domingo, 9 de febrero de 2025

EL NIÑO VIAJERO: UNA FALSA HISTORIA CORDEROFÓBICA



«QUOD VERUM EST PRO OMNIBUS ET SEMPER VERUM ESSE DEBET/ LO QUE ES VERDAD DEBE SER VERDAD PARA TODOS Y SIEMPRE». Así débese exclamar ante la publicación de un libro que ofrece la verdad sobre la historia del Niño Viajero y termina en un compendio de falsedades, tergiversaciones, abyectas imposturas y contradicciones que engarbullan a los lectores in crescendo hasta volverlos patidifusos en un decepcionante fiasco por la ausencia del rigor científico y metodológico que la verdad reclama cuando la historia débesela registrar de manera fidedigna in veritatis honorem. La publicación de marras llámase «DESDE EL SILENCIO. EL MONASTERIO DEL CARMEN DE LA ASUNCIÓN EN LA HISTORIA DEL NIÑO VIAJERO», contraviniendo al buen propósito del alcalde Cristian Zamora, quien afirma, en su prólogo, las siguientes expresiones que no cumpliéronse in stricta veritas: «…En un momento de compartir, pregunté sobre la historia del Pase del Niño, tan arraigado en nuestra comarca, entonces, una voz sonó y dijo: ‘No es como dicen allá afuera. Nosotras conocemos la verdadera historia, pero nadie lo sabe...’. En ese preciso instante, quizá por inspiración del propio lugar, les propuse a las religiosas y, sobre todo, a la custodia de la imagen, la madre Leonor María del Espíritu Santo, superiora del monasterio, que, desde el Municipio, auspiciaría la escritura de la historia no contada del Pase del Niño; la ciudad auspiciaría los costos de la publicación de aquellas memorias no contadas, que son parte de nuestra historia y que considero deben saberse por todos».


Mas la buena intención del alcalde atropellóse por una calamitosa edición, repleta de contradicciones, inexactitudes, desbarros y falacias, algunas patentadas por las propias religiosas carmelitas, que incurren en yerros infames al no contar correctamente esta historia supuestamente desconocida. Así, es inadmisible que el libro comience con un agrio aperitivo cuando el burgomaestre hace un errático cálculo de los años que tiene el monasterio. Leámoslo, de verbo ad verbum, para dimensionar el ex abrupto: «…Pero, en esa ocasión tuve la alegría de conocer aquel claustro, recorrer sus pasillos y contemplar cómo el tiempo se había detenido cerca de cuatrocientos años de existencia de dicho lugar, ubicado en pleno corazón de la ciudad…». Este texto en rubicundas letras adolece de un grave error de cálculo matemático, pues el monasterio del Carmen de la Asunción no tiene cerca de 400 años de existencia. Son exactamente 343 años porque el claustro fúndase en 1682. Por eso, decir 343 años no significa cerca de 400 años como dice el alcalde Cristian Zamora pues para 400 años falta aún más de medio siglo. Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, esto es solo el aperitivo de un nuevo libro en contra de la historia super flumina Tomebamba.
EL ENCARNADO DE SANGURIMA ES MESTIZO
EN TODAS SUS OBRAS ESCULTÓRICAS

PARS PRIMA. El error más grave que cométese en la obra es atribuir a Sangurima la autoría de la escultura del Niño Viajero pero tal atribución vuélvese falsaria si considérase que Gaspar Sangurima fue un escultor que hacía sus esculturas con un encarnado mestizo, similar a Caspicara, siendo los Cristos su verdadera especialidad. Además, era un escultor barroco y sus Cristos caracterizábanse por ser sangrantes y mestizos. No conócese in historia nostra que el artista haya sido experto en la elaboración de niños Dios. Así, in via veritatem ad inquirendam, basados en esta verdad cardinal dígase que en la escultura del Niño Viajero descúbrese un encarnado blanco rosáceo, propio de muchas obras de los prolegómenos de la Colonia, estilo que no era propio y peculiar de Sangurima, por lo que lo correcto es afirmar que el autor de la sagrada imagen es incógnito y desconocido. Así es como ha díchose desde la crítica especializada a través del tiempo. Pero leamos la falsa aseveración de Simón Valdivieso Vintimilla, el compilador y editor de la obra, cuando escribe adversum veritatis: «El Niño Viajero, que nació en un taller de la Colonia cuencana, con la gubia atribuida a Gaspar Sangurima López, ingresó por el torno de la sacristía del Santuario del Carmen de la Asunción en una noche de diciembre de 1986». Lo dicho en líneas precedentes pone en mal predicamento el profesionalismo de Valdivieso pues un verdadero historiador no revolotea con liviandad y ligereza incurriendo en erráticos asertos que ad absurdum consolídanse en falsos históricos de asuntos muy serios sobre la imagen del Niño Viajero que, la verdad sea dicha, es de autor anónimo.

Por otro lado, llama la atención la existencia de una ficha de catalogación que guarda el Monasterio del Carmen de la Asunción, en donde erráticamente dícese in scriptis: «Autor: atribuido a Gaspar Sangurima López, escultor de la Colonia que perteneció a la Escuela Cuencana. Fecha de creación: finales del siglo XVIII e inicios del XIX». Puédese columbrar entonces que la causa de lo causado es esta errática ficha pues no porque tenga muchos años de habérsela realizado débesela tomar como fuente veraz cuando es en este documento en donde consignóse el craso error de atribuir a Sangurima la autoría del Niño Viajero, pues como hémoslo dicho, ut supra, bástanos contemplar el encarnado blanco rosáceo para detectar que es imposible que el genial escultor hubiérala realizado, siendo como era un artista que hacía encarnes mestizos en todas sus obras escultóricas, máxime si ha de indicarse que no fue jamás experto en la fabricación de Niños Dios sino de Cristos del calvario in veritatis honorem.
Miguel Cordero Crespo

La verdad histórica señala, por declaraciones expresas del dueño de la imagen, monseñor Miguel Cordero Crespo, que la escultura del Niño Viajero hízosela por mandato de una de sus ascendientes, doña Josefa Heredia, en el año de 1826. Este hecho fidedigno que siempre decíalo monseñor Cordero contrasta con la estupidez consignada en la ficha de catalogación antes aludida cuando en ella dícese además que la fecha de creación es de finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Nótase claramente que cuando hízose la referida ficha no púdose considerar que el dueño de la imagen sí conocía el año de fabricación del Niño Viajero y el nombre de la pariente que la mandó a esculpir, seguramente con un autor anónimo puesto que Sangurima nunca hizo esculturas con el encarne blanco del Niño Viajero.
Sor Marianita Crespo Encalada


Pero frente al origen de la escultura del Niño Viajero todo engarbúllase ad infinitum en la fachendosa obra que comentamos cuando la monja Marianita Crespo Encalada enrevesa los datos de la escultura, en la página 70 de la obra, con una descripción que parece trabalenguas que justifica la inadmisible imprecisión de la ficha de catalogación realizada erráticamente por las carmelitas. Leamos el ex abrupto de la casi nonagenaria monja in extenso: «Esa imagen tiene más de 200 años, tiene ojos de vidrio, es una escultura cuencana y se dice que fue del señor Miguel Heredia Astudillo, quien la heredó a su hija adoptiva. Si es que ella nació en 1853, quiere decir que la imagen es de mucho más antes, esto es de inicios del siglo XIX, tanto más pues su padre adoptivo nació para el año de 1802 y fue gobernador del Azuay en 1848». Lo precedentemente dicho es absurdo cuando sábese, como hémoslo indicado ut supra, que el Niño Viajero mandóselo a fabricar por orden de Josefa Heredia en 1826.
Sor Leonor del Espíritu Santo Vintimilla Borrero


Mas con el cuento carmelitano de que la escultura del Niño Viajero es de Sangurima la monja Leonor del Espíritu Santo Vintimilla Borrero llega a afirmar incluso que el propio monseñor Miguel Cordero Crespo habríalo así manifestado cuando, dicha sea la verdad, el extinto protonotario apostólico nunca dejó escribiendo semejante dislate. Pero léase el ex abrupto de la centenaria monja en la página 60 de la obra: «En cuanto a la imagen, perteneció a la familia de monseñor Miguel Cordero Crespo, quien decía que ese Niño Dios era una escultura de Gaspar Sangurima y que fue de su abuelo, el presidente Luis Cordero, de quien lo heredó».

A GASPAR SANGURIMA ATRIBÚYENLO ERRÓNEAMENTE 
LA AUTORÍA DEL NIÑO VIAJERO 
DENTRO DE LA OBRA CORDEROFÓBICA


Pero como más pronto que tarde descúbrese siempre la verdad, la propia monja Vintimilla Borrero da enseguida una pista precisa para desechar su desafuero cuando en la misma página 60 expresa in curiositatis aspectibus: «Nosotras tenemos dos niños más de Sangurima (el morenito) y el del Corazón, que es una imagen que tiene un corazón de filigrana de oro en la mano derecha». Así, sin quizás habérselo propuesto este dato proporcionado por la monja Vintimilla Borrero nos da la pista para confirmar nuestra teoría de que el Niño Viajero no es de Sangurima sino de autor anónimo, pues la monja dice que tienen un niño morenito de Sangurima dentro del monasterio. Es evidente, a todas luces, que ese niño morenito sí es de Sangurima porque, como ya hémoslo reafirmado ut supra, los encarnes de Sangurima eran mestizos, al estilo de Caspicara. Por eso es que el Niño Viajero, al ser de encarne blanco rosáceo es imposible que sea del genial escultor de la Colonia en Cuenca. Al respecto, en la página 137, el padre Luis Ochoa, capellán del monasterio, prodiga también una pista sobre la escultura por la que habremos de inferir que el Niño Viajero no es de Sangurima. Léamoslo in veritatis via: «Esa escultura debe tener un origen colonial, porque, en esa época, las que más destacaban eran aquellas de madera y ojos de vidrio. El Niño Viajero es de madera y tiene ojos de vidrio, además, es muy liviano y pequeño».


Mas los argumentos para fundamentar que el Niño Viajero es de Sangurima no pueden ser más anodinos cuando en la página 74 la monja Marianita Crespo Encalada dice una estupidez que no puédese tomar como certeza in claritatis honorem: «La imagen que nosotras tenemos es hermosa, se nota el óleo antiguo y se dice que fue hecha por Sangurima, porque cuando se habla de la Casa Cordero, se dice que lo que estaba ahí es atribuido al artista Sangurima y la imagen que fue heredada debe ser de su autoría, porque era de los antepasados del monseñor Miguel». Este argumento tan peregrino hácenos pensar incluso que las monjas fundamentan sus asertos con suposiciones y deducciones pueriles in vita communitatis.

ALTERA PARS. Admirabilis in via veritatis/ Admirable en la vía de la verdad digamos que los errores históricos del libro DESDE EL SILENCIO vienen de las propias monjas, lo cual es de veras arrobador hasta el hastío. Así, la misma monja Marianita Crespo Encalada, de 87 años de edad, quien preséntase como prima de monseñor Miguel Cordero Crespo, incurre en otro yerro inaceptable al alterar datos de la historia del templo carmelitano de manera estrepitosa cuando dice, verbi gratia: «…para 1700 y 1750, se terminó la construcción de la iglesia y el convento como es ahora. El altar mayor fue de estilo romano en un inicio y hoy es gótico...». Esto es falso de toda falsedad pues el retablo del Carmen de la Asunción es neoclásico. Allí no hay nada de gótico. Los yerros infames de la obra no fueron corregidos, ni revisados, ni procesados puesto que si una monja de casi 90 años de edad dice una cosa errática, el entrevistador tenía que corregirla. Ese papel nunca lo cumplió el editor de esta obra, Simón Valdivieso Vintimilla, más allá de que es grave que las propias monjas hayan sido las causantes de algunas de las infamias que han escrítose alterando a la historia de Cuenca en una obra que espanta ad summum in calamitatis aspectibus.

PARS TERTIA. Las contradicciones infames de la historia del Niño Viajero publicada por el alcalde Cristian Zamora son realmente turbadoras a maxima ad minima a los límites del arrobo y la admiración superlativa. Así entonces, existe otro errático dato en la obra cuando Simón Valdivieso refiérese al testamento de monseñor Miguel Cordero Crespo para donar la escultura del Niño Viajero al monasterio del Carmen de la Asunción de Cuenca. Leamos el yerro de Valdivieso in extenso en la página 36: «…Aunque este relato es extenso, se puede establecer un posible comienzo el 17 de noviembre de 1982, cuando el monseñor Miguel Cordero Crespo (1905-1986) dictó su testamento y, mediante cláusula testamentaria, dejó en herencia la imagen del Niño Viajero a las religiosas del Monasterio del Carmen de la Asunción…». Aquí cabe indicar que dicho día monseñor Miguel Cordero no dictó su testamento sino que hizo la última reforma y en la cláusula novena dispuso la donación del Niño Viajero al monasterio del Carmen de la Asunción de Cuenca. Luego, Valdivieso refiérese a dicha reforma del testamento de Miguel Cordero Crespo y asevera de verbo ad verbum: «… uno de los hitos que determina su vínculo se recoge en el documento que se ve a continuación, la reforma de testamento otorgado por monseñor, fechado el 19 de noviembre 1986. Aquí presentamos el inicio de este escrito, que da contexto y datos relevantes, y las cláusulas en las que el monseñor describe el belén del que era parte el Niño Viajero (Octava) y expresa su voluntad con respecto al destino de la imagen (Novena)…».Sin embargo, la reforma del testamento otorgado por Cordero está fechada el 17 de noviembre de 1982 y líneas más arriba el propio Valdivieso así nos lo consigna incurriendo en una evidente contradicción que los buenos historiadores nunca la cometerían por la experticia en manejar documentación histórica. No obstante, más allá de este absurdo despiste, según colúmbrase del documento de marras, lo que pasó el 19 de noviembre de 1986 es que en ese día se le presenta al notario Rubén Vintimilla Bravo una copia escrituraria de la reforma del testamento de monseñor Miguel Cordero Crespo, mas Valdivieso confúndese ad absurdum al narrar este vital incidente frente a la historia del Niño Viajero. Son estas abstrusas imprecisiones las que dejan en mal predicamento la calidad profesional de Simón Valdivieso Vintimilla como historiador, lo cual denota su negligencia, estulticia y falta de solvencia para ejecutar un trabajo de investigación histórica ad absurdum et in stultitiae honorem. Así pues, en este libro la historia del Niño Viajero ha sido ultrajada irresponsablemente in via iniquitatis.
PADRE LUIS OCHOA


QUARTA PARS. Las imprecisiones históricas son escalofriantes pues los intervinientes en la obra déjanse llevar incluso de su mala memoria al aseverar cosas falsas sobre la historia del Niño Viajero. Ad exemplum, en la página 129, el padre Luis Ochoa Robles, capellán del monasterio, dice una barbaridad sobre el origen de la pasada del Niño. Leámoslo in stricta veritas: «El Pase del Niño surgió en la iglesia de El Sagrario, hoy Catedral Vieja, cuando monseñor Miguel Cordero Crespo estaba como protonotario apostólico y vicario de la Arquidiócesis de Cuenca, esto tiene que haber sido para 1975 en adelante, de lo que yo recuerdo». Nótase prima facie que este cura tiene mala memoria pues el pase del Niño Viajero comenzó a realizarse en diciembre de 1961 cuando monseñor Miguel Cordero Crespo vuelve de Roma y Tierra Santa con la imagen, en ese año, una vez nombrado protonotario apostólico por el papa Juan XXIII. Mas el cura Luis Ochoa altera los datos con su mala memoria y su único fundamento es decir: esto tiene que haber sido para 1975 en adelante, de lo que yo recuerdo. Ad absurdum et in ridicula via dígase, señor cura, que así no se escribe la historia, al mejor estilo de un Cantinflas inter nos.

JUAN CARLOS UDAY


PARS QUINTA. Existe otra grave imprecisión con Juan Carlos Uday, director del grupo Hermano Miguel, cuando en la página 127 asevera un falso histórico que contradícese con un documento publicado como addendum en el epílogo de la obra y tiene que ver con el nombramiento de padrinos vitalicios del Pase del Niño Viajero a la Policía y al Ejército Nacional. Para Uday eso acaeció en el año 2000 mas el documento del addendum dice claramente que aquello fue el 25 de septiembre de 2012, lo cual es cierto puesto que la certificación escrita es la irrefutable prueba que deja sin piso a Uday in veritatis honorem. Leánse las citas respectivas en su adecuado orden de prelación: en la página 127 dice Uday: «La presencia de los militares en la devoción al Niño Viajero inició con la colaboración de los carros alegóricos y plataformas para el pase y el pregón, y con la participación de la banda de música. Conforme pasaron los tiempos, se sintió la necesidad de que, en retribución de toda esta colaboración, fueran nombrados, primero como priostes y, finalmente, como padrinos vitalicios. Esto, de igual manera, se hizo después con la Policía. El nombramiento de padrinos vitalicios de las dos ramas se dio en el año 2000 y por iniciativa de Nuestra Madre». Mas el documento del 25 de septiembre de 2012 señala el nombramiento con las siguientes palabras in scriptis:  «La Madre Priora y la Comunidad de Religiosas del Monasterio del Carmen de la Asunción, en gratitud por la colaboración desinteresada y por el apoyo tanto logístico como humano de las instituciones POLICÍA NACIONAL Y EJÉRCITO ECUATORIANO hemos considerado nombrarlos PADRINOS PERPETUOS DE LA SAGRADA IMAGEN DEL NIÑO VIAJERO. Por consiguiente, cada institución apadrinará durante un año la gran celebración del pase del 24 de diciembre donde se rinde culto a la sagrada imagen del Divino Niño Dios». Dicho lo cual, es evidente la negligencia de Uday ante un hecho histórico documentado frente al cual demuestra que para afirmar sus asertos no investiga confiando, como el capellán Luis Ochoa, en su mala memoria.


SEXTA PARS. Una de las más pasmosas cosas del libro «DESDE EL SILENCIO» es que en toda la obra omítese nombrar al padre César Cordero Moscoso como el principal mantenedor de la pasada del Niño Viajero desde 1986 hasta la primera década del siglo XXI. Escriben 8 autores, incluyendo a las monjas carmelitas, pero cuando débese nombrar a César Cordero absolutamente todos omiten su nombre alterando la verdad y dejando las ideas sueltas en el aire para que los lectores no sepan de quién mismo están hablando. Leamos un ejemplo de esta estupidez con el propio Simón Valdivieso Vintimilla, quien es el primero en eliminar al padre Cordero adversum veritatis: «…Como se leerá, fue un sacerdote vinculado con el monasterio quien dispuso y financió la hechura de algunas réplicas que aún se conservan en el monasterio…». Es evidente que trátase de César Cordero Moscoso porque las propias monjas intervinientes en la obra cuentan que el rector de la Universidad Católica, que era el cura Cordero César, había contratado a los Talleres San José para que tomaran moldes de la escultura del Niño Viajero a fin de hacer unas copias para la veneración de la imagen.

SIMÓN VALDIVIESO VINTIMILLA
EDITOR Y COMPILADOR DE LA INFAMANTE OBRA CORDEROFÓBICA 


Mas expavécenos al paroxismo que no solo una vez, con Valdivieso a la cabeza, es que omítese nombrar al padre César Cordero Moscoso. Son 34 veces que lo fulminaron en toda la obra, por parte de ocho personajes intervinientes en la publicación, incluyendo a las monjas, y cada vez que débese indicar el nombre de César Cordero Moscoso elúdenlo o escabúyenlo para no citarlo haciendo que los lectores no sepan concretamente a quién refiérense engarbullándose de manera abstrusa por no saber ni entender por qué tal omisión. Es como si hubiese habido un concupiscente concertaje para borrar de la historia del Niño Viajero a César Cordero Moscoso, principal mantenedor del Pase del Niño Viajero tras la muerte de Miguel Cordero Crespo en el año 1986 y eximio ex alumno del querido colegio Borja tanto como uno de los más febricitantes amantes de la queridísima Mater Dolorosa in patria nostra semper afflicta.

PADRE CÉSAR CORDERO MOSCOSO
MONUMENTO DERRIBADO POR LA CORDEROFOBIA


A similis, la omisión del desventurado cura es como si pretendiérase borrar a Hitler de los fastos de la historia de la Segunda Guerra Mundial por los nefandarios crímenes cometidos por el nazismo in historia mundi. Y aunque César Cordero haya sido un infame cura pederasta que cayó en desgracia in nostra Sancta Mater Ecclesia al final de sus días, cuando la Santa Sede lo sancionó con la suspensión a divinis, no puédese aceptar que si la obra DESDE EL SILENCIO quiere contar la verdadera historia del Niño Viajero oculte con truculencia la verdad que dicen buscar eliminándolo como el principal mantenedor de la pasada del Niño Viajero pues es gracias a él que esta tradición pervivió décadas luego de la muerte de Miguel Cordero Crespo. Dicho lo cual, esta obra no es ningún aporte a la verdad cuando mas bien empáñasela a cada rato de momento ad momentum, in iniquitatis honorem.

Y es en este punto cuando las omisiones del nombre del cura César Cordero vuélvense ridículas y fachosas a más no poder dentro de la obra, dejando en los lectores una hilarante actitud que termina en carcajada batiente, ora por la estulticia con la que han actuado, ora por la liviandad de la que han inficionádose, ora por la ridiculez en la que han caído todos quienes dentro de la publicación hicieron una especie de pacto concupiscente para suprimir, a capite ad calcem, de los registros de la historia al principal mantenedor de la pasada del Niño Viajero.
César Cordero Moscoso

La verdad histórica señala que la noche del 24 de diciembre de 1986 el padre César Cordero Moscoso, en cumplimiento del testamento de monseñor Miguel Cordero Crespo mandó a dejar en el monasterio del Carmen de la Asunción al Niño Viajero, luego de la misa de gallo de aquella Noche Buena que era la primera luego de la muerte de Miguel Cordero Crespo. Sin embargo, la monja Vintimilla Borrero oculta a César Cordero de la siguiente manera, en la página 56, donde dice ad absurdum: «La imagen llegó al monasterio en 1986, en diciembre 24, e ingresó por el torno de la sacristía, en horas de la noche, amaneciendo el 25 de diciembre, después de haberlo llevado a la pasada —que, para ese entonces, la organizaba un sacerdote benefactor». Ese sacerdote benefactor era César Cordero Moscoso y los lectores pregúntanse ¿qué sentido tiene ocultarlo si tanto dicen que quieren contar la verdad de la historia del Niño Viajero?

En la página 56 léese enseguida otra absurda veladura del nombre del cura Cordero. Lo copiamos in scriptis: «El sacerdote referido envió la imagen con la señora Rosa Pulla, quien lo trajo y lo entregó a la hermanita sacristana, que era la madre Rosa Victoria de los Dolores de María (Rosa Victoria Alemán Andrade), a través del torno, y fue recibida por la priora, Madre Inés Vélez Padrón».


Riddendo semper cum gaudio, es menester que transcribamos in extenso las citas citables de la estupidez de borrar a César Cordero de esta historia, comenzando con sor Leonor Vintimilla Borrero, cuando en la página 61 dice la pueril religiosa in via calamitatis: «El sacerdote en mención, allá por los años 2009 o 2010, mandó hacer algunas réplicas en los Talleres de San José, en Quito…».

MONUMENTO A CÉSAR CORDERO MOSCOSO
DERRIBADO POR LA CORDEROFOBIA


Renglones más abajo, en la misma página 61, la monja Vintimilla Borrero dice sensu stricto: «Hay que aclarar que la imagen del Niño Dios que Rosa Pulla y su hija llevaban a las casas de los devotos, en el mes de diciembre, no es una de las copias del Niño Viajero que mencioné antes, es una imagen distinta, porque respetamos la voluntad de monseñor Miguel Cordero Crespo, expresada en su testamento. Es una imagen que se mandó a hacer con el escultor Jimbo y la comunidad, a pedido de nuestro benefactor. Luego, esa imagen le fue entregada a la señora Rosa Pulla». Ese benefactor del que háblase en la cita es justamente César Cordero Moscoso y la monja lo sabe pero lo oculta quizás por los escándalos de pederastia que para muchas personas volviéronlo innombrable, mas al tratarse de contar la historia del Niño Viajero es realmente estúpido omitir su nombre, siendo como fue uno de sus preeminentes protagonistas. 

Llegamos a la página 64 y nuevamente la monja Vintimilla Borrero oculta de manera infame al padre César Cordero Moscoso cuando afirma dentibus albis: «Con el sacerdote vinculado al monasterio empezaron los pases grandes, como los que tenemos ahora, porque esa era una iniciativa del monasterio que contó con su apoyo». Es evidente que trátase del padre César Cordero Moscoso, pues la pasada del Niño Viajero convirtióse en un pase grande gracias a la participación anual de la Universidad Católica de Cuenca, de la cual era rector y fundador y desde su condición de mantenedor principal del certamen incidió para que esta institución educativa hiciera cada año una pasada larga donde destacábanse con preeminencia todos los estamentos del alma mater corderiana.



Mas en la página 69 la monja Marianita Crespo Encalada, prima de Miguel Cordero Crespo, omite también el nombre del padre César Cordero Moscoso cuando al narrar la historia del pase del Niño Viajero dice, de verbo ad verbum, sin perder la costumbre de velar y borrar de la memoria al desventurado cura dentro de la obra: «En esa época, el Pase del Niño era pequeño, luego, creció con el doctor Miguelito y, posteriormente, con la ayuda del sacerdote afín a la tradición, quien, desde 1986, nos apoyó, por ser el monasterio legatario de la imagen que es de devoción popular». Resalta con evidencia que ese sacerdote afín a la tradición es César Cordero puesto que como rector de la Universidad Católica y sobrino de Miguel Cordero Crespo  convirtióse en el principal mantenedor de la pasada del Niño Viajero desde 1986.


Pero la misma monja Crespo Encalada, en la página 70, vuelve a invisibilizar al padre César Cordero Moscoso cuando afirma in medias res: «La imagen llegó al monasterio porque un sacerdote que cumplía con la cláusula testamentaria la mandó en una caja». ¿Quién es el sacerdote que cumplía con la cláusula testamentaria? Es César Cordero Moscoso, sobrino de Miguel Cordero Crespo, de quien la monja sabe con certeza porque además es su tía. Por lo tanto, es incluso pariente del cura César Cordero, pero no entiéndese por qué ese afán de volverle innombrable dentro de esta historia que ellas mismas ofrecieron contar sin atentar a la verdad que mas bien desean velar in mysterium iniquitatis et contra veritatis.


Ni bien dase vuelta a la página la misma monja Crespo Encalada vuelve a ocultar al cura Cordero al referirse a Rosa Pulla, mantenedora del Pase del Niño Viajero, en los siguientes términos in regnum tenebrarum: «Su hija Carmela ha dicho que la imagen que ella tiene es la original, lo cual no es cierto, ya que vinieron de Quito unos artistas del Taller de San José, gracias al sacerdote vinculado con el monasterio, e hicieron algunas copias ¿Quién es el sacerdote vinculado al monasterio? Es justamente César Cordero y Crespo Encalada lo sabe pero sácase la vuelta in mysterium tenebrarum empañando a la verdad que prometió contar al alcalde Cristian Zamora.
SOR MARIANITA CRESPO ENCALADA

En la página 75 la monja Crespo Encalada evade otra vez a su pariente César Cordero, al hablar del pase del Niño Viajero y Rosa Pulla de Llivipuma. Leámosla sensu stricto: «Así mismo, fue Rosa Palomeque, madre de Rosa Pulla, la que inició la pasada. Luego su hija Rosa Pulla siguió con esa labor siempre contando con el apoyo de Miguel Cordero Crespo y del sacerdote vinculado con la devoción al Niño Viajero».

OBRA DESDE EL SILENCIO
HISTORIA DEL NIÑO VIAJERO


En la página 82 nuevamente omítese el nombre de César Cordero por la monja Ana Pillco, priora del Carmen de la Asunción, cuando ésta -al narrar sus memorias sobre la vida contemplativa- dice las siguientes cosas velando al desventurado cura pederasta: «Hay un himno especial que le cantamos al Niño Viajero, lo hizo un sacerdote benefactor con nuestra Orden y expresa el sentimiento del alma y el amor que le tiene el pueblo al Niño. Tiene otros himnos, pero ese nos gusta, es el mejor y, desde que hizo el noviciado —me refiero a su permanencia—, se lo cantábamos…». Qué barbaridad, ni siquiera por la gratitud que deberían tener las monjas carmelitas al cura Cordero es nombrado cuando ese hermoso canto dedicado al Niño Viajero es obra de su pluma, pues César Cordero tuvo dotes especiales para la poesía, siendo como era nieto del ex presidente Luis Cordero, poeta coronado de Cuenca. Tiene, asimismo, una de las más bellas poesías creadas a la Mater Dolorosa, atesoradas en el archivo del querido colegio Borja, donde habíase formado cuando adolescente ab intra Societatis Iesu.


La misma monja Pillco, en líneas posteriores, vuelve a innominar a César Cordero al contar cómo llegó el Niño Viajero al monasterio, el 24 de diciembre de 1986, dejando a la familia Cordero, que fue su propietaria, para permanecer ab aeterno en el Carmen de la Asunción. Léase la furtiva manera en que la monja omite al cura Cordero in mysterium noctis: «…Así como nosotras tenemos la tristeza de dejar a nuestra familia, de seguro él también tuvo tristeza por dejar a su familia, porque dejaba al sacerdote que nos envió y entraba al monasterio como nosotras hacemos… Luego supimos, porque el sacerdote nos contó, que monseñor Miguelito nos había dejado por testamento la imagen y que le había dado una copia de la parte correspondiente a la cláusula del testamento... El que nos hizo llegar el Niño Viajero fue un sacerdote, cumpliendo la voluntad del monseñor…».  Es claro que ese sacerdote era César Cordero Moscoso, porque era el heredero de monseñor Miguel Cordero Crespo y tenía que cumplir con su voluntad, pero no nombrarlo en el texto deja en la ridiculez el testimonio de la monja Pillco in ridiculus modus actuandi frente a la supuesta verdadera historia de la imagen que ella prometió contar al alcalde Kitty Zamora.

Mas para que el pecado sea mortal, la monja Pillco vuelve a ocultar a César Cordero, en la página 87, cuando dice in via historiae: «Desde 1996, tomó más auge el Pase del Niño y uno de los más importantes ocurrió cuando el rector sacó a la Universidad Católica para la pasada.... La imagen que está en la celda de Nuestra Madre es la imagen original, pues existen algunas réplicas que las mandó a hacer el sacerdote, con unos señores que vinieron de Quito. Ellos estuvieron muchos días en el monasterio, sacaron algunos moldes y luego nos entregaron las réplicas». Ese sacerdote era César Cordero Moscoso, rector y fundador de la Universidad Católica de Cuenca.
ROSA PULLA DE LLIVIPUMA
PRINCIPAL MANTENEDORA DEL PASE DEL NIÑO


Y en el adecuado orden de prelación de las críticas que estamos haciendo a esta infamante publicación llégase a la página 88 para encontrar un nuevo ocultamiento del cura Cordero por la monja Pillco cuando cuenta sobre una réplica que habíase hecho del Niño Viajero para Rosa Pulla de Llivipuma, la mantenedora oficial de la pasada, en la década de 1990. Transcribimos la referencia ad peddem litterae: «La señora Rosa Pulla, recuerdo, en cierta ocasión, le pidió al sacerdote benefactor del monasterio y a la madre priora que le entregaran una réplica para mandarle a trabajar... El monasterio aceptó y, por insinuación del sacerdote, con el fin de que no saliera la imagen para la novena y se cumpliera con la voluntad de monseñor Miguel, se contrató a un escultor de Cuenca. Creo era el escultor de apellido Jimbo, quien hizo una réplica que, viéndola detenidamente, no se parece en nada a la imagen que reposa en la celda de Nuestra Madre». Ese sacerdote benefactor es el padre César Cordero mas la ingrata monja prefiere mandarlo a la sima del olvido desde la cima de su condición de munífico padrino del monasterio carmelita in urbe nostra, super flumina Tomebamba.


A partir de la página 90 interviene otra religiosa: sor María Isabel Urgilés, quien omite también al padre César Cordero en sus referencias sobre el Niño Viajero. Leámosla, a capite ad calcem, y constátese el ánimo perverso que ha guiado a la obra en contra del desventurado cura pederasta: «El 9 de abril de 1996 ingresé al monasterio. Me eduqué en la Escuela Jesús Cordero Dávila, teníamos mucha relación con el monasterio del Carmen y se nos había inculcado devoción al Niño Viajero. Siempre salía en las pasadas que organizaba el rector de la Universidad Católica». La pregunta de marras es ¿quién era el rector de la Universidad Católica? César Cordero Moscoso.

ORDENACIÓN SACERDOTAL DE CÉSAR CORDERO MOSCOSO


Luego, en las páginas 93, 94 y 99, la monja Urgilés oculta tres veces al padre Cordero cuando expresa adversum veritatis: «La imagen la había enviado el rector de la universidad, porque monseñor Cordero, en su testamento, había dispuesto que la imagen, después de sus días, pasara al monasterio del Carmen de la Asunción… Siempre se contó con la colaboración, en vida, del rector de la universidad. La imagen que está en la celda de Nuestra Madre es la heredada, por voluntad de monseñor Miguel Cordero. Fue entregada por el rector de la universidad. Aclaro esto porque existen unas réplicas que se hicieron en los Talleres de San José, en la ciudad de Quito». Esta monja carmelitana prefirió siempre en su testimonio citar a Cordero únicamente como el rector de la universidad y contemplando a la crónica, en su unicidad, podría cualquier lector quedarse en las babiecas sin saber a quién refiérese ni de qué universidad está hablando. Así continúa en todo su testimonio, evadiendo a su innombrable benefactor, como lo veremos a continuación a maxima ad minima: «Era el año 2007, si la memoria no me traiciona, por el mes de septiembre, unos artistas de los Talleres de San José vinieron a Cuenca, con la ayuda del rector de la universidad, y pasaron toda una semana con la imagen».

CÉSAR CORDERO MOSCOSO


Pero siguiendo el mal ejemplo, la madre Bertha Riera interviene inmediatamente y a partir de las páginas 103 y 104 continúa invisibilizando al padre César Cordero Moscoso en Telecuenca, canal universitario católico, en donde ejercía una labor pastoral televisiva, mientras resulta sorprendente que también ella identifique al desventurado cura pederasta con el epíteto generalizado de rector de la universidad. Escuchémosla ex admirationem: «Al Niño Viajero no se le vestía en el monasterio, en un principio. El vestido, claro, se confeccionaba aquí, lo que incluye: el bordado, el adorno y armado. En esa época, mandábamos el vestido y lo llevaban al canal de televisión. Ahí un sacerdote lo bendecía y, después, le cambiaban el vestido con el que se iba de aquí… Nuestra Madre fundó el Grupo Hermano Miguel y, a partir de esa fecha (1996), hacemos nosotras todo, incluida la pasada coordinando con el grupo. Y, claro, en un inicio se coordinaba con el rector de la universidad… Existe la imagen original, que está en la celda a Nuestra Madre, y unas copias. Cuando vinieron de Quito unos artistas, creo del Taller de San José, pasaron varios días tomando las medidas, sacando moldes y, luego, enviaron, a través del rector de la universidad, algunas copias».

JUAN CARLOS UDAY


Para colmo, en las páginas 121, 122, 124 y 126, Juan Carlos Uday, director del grupo Hermano Miguel, encargado de la pastoral del monasterio, únese a la conspiración en contra de César Cordero evadiendo al pederasta cura cada vez que debía de nombrarlo en una retahíla de aseveraciones siempre recurrentes en toda la obra ya como el rector de la universidad, ya como el sacerdote benefactor. Léamoslo in extenso: «Nos involucramos en actividades como la de la eucaristía, velación y en el pase como tal. Empezamos a acompañarles en la organización y el desarrollo de la pasada, ya que, por tradición, desde la época del rector de la Universidad Católica, la Virgen del Carmen siempre abría el pase… Para esa época, las madres organizaban todo desde adentro y afuera era el rector de la universidad, con la Universidad Católica de Cuenca, quien organizaba la pasada. Cada una de las facultades participaba con un carro alegórico… El Niño Viajero, que venía en el carro alegórico acompañado de sacerdotes, cerca de llegar al monasterio, era dejado en procesión en el santuario, para la celebración de la eucaristía de finalización, cuya misa celebraba un sacerdote benefactor… De lo que tengo entendido hay varias copias del Niño Viajero que había mandado hacer, en Quito, el rector de la Universidad Católica. La imagen original reposa en la celda de Nuestra Madre.

PADRE LUIS OCHOA ROBLES
CAPELLÁN DEL MONASTERIO


Ad concludendi, las omisiones a César Cordero Moscoso no terminan allí y en las páginas 135, 137 y 138 el capellán del monasterio invisibiliza en esta historia al pederasta cura que, al parecer, para todos los intervinientes en la publicación volvióse innombrable como si la evocación de su nombre hubiérales resultado terrorífica y lúgubre «in regnum tenebrarum» o «en el reino de las tinieblas». Léase pues al cantinflesco autor de esta historia in via claritatis: «Monseñor Miguel, antes de su muerte, en testamento dejó a custodia de las religiosas la sagrada imagen, esto es el Niño Viajero... Su sobrino, siguiendo la tradición, mejor dicho, el legado, empezó a patrocinar todo lo que es la organización y parte del gasto que implicaba el pase… El rector de la Universidad Católica de ese entonces mandó a hacer unas réplicas, fueron elaboradas con la intención de promover la fe y devoción, por lo que están basadas en la imagen original y se trabajaron en el Taller San José de Quito... Yo relataba el Pase del Niño en la televisión a través de Telecuenca, Canal Universitario Católico. Por muchos años, conté con algunos guiones e información histórica que me proporcionaba el rector de la universidad». Lo que escandaliza en este punto es la ingratitud del cura Ochoa hacia el padre César Cordero Moscoso, que fue durante muchos años el protector de Ochoa, quien siendo un cura de bajo perfil adquirió cierta notoriedad por su condición de infamante esbirro del cura pederasta junto con el entonces cura también, Oswaldo Vintimilla Cabrera, hoy obispo de Azogues gracias al palanqueo de César Cordero ante la Sagrada Congregación de los Obispos in nostra Sancta Mater Ecclesia. La ingratitud de Ochoa llévalo incluso a omitir el nombre de su protector diciendo «su sobrino, siguiendo la tradición, mejor dicho, el legado, empezó a patrocinar todo lo que es la organización y parte del gasto que implicaba el pase… Los domingos en la noche, se reunía el sobrino con el monseñor Miguel Cordero, también estábamos nosotros, el ahora monseñor Oswaldo Vintimilla y yo…». Bien es sabido, ciertamente, que el padre César Cordero Moscoso fue el sobrino de monseñor Miguel Cordero Crespo in urbe nostra.

PADRE CÉSAR CORDERO MOSCOSO
PRINCIPAL MANTENEDOR DE LA PASADA 
DEL NIÑO VIAJERO


LA CORDEROFOBIA CUENCANA IN VIA INIQUITATIS

El pavor o terror ante el fantasma del cura pederasta, que llevó a invisibilizarlo en esta fachendosa publicación, surge entonces como una sintomatología de una hilarante fobia a César Cordero Moscoso, en los intervinientes de la obra, a la manera de una CORDEROFOBIA que les engolfó para perder la cordura, a punto de imaginar que borrándolo del mapa de la historia del Niño Viajero esta disparatada compilación volveríase como VIRGO INTACTA para narrar las cosas que según las monjas nadie sabe sobre la sagrada imagen y que mas bien han sido alteradas, confundidas, trastocadas, ultrajadas y veladas haciendo que el libro DESDE EL SILENCIO constitúyase en un estropicio infame in civitatis historia o en la historia de la ciudad

SIMÓN VALDIVIESO VINTIMILLA
RESPONSABLE DE LA BARBARIE  CORDEROFÓBICA 

SALOMÓN KOUPERMANN
RESPONSABLE DE LA BARBARIE CORDEROFÓBICA 


Rebus sic stantibus/ Estando así las cosas, y una vez confrontados los estrepitosos yerros, desvaríos y dislates de la obra colúmbrase que los culpables de esta barbarie son dos personajes que no pudieron cumplir con su labor: Simón Valdivieso Vintimilla, compilador de la obra, y Salomón Kouperman Kuperman, el inepto Director de Cultura Municipal, acusado penalmente por INTIMIDACIÓN, que a pesar de que monseñor Marco Pérez Caicedo alábelo diciendo «que se ha pasado noches enteras revisando la obra antes de su publicación digital» es claro que no supo controlar nada para que el libro del Niño Viajero no sea un infame estropicio en contra de la verdad histórica frente a esta sagrada imagen que ha vuéltose un ícono de la religiosidad popular en la capital de la morlaquía ad perpetuam rei memoriam.

ALCALDE CRISTIAN ZAMORA
ENTREGANDO A CUENCA LA BARBARIE CONTRA
EL NIÑO VIAJERO

Est tempus concludendi/ Es tiempo ya de concluir y dígase entonces que el alcalde Cristian Zamora equivócase nuevamente en el prólogo de este esperpéntico libro cuando, en la página 14, dice una falsedad que no podémosla aceptar in honorem veritatis con las siguientes palabras que quédanse hueras y carentes de veracidad ante la barbarie: «Así es como este libro ha llegado a sus manos, con la bondad del corazón de quienes cuidan y rezan al Divino Niño, con la sapiencia de quien supo poner en texto las historias guardadas en un claustro y la bondad del corazón de la madre Leonor María del Espíritu Santo». De lo transcrito en las palabras del burgomaestre rescátase solamente la beatífica devoción de las monjas al Niño Viajero y la bondad de la monja Vintimilla Borrero porque aquí no hubo ni sapiencia, ni coherencia ni rigor científico y metodológico para editar la obra, tanto en Simón Valdivieso Vintimilla cuanto en Salomón Kouperman Kuperman, inficionados de inopia y hasta de invincibilis ignorantia in via calamitatis et adversum veritatis inter nos et in honorem stultitiae.


ABOGADO DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Conchae, mensis februarii, die nonus, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis Domini MMXXV, V Dominica per annum.

OPINIONES CIUDADANAS

Susana Merchan: TIENE TODA LA RAZÓN, SIEMPRE ES IMPORTANTE INVESTIGAR PARA HABLAR, Y MÁS SI SE TRATA DE DAR UN TESTIMONIO SOBRE UN HECHO, Y NO HABLAR POR HABLAR, EXCELENTE TRABAJO.
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ESTIMADA DOCTORA Susana Merchan: 
CONCUERDO PLENAMENTE CON USTED. SE DEBE INVESTIGAR BIEN PARA HABLAR EN UN ASUNTO TAN SERIO PARA LA HISTORIA DE LA CIUDAD. ESTE LIBRO ES UN ESTROPICIO INFAME EN CONTRA DE LA HISTORIA. ES GRAVE QUE SEA PRESENTADO COMO UN TRABAJO AUSPICIADO POR LA MUNICIPALIDAD. ES MÁS GRAVE INCLUSO QUE LAS PROPIAS MONJAS CARMELITAS HAYAN ATROPELLADO A LA HISTORIA QUE ELLAS DICEN ATESORAR. PERO ES MÁS GRAVE TODAVÍA QUE EL EDITOR DE LA OBRA, SIMÓN VALDIVIESO, Y EL INEPTO DIRECTOR DE CULTURA, SALOMÓN KOUPERMANN, NO HAYAN PODIDO HACER NADA PARA CORREGIR A LAS MONJAS EN RESPETO A LA VERDAD HISTÓRICA IN URBE NOSTRA SEMPER AFFLICTA. GRACIAS POR HABER LEÍDO CON INTERÉS ESTA CRÍTICA IN VERITATIS HONOREM.

DIEGO DEMETRIO
OCTAVA DOMINICA IN SEPTUAGESIMA IN ANNO SALUTIS NOSTRAE MMXXV.
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Susana Merchan:  Siempre es un placer leer sus investigaciones, son muy interesantes e ilustrativas, apegadas a la verdad como debe hacerlo un profesional, un Historiador, gracias a Usted por compartir sus conocimientos mi estimado Doctor Orellana.
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MI ESTIMADA DOCTORA Susana Merchan: : MUY AGRADECIDO POR SUS PALABRAS. YO SOLO DIRÉ COMO NUESTRO AMADO PAPA BENEDICTO XVI: DEBEMOS SER SIEMPRE UNA ESPECIE DE COOPERATORES VERITATIS O COOPERADORES DE LA VERDAD... UN ABRAZO FRATERNAL IN HONOREM AMICITIAE NOSTRAE.

DIEGO DEMETRIO
OCTAVA DOMINICA IN SEPTUAGESIMA, IN ANNO SALUTIS NOSTRAE MMXXV
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Diego Salamea: HISTORIA de la historia!
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ESTIMADO DOCTOR Diego Salamea: UNA ABSURDA HISTORIA CORDEROFÓBICA POR LA CUAL EL PADRE CÉSAR CORDERO MOSCOSO ES ELIMINADO DE LOS FASTOS DE LA HISTORIA DEL NIÑO VIAJERO TAL COMO SI BORRÁRAMOS DE LOS LIBROS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL A HITLER SOLO POR LOS HORRENDOS CRÍMENES DEL NAZISMO... LA ESTUPIDEZ NO TIENE LÍMITES CON LA CORDEROFOBIA CUENCANA IN VIA INIQUITATIS...

DIEGO DEMETRIO
OCTAVA DOMINICA IN SEPTUAGESIMA, AD MMXXV
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Iván Quezada: Excelente Diego, la historia de una urbe y su comunidad son sangre que fluye por las venas de cada cuencano. Ser meticuloso es lo mínimo que se debe exigir para contar lo ya contado. Bendiciones.
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ESTIMADO Iván Quezada:  EXACTAMENTE... Y ES ESO QUE DÍCELO USTED LO QUE AQUÍ FALTÓ: METICULOSIDAD PARA CONTAR BIEN UNA HISTORIA YA CONTADA POR OTROS HISTORIADORES SERIOS QUE HAN DADO LA PAUTA PARA QUE EL NIÑO VIAJERO SEA UN ÍCONO DE LA CIUDAD. PERO AQUÍ, EL NIÑO VIAJERO ES ULTRAJADO DE MANERA INFAME CON EL AVAL DEL ALCALDE CRISTIAN ZAMORA ANTE LA IRRESPONSABILIDAD INVESTIGATIVA DE SIMÓN VALDIVIESO VINTIMILLA Y SALOMÓN KOUPERMAN, EL INEPTO DIRECTOR DE CULTURA MUNICIPAL IN URBE NOSTRA. GRACIAS POR HABERSE TOMADO TIEMPO PARA LEER ESTA CRÍTICA SOBRE UN INFAME LIBRO CORDEROFÓBICO IN URBE NOSTRA DILECTISSIMA.

DIEGO DEMETRIO
OCTAVA DOMINICA IN SEPTUAGESIMA, AD MMXXV
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Otocas Alivád Orutra Ogaitnas ¿Por qué las monjas se prestasen para levantar falso testimonio 🧾 de tal forma?
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MI ESTIMADO SANTIAGO: Otocas Alivád Orutra Ogaitnas : ESA ES UNA BUENA PREGUNTA: ¿POR QUÉ PRESTÁRONSE LAS MONJAS PARA RENDIR FALSO TESTIMONIO Y MENTIR? PERO NO SOLO SON LAS MONJAS ¿Y EL CURA CAPELLÁN DEL MONASTERIO? ¿Y EL DIRECTOR DEL GRUPO HERMANO MIGUEL? 

YO HE PENSADO MAS BIEN QUE EL CULPABLE DE TODO ESTO DEBE SER SIMÓN VALDIVIESO VINTIMILLA, QUIEN DEMUESTRA FALTA DE PROFESIONALISMO PARA EDITAR ESTE LIBRO DEL NIÑO VIAJERO Y PODRÍA HABER ALTERADO LAS ENTREVISTAS PARA FULMINAR AL PADRE CÉSAR CORDERO MOSCOSO DE ESTA HISTORIA. SI ESO FUERA ASÍ SERÍA MUY GRAVE PORQUE SIGNIFICARÍA QUE VALDIVIESO HA IRRESPETADO A LAS MONJAS Y A TODOS LOS INTERVINIENTES EN ESTA HISTORIA AL ATENTAR EN CONTRA DE LO QUE HABRÁN DICHO PARA FULMINAR AL PADRE CORDERO. ¿SUPONGA USTED QUE SÍ LO NOMBRARON Y QUE EL QUE LO FULMINÓ SEA VALDIVIESO? TERRIBILIS IN VIA HISTORIAE... 

TAMBIÉN HE PENSADO QUE  LAS MONJAS PODRÍAN TENER PREJUICIOS CONTRA LA PEDERASTIA DE CÉSAR CORDERO Y POR ESO LO OCULTARON... PERO SI ESTO FUERA LO QUE HA PASADO HAY UNA COSA MÁS RARA: ¿POR QUÉ ENTONCES MINTIERON AL ALCALDE CRISTIAN ZAMORA DE QUE QUERÍAN CONTAR LA VERDAD DEL NIÑO VIAJERO SI LA PRINCIPAL VERDAD ES QUE EL CURA CÉSAR CORDERO MOSCOSO FUE EL PRINCIPAL MANTENEDOR Y AUSPICIANTE DE LA PASADA DEL NIÑO VIAJERO EN LA HISTORIA?

TAMBIÉN HE PENSADO QUE PUDO HABER UN PACTO CONCUPISCENTE DE TODOS LOS 8 INTERVINIENTES EN LA OBRA PARA FULMINAR AL PADRE CÉSAR CORDERO. EL RESULTADO FUE UN LIBRO EN CONTRA DE LA HISTORIA DEL NIÑO VIAJERO PORQUE VALDIVIESO NO PUDO TAMPOCO CORREGIR LOS TERRIBLES YERROS HISTÓRICOS QUE COMETEN DENTRO DE LA OBRA. PERO HAY OTRA COSA QUE ESTAMOS OLVIDANDO: HAY OTRO CULPABLE DE ESTA BARBARIE: SALOMÓN KOUPERMÁN, EL INEPTO DIRECTOR DE CULTURA, ACUSADO PENALMENTE DE INTIMIDACIÓN, PUES ESTE CIUDADANO NO PUDO ARREGLAR LOS ENTUERTOS DEL LIBRO NI CORREGIRLOS TAMPOCO PARA QUE MAS BIEN IMPRÍMASE IN VIA CALAMITATIS... SEA COMO FUERE, MI ESTIMADO SANTIAGO, ESTE LIBRO ES UN ESTROPICIO INFAME EN CONTRA DE LA VERDADERA HISTORIA DEL NIÑO VIAJERO IN COMMUNITATE NOSTRA. 

DIEGO DEMETRIO 
OCTAVA DOMINICA IN SEPTUAGESIMA IN ANNO SALUTIS NOSTRAE MMXXV
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6 comentarios:

  1. Qué ridículo... mejor hubiera sido que no le nombren al cura y listo. jjajjajajaj... borrarle 34 veces del libro? se ve q' ese señor Valdivieso es un idiota... y el señor Kouperman ni se diga..

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  2. Chistoso todo esto... dizqué quieren contar la verdadera historia y nos salen con mentiras sobre el niñito.... Pero este doctor Orellana les da cátedra por brutos...

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  3. Cuánta plata botaron en esta huevada? Total, para nada? para ser engañados de tantas cosas con el Niño viajero... Deben retirar de la circulación a ese libro

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  4. Entré en esta página pensando leer una bella historia del Niño Viajero y veo q' esto ha sido una denuncia de un libro q' no vale la pena comprar porque está llenito de errpres y equivocaciones... Qué irresponsabilidad.... todavía el doctor Valdivieso que yo creía que era de buena racha de historiadores.. jejeje... caras vemos corazones no sabemos... Lo más bruto es q´ese señor gringo Koupermann no ha podido corregir nada como dice el doctor Orellana... Qué gringo para bruto... basta con el apellido pa saber q' no sabe nada de nuestras cosas.

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  5. Estas son las cosas q' muestran la verdadera cara del alcalde Cristian Zamora... Todo es como si estuviera perfecto y nada es perfecto... Solo es show y engaño... De una ha ido al Carmen para entregar un libro mal hecho diciendo que es una verdad q' nadie sabía cuando este historiador se ha leído toditita la obra y descubre q' todo es una huevada, una mentira... Alcalde mentiroso... Así tenías q' caer junto a tus secuaces.... Pero de a veritas qué bruto ese Valdivieso y q´imbécil ese tal Koupermann q' no saben hacer libros... Y todavía Cuenca dizq' es la Atenas del Ecuador...

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