In libris libertas/ En los libros
libertad dice el inmortal apotegma latino por el que colúmbrase que los
libros son el encanto del alma, pues el conocimiento que en ellos devélase es
como el Sancta Sanctorum por el que accedemos a la sabiduría.
Sapientia est veneranda in mundum
universum/ La sabiduría es venerada en todo el universo, puesto que es
el grado más alto del conocimiento y dícese que cuando se la posee permítenos
apreciar las cosas como si se estuviere en la cima de un monte para contemplarlo
todo, con profundidad y claridad. Mas, para llegar a ella y ahondar en sus
misterios, el camino es arduo, dilatado y paciencioso. Requiérese de humildad y
sencillez, junto con el silencio que es, per se, la vía para explorarla,
mientras apréndense muchas cosas y clarifícase la inteligencia, a fin de
observar, con alacridad mental, la vera essentia de todo cuanto nuestra
atención es capaz de capturar.
Cuando una persona ama a la
sabiduría hay un constante apetito para buscar la verdad de todas las cosas y
esa búsqueda produce gran gozo espiritual y placentera satisfacción por todo lo
que se aprende, sub specie instantis, en cada momento, en las polifacéticas
experiencias de la vida o las diversas lecturas que hacemos, diem
per diem, para nuestro deleite personal.
Mas, no es el mucho saber lo que
sacia el alma y la embelesa sino el gustar y sentir internamente lo aprendido,
pues allí está el verdadero sentido de la sabiduría para quien anda tras ella.
Aquí opera entonces el natural proceso por el cual llegamos al «gaudium
de veritate» o «gozo de buscar la verdad», que es
una preciosa sensación que experiméntase cuando con las cosas aprendidas
caminamos por un túnel y de pronto encontramos la luz al final del camino. En
efecto, la sabiduría es lumen de lumine in terra/ luz de luz en la
tierra y su posesión implica un gozo interno que alegra el alma y
condiciona el espíritu para descubrir la verdad, meta superlativa que la
entraña de profundis en cada una de sus espectaculares facetas.
Valgan estas reflexiones para
explicar que la biblioteca del Monastère d'Admont, en Austria, diseñada por el
arquitecto Joseph Hueber, en el año del Señor de 1776, es uno de los centros de
acopio de libros más impresionantes in universa Terra, ora por la gran
calidad intelectual de sus colecciones, ora por los exquisitos y raros
volúmenes que allí encuéntranse, ora por el diseño arquitectónico de sublime
belleza que impacta de profundis al más imberbe observador que circule por este
singular espacio.
La biblioteca mide 70 metros de
largo, por 14 de ancho y 13 de altura y considérase como la biblioteca monacal benedictina más grande del planeta. Alberga alrededor de 200.000 volúmenes y millares de
manuscritos que guárdanse debajo de su cúpula barroca, en donde, ex
admirationem, obsérvanse frescos sorprendentes realizados por
Bartolomeo Altomonte, con escenas en las que contémplanse las etapas de la
evolución del conocimiento humano que, in excelsis, alcanza el punto más
elevado de la sabiduría que es la Revelación Divina. El local acopia,
además, 530 incunables que hállanse en
sus raros anaqueles, en un contexto en
el que percíbense, a capite ad calcem, los ideales de la Ilustración, en el
siglo de las luces, mientras las
esculturas barrocas de autoría de Josef Stammel contrastan admirabilis et
singularis ars gratia artis pro mundi beneficio et in honorem sapientiae.
PAX VOBIS,
Diego Demetrio Orellana
Datum Concha, apud flumina Tomebamba, mensis septembris, die XX,
currentis Anno Domini MMXV, Dominica XXV per annum.