domingo, 15 de noviembre de 2020

BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CUENCA: 15 DE NOVIEMBRE DE 1820

 

In via lucis/ En el camino de la luz, el proceso emancipador de la independencia de Cuenca fue un esplendente acontecimiento con una singular consecuencia, la proclamación de la República de Cuenca, pues los próceres concibieron que la capital de la morlaquía fuese un autónomo territorio gobernado, ad arbitrium, como una nación de veras paladina y libertaria, tanto como altiva y soberana, con un propio status legal de admirable condición libérrima ad futuram rei memoriam.

Para ello, luego de la feroz y cruenta epopeya libertaria del 3 de Noviembre de 1820 nombróse como Jefe civil y militar de la naciente República de Cuenca a José María Vázquez de Noboa, abogado chileno, quien era el gobernador nombrado en reemplazo de Antonio Díaz Cruzado y, a la vez, ejercía las funciones de alcalde de segundo voto pero que devino en uno de los principales líderes de la revuelta emancipadora.

Ergo, como infiérese in honorem veritatis la Junta Suprema de Gobierno quedó presidida por este peculiar personaje, Vázquez de Noboa, «en señal de gratitud de haber sido el autor principal para plantear el sistema adoptado», quien -en su condición de abogado- orientó de iure el organigrama legal que debía tener la libertaria urbe. Habíase dispuesto pues que su período de mando duraría cinco años en calidad de jefe del gobierno político y a perpetuidad en lo militar, en tanto dispúsose que las futuras nominaciones habrían de durar dos años y serían fruto de elecciones populares.

Post factum, Deo gratias, en tanto la urbe era católica, apostólica y romana la primera de las públicas acciones que tomáronse fue cantar un TE DEUM en acción de gracias al Altísimo por el inefable don de la libertad política. Para ello, en la santa iglesia catedral de Cuenca -que hoy es la antigua iglesia de El Sagrario o Catedral Vieja- oficióse una MISSA SOLEMNIS para luego jurar la independencia de la urbe. Esto aconteció el día domingo 5 de noviembre de 1820. Como era práctica común, in nostra Sancta Mater Ecclesia, escogióse un orador sagrado para el panegírico de dicha eucaristía en la persona del presbítero Andrés Beltrán de los Ríos, de elocuente y apasionado verbo, capaz de entusiasmar a un auditorio hasta los paroxísticos sentimientos de inflamante patriotismo en la convicción escatológica de que el Señor, dador de todos los bienes, es luz, verdad y vida/ lux, veritas et vita. Luego de la sacra ceremonia juróse la emancipación política de Cuenca ante Deum,/ ante Dios, Pontifex fidelis et misericors/ Pontífice fiel y misericordioso.

 

Otra de las acciones tomadas por Vázquez de Noboa, ad arbitrium et in honorem libertatis, fue comunicar sobre los hechos libertarios de nuestra independencia al vicepresidente de la República de Colombia, a la sazón Francisco de Paula Santander, en una misiva de fecha 7 de noviembre de 1820 que narraba los acontecimientos en los siguientes términos: «Capitanía General. Intendencia de Cuenca. Considerando que servirán de grande satisfacción a V.S. los heroicos esfuerzos de esta provincia hasta conseguir su independencia de la Península, me apresuro a comunicarlo a V.S. que los días tres y cuatro del corriente fueron los de la mayor ignominia para los agentes del despotismo: en ellos vieron que al valor nada se resiste, y convencidos de la impotencia de sus armas y de que la sangre de los patriotas, derramada por ellos infructuosamente, solo servía para electrizar a los que se habían decidido por la noble empresa de recobrar los derechos usurpados a sus mayores, se decidieron, mal de su grado, a la entrega del cuartel, y a que reinase el orden, la unión y alegría, que forma el carácter de los patriotas. Hacer respetar del visir de Quito estas insignias deprimidas por más de trescientos años, es el anhelo de los ciudadanos que tengo el honor de mandar, cuya unión al sistema que V.E. protege hará efectiva la gloria de la Patria, que reconoce tantos héroes, cuántos hijos abriga en su seno. Dios guarde a V. S. muchos años. Cuenca, noviembre 7 de 1820. Primero de su independencia. José María Vázquez de Noboa».

El libertador Simón Bolívar y la Gran Colombia


Conviene columbrar, desde nuestra visión histórica, que Vázquez de Noboa parece haber tenido apodíctica certeza en la filiación de Cuenca con la república de Colombia y el libertador Simón Bolívar, a cuyo gobierno informóse de la gesta libertaria pues la urbe debía unirse a lo que habría de ser la Gran Colombia, que por entonces gestábase gloriosa in via libertatis. Dicho sea de paso, esa era además una de las supremas aspiraciones del libertador Simón Bolívar, quien providencialmente confluía en este empeño con el prócer Vázquez de Noboa. Quid pro quo, no de otra forma débese comprender el porqué de la celeridad que éste tuvo para poner al día al gobierno colombiano de los pormenores de la independencia cuencana toda vez que dando cuenta del asunto a Colombia asegurábase más in perpetuumel estratégico apoyo para sostener la libertad conquistada.

Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920

Un día después del envío de esta importante misiva, el 8 de noviembre, convocóse a un ente llamado el Consejo de la Sanción, que equipárase a lo que hoy podríase considerar sensu stricto como una asamblea constituyente, a fin de elaborar el Plan de Gobierno o Ley Fundamental de la República de Cuenca, que fue aprobada, ad referendum, por los diputados electos o designados para ello, el 15 de noviembre de 1820. Para el funcionamiento de tal Consejo de la Sanción sus integrantes eligieron como secretario de la misma a León de la Piedra, uno de los próceres y patriotas de la gesta libertaria del 3 de Noviembre de 1820.

Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920


Quid pro quo, en las debidas deliberaciones y cavilaciones tenidas en aquellos días, actuaron representantes de toda la comunidad cuencana ora de las instituciones públicas, ora de las entidades religiosas, ora de los barrios de la urbe y de sus parroquias rurales y campesinas en número de 35 diputados que fueron electos, in pubblica et privata res, desde un variopinto espectro de estamentos diversos unificados todos en el siguiente orden de prelación: los cabildos municipal y eclesiástico, los gremios de abogados, comerciantes y agricultores, que eran los más relevantes grupos citadinos que hacían la vida pública de Cuenca in diebus illis/ en aquellos días. Con natural fruición y alborozo por crear una república independiente todos aglutináronse como los vasos comunicantes que interactúan en perfecta euritmia y así, exceptis excipiendis, diríase que todas las principales localidades que conformaban lo que constituía la Gobernación de Cuenca estuvieron representadas: los pueblos de Azogues, Biblián, Cañar, Cañaribamba, Cumbe, Chuquipata, Déleg, El Ejido, El Valle y Guachapala que era conocido como Asmal in illo tempore/ en aquel tiempo. También hubo líderes de Baños, Sidcay, Molleturo, Paccha, San Bartolomé, Paute, Girón, Gualaceo, Jadán, Oña, Nabón,Pucará, Sígsig, Taday yJima.

En consecuencia, el 15 de noviembre de 1820 -día en que la Carta Magna de la república de Cuenca fue firmada- constituye otra de las lumínicas jornadas de nuestra independencia. La Ley Fundamental de la novísima República de Cuenca era desde aquella fecha el instrumento jurídico bajo el cual debía gobernarse la región pro Patria et Deo. Hoy, 15 de noviembre del año 2020, celébrase pues el BICENTENARIO DE LA PROCLAMACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE CUENCA.

 

De vehementi, un dato particularísimo da fehaciente prueba de la originalidad con la que actuóse, en nuestra especie de asamblea constituyente o Consejo de la Sanción, cuando en las deliberaciones aprobóse un escudo libertario cuyos significantes y significados reivindicaban a la clase plebeya por sobre todas las cosas. Efectivamente, en el libertario blasón un indio cañari con una lanza en ristre eleva su mano al cielo, in excelsis, señalando una estrella de cinco puntas representada como una «lux libertatis»o «luz de la libertad» con la seguridad de que en la praxis trátase de una realidad y no de una entelequia en tanto ser libre es un derecho que ha conquistádose tal como ha díchose en la sempiterna lingua latina: «Ad astra per aspera/ A las estrellas por el sendero áspero».Por ello, el iridiscente astro que refulge lumínico in excelsis, con prístina luz, vuélvese inter nos como el icónico símbolo de la libertad mientras la lanza en ristre con la que el indígena apóyase firmemente sobre el suelo es el significante de la posesión de la tierra usurpada por el león ibérico al que ha derrotádose in honorem libertatis/ en honor de la libertad.

 

Escudo de la Independencia de Cuenca y poema de Remigio Tamariz Crespo
Arch
ivo de Miguel Díaz Cueva


No obstante, hubo de ser Remigio Tamariz Crespo, uno de los más exquisitos bardos del parnaso de la morlaquía, aquel poeta que dijera desde conceptuosos y precisos versos la significación precisa de nuestro primigenio escudo independentista. Copiámoslo ex integro«De pie, en alarde olímpico, victorioso indiano/ clava en su libre tierra su redentor acero/ y muestra en lo infinito con la sangrienta mano/ el sol que de la gloria señala el derrotero. Es el esclavo invicto trocado en soberano/ del suelo en que su trono fatal alzó el íbero:/ su lanza es lanza ungida con sangre del tirano,/ su sol, el sol que dora los lauros del guerrero».

Casa de José María Vázquez de Noboa donde firmóse la Constitución de Cuenca, según plumilla de Abraham Sarmiento Carrión. Archivo de Felipe Díaz Heredia 


Ad gloriam aeternam/ Para la gloria eterna, el sitio donde firmóse la Carta Magna de la libérrima Cuenca fue la casa en la que José María Vázquez de Noboa residía, edificación histórica que ubicábase en la actual calle Sucre, que por entonces llamábase con el colonial nombre de calle del Águila y que, según la tradición, también entre el vulgo conocíasela desde la Colonia como «Calle del Azul de Prusia», entre las actuales General Torres y Padre Aguirre, donde actualmente funciona la Cooperativa de Ahorro y Crédito Juventud Ecuatoriana Progresista, JEP, y que fue también el edificio del Filanbanco y hace 100 años, en el primer centenario de la independencia, era la residencia de José Peralta.

 


Sin embargo, desgraciadamente, el alborozo de la libertad por la independencia cuencana hubo de durarnos muy poco pues Vázquez de Noboa, natural de Chile, que añadió a sus nombres y apellidos los de López de Arteaga tanto como las dignidades de Presidente de la Junta Suprema de Gobierno, Senado de Justicia, Excelentísimo Cabildo y demás Corporaciones del Distrito, General del Ejército Libertador de las Cadenas, Jefe Político y Militar de la Provincia Libre de Cuenca, estuvo en el mando apenas un poco más de un mes hasta el 20 de diciembre de 1820.

 

Obelisco a los héroes del combate de Verdeloma


Praeter opinionem/ Contra toda expectativa, en ese fatídico día, las tropas españolas en un número aproximado de 600 efectivos a las órdenes del general Aymerich y comandadas por el coronel español Francisco González derrotaron en un sangriento combate a los ejércitos patriotas de Cuenca en Verdeloma, localidad vecina a Biblián. El batallón de los patriotas era menos numeroso pero hallábase desprovisto de suficiente armamento, lo cual fue la inexorable causa de la derrota. Los soldados españoles, heridos por la vergonzosa pérdida del poder monárquico, recuperaron el mando e irrumpieron en Cuenca para acabar con la naciente república y subyugarla nuevamente bajo el poder monárquico de la corona española.

 Dícese, in via veritatis/ en el camino de la verdad, que el ejército de los patriotas comandado por el coronel José María Hidalgo de Cisneros sufrió irreparables bajas debido a la desigualdad de las fuerzas, en vista de que nuestros ejércitos no contaban con el suficiente armamento para ganar el combate. Así, aproximadamente 220 personas perdieron la vida en una angustiosa lucha por preservar la libertad alcanzada en las jornadas del 3 y 4 de Noviembre de 1820.

Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920


48 días contados desde el 3 de Noviembre y 35 días desde la promulgación de la constitución Cuenca fue libre para caer nuevamente, tristis et aflicta, de manera infame, en las garras del león ibérico como ya lo hemos dicho ut supra. En la capital de la morlaquía y lo que llamábase Gobernación de Cuenca volvieron los españoles a instaurar, con enfermiza venganza, un dictatorial gobierno que actuó con vesania e insania para amedrentar y perseguir a los próceres y patriotas a quienes debémosles la libertad política de la gesta novembrina.

Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920


In urbe nostra, la atmósfera creada fue de veras oprobiosa que, in stricta iustitia, el año de 1821 débese de considerar como un «ANNUS HORRIBILIS» puesto que durante todo este período cometiéronse una serie de abusos y atropellos por parte de los realistas sobre los patriotas cuencanos. Instauróse un malévolo reino del terror con una brutal dictadura que persiguió, con la hidrópica sed de la venganza, a los patriotas que protagonizaron la gesta del 3 de Noviembre, los cuales fueron humillados y expropiados de sus bienes hasta las fronteras máximas de la execración y la blasfemia.

Monumento itinerante en el Primer Centenario de la Independencia de Cuenca, 1920


Así, las autoridades realistas al mando de Francisco González tuvieron en este nefasto personaje a un tirano represor que gobernó a Cuenca con un abominable y despótico modus actuandi inficionado de «animus necandi»o «intención de hacer daño». Así, con la paroxística histeria de quien busca tras de sí venganza y destrucción imponía permanentes vejámenes y ultrajes en contra de los cuencanos. Sábese, verbi gratia, que estableció una Junta de Secuestros, advenedizo estamento inventado con malicia para decomisar las propiedades de todos aquellos que habían participado en la epopeya novembrina. Ergo, muchos de quienes fueron partícipes de la independencia tuvieron inclusive que emigrar a diversos lugares, contra voluntatis/ en contra de la voluntad. Guayaquil, urbe donde habíase consolidado la independencia de manera definitiva, fue uno de los lugares a donde algunos próceres prefirieron exiliarse huyendo de estas inverecundas e infamantes persecuciones.


Ad exemplum, Vázquez de Noboa, quien habíase casado con una dama cuencana, Teresa Ramírez Gordillo, tuvo que sufrir una vergonzante tribulación cuando el 20 de diciembre de 1820 la monarquía española hízose con el poder de la urbe. Así entonces, desapareció de nuestras tierras privado de sus honores y sus bienes, conociéndose poco sobre el destino que hubo de sufrir. Sábese que fue a Lima, donde estuvo al servicio del protector del Perú, el general José de San Martín. Luego enrolóse en las filas del presidente José de la Riga Agüero, quien fue derrotado por los ejércitos de Bolívar y el benemérito patriota de la independencia de Cuenca fue condenado a muerte, mas ignórase si la orden fue cumplida.


En este ANNUS HORRIBILIS de 1821 establecióse pues un despiadado y vengativo modo de gobierno en el que organizáronse requisas, infamantes empréstitos tanto como orquestáronse viles extorsiones y absurdos impuestos a los habitantes de la capital de la morlaquía. Queríase de esta forma, per fas et per nefas, obtener recursos para la manutención de los ejércitos reales mientras incoábase a la comunidad cuencana por el atrevido e intrépido gesto que tuvimos para gestar nuestra independencia in via libertatis.

Melchor de Aymerich


Antonio Arteaga era otro de los gobernantes españoles que junto a González coadyuvó en la implantación de este inicuo y monstruoso reino del terror. Era coronel de los reales ejércitos. El presidente de la Real Audiencia de Quito, Melchor Aymerich, había ordenado al cabildo realista de Cuenca una verdadera cacería de brujas para vengarse de los patriotas cuencanos. Entre sus nefandas disposiciones destacábase una por la cual ordenó que se hiciese una lista negra de los «sediciosos» y «rebeldes» del 3 deNoviembre de 1820 como acostumbrábanse los realistas en llamar a nuestros bizarros y altivos patriotas. Así, enlistados los próceres la persecución fue inicua y perversa, sin contemplaciones de ninguna especie en un esquizofrénico y despreciativo ambiente donde el odio y la venganza eran como el caldo de cultivo donde anidaban felices las malditas autoridades realistas con sus espíritus enfermos por la venganza y la inverecunda retaliación.


Establecióse una Junta Militar y fueron sus máximas autoridades el comandante Francisco González y Antonio Arteaga, coronel graduado que había recibido los rimbombantes nombramientos de teniente, jefe político subalterno, intendente y comandante militar de esta provincia, que en resumidas cuentas hacíanlo como el verdadero gobernador debido a tan amplios y omnímodos poderes con los que era capaz de hacer y deshacer buscando aniquilar a toda costa para que los ciudadanos le temiesen no porque imponía orden y respeto sino por promover el pánico y la maldad con una villanía nunca antes vista in communitate nostra. Los dos juntos, hermanados como siameses en la perversidad, eran como las «anguis in herba» o «serpientes bajo la hierba» super flumina Tomebamba. El desalmado gobierno de Arteaga cesó a mediados de este ANNUS HORRIBILIS, en julio de 1821, pero no concluyó del todo por cuanto su repugnante y oprobioso alter ego, Francisco González, hubo de permanecer intacto en el autocrático mando del gobierno realista que era digno de ludibrio y de baldón, pues como dícese in sacra scriptura: «Como oso hambriento y león rugiente, así es el gobernante impío que gobierna sobre un pueblo pobre».

Cuando González tuvo que marcharse a Quito fue reemplazado por el ciudadano ibérico Francisco Eugenio Tamariz, quien posteriormente, cuando Antonio José de Sucre incursiona en nuestros lares para liberarnos del hispánico yugo, conviértese a la causa libertaria siendo un eminente personaje al servicio de nuestros intereses in historia civitatis/ en la historia de la ciudad.

Antonio José de Sucre


Los tiempos de escalofriante venganza alcanzaron a enero y parte de febrero del año del Señor de 1822. Francisco González continuaba al mando de la Gobernación de Cuenca y era él quien más esmerábase en aplicar un dictatorial sistema de gobierno por aquellos días hasta que el 21 de este bendito mes el mariscal Antonio José de Sucre, por órdenes del libertador Simón Bolívar, organizó una campaña militar para la liberación definitiva del yugo español -la cual venía combatiendo desde los puntos meridionales del Departamento del Sur- entró en forma triunfal a Cuenca para rescatarla finalmente del poderío español con un ejército de 20.000 personas. Los españoles, ante el mar humano que representaba este tremendo batallón, abandonaron la ciudad después de saquearla previamente alcanzándose así la conclusión del proceso emancipador de Cuenca.

Medalla conmemorativa del I Centenario de la Batalla del Pichincha, 1922
Archivo de Miguel Díaz Cueva


Ad concludendi, la definitiva independencia de Cuenca el 21 de febrero de 1820 hubo de constituirse en el  preludio y pregón de la Batalla del Pichincha que tuvo lugar el 24 de Mayo de 1822. Desde entonces, Cuenca fue definitivamente libre apud flumina Tomebamba, in honorem libertatis in vita communitatis.


Diego Demetrio Orellana

Datum Conchae, super flumina Tomebamba, mensis novembris, die XV, currentis Anno Domini MMXX, in honorem libertatis.


ADDENDUM





TEXTO DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE CUENCA 

En la ciudad de Cuenca, a quince de noviembre de 1820, primero de su independencia. Los S.S. Diputados así de las corporaciones de esta ciudad, como de todos los pueblos de esta provincia que abajo suscribirán.

Hallándose reunidos en las casas que habita el Excelentísimo Sr. General Jefe Político y Militar de esta provincia libre, a efecto de sancionar el Plan de Gobierno que deba adoptarse según el sistema de independencia que ha proclamado,

EN EL NOMBRE DE DIOS TODOPODEROSO, SER SUPREMO Y ÚNICO LEGISLADOR, CUYO SANTO NOMBRE INVOCAMOS, AMÉN.

CAPÍTULO I

Artículo 1. La Religión Católica, Apostólica, Romana será la única que adopte, como adopta esta república, sin que ninguna otra, en tiempo alguno, pueda consentirse bajo ningún pretexto, y antes por sus moradores y por el Gobierno será perseguido todo cisma que pueda manchar la pureza de su santidad.

Artículo 2. Cuenca es y será para siempre una provincia libre e independiente de toda potencia o autoridad extraña, sin que en ningún caso deba ser subyugada por su voluntad.

Artículo 3. Sin embargo, es y será confederada con las limítrofes y con todas las de América para los casos y cosas tocantes al sostén mutuo de su independencia y recíprocos derechos.

Artículo 4. Su gobierno político durará en el presente Jefe el Excelentísimo Señor Don José María Vázquez de Noboa por término de cinco años, aun cuando la guerra con la Península o sus sectarios se termine en menos tiempo, pero si ésta continuase más, permanecerá el mando político y militar en el mismo Excelentísimo Señor hasta que efectivamente la América quede emancipada del antiguo despotismo español.

Artículo 5. Terminando el gobierno político en el actual jefe, para la posteridad se muda cada dos años por elección practicada en el modo y forma que se ha verificado esta Junta.

Artículo 6. El gobierno militar y mando en Jefe de las armas estará en el oficial de mayor graduación; como hoy reside éste en el Excelentísimo Señor Doctor Don José MaríaVázquez de Noboa es a quien le pertenece perpetuamente, en pequeña gratitud de haber sido el autor principal para plantear el sistema adoptado; justa y cordial recompensa por el voto general. Mas, para lo sucesivo no podrá reunir un solo individuo el mando político y militar, respecto a que indispensablemente ha de estar cada atribución en distinta persona que merezca la confianza pública o que obtenga su grado militar, en premio de los servicios hechos a la Patria.

Artículo 7. El actual Jefe como tal presidirá en todos los tribunales, senado y corporaciones de la provincia y en cualesquiera juntas que deban practicarse por exigirlo algunas circunstancias que imperiosamente lo pidan.

Artículo 8. Sus atribuciones serán las que han correspondido a los virreyes, capitanes generales, con el agregado de la independencia en el uso y ejercicio de ellas.

Artículo 9. Tendrá el Jefe amplia autoridad con jurisdicción ordinaria para juzgar los negocios y causas que no pendan ante otro juez competente, siendo lo privativo de los senadores y vocales de la Junta, con apelación al Senado.

Artículo 10. Los delitos cometidos por los jefes serán juzgados en primera instancia por el Senado de Justicia y en segunda y tercera por la Junta Suprema de Gobierno.

Artículo 11. Este tribunal será el juez de residencia de dicho Jefe, cuando concluya su mando; debiendo entablarse las instancias que sobre ella se propongan dentro del término de cuarenta días y terminare en el de veinte.

Artículo 12. En las ausencias o enfermedades del Jefe ejercerá las funciones de tal el vocal de la Junta que la presida en lo interior de sus funciones y a falta de aquel, cuya designación se hará por los mismos vocales por suerte; y en lo militar el oficial de mayor graduación.

CAPÍTULO II

Artículo 13. Habrá una Junta de Gobierno con el título de Suprema, el tratamiento de Eminencia en cuerpo y de Señoría en particular.

Artículo 14. Sus individuos serán hoy nombrados por la presente Junta de diputados del común y durarán dos años los que pasados se volverá a elegir por el mismo orden.

Artículo 15. Se compondrá por ahora de cinco individuos y en lo sucesivo de cuatro, suprimiendo el vocal regular, será uno por el clero secular, otro por el comercio, otro por la agricultura, otro por la milicia y hoy, uno por el clero regular.

 Artículo 16. La dotación de estas plazas será la de cuatrocientos pesos anuales del secretario, que durará el mismo tiempo, la de doscientos, con cien pesos más para gastos de oficina y paga de un oficial.

 Artículo 17. Sus atribuciones estarán reducidas, a acordar con el Presidente las disposiciones generales gubernativas:

 Declarar la guerra y establecer la paz con anuencia del Jefe, no teniendo voto en el primer caso el de los eclesiásticos:

 Conferir sobre el procomún de la provincia;

Promover el fomento de la agricultura y del comercio;

 Fomentar las manufacturas, con premio para el que las descubriere o adelantare;

 Establecer los medios conducentes a la salud pública;

 Cuidar del ornato de las poblaciones;

 Promover la educación de la juventud;

 Establecer el plan de ella y de estudios y grados, detallando las facultades de los colegios. Para este objeto se verificará esto con acuerdo del Senado de Justicia y Diputación del Ayuntamiento.

 Artículo 18. Si sucediere que muera algún vocal de la Junta dentro del tiempo de su mando, reemplazará su lugar otro elegido por el mismo orden.

 Artículo 19. El distintivo o uniforme correspondiente a esta corporación será señalado oportunamente por el jefe.

 CAPÍTULO III

 Artículo 20. Habrá un Senado de Justicia compuesto de cuatro individuos con perpetuidaden sus destinos.

 Artículo 21. Serán iguales en dignidad y uniformes, siendo sus preeminencias por el orden de antigüedad y las mismas que se han acostumbrado hasta aquí con los individuos llamados de los tribunales de audiencia.

 Artículo 22. Su distintivo será uniforme negro, banda aurora y sombrero de picos, alamares de plata en la solapa y botamanga, a un lado del cuello dos brazos unidos y al otro una balanza.

 Artículo 23. Su tratamiento: en cuerpo de Excelentísima, y en particular de Señoría.

 Artículo 24. Tendrá un secretario de cámara y un relator con trescientos pesos de dotación cada uno y los emolumentos de estilo, pasándose, además, al primero la cantidad de ciento cincuenta pesos oficiales y gastos de oficina.

 Artículo 25. Las atribuciones de este cuerpo estarán reducidas a la administración de justicia en segunda y tercera instancia en todo ramo y materia que llegue a ser contenciosa; debiendo admitirse las apelaciones en todo negocio que pase de cien pesos fuertes.

 Artículo 26. También abrazará el conocimiento de dicho Senado los recursos de fuerza y demás que ha conocido hasta hoy el llamado tribunal de audiencia.

 Artículo 27. Se gobernará por ahora por los códigos que han regido hasta hoy en materia de justicia, con sujeción a la reforma que estos puedan padecer por particulares circunstancias hasta que, generalizado el sistema independiente en las Américas, se adopte la legislación que más convenga.

 Artículo 28. De los cuatro senadores, los tres ejercerán la judicatura y el menos antiguo se denominará fiscal, cuyo ejercicio comprenderá lo civil, criminal y de hacienda patriótica en su tribunal, asistiendo a él con voto en las materias en que no sea parte.

 Artículo 29. Entre los senadores el decano será el regente (o presidente) y ejercerá como el fiscal las atribuciones particulares que por las expresadas leyes correspondían.

 Artículo 30. Su dotación será la de mil doscientos pesos al decano y mil pesos a los demás.

 Artículo 31. Las provisiones se sellarán con las armas de la ciudad sin derechos de canciller.

 Artículo 32. Las provisiones de estas plazas como las demás políticas tocan exclusivamente al jefe, según queda sancionado, no contratándose artículo alguno expreso del plan a las provisiones militares por haberse estimado inconcuso e incuestionable que es privativa del general.

 CAPÍTULO IV

 Artículo 33. Habrá igualmente por ahora y mientras las circunstancias lo hagan útil un tribunal de vigilancia compuesto por las personas que tenga a bien el Jefe, a quien incumbe con preferencia cuidar el orden, tranquilidad y sumisión de los pueblos a las autoridades constituidas.

 Artículo 34. Sus individuos ejercerán esta comisión sin renta, estimándola por una carga anexa a los buenos desempeños y demostración de su patriotismo, cuyo mérito se tendrá por recomendable.

 Artículo 35. Serán amovibles por el Jefe en todo o por tiempo limitado, según convenga a la quietud pública.

 Artículo 36. El orden de proceder en el ejercicio de dicha comisión será detallado por el jefe, con acuerdo del Senado de Justicia.

 CAPÍTULO V

 Artículo 37. Para el gobierno interior, en los diferentes ramos de su comprensión, habrá por ahora las mismas autoridades, corporaciones y oficios que hasta aquí reducidas en primer lugar a un Ayuntamiento compuesto de dieciséis regidores, dos alcaldes ordinarios, dos procuradores y un secretario, elegidos anualmente en el modo y forma que lo han sido por la Constitución española.

 Artículo 38. Se confirma al actual Ayuntamiento, sus alcaldes ordinarios y sus secretarios.

 Artículo 39. El pueblo en la forma dicha procederá a elegir los funcionarios que faltan el completo, cuyo número y días para el caso se designarán por el jefe.

 Artículo 40. La jurisdicción de los alcaldes será la misma que tuvieron los ordinarios con apelación al Senado.

 Artículo 41. El Ayuntamiento tendrá, igualmente, las mismas atribuciones que tuvo antes el Cabildo llamado Real.

 Artículo 42. Los pueblos de la provincia por el orden establecido elegirán anualmente un juez territorial con la facultad en lo civil de conocer y sentenciar sin proceso hasta la cantidad de cincuenta pesos y en lo criminal hasta cerrar el sumario y dar cuenta a los jueces de la capital. El fallo sobre la cantidad de cincuenta pesos será sin apelación escrita, quedando al Jefe con el acuerdo, designar el modo de sustanciar estas apelaciones verbales.

 CAPÍTULO VI

 Artículo 43. La hacienda patriótica se gobernará por ahora bajo del mismo plan que ha estado antes de la llamada Constitución española, designándose por el gobierno al excelentísimo propietario de ella la dotación conveniente, en consideración al déficit que ha padecido de su renta, adoptado el sistema republicano, y en premio de sus servicios y patriotismo.

 Artículo 44. Las causas contenciosas de hacienda serán conocidas en primera instancia por el alcalde de primer voto, con las apelaciones al Senado, perteneciendo lo gubernativo, económico y directivo al jefe superior de la provincia.

 Artículo 45. Estas causas se sustanciarán con un abogado fiscal que intervenga en los casos y cosas que le pertenezcan por su ministerio, sin más renta que sus emolumentos.

 CAPÍTULO VII

 Artículo 46. En orden al estado militar sus preeminencias, rentas, disciplina, etc., serán por ahora conforme a la ordenanza militar que ha regido en América y que queda adoptada con los mismos privilegios en orden a perpetuidad, montepío, etc., siendo de advertir que estas contribuciones no se cobrarán hasta pasados seis meses, en consideraciones a las particulares circunstancias que se han tenido presentes.

 CAPÍTULO VIII

 Artículo 47. Habiéndose omitido por equivocación poner este artículo en el capítulo que corresponde, siendo indispensable se adicione, que la renta del jefe político será la de cuatro mil pesos y concluido su término la que le corresponda por razón de su grado militar según ordenanza.

 CAPÍTULO IX

 Artículo 48. Las oficinas serán reunidas a una casa patriótica con dos oficiales conservadores, iguales en facultades a los que antes se llamaban oficiales reales con dotación de mil pesos cada uno.

 Artículo 49. La administración de tributos que hoy corre a cargo de uno, en lo sucesivo estará a cargo de los administradores de los pueblos con el 4 por ciento, obligación de fianza y de rendir cuenta a la caja pública, con cuyo boleto se cancelará aquella.

 Artículo 50. El primer alcalde ordinario de Cuenca cobrará los tributos de los indios que pertenecen a las parroquias de San Blas, San Sebastián y San Roque, con la misma dotación, etc.

 Artículo 51. El gobierno formando expediente sobre el particular, designará la cantidad de fianza correspondiente a cada pueblo.

 Artículo 52. Habrá un administrador de alcabalas por el mismo orden que ha existido hasta aquí, sujeta a las modificaciones que se le han puesto y en adelante se le pusieren.

 Artículo 53. La de correos existirá en el pie actual.

 Artículo 54. Por lo peculiar a la renta decimal, su custodia y cobro continuará bajo el mismopie que hasta aquí se ha practicado, introduciéndose a la caja pública.

 Artículo 55. Los novenos vacantes mayores y menores que pertenecían antes a la real hacienda se discutió si correspondían a la masa patriótica y, aunque se opinaba por la afirmativa, habiéndose propuesto por algunos senadores que debían revertir a la silla apostólica, se resolvió que respecto a que la materia era delicada y ardua, se formase dentro de quince días una junta de canonistas y teólogos para que se decidiese el particular y que lo que de allí saliese resuelto se tuviese por ley fundamental, sancionada en el presente Plan, lo mismo que se hubiera hecho en el día de hoy.

 Con lo cual se concluyó la Sanción y lo firmaron con Su Excelencia y los demás componentes de que certifico como secretario nombrado para este acto por toda la corporación.

 José María Vázquez de Noboa; Dr. Juan Aguilar Cubillus, diputado del Cabildo Eclesiástico; Dn. Miguel Custodio Veintimilla, diputado del venerable clero; José de Cárdenas, diputado del comercio.

 Dr. Joaquín Salazar, diputado de abogados

Bernardino de Sisniegas, diputado de Taday

Dr. Miguel Rodríguez, diputado

Francisco Chica, diputado del Ayuntamiento

Ministro fray Alejandro Rodríguez,diputado de las religiones

Felipe Serrano, diputado de la milicia

José María Borrero y Baca,diputado de los agricultores

Juan Orozco y Guerrero, diputado deAzogues

Manuel Ramírez, diputado de Sidcay

Fernando Francisco Cueto Bustamante, del Ejido

José Ochoa y Serrano, diputadode Paccha

Manuel Dávila, diputado de Gualaceo

Juan Contreras, diputado de Baños

Pedro López Argudo, diputado de Biblián

Juan Ignacio Gómez de Arce, diputado de San Bartolomé

Mariano de Mora, diputado de Jadán

José Machuca Cardoso, diputado de Déleg

Manuel Ullauri y Quevedo, diputado de Nabón

Manuel Guerrero, diputado de El Valle

Santiago Arias, diputado de Cañaribamba

Felipe Antonio Tello de la Chica, diputado de los gremios, diputado del Cañar

Juan Antonio Aguilar, diputadode Asmal

Miguel Malo, diputado de Chuquipata

José de la Vega, diputado de Paute

Bonifacio Ramírez, diputado deCumbe

José Serrano, diputado de Oña

Juan Bautista Xirón y Sánchez, diputado de Girón

Antonio Moreno, diputado de Sigsig

Juan Jaramillo

Francisco Illescas, diputado de Pucará

Juan Crisóstomo Zhuñio, diputado de Jima

José Veintemilla, diputado deMolleturo

 

León de la Piedra, Secretario


OPINIONES CIUDADANAS

Jorge Suarez <jorgesuar1@yahoo.com>
Para:DIEGO DEMETRIO ORELLANA
lun., 16 nov. a las 10:04
Diego...¡que interesante y que bien narrada esta historia!
Debería ser un libro.

Saludos, Jorge Suárez

viernes, 13 de noviembre de 2020

CUENCA ENTRE UN ANIVERSARIO Y UNA INFAMIA



CUENCA ENTRE UN ANIVERSARIO Y UNA INFAMIA 
(artículo de la revista Andes, Noviembre del año 2020)


Diego Demetrio Orellana


Contra dignitatis in urbe nostra/En contra de la dignidad en nuestra urbe Cuenca celebró con una infamia, el pasado 1 de diciembre del año 2019, los 20 años de la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad, con una exposición fotográfica que atropelló a nuestra historia bajo la organización de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, el Ministerio de Cultura y Patrimonio, el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares, CIDAP, y el Ministerio de Turismo.

La exposición fotográfica reprodujo varias imágenes de José Salvador Sánchez y en todas escribióse que fueron tomadas en 1905. Sin embargo, en dicho año José Salvador Sánchez no era todavía fotógrafo ya que apenas tenía 14 años de edad. Se sabe que su actividad fotográfica comenzó en 1910 junto a Manuel Jesús Serrano, con quien formó una sociedad fotográfica. Así, los yerros espeluznan a todas luces como confírmase en esta foto cuyo texto dice: «Puente de El Vado sobre el río Tomebamba, Cuenca, año 1905. Fotografía Salvador Sánchez».

Pero las equivocaciones son ridículas cuando trastócanse hechos históricos. Ad exemplum, en esta foto mírase al colegio nacional Benigno Malo y escribióse: «Colegio Benigno Malo, en el Ejido de la ciudad, actual Av. Solano. Cuenca, año 1905». Sin embargo, en 1905 no existía tal edificación ya que la primera piedra del colegio Benigno Malo colocóse en 1924, 19 años luego de la equívoca fecha.

Mirando esta nueva fotografía léese: «El gran desfile popular, sobre la Av. Bolívar. Vista del Parque Calderón desde la calle Luis Cordero, Cuenca, año 1923». No obstante, con gran estupefacción descúbrese que el propio fotógrafo dejó impreso que el evento es del 25 de mayo de 1930, por lo que ni siquiera pudieron copiar correctamente los datos de la imagen.

Sorprende la liviandad con la que descríbese de manera errática a esta foto: «Desfile en la Av. Bolívar junto al parque Calderón. Vista del actual Palacio de Justicia y la cúpula de la iglesia del Sagrario, Cuenca, 1935». ¿Cúpula cuando la iglesia de El Sagrario tiene una torre?

No es justo que a Cuenca ríndansele homenajes haciendo tabla rasa de su historia por sus propias instituciones culturales. Esta ofensa es digna de ignominia contra veritatis et adversum dignitatis. Cuenca no debe ser infamemente ultrajada a causa de la mediocridad y la ignorancia invencible de ciertos gestores culturales.

Martín Sánchez

Patricio Zamora Aguilar 

Tamara Landívar

Fausto Ordóñez


María Eulalia Mora

Conviene que se sepa quiénes eran los responsables de esta ignominia: por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay el ciudadano Martín Sánchez; por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural el ciudadano Patricio Zamora; por el Ministerio de Cultura y Patrimonio la ciudadana Tamara Landívar; por el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares el ciudadano Fausto Ordóñez, CIDAP, y el Ministerio de Turismo.

martes, 3 de noviembre de 2020

3 DE NOVIEMBRE DE 2020: BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE CUENCA

 

 

In via libertatis/ En el camino de la libertad, la histórica hazaña libertaria del 3 de Noviembre de 1820 representó -en el horizonte de nuestra historia- una esplendente luz al final del telúrico túnel colonial en el que Cuenca gestó su integérrima condición de pueblo libre y su independencia política refulge luminiscente como una inmarcesible e iridiscente flama de la libertad.

 

Alegoría de la libertad
en el monumento a Abdón Calderón de Cuenca


EL PRELUDIO DE LA INDEPENDENCIA

 

Este acontecimiento tiene un antecedente de 25 años y es de obligada referencia en este espacio a la hora de escribir sobre el proceso emancipador en el bicentenario de la independencia de la «ciudad cargada de alma». Ergo, digamos entonces que desde los finiseculares tiempos del siglo XVIII ya comenzaron a aflorar claras muestras de inconformidad con la corona española in urbe nostra. Precisamente, en el año del Señor de 1795 hubo en Cuenca una curiosa manifestación pública que preanunciaba la búsqueda de la libertad política. In illo tempore/ En aquel tiempo, el 25 de marzo concretamente, in solemnitate Anuntiationis Mariae/ en la solemnidad de la Anunciación de María, circularon subrepticiamente por toda la urbe unos manuscritos que contenían ideas libertarias. Los patriotas cuencanos explicitaron sus sentimientos de apoyo a la independencia en unos letreros que decían in scriptis: «A morir o vivir sin el Rey prevengamos, valeroso vecindario. Libertad queremos y no tantos pechos y opresiones». «Noble auditorio, prevenid vuestras armas para la libertad de nuestros hijos y de nosotros, pues no queremos tirano rey». Por aquel tiempo acontecía lo propio en Quito, capital de la Real Audiencia, con el precursor Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Las autoridades reales de Cuenca estremeciéronse ante los libertarios mensajes levantando un expediente para legitimar una verdadera cacería de brujas a fin de dar con los autores y cómplices de los libelos fijados en las paredes de ciertas edificaciones citadinas.


Alegoría del león ibérico en representación de la monarquía española

Monumento a Abdón Calderón. Cuenca - Ecuador

 

José Antonio Vallejo y Tacón


Sibi tamen/ Sin embargo, querer romper las cadenas del león ibérico fue demasiada osadía e insolencia para el entonces gobernador de Cuenca, don Antonio Vallejo y Tacón, quien organizó una pesquisa para descubrir a los autores de semejantes «pasquines subversivos» o «pasquines sediciosos», mas no tuvo éxito y jamás púdose encontrar a culpable alguno de este acto de rebeldía en contra de la monarquía española. Desconócese el destino de los juicios instaurados, como han anotádolo acuciosos investigadores y hubo un expediente de Vallejo, mas puédese presumir-según los estudios de los grandes historiadores cuencanos como Octavio Cordero Palacios y Alfonso María Borrero, que los autores de la fijación de dichas leyendas fueron: Paulino Ordóñez, Fernando Salazar y Piedra y Joaquín Tobar. Es posible que en el Archivo de las Indias de Sevilla pudiéranse encontrar vestigios de tales disparatados enjuiciamientos, pero hasta hoy, in tertio millenio adveniente, nada ha sabídose de un emprendimiento investigativo que llevare a buscar precisa documentación de tales procesos.

 

Monumento al Primer Grito de la Independencia en Quito


In stricta veritas, este es el verdadero preludio de lo que habría de ser la independencia cuencana un cuarto de siglo después. Post factum, vendría inicialmente el PRIMER GRITO DE LA INDEPENDENCIA, el 10 de Agosto de 1809, en el que muchos patriotas cuencanos volvieron a tomar parte activa pero Cuenca, durante la segunda década del siglo XIX, fue eminentemente realista pues sus autoridades, divorciadas siempre con el sentir popular, rindiéronse en oprobiosa lealtad a la corona española perdiendo el aura popularis pues el pueblo y ciertos próceres mantuvieron intacto el deseo libertario de vengarse del infamante yugo español.

 

Monumento al 9 de Octubre de 1820 en Guayaquil

POST TENEBRAS LUX

 

Pero como dícese en nuestra amada lingua latina: «Post tenebras lux/ Después de las tinieblas la luz» un rutilante acontecimiento porteño in guayaquilensis urbe hubo de ser la catapulta para que Cuenca alcance su libertad política frente a la monarquía española. Efectivamente, el 9 de Octubre de 1820 Guayaquil logró su independencia del yugo hispano y cuando la noticia llegó a Cuenca los patriotas morlacos sintiéronse alborozados y animados para emular la gesta guayaquileña cuya iridiscencia era tan fulgurante en el ánimo libertario de los habitantes de la morlaquía concibiendo entonces un plan para reunir un cabildo abierto y jurar en él, la independencia de Cuenca.

 

Tomás Ordoñez

PRIMERAS INICIATIVAS

 

In via libertatis, el adecuado orden de prelación de los acontecimientos fue el siguiente: las primeras iniciativas para liberar a Cuenca tomáronse por parte de Tomás Ordóñez, teniente de Infantería. En su casa, junto a personajes como Ambrosio Prieto, Joaquín Salazar y Lozano, Zenón de San Martín, León de la Piedra, José N. Hidalgo de Cisneros, Pedro y Felipe Serrano, Vicente Toledo, Joaquín Astudillo y otros más reuniéronse varias veces, desde mediados de octubre, para planificar la gesta libertaria. Margarita Torres, la madre de Tomás Ordóñez y Torres, fue una de las mujeres que intervinieron en la lucha ora como anfitriona de los conciliábulos tenidos en su residencia, ora como madre del principal héroe de la independencia, ora como ciudadana patriota creyente y prosélita de la causa libertaria. Aunque, la verdad sea dicha, a esta mujer inténtasela mostrar hoy como una heroína de la libertad, en la praxis, solo era la madre de Tomás Ordóñez y esposa de Paulino Ordóñez y como dueña de la casa simplemente fue testigo de las reuniones libertarias que su hijo planificaba pues no existe crónica alguna ni referencia escrita e incontrastable que demuestre que de veras ella fue una especie de libertatis mulier o mujer de la libertad en el proceso independentista de nuestra amada urbe. Y la causa de esta contempóranea visión hémosla de encontrar, de manera casuística, en la obsesión desaforada de Juan Cordero Íñiguez, actual cronista vitalicio de la urbe, para quedar bien con el feminismo loco y desaforado que anda hambriento de lideresas en el proceso independentista de Cuenca, super flumina Tomebamba.

 

In historia civitatis/ En la historia de la ciudad dígase que aunque muchas féminas de la morlaquía han sido invisibilizadas en el movimiento emancipador no puédese negar que las esposas de los próceres, sus empleadas y muchas otras mujeres ora de la aristocracia, ora de la plebe apoyaron tangencialmente, de todos modos, a la causa libertaria ex tota fortitudine/ con toda la fuerza, pues la gesta que armábase in libertatis honorem era un asunto de «res publica» o «cosa pública» in communitate nostra y no debió de representar cosa de varones solamente in veritatis honorem.

 

FALLIDA INTENTONA

 

Así, el primer intento planificado por Tomás Ordóñez y los próceres resultó fallido porque la estratagema fue descubierta por los españoles. Los patriotas habían conversado directamente con la principal autoridad de la ciudad, el Gobernador de la provincia de Cuenca y Jefe Político también, Antonio Díaz Cruzado, manifestándole de vehementi que como Guayaquil había obtenido ya la independencia, la de Cuenca sería un hecho en los días próximos, a lo cual el gobernador accedió apoyando a los próceres pues Díaz Cruzado creía en la necesidad de consolidar la emancipación y era otro de los libertarios personajes del proceso emancipador. Díaz Cruzado había accedido a entregar el mando a los patriotas el primer día de noviembre de 1820, in solemnitate omnium sanctorum/ en la solemnidad de todos los santos, pero este plan fracasó cuando apenas gestábaselo, a mediados de octubre, debido a una traidora delación, sin que sépase quién pudo haber filtrado el artilugio que preparaban los patriotas. De pronto, las autoridades realistas descubrieron el pacto y percibieron que la fuerza de la causa patriótica iba in crescendo y -en un desaforado intento por detenerla- el coronel Antonio García Tréllez, jefe militar de la plaza, dispuso el apresamiento del gobernador Antonio Díaz Cruzado acusándolo de sus vínculos con los rebeldes. 


Guiados de las investigaciones de Jorge Salvador Lara, Alfonso María Borrero, Remigio Romero y León, Alberto Muñoz Vernaza y Octavio Cordero Palacios dígase que las cosas sucediéronse de la siguiente manera in via claritatis: Los preparativos de la independencia comenzaron desde mediados de octubre, como hémoslo dicho ut supra en líneas precedentes, cuando los próceres, una vez informados de la independencia de Guayaquil, reunierónse varias veces en casa de Tomás Ordóñez para planificar la emancipación de Cuenca inspirados en la gesta guayaquileña. Mas como las autoridades españolas fueron alertadas de la traición de Díaz Cruzado lo aprisionaron. Según Octavio Cordero Palacios la prisión de Díaz Cruzado ocurrió antes del 20 de octubre. 

 

José María Vázquez de Noboa

En lugar de Díaz Cruzado fue nombrado un nuevo gobernador en la persona de José María Vázquez de Noboa, quien era, además, alcalde de segundo voto. Pero sobre todo era otro de los patriotas que buscaba la independencia de la urbe y para lograrlo, siendo como era el alcalde de segundo voto y gobernador de la provincia de Cuenca, tuvo que usar el sigilo para actuar ad cautelam in via libertatis. Vásquez de Noboa unióse secretamente a los planes de la revuelta y, atendiendo a una petición popular, convocó a un cabildo ampliado para el 1° de noviembre, con vecinos del barrio de Todos Santos, pues en aquel día, in solemnitate Omnium Sanctorum/ en la solemnidad de Todos los Santos, habíase realizado una missa solemnis por la festividad católica. Dícese que habíaseles sugerido que marcharan a la Plaza Mayor para atacar a las autoridades reales pero la gente no comprometióse a la revoltosa admonición. Así pues, algunos historiadores, entre ellos Alfonso María Borrero, señalan que justamente desde la iglesia de Todos los Santos salieron los patriotas para intentar la rebelión hacia la Plaza de Armas de Cuenca. La falta de apoyo de los circunstantes, timoratos de rebelarse aviesamente con la Corona española, frustró la intentona y como no es extraño entre el género humano infiérese que la cobardía de las masas informes es el denominador común de la gente cuando espérase un levantisco acto de rebelión ante la opresión que subyuga a las sociedades en todos los tiempos. La verdad histórica señala que ante la traición de Díaz Cruzado, descubierta por las autoridades regalistas, los españoles actuaron con previsión para aplacar cualquier movimiento libertario in illo tempore/ por aquél tiempo. 


Según las investigaciones de Octavio Cordero Palacios el 2 de noviembre Díaz Cruzado, quien estaba preso desde antes del 20 de octubre, fue enviado a Quito por parte de Antonio García Trelles, comandante militar de la Gobernación de Cuenca. El mismo 3 de Noviembre el presidente de la Real Audiencia de Quito, Melchor Aymerich, extendía el nombramiento de Jefe Político subalterno de Cuenca a don Antonio Arteaga en reemplazo de Díaz Cruzado en tal función. Ad cautelam, solo si nos fijamos en la secuencia de estos hechos, en un adecuado orden de prelación, nos habremos de dar cuenta de vehementi que quienes refieren equívocamente que todos los acontecimientos sucediéronse a finales de octubre de 1820 no tienen razones fundadas para esgrimir tal apócrifa versión. Entre todos los falsarios historiadores que sostienen este equívoco hállase el actual cronista vitalicio de la urbe, Juan Cordero Íñiguez.

Pero Díaz Cruzado fue salvado de las garras de sus captores pues al ser enviado a Quito, capital de la Real Audiencia, el 2 de noviembre de 1820, como señala Octavio Cordero Palacios, fue liberado en Cañar por la valiente acción del capitán Miguel Pino y don Manuel Chica. Para ello, -con el cura Francisco Cueto Bustamante a la cabeza y el apoyo de los militares- soliviantaron a la población contra una guardia de 20 hombres que llevábanlo cautivo e ipso facto fue puesto en libertad. Lo dicho prueba que en Cañar teníamos aliados del proceso emancipador pues los vientos libertarios no eran solo de la capital de la morlaquía sino de todos los sitios que adscribíanse a la Gobernación de Cuenca como puédese inferir guiados de las investigaciones históricas de todos los tiempos.
REMIGIO ROMERO Y LEÓN

Por otra parte, existe otra corriente histórica sobre la independencia de Cuenca que ha sostenido in historia nostra que algunos patriotas reuniéronse en la parroquia de San Juan del Valle, el dos de noviembre, para cabildear sobre el movimiento emancipador con el fin de evitar infiltraciones oficiales. Según esta corriente los confabulados habían decido concurrir a Cuenca, el 2 de noviembre, dedicado a la memoria de los fieles difuntos, con el propósito de reunirse sin llamar la atención y permanecer en ella hasta el día 3, fecha concertada para la realización del levantamiento popular. La reunión secreta de San Juan del Valle sí fue certera pues existen documentos históricos que pruébanla de vehementi siendo Remigio Romero y León quien da cuenta, en su fundamentado estudio sobre la emancipación de Cuenca, de la existencia de un documento del prócer Jerónimo Illescas por el que refiérese a la reunión de los patriotas en El Valle. Para corroborarlo, vis a vis, léase el escrito de Illescas ad peddem litterae: «…puse al señor coronel de esta plaza una representación humilde, haciéndole presente no estaba en San Juan del Valle el día de finados en el año 1820, con el doctor José María de Noboa y sus camaradas recolectando gente…».

Octavio Cordero Palacios

Según el historiador cuencano, Octavio Cordero Palacios, los propulsores o autores intelectuales de la revuelta independista fueron: Tomás Ordóñez, Joaquín Salazar y Lozano, Francisco Chica, Vicente Toledo, Joaquín Crespo, Zenón de San Martín, el cura Juan María Ormaza y José María Vázquez de Noboa, entre otros.

Jorge Salvador Lara


Jorge Salvador Lara, uno de los más grandes y lúcidos historiadores de la patria, es una clave lumínica para entender los entretelones de la lucha independentista en Cuenca. En su breve historia da cuenta, in honorem veritatis, que los próceres concibieron un ingenioso y detallado plan para sorprender a las autoridades militares. El gobernador Vázquez de Noboa debía promulgar mediante bando algunas ordenanzas el día 3 de noviembre, para cuyo efecto, conforme el uso de la época, el escribano Zenón de San Martín y Landívar, acompañado de una dotación militar debía leer los respectivos documentos en los lugares públicos. Ese debía ser el momento propicio para que los revolucionarios sometan a los soldados y apoderándose de sus armas destituyan a las autoridades coloniales y tomen el control del gobierno. Efectivamente, tal como cuéntalo Salvador Lara, Vázquez de Noboa mandó a pregonar bandos reales en la Plaza Mayor de Cuenca, lo que fue aprovechado por los rebeldes para sorprender a la escolta y desarmarla. La estratagema habíase planificado con el secreto apoyo de Vázquez de Noboa, quien vino a facilitar sobremanera la causa, ya que él era a su vez jefe de los patriotas.

 


El artilugio era perfecto para burlar a García Trelles pero las autoridades militares por él comandadas andaban suspicaces del movimiento libertario hasta las impredecibles fronteras de la paranoia desconfiando de todo cuanto acontecía en la ciudad con la gente. Este militar redujo a 9 el número de la tropa que acompañó al escribano. Mientras leíanse las ordenanzas en una esquina de la Plaza Mayor 9 patriotas del complot echáronse sobre la escolta y desarmáronla a la fuerza. Ergo, los patriotas liderados por el teniente Tomás Ordóñez, Vicente Toledo, Ambrosio Prieto y otros no pudieron apoderarse sino de muy pocas armas. 

Abdón Calderón en el parque central de Cuenca


UNA CRUENTA LUCHA ENTRE LA PLAZA MAYOR Y SAN SEBASTIÁN

 

La intrépida acción trajo consigo una refriega, en la que resultó herido en el brazo el propio Ordóñez. El conato de la lucha armada comenzó pues en la Plaza Mayor pero no fue efectivo y, de cuando en cuando, en este sitio armábanse escaramuzas con el pueblo cuencano que apoyaba la rebelión gratis et amore, por lo que los patriotas, provistos de escaso armamento, apertrecháronse en la plaza de San Sebastián. Desde allí pretendíase preparar el ataque al cuartel rigurosamente guarnecido por l09 soldados realistas a los que mandaba Antonio García Tréllez. El prócer Tomás Ordóñez fue el verdadero héroe de la jornada y cuando hallábase trabado en una lucha con un soldado un golpe de bayoneta le atravesó la pierna.

 


Dícese que el propio Tomás Ordóñez y sus compañeros incitaban a los cuencanos de los diferentes barrios a salir a las calles y unirse a la batalla, lo que de veras fue acogido pues el movimiento libertario tuvo una gran participación popular aunque en el barrio de Todos los Santos, el día primero de noviembre, sus vecinos no habían mostrádose fervorosos para marchar hacia la Plaza Mayor. Para tener una idea clara de la población de Cuenca dígase in via veritatis que la población de la urbe calculábase en aproximadamente 19.000 habitantes en el año del Señor de 1820, siendo una pequeña ciudad pacata, mojigata y pueblerina.

 


Admirabilis et singularis, en la plaza de San Sebastián, el cura Juan José María Ormaza arengó al pueblo convocándolo a luchar por la independencia y seguir el ejemplo de Guayaquil. El presbítero era de una florida elocuencia para enfervorizar a los rebeldes, mientras desde la torre de la colonial iglesia el párroco José Peñafiel disparaba con sus cañones a las autoridades militares que resistíanse a entregar el poder real. Estos dos aguerridos curas eran como los cabecillas libertarios de la revuelta. Justamente, el coronel García Trelles sacó sus cuatro cañones a la plaza y dispuso a la tropa en pequeños grupos para enfrentar al pueblo que por repetidas ocasiones intentó llegar hasta el centro del poder. Pero la perseverancia y convicción en la lucha era el quid divinum de los cuencanos en la gesta libertaria.

 


Por eso, la refriega no fue fácil de someter para las autoridades reales y allí, en San Sebastián, con un numeroso grupo de ciudadanos cuencanos proclamóse la libertad e independencia de Cuenca, al caer de la tarde del día 3 de Noviembre de 1820. Libertas, Iustitia, Veritas/ Libertad, Justicia, Verdad eran los supremos valores que inspiraban la lucha emancipadora en aquella bélica jornada y el regocijo popular fue indescriptible hasta los supremos límites del alborozo. Tomás Ordóñez, a pesar de la herida de bayoneta sufrida en una de sus piernas, recorría por la ciudad sobre una acémila sin ensillar alentando los ánimos de todo el mundo e invitando a sumarse al movimiento libertario, mientras la elocuencia del cura Ormaza fue determinante para animar a la plebe incitando con su verbo flamígero de bien cuidada oratoria sagrada a justipreciar los sacrificios que todos debían hacer por la libertad e independencia de la patria.

 


Dícese, in perpetuum, que la independencia era como la consumación del juramento que muchos hicieron en tal circunstancia para vengar la sangre que derramóse despiadadamente en la masacre del 2 de Agosto de 1810, la cual fue una nefanda y nefaria hecatombe que cimentó la fecunda savia para conseguir la libertad el 9 de Octubre de 1820 en Guayaquil y el 3 de Noviembre de 1820 en Cuenca.

 


UN NUEVO ESCENARIO: EL BARRIO DE EL VECINO

 

Pero la victoria no estaba asegurada ya que las fuerzas eran desiguales. Caía ya la hora crepuscular y entonces, por seguridad, los patriotas prefirieron trasladarse al barrio de El Vecino, en la terraza septentrional de la urbe, desde donde podíase dominar a la ciudad a la vez que conseguiríanse refuerzos de gente que venía por los caminos del norte. Esa era la esperanza, in stricta veritas, pues habíasele enviado un recado con tal objeto al cura de Chuquipata, Javier Loyola, providencial cooperador de nuestra causa emancipadora. Esta situación, grave de suyo, fue peculiar para Cuenca en tanto era la primera vez que oíase el estrépito de un sangriento combate de lenta agonía y de difícil victoria. Las horas prolongábanse in aeternum sin esperanza alguna de solución. Prácticamente desde la tarde del día 3, luego del asalto al cuartel, y por la noche del mismo día, los trepidantes momentos vividos en la urbe hacían necesario que contárase con un refuerzo para vencer finalmente a las autoridades reales, las cuales no conseguían recuperar el poder casi perdido en la gloriosa jornada del día 3 pero su capacidad de resistencia hacía prever que mientras más dure la contienda saldrían victoriosos del combate y restablecerían la autoridad de la corona española. Nerviosismo, expectación y frustración sentíase en los cuencanos ante la imposibilidad de ganar completamente la batalla. Trepidantes instantes que ponían en riesgo la cívica jornada pro patria et Deo.



 

En el barrio de El Vecino los rebeldes soportaban el constante acoso de los soldados españoles. Así entonces, la noche del día 3 fue tensa, pero los patriotas estaban dispuestos a luchar por la libertad de la urbe usque ad sanguinis effusionem/ hasta el derramamiento de sangre.


 

ES LLAMADO EL CURA JAVIER LOYOLA

 

Como ya dijímoslo ut supra, el mismo día viernes 3 de noviembre de 1820 los patriotas enviaron un mensaje para el cura Javier Loyola, párroco de Chuquipata y partidario de la independencia, a que ayudase enviando un refuerzo de gente y armas. Contactarle a este personaje no fue casual ni fortuito para los próceres que sabían de antemano que Loyola era un presbítero completamente entregado a la causa de nuestra libertad, puesto que ya desde una década atrás habíase revelado como un ferviente creyente de la gesta emancipadora. Los próceres, al parecer, sabíanlo y teníanlo como un adalid y cómplice de la lucha independendista.

 


In diebus illis/ en aquellos días, el obispo de Cuenca Andrés Quintián Ponte y Andrade, el más regalista de las autoridades que gobernaban a la capital de la morlaquía, había estigmatizado al cura Loyola como un «adicto a la criminal causa de la independencia». La frase denota y connota la férrea lealtad del purpurado al poder monárquico. Desde este andarivel, Ponte y Andrade es un curioso personaje al que no ha estudiádosele desde su fundamentalismo extremo que devino en feroz fanatismo para someterse a la corona ibérica cual infamante vasallo o indigno esclavo que actúa como fachoso ventrílocuo al servicio del déspota monarca que inficiona de estupor y expavece el alma de profundis hasta el punto de la reivindicación plena in honorem dignitatis.


 

In via claritatis/ En el camino de la claridad, es en este contexto donde débese entender la animadversión del purpurado hacia el cura Loyola mirado siempre de soslayo y con suprema reluctancia por su condición de sacerdote libérrimo, intrépido y valiente convencido como estaba del gran valor de la libertad como atributo humano al que todos debemos aspirar in excelsis. Más aún, la cosa es auténtica viviendo como vivía una praxis donde su ministerio pastoral era ejercido con la debida sindéresis de hacer del evangelio un testimonio de lucha por la verdad, pues como decía el Divino Redentor: «Veritas liberavit nos/ La verdad nos hará libres».

 


Así entonces, dejando esta pertinente digresión y volviendo a nuestro relato histórico dígase que el cura Loyola recibió el recado de los patriotas congregados en El Vecino y pidió ayuda al Dr. Miguel Gil Malo -propietario de una hacienda en la parroquia Chuquipata- para que buscárase formar un grupo de gente que apoyara la rebelión de Cuenca. Encaminóse él mismo hacia Azogues para persuadir a su cura párroco, Juan Orosco Guerrero, a que «levantara a la gente para que acompañe a Cuenca» como lo hiciera en Chuquipata don Miguel Malo. Envió también mensajeros a Biblián para que contactaran al cura Manuel Cazorla, a Cañar con el cura Francisco Cueto Bustamante y a Déleg, donde el presbítero José Orellana ayudó también con el pedido para que la gente marchara hasta El Vecino. El mismo cura Loyola, in corpore et in anima, luego de proclamada la independencia de Azogues, el 4 de noviembre, fue también a Biblián para contactar a Pedro López Argudo, otro de los prosélitos por la causa independentista. Pasó a Déleg con la misma intención y una vez conformado un beligerante grupo de blancos e indios armados preparó su viaje a Cuenca para llegar al barrio de El Vecino.


Ad interim, la Plaza Mayor de Cuenca -hoy Parque Abdón Calderón Garaicoa- era tal como díjose ut supra el escenario de repetidas escaramuzas, con la reacción del pueblo en favor de la independencia. Todos a uno habíanse volcado a las calles in via libertatis. La participación popular fue mayestática y dícese que una arenga libertaria era proclamada con altisonantes gritos en el furor que el patriotismo reclama: «¡Que viva la libertad, abajo los chapetones, abajo la terquedad!». Semejante consigna era gritada constantemente por la gente que ansiosa negábase a fracasar con el exterminio del dominio extranjero que ya mucho había subyugado a los cuencanos en las oscuras centurias de la Colonia. Pero era menester hacerse de la paciencia para resistir la lucha estoicamente y esperar la gloria triunfal ad futuram rei memoriam.

 

Fiat lux/ Hágase la luz, cuando amaneció el 4 de noviembre, las tropas del coronel García Tréllez realizaron, sin éxito, varios intentos de asalto a las barricadas levantadas por el pueblo cuencano. Conforme avanzaban las horas creció el número de bajas pero la decisión mayoritaria del pueblo fue determinante pues cada vez sumábase más gente, con armas primitivas con las que no alcanzaban la fuerza para lograr el triunfo final pero acrecentaban fehacientemente la esperanza para conseguirlo in extremis.

 


El historiador Octavio Cordero Palacios, gran investigador de aquella gesta libertaria, cuenta una anécdota que copiámosla ex integro: «Al parecer, los patriotas pensaban ya en una retirada definitiva y se dice inclusive que la habían comenzado por los dos caminos de ‘El Rollo’, cuando asomó allí, este último día, el célebre cura de Chuquipata, el maestro Javier de Loyola, con numerosos refuerzos de gente blanca y de indígenas armados».

 


EL TROPEL DEL CURA JAVIER LOYOLA

 

Efectivamente, Deo gratias, hacia la tarde y en medio del cansancio y el tedio que casi hacen patrinquear a los cuencanos, un imponente tropel de gente acercóse al escenario de la lucha. El grupo armado pasó previamente por Milchichig, lugar donde descansaron un poco para dar de comer y beber a las acémilas, y venía comandado por el cura de Chuquipata, Javier Loyola,conformándose de blancos e indios armados de picas, palos, cuchillos y piedras con los que integráronse a la lucha. Este fue el providencial refuerzo que los patriotas y el pueblo cuencano requerían para finiquitar la batalla de la independencia, la cual no claudicó gracias a los nobles ideales de libertad in honorem dignitatis/ en honor de la dignidad, con los cuales el pueblo perseveró inspirado por el sueño de crear una república libre y soberana.

 

LA INDEPENDENCIA CONSÚMASE IN HONOREM LIBERTATIS


 

Quid pro quo, el cura Loyola sumóse a la lista de héroes de la jornada mientras el pueblo católico de Cuenca aclamábalo con estrépito aumentando su nombre a la libertaria arenga que convirtióse en una nueva consigna del 3 de Noviembre de 1820: «¡Que viva el cura Loyola, que viva la libertad. Abajo los chapetones, que muera la terquedad!». Una copla que resonaba altiva y amplificábase in crescendo como las trompetas de Jericó, urbi et orbi, por toda la ciudad. Con ella, los triunfantes patriotas abrieron camino desde El Vecino hacia la Plaza Mayor en medio de vítores, gritos y aclamaciones de libertad. Ad bene placitum, encamináronse por la Calle Real del Vecino, hoy Rafael María Arízaga, para ingresar por la antigua calle Juan Jaramillo que hoy es la Antonio Borrero y que -durante la centuria decimonónica y luego de la independencia- a causa de esta circunstancia llamábase, a mucha honra, calle de La Victoria.

 

Según el historiador Octavio Cordero Palacios el triunfo definitivo dióse en hora crepuscular, al caer de la tarde y en las primeras horas de la noche, pues los movimientos del 4 de noviembre fueron realizados en toda la jornada de aquel glorioso día desde Chuquipata hasta Cuenca.

 


Los jefes realistas al mando de García Trelles vieron entonces un oscuro panorama en sus leoninos intentos de no soltar el poder y rindiéronse sintiéndose impotentes ante el patriótico poderío de los cuencanos reflejado en un imponente mar humano que revestíase de euforia y que con una piadosa devoción avanzaba decidido y galopante hacia la Plaza Mayor. Así, pro Patria et Deo/ por Dios y por la Patria, el pueblo cuencano proclamó de manera definitiva la independencia de Cuenca que venía a ser ya una urbe libre y soberana. En pocos días más eligiéronse democráticamente a sus representantes que reunidos en cabildo proclamaron la República de Cuenca. El 8 de noviembre convocóse el Consejo de la Sanción para elaborar el Plan de Gobierno o Ley Fundamental de la República de Cuenca, aprobada por los diputados el 15 de noviembre de 1820.





LOS HÉROES DEL 3 DE NOVIEMBRE DE 1820

 

El historiador cuencano Octavio Cordero Palacios en su documentado estudio sobre «La Emancipación de Cuenca» consigna los nombres de los actores del 3 y 4 de Noviembre de 1820 y, de manera especial, destaca a sus principales protagonistas: doctor José María Vázquez de Noboa, don Joaquín Salazar y Lozano, teniente Tomás Ordóñez, cura de Chuquipata Javier Loyola, Ambrosio Prieto, León de la Piedra, José N. Hidalgo de Cisneros, Pedro y Felipe Serrano, Vicente Toledo, Joaquín Astudillo, Zenón de San Martín, Gerónimo Illescas, Fernando Coronel, José Moscoso y muchos otros.

 


Estos nombres jamás débense olvidar pues las heroicas acciones que estos patriotas cumplieron deben inspirarnos para cultivar en nuestras almas y mentes los principios de la libertad y la virtud de la dignidad pues «libertas rei sociales est/ la libertad es una cosa social» sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum/ como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Hoy más que nunca, en el bicentenario de la independencia, tenemos los cuencanos otro frente de batalla ante el cual debemos buscar una nueva emancipación: la independencia de la corrupción, mefistofélico monstruo que avasállanos con estropicios sin cuento, en forma nefasta y quizás más nefanda que lo que en su tiempo hizo la monarquía española.


 Maqueta de un monumento a Vázquez de Noboa que nunca fue realizado

José María Vázquez de Noboa fue nombrado Jefe civil y militar de la República de Cuenca, quien comunicó la hazaña libertaria al Vicepresidente de Colombia, general Santander, en los siguientes términos: «Los días 3 y 4 del presente fueron los de la mayor ignominia para los agentes del despotismo: en ellos vieron que al valor nada se resiste y convencidos de la impotencia de sus armas y de que la sangre de los patriotas derramada por ellos infructuosamente solo servía para electrizar a los que se habían decidido por la noble empresa de recobrar los derechos usurpados a sus mayores, se decidieron mal de su agrado a la entrega del cuartel, y a que reinase el orden, la unión y alegría que forma el carácter de los patriotas».


 

Et lux in tenebris lucet/ Y la luz brilló entre las tinieblas cuando Cuenca obtuvo su libertad política frente a la corona española. Así pues, la proclamación de la independencia en la pequeña urbe de hace 200 años fue un acontecimiento antecedido, como dijímoslo en los parágrafos precedentes, por similar acción patriótica el 9 de Octubre de 1820 in guayaquilensis urbe y seguido en forma rocambolesca por multiplicadores efectos en otras ciudades del actual Ecuador pues la libertad es el patrimonio de todos los pueblos civilizados del mundo como decíalo Cicerón, in Roma aeterna, con tanta propiedad: «¡O, dulce nomen libertatis; O, ius eximium nostrae civilitatis! / ¡Oh, dulce nombre de la libertad, Oh ,derecho eximio de nuestra civilidad!».


Diego Demetrio Orellana

Datum Conchae, mensis novembris, die III, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXX, in honorem libertatis super flumina Tomebamba. 


OPINIONES CIUDADANAS


Jorge Suarez <jorgesuar1@yahoo.com>
Para:DIEGO DEMETRIO ORELLANA
mié., 4 nov. a las 7:35

Extraordinaria narrativa, llena de fuerza y patriotismo.
La voy a imprimir para tenerla en mis archivos.

¡Viva Cuenca!

Saludos, Jorge Suárez
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DE:  JIMENA PEÑAHERRERA 
PARA: DIEGO DEMETRIO ORELLANA
FECHA:
miérc, 2 nov, 2022, a las 13:10


Interesante escrito sobre la independencia de Cuenca con datos no muy conocidos en nuestro medio. La historia es fundamental para entender nuestro presente y futuro, estimado Demetrio, y es valioso tener acceso a información precisa y bien documentada. Gracias por este bello artículo.
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