Santa Ana de los Ríos de Cuenca, octubre 16 del año del Señor de 2011
In vesperas XXIX Dominica per annum
Diario «El Clarín»
Buenos Aires – Argentina
De mi consideración:
«Salutem et communionem»
En la edición digital de vuestro diario se encuentra un reportaje intitulado «Entre las huellas del pasado», el cual ha sido escrito por vuestro periodista Daniel Santoro con lamentables errores en contra de la historia de Cuenca, que me permito precisar, hic et nunc, en aras de que publiquéis una fe de erratas, ya que por respeto a vuestros lectores deberíais rectificar vuestras equivocaciones.
Pars prima. En primer lugar, hablando del inca Atahualpa, el Señor Daniel Santoro dice una barbaridad ad litteram: «Sembraré mi camino con vuestros corazones, advirtió el príncipe Atahualpa desde la peruana Cusco, en 1420, a los indios cañares de Cuenca, Ecuador, quienes apoyaban a su hermano Huáscar en la lucha por la sucesión del imperio inca».
Esto es falso, in honorem veritas, pues Atahualpa nunca pudo haber proferido esa expresión en 1420, precisamente porque nació alrededor del año 1500, o sea, 80 años después del supuesto momento en que el Señor Santoro le hace proferir tal frase.
Cabe indicar, quid pro quo, que el dato equívoco de Santoro ni siquiera se debe a un error de digitación como podríamos elucubrar al pensar que quiso escribir 1520 en vez de 1420, ya que si así hubiese sido tampoco se hubiere estado en lo cierto, pues en 1520 todavía vivía el inca Huayna Cápac, padre de Huáscar y Atahualpa, y la guerra entre estos hermanos por la sucesión del trono inca se llevó a cabo sólo después de 1525 cuando Huayna Cápac fallece y no había acuerdo alguno en el Tahuantinsuyo para que el nuevo inca fuera Atahualpa.
SANTA ANA DE LOS RÍOS DE CUENCA, ECUADOR
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Altera pars. Más abajo, al hablar de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, en la república del Ecuador, el periodista dice otro desliz que lo copio ad peddem litterae: «…esta ciudad ubicada al sur del Ecuador, en medio de los Andes, a 2.549 metros de altura». Lo dicho es falso, pues Cuenca está localizada a 2.530 metros sobre el nivel del mar.
Centro Histórico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
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Pars tertia. Casi enseguida, Daniel Santoro escribe otra barbaridad que la transcribo de verbo ad verbum: «Aquí todas las mañanas es posible deleitarse con una ciudad colonial de tejas rojas, balcones de hierro forjado y calles empedradas que esconden arqueología inca y lo mejor del arte barroco español».
Lo dicho es un absurdo y una verdadera incongruencia, pues Cuenca no es una urbe colonial de tejas rojas, balcones y calles que esconden arqueología inca y lo mejor del arte barroco español. In stricta veritas, Cuenca es una ciudad republicana y no colonial, aunque fue fundada en el período histórico de la Colonia española. Por otra parte, Cuenca no esconde lo mejor del arte barroco español, pues nada de este estilo existe en la urbe como algo típicamente definido. En las edificaciones patrimoniales existen altares barrocos, ad exemplum, en la iglesia de San Francisco y en aquella de las madres conceptas, pero ni en un ápice guardan el barroco español como Santoro manifiesta, mas bien se trata de un estilo barroco claramente definido por el rico proceso de mestizaje concebido como un hecho singular de nuestra cultura, del que somos parte íntegramente.
Museo de Sitio «Manuel Agustín Landívar»
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Pars quarta. Luego, en vuestro reportaje se escribió ad absurdum: «Una buena puerta de entrada para arribar a 1420 es el museo Landívar…». Es evidente que vuestro periodista se refiere al Museo de Sitio «Manuel Agustín Landívar», pero el mismo no es la entrada para arribar a 1420, pues ya he dicho ut supra que en ese año ni siquiera vivía Atahualpa para pronunciar su célebre amenaza en contra del pueblo cañari.
Antigua Catedral de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
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Pars quinta. Una cosa absurda a más no poder, que refleja la poca acuciosidad investigativa de Daniel Santoro, podemos columbrar cuando más abajo escribe una temeridad que la copio ex integro: «Al volver al centro histórico, un recorrido por la catedral fundada en 1557 muestra la herencia cultural indígena traspasada a la imaginería neoclásica y barroca española. Artistas indígenas y mestizos –que pasaron al anonimato por no llamarse Miguel Ángel- tallaron a Jesús y los apóstoles en madera y en tamaño natural, y los pintaron con tonos pastel y la técnica del dorado».
Santa Cena, conjunto escultórico de Daniel Alvarado
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Esto es falso de toda falsedad, ya que la Catedral Vieja o antigua iglesia de El Sagrario, que es a la que se refiere el Señor Santoro, no es una muestra de la herencia cultural indígena traspasada a la imaginería neoclásica y barroca española. Así, praeter opinionem, el conjunto escultórico de Jesús y los 12 apóstoles en madera y tamaño natural, del que habláis en vuestro artículo, es la Santa Cena esculpida por el famoso escultor cuencano Daniel Alvarado, quien vivió entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, en plena época republicana y para nada contó con ayuda indígena que no pasó a la historia por no llamarse Miguel Ángel. Mas bien, conviene decir que Daniel Alvarado realizó sus obras escultóricas con un estilo muy personal que se circunscribe a lo que en nuestra historia se conoce como la Escuela Cuencana de las Artes.
Típica chaspa del chancho en Ecuador
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Pars sexta. La imaginación del señor Daniel Santoro para escribir este reportaje desborda los límites de la fantasía y por ello, las descripciones que hace de nuestra ciudad y las cosas que en ella le impactaron raya en la ridiculez, ad infinitum, como cuando, a manera de colofón, expresa al comentar sobre su visita a Chordeleg, un cantón azuayo a 40 kilómetros de Cuenca: «Y en los alrededores se ven ecuatorianos comiendo su tradicional chancho al soplete (sí, cocinado con un soplete)».
Esto es un error, pues en el Ecuador nunca se come el chancho al soplete sino que, previo a faenarlo, se usa el soplete para chaspar sus cerdas y luego, el cuero del chancho se lo suele comer, pero de allí a lo que el Señor Santoro concluye hay muchísima diferencia, por lo que sus expresiones son ridículas desde toda perspectiva.
Esperando que publiquéis la necesaria fe de erratas a este trabajo periodístico que ofende a Cuenca del Ecuador, me suscribo de vosotros con un cordial saludo y mis sentimientos de amistad in Iesu, Pontifex in qua habemus fiduciam ad Deum,
Diego Demetrio Orellana
In Concha, apud flumina Tomebamba, mensis octobris, die XV, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus decimus ac primus, in vesperas XXIX Dominica per annum.
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