Un conocido dicho popular de nuestra
lengua de Castilla dice ab immemoriabili: «Dios
los cría y ellos se juntan». Y la frase vincúlase con las compañías en
la vida de las personas, pues la ironía de la misma alude a la natural inclinación
de los individuos para unirse con quienes comparten un mismo genio o similares
gustos, aficiones y temperamento.
Aplícase
también este pensamiento a las personas de conducta censurable y, desde el
mundo del Derecho, Covarrubias afirma in scriptis: «El codicioso y el tramposo fácilmente se conciertan», y como es
lógico, hasta para las acciones malas cuentan mucho las afinidades. Por eso, la
gente mala rejúntase con la gente mala y los buenos van unidos siempre tal como
las personas inteligentes que disfrutan debatiendo, in communio caritatis, sobre
cosas de altura o asuntos importantes para el mundo.
Y es
que las afinidades son las que perfilan las relaciones entre los seres humanos,
quienes normalmente únense con sus pares
afines ora por sus gustos, ora por sus intereses ora por sus comunes maneras de
ser, ya que el modus actuandi de cualquier individuo de la especie humana cuenta
mucho a la hora de escoger las amistades.
Ergo,
las personas que viven alejadas en remotos sitios de la Tierra, por más
distantes que estuvieren o por más diferentes puntos en donde hayan nacido un
día descubren, ab intra, que hay una fuerza sobrehumana que los une cum
affectio originalis en la vida. Y el dicho popular señala taxativamente
que justamente venimos al mundo tal como somos y las circunstancias hacen que
encontremos a los seres con quienes debemos estar para compartir nuestras
aficiones e intereses sicut erat in principio et nunc et semper.
Mas
la frase presenta algunas variaciones en el remate y, por ello, la gente suele
decir también: «Dios los cría y el diablo
los junta» o «Dios los cría y el
viento los amontona». La versatilidad del Castellano es lo que permite que
volemos en la imaginación para graficar, in stricta veritas, que son las
circunstancias las que perfilan el encuentro de los seres afines para
desarrollar sus amistades y por eso hay mucha sabiduría popular cuando dícese: «el diablo los junta» o « el viento los
amontona», puesto que los miembros de la gran familia humana que peregrina en
la Tierra, tarde o temprano, identifícanse por características comunes, por sus
idénticos perfiles o por sus coincidentes intereses o tendencias para confluir
y compartir sus vidas o, al menos, algunas prácticas afines. La frase, entonces,
vuélvese providencialista para dejar a la Providencia Divina el mágico
encuentro que une sus existencias in spiritus et veritas.
Rebus
sic stantibus/ Estando así las cosas, estas divagaciones sobre un dicho
popular de vieja solera y profunda veracidad in lingua nostra
llévannos a pensar en otra frase curiosa que impacta por su cruda verdad y
dice: «La inteligencia de un hombre se mide por la clase de mujer que tiene
como pareja», lo cual nos enfrenta a considerar que aunque los varones
y las mujeres únense también por sus similares gustos y aficiones, al tratarse
de una relación afectiva, es solo el varón inteligente quien busca una compañera
con la que, más allá de que compártense idénticos modos de ser y parecidas
aficiones, se regocija per se por ser una mujer virtuosa,
de aquellas de las cuales la Sagrada Escritura dice in veritas semper fidelis:
«MUJER VIRTUOSA, ¿QUIÉN LA HALLARÁ? PORQUE SU
ESTIMA SOBREPASA LARGAMENTE A LA DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS. EL CORAZÓN DE SU
MARIDO ESTÁ EN ELLA CONFIADO Y NO CARECERÁ DE GANANCIAS. ABRE SU BOCA CON
SABIDURÍA Y LA LEY DE CLEMENCIA ESTÁ EN SU LENGUA».
Así
entonces, ad concludendi, es hilarante comprobar in communitate nostra que
muchos varones reflejan su pésima inteligencia cuando no hallaron a la mujer
virtuosa in excelsis, pues algunas consortes de nuestros prójimos no son
para nada virtuosas sino mas bien mujeres de ánimo calenturiento, de ojos
altaneros, de lengua mentirosa, de labios injuriosos, de manos que hacen el mal
con capacidades insólitas para violar la privacidad de su cónyuge y destruir la
confianza, base sine qua non para cualquier relación afectiva destinada a
perdurar in saecula saeculorum. Ergo, nunca olvidemos que «ENGAÑOSA
ES LA GRACIA Y VANA LA HERMOSURA» si ello fue lo que hizo que nos
unamos a una mujer nada virtuosa in vita nostra.
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, mensis septembris, die XIX, currentis Anno Domini MMXV,
vesperas Dominica XXV per annum.
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