para que el obispo José Carrión y Marfil lo bautice con el nombre de
Julián Matadero».
Debemos
precisar que la cruz de El Vado nunca fue erigida debido a las crecientes del Tomebamba
y menos para apaciguar esa fuerza del río, pues ya hemos dicho ut
supra que los humilladeros se colocaban, durante la Colonia, a las
salidas y entradas de las villas o ciudades y El Vado era el sector por donde
se ingresaba a Cuenca desde el Sur, por lo que este humilladero era punto
meridional de entrada a la urbe, desde la actual Avenida Loja y el puente de El
Vado.
Tampoco
es cierto que el obispo José Carrión y Marfil bautizó al río Tomebamba como
Julián Matadero, puesto que el prelado al que la historia le atribuye este hecho
es Monseñor Francisco Xavier de la Fita y Carrión, tercer Obispo de Cuenca, en
el año del Señor de 1802. Los libros que lo prueban puédense encontrar en el
Archivo Histórico de la Curia Arquidiocesana de Cuenca, por lo que la
negligencia de Brígida San Martín para escribir falsedades en contra de la
capital azuaya es digna de reprensión y sanción por parte vuestra, señores
directivos del diario matutino de Santa Ana de los Ríos de Cuenca.
PARS TERTIA. Inmediatamente, la autora del reportaje escribió ad peddem
litterae: «Todos Santos es una de
las cuatro cruces que delimitaban a la ciudad. Tiene un corazón, una corona de espinas, un
manto y una escalera que indica el descendimiento del cuerpo de Cristo muerto o
de ascención».
Ad
absurdum, los datos de este
parágrafo están terriblemente errados, pues la cruz de Todos los Santos no
tiene ninguna corona de espinas y el manto no representa más que el sudario con
el que se cubrió el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo al momento de bajarlo de
la cruz, mientras la lanza es uno de los símbolos de la crucifixión, así como
la escalera es un elemento relacionado con el descendimiento del cuerpo de
Cristo y nada tiene que ver con su ascensión a los cielos, por lo que es digno
de estupefacción observar que alguien pueda relacionar el descendimiento del
Divino Redentor con su gloriosa Ascensión a los cielos, mysterium fidei.
PARS QUARTA. Pero la periodista dice además nuevas cosas abstrusas:
«En Todos Santos, la cruz está bajo su glorieta… La cruz está
hecha en piedra y es un símbolo histórico porque allí se edificó la primera
iglesia de la ciudad, en el lugar donde los indígenas tenían su
centro ceremonial denominado Hermita del Usno (piedra sobresaliente en una
colina)».
La
información inmediatamente precedente es una absurda mezcla de aseveraciones
que ridiculizan a la historia de Cuenca, puesto que en Todos Santos jamás
estuvo localizada la primera iglesia católica de la ciudad sino la primera
ermita erigida para el culto cristiano, lo cual es diferente.
Ahora
bien, dicha ermita nunca se levantó en lo que San Martín dice que ha sido «el centro ceremonial de los indígenas
denominado Hermita del Usno». Al respecto, cabe decir que la palabra
castellana «ermita» no se escribe con «h», mientras los indígenas prehispánicos
jamás tuvieron un centro ceremonial llamado «Ermita del Usno», pues este nombre
correspondió, como se dijo ut supra, a la primera gruta
católica romana de la urbe y no al adoratorio cañari que se afirma haber
existido antes de la fundación castellana de Cuenca.
En
consecuencia, las afirmaciones de la periodista son confusas, absurdas y
estúpidas desde toda perspectiva, pues incluso llama como «glorieta» a lo que
es una «caseta» que cubre a la cruz y que jamás podría ser llamada con aquel
término.
PARS QUINTA. Pero al referirse a la cruz de San Blas, la autora
del reportaje incurrió en errores mucho más graves en contra de la historia de
Cuenca al escribir contra veritatis splendor: «Pegada
a la pared del inmueble que hoy ocupa la Casa de la Provincia, la cruz del
sector de San Blas se dice que fue colocada desde los inicios de la Colonia y
que marcaba la salida de la ciudad hacia el norte».
Esto
es el absurdo más absurdo que alguna vez se haya podido leer sobre la historia
de Cuenca, pues aquella cruz de San Blas, pegada a la pared del antiguo
convento del Buen Pastor, jamás pudo haber sido colocada desde los inicios de
la Colonia debido a que dicha edificación se la construyó a finales del siglo
XIX, en plena época republicana, mientras nunca se ha sabido que en San Blas
haya existido cruz alguna que indique la salida de la ciudad hacia el norte,
pues en ese sitio está el Oriente o el Este, lo que demuestra además una
terrible desubicación de la autora del reportaje, quien, al parecer, tiene
complicaciones para referirse a los puntos cardinales de la capital azuaya.
PARS SEXTA. Más abajo, al referírsenos algunas cosas sobre la cruz
de San José de El Vecino, leemos otra temeridad en este infundado reportaje. Lo
copiamos a calvo ad calvum: «En San José de El
Vecino, la cruz que está delante del templo es un signo que invitaba al
arrepentimiento ante el Santísimo. Es concebida como una escultura cargada de
una identidad religiosa de la ciudad». Asimismo, al
describir este elemento San Martín escribió: «… la cruz tiene tintes verdes en sus brazos y pequeños musgos
que nacen sobre la piedra…».
Más
imprecisiones y datos absurdos no pueden haber todos juntos como los hay en
este parágrafo. En primer lugar, la cruz de El Vecino fue erigida en la década
de 1940 cuando los padres mercedarios levantaron el convento de San José, como
una réplica de aquel de la Merced de Quito, por lo que la cruz exterior,
labrada en piedra, constituyó un elemento que es parte del conjunto
arquitectónico mercedario al momento de levantar la actual escalinata que
conduce al templo.
Esta
fue la razón para que la cruz de El Vecino se haya erigido en su actual
emplazamiento, por lo que nunca ha sido un signo que invitaba al arrepentimiento
ante el Santísimo como tampoco se trata de una escultura cargada de una
identidad religiosa de la ciudad, como asevera la despistada periodista, pues,
la verdad sea dicha, la cruz está hecha en piedra lisa y no tiene ningún tinte
verde en sus brazos, mientras los musgos que nacen sobre la piedra reflejan la
falta de mantenimiento para este elemento arquitectónico, más allá de que en la
base del pedestal de la cruz se colocaron unas placas de mármol en las que
resaltan las uvas y el trigo, símbolos eucarísticos, así como el escudo de
Santa Ana de los Ríos de Cuenca y una imagen de Nuestra Señora de la Merced,
placas que complementan los adornos del pedestal, sin que estos elementos
representen la identidad religiosa de la ciudad, como dice erróneamente San
Martín en su descabellada elucubración.
PARS SEPTIMA. Luego, Brígida consignó todavía más errores
gravísimos que desinforman a vuestros lectores como cuando dice in
scriptis: «En El Vergel se retiró la cruz de madera
verde porque estaba trizada y se colocó una de hierro forjado en honor al
artesano herrero».
Lo
dicho es falso, pues la cruz de la plazoleta de El Vergel no fue nunca de
madera sino de cemento armado y fue ésta la que se retiró en el año 2008 para
reemplazarla por otra de hierro forjado realizada por los herreros de la zona,
pero nunca en honor de ellos, pues la cruz es un elemento simbólico para honrar
solamente a Jesucristo.
PARS OCTAVA. Más, al hablar de la cruz de Yanuncay, Brígida San
Martín realiza una descripción en la que subyacen liviandad y ligereza, al
decir: «La Cruz de Yanuncay. De color verde, tiene
en el centro el corazón de Jesús con espinas, el cáliz, tres clavos en
recordación de la crucifixión y dos varas de madera cruzadas, símbolos de la
luz y la divinidad».
Nada
más falso que lo dicho, puesto que las «dos
varas de madera cruzadas» no son tales sino más bien constituyen rayos
luminosos que se expanden desde la cruz en señal del aura refulgente de la
santidad de Cristo, representado por los elementos de su corazón santísimo, el
cual no tiene espinas sino una corona de espinas, símbolo de la pasión del
Divino Redentor, junto con los clavos y el cáliz que recoge la sangre del
cordero inmaculado, según la iconografía de nuestra Santa Madre Iglesia
Católica, Apostólica y Romana, por lo que las descripciones de San Martín ponen
en evidencia su ausencia de esfuerzo investigativo a la hora de preparar este
tipo de reportajes didácticos con los cuales débese instruir a los lectores, a
fin de no desinformarlos con narraciones nada semánticas y mas bien imprecisas
sobre la semiótica de los elementos urbanos que se hallan en Cuenca a través de
sus humilladeros.
Brígida San Martín
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Deberíais
tomar serias medidas para mejorar la calidad intelectual de los artículos de
contenido cultural que se publican en El Mercurio sancionando a este tipo de
comunicadoras sociales que no se encuentran profesionalmente preparadas para
escribir estos reportajes y que representan un grave peligro para la historia
de Cuenca, urbis semper amata et intemerata.
Conviene,
hic
et nunc, que nos preguntemos acriter et fideliter: ¿Hasta cuándo
diario «El Mercurio» va a continuar publicando horribles atrocidades en contra
de la Historia,
la cultura y nuestra hermosa lengua de Castilla? ¿Por qué os es tan difícil
tomar correctivos?
Esperando
que la presente tenga la debida acogida favorable por parte vuestra, suscribo
con un cordial saludo y mis sentimientos de respeto y consideración.
Pax vobis in Iesu, Pontifex futurorum bonorum,
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum
Concha, apud flumina Tomebamba, mensis maii, die VIII, reparata salute Anno
Dominicae Incarnationis MMXII, in vesperas V Dominica Paschalis.
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OPINIONES CIUDADANAS
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OPINIONES CIUDADANAS
De: "Jorge Suarez"
Para: "DIEGO DEMETRIO ORELLANA"
Diego,
gracias por este aleccionador comentario. Usted conoce muy bien la
historia de Cuenca. Lo felicito, además, por su extraordinario manejo del español.
Con el aprecio usual,
Jorge
Jorge
Impresionante el manejo de nuestra lengua y de las referencias históricas de la ciudad. Si desconozco, me disculpa, pero sus aportes debería plasmarlos en una publicación, para que las nuevas generaciones no pierdan la oportunidad de conocer y continuar con el legado de esta fantástica ciudad.
ResponderEliminarSaludos
Blas
Excelente e Interesantísimo en cada una de sus aclaraciones sobre la genuina Historia de los hechos ✨🙏🏽✨ infinitas Gracias! *LüNa Dalibot.
ResponderEliminarFELICITACIONES DR. ORELLANA, SUS ARTÍCULOS NOS INSTRUYEN EN LA VERDAD HISTÓRICA!!!!
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