Santa Ana de los Ríos de Cuenca, febrero 13 del año del Señor de 2011
In VI Dominica per annum
René Toral León
DIRECTOR DE DIARIO «EL TIEMPO»
Ciudad
Inmaculada Concepción. Catedral Nueva.
Escultura de Ángel María Figueroa
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Ad exemplum, hay un pie de foto en la imagen de la nota periodística que dice: «En la Catedral Vieja está la Virgen de la Inmaculada encima de una serpiente que simboliza el pecado». Qué falta de ubicación: En primer lugar, es en la Catedral Nueva, no en la Catedral Vieja y se nota claramente los contornos de la hornacina en donde se encuentra, al extremo superior de la nave derecha; en segundo lugar, en la antigua Catedral no existe ninguna Virgen Inmaculada y la que se publica fue realizada por el gran escultor Ángel María Figueroa.
Antigua Catedral de Santa Ana de los Ríos de Cuenca.
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Mas, en dicho trabajo periodístico se dice, verbi gratia: «El hombre se rinde ante la imagen. Y entonces su levedad se aplaca. Así lo evidencia Ana. Ella, serena y reflexiva, se muestra rebosante de fe. Yace al pie de la imagen de la Virgen del Carmen en la Catedral Vieja, el mural más antiguo de la ciudad y que data de 1573».
La verdad sea dicha: tal imagen es de la Santísima Virgen, pero no se trata de la Virgen del Carmen ni se ha comprobado tampoco que dicha pintura mural sea la más antigua de la urbe, ni que haya sido realizada en 1573. No hay certeza de ello y, que se sepa, las investigaciones existentes acerca de la Catedral Vieja presumen que la efigie es de la época de la Colonia, hacia el siglo XVII, pero nunca se ha precisado que sea exactamente del año 1573.
Baldaquino de la Catedral Nueva de Cuenca, al que diario «El Tiempo» confunde con la crucifixión y dice equívocamente que es una réplica del de San Pedro, en Roma.
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En otra parte del reportaje se dice: «El legado europeo desembocó, asimismo, en clásicas esculturas como la crucifixión de la Catedral Nueva, también llamada, por su estructura, baldaquino, una réplica exacta de la catedral del San Pedro de Roma y bañada en pan de oro».
Este texto representa un desatino que raya en la ridiculez y se erige como un monumento al absurdo, pues la expresión es abstrusa, de cápite ad calcem, ya que afirma que la crucifixión de la Catedral Nueva es llamada, por su estructura, baldaquino ¿Desde cuándo una crucifixión equivale a baldaquino? Por otro lado, ¿cuál es esa crucifixión de la Catedral Nueva? ¿Qué quiso decir el periodista que escribió este despropósito? ¿Acaso no queda claro que dicho señor no sabe qué es un baldaquino en la lengua de Castilla?
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Pero lo más grave de todo es que el texto de marras termina diciendo que el baldaquino de la Catedral de Cuenca es una réplica exacta del baldaquino de la Catedral de San Pedro de Roma. Esto es un ultraje imperdonable a la inteligencia, digno de baldón y oprobio, mientras resulta inaudito que haya tanto despiste para no abrir una enciclopedia o un libro de historia del Arte, ad effectum videndi, a fin de hacer una sencilla comparación que permita inferir que el baldaquino de la Catedral de San Pedro, famoso por haber sido realizado por Gian Lorenzo Bernini, es de forma cuadricular, mientras que el nuestro, en la Catedral de Cuenca, es de medio domo, detalle suficiente para descubrir, en forma elemental, que por ningún lado es una réplica de aquel egregio monumento del Barroco en la historia del Arte.
Esta equivocación de diario «El Tiempo» es una infamia en contra de la Historia y deja en mal predicamento el prestigio de vuestro matutino, pues abysssum abyssus invocat/ El abismo llama al abismo y así hemos de ver que más abajo, termináis finalmente afirmando otro absurdo imperdonable: «…la figura de piedad a la que hace alusión la Virgen de los Presos de la iglesia de La Merced».
En la iglesia de la Merced no existe ninguna Piedad; tampoco es descifrable a qué imagen de dicha iglesia el periodista la llama «Virgen de los presos». Ergo, la pregunta que debemos hacernos es entonces: ¿Se desconoce qué es una Piedad o quizás el periodista se está refiriendo a la Virgen de la Merced, conocida como «Redemptrix captivorum» o «Redentora de los cautivos», en cuyo caso, el periodista quizás quiso hablar de su rostro piadoso? ¿No es este un caso de verdadera ignorancia invencible, doctor Toral, o qué falta de sensus comunis se percibe, desde cualquier punto de vista, para realizar un reportaje que intentó distraer a vuestros lectores y que más bien les confunde ad infinitum?
Y como «Qui amat periculum in illo perivit/ El que ama el peligro, en él perecerá», finalmente vuestra investigación concluye diciendo: «El arte religioso también se proyecta en las puertas de iglesias como Santo Domingo, San Alfonso y las catedrales. Las figuras, la mayoría talladas en madera, trazan las clásicas del cristianismo como los ángeles, el cáliz o las uvas que simbolizan la sangre derramada de Cristo para redimir a la humanidad de sus pecados».
La descripción sobre las figuras talladas en las puertas de las iglesias es pobrísima desde toda esfera y sorprende, ex admirationem, que se diga que las uvas simbolizan la sangre derramada de Cristo para redimir a la humanidad de sus pecados, ya que en la iconografía de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, el vino es el que representa a la sangre derramada por Nuestro Señor Jesucristo, Redemptor Hominis, para la redención del género humano, pero las uvas sólo nos muestran que de allí se fabrica el vino in saecula saeculorum, por lo que vuestro periodista, autor de esta nota, os hace quedar tan mal que merece una sanción ejemplarizadora para escribir mejor vuestros reportajes dominicales con los que se debería educar a los lectores, concientizar a los ciudadanos y no hundirlos en la desinformación y la ignorancia.
Esperando que estas precisiones contribuyan a que tengáis más cuidado en la preparación de vuestros trabajos de investigación periodística, me suscribo con un cordial saludo in Iesu, Pontifex qui nobis viam novam initiasti,
DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis februarius, die XIII, reparate salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus decimus ac primus, in VI Dominica per annum.
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