PORTADA DEL LIBRO «EPIGRAFÍA Y ESCULTURA
PATRIMONIAL DE CUENCA»
In urbe nostra, en Santa Ana de los Ríos de Cuenca, el pasado sábado 14 de marzo del año del Señor de 2020, día en el que empezó la emergencia sanitaria del COVID 19, fue entregado a la comunidad local el libro «EPIGRAFÍA Y ESCULTURA PATRIMONIAL DE CUENCA», un esfuerzo editorial realizado durante una década y del que hoy, 26 de mayo, hacemos una reseña, luego de la obligada cuarentena a la que los ecuatorianos fuimos confinados durante los dos últimos meses que han constituido un inaudito espacio de tiempo in historia mundi.
En la capital azuaya, ciudad histórica par excellence, existen inscripciones o leyendas que al estar grabadas en piedra, en mármol o
en pintura mural y tabular registran a nuestra historia e integran de
profundis el patrimonio cultural de la urbe junto a los monumentos que
hacen de la capital azuaya una auténtica ciudad a la que puédesela conocer
desde múltiples facetas. En tal virtud, el presente libro intitulado «Epigrafía
patrimonial de Cuenca» aparece como un compendio de
interesantes elementos que guardan huellas indelebles de identidad y dan
cuenta del legado histórico que pervive redivivo en nuestra comunidad ad
perpetuam rei memoriam.
Viaje a la memoria, precedente obra que preludia al libro
Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca.
Esta sorprendente investigación tiene un precedente de obligada referencia en este espacio. En el año 2007, cuando Cuenca celebraba los 450 años de su fundación castiza, el autor de la obra presentó su proyecto «Viaje a la memoria. Cuenca: su historia fotográfica», publicación con la cual mostróse «a capite ad calcem/ de la cabeza a los pies» como un conspicuo fotohistoriador, disciplinado y acucioso, con la avidez del explorador nato en búsqueda continua de la memoria gráfica de Cuenca. Esa experticia ha llevádolo a través del tiempo para que hoy sea un gran conocedor del desarrollo fotográfico de una urbe fotogénica par excellence, a la cual puédesela contemplar desde diversas facetas como un emporio de belleza, arte y cultura.
Felipe Díaz Heredia,
autor del libro «Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca»
Y con
ese conocimiento de la memoria gráfica de la urbe, Felipe Díaz Heredia nos
entrega nuevamente, en otro momento clave de nuestra historia, cuando Cuenca
está por celebrar el bicentenario de su Independencia, una obra original y
auténtica que registra por vez primera, in historia nostra, las placas
históricas que posee la capital del austro ecuatoriano junto a los monumentos
que hacen de ella una urbe esplendorosa, a través de cientos de imágenes que
vincúlanse intrínsecamente para mostrar desde la Epigrafía, una esfera
desconocida en nuestro medio, la vera effigies de Cuenca, pues a
través de las inscripciones epigráficas que hállanse por toda la urbe es
posible registrar, de momento ad momentum, la historia de una vigorosa comunidad
que ha consolidado su fuerte personalidad histórica gracias al pulso de sus
hijos que forjaron su identidad y registraron su devenir con sus placas históricas
y monumentos patrimoniales, los cuales no han sido hasta hoy inventariados por
las autoridades que obligadas están a hacerlo de oficio in perpetuum.
La piedra de San Blas,
primer elemento epigráfico de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
Mayo de 1557
El
autor termina entonces catalogando a cada uno de los elementos epigráficos de
Cuenca, al registrarlos en su real contexto, para que perduren como testimonio
de la historia local, mientras en este empeño nos muestra su compromiso cívico
con la urbe para haber compilado, con paciencia y perseverancia, todas las
placas y monumentos que vuélvense vulnerables de perderse inter nos. En este
esfuerzo nótase su intención preeminente de incitar a todos los ciudadanos
nacidos en la morlaquía para concientizarnos de la inminente necesidad de
preservar estos ricos elementos que han configurado también a nuestra historia
para que no desaparezcan ya por la incuria, ya por la ausencia de civismo, ya
por la invincibilis ignorantia con la que el patrimonio cultural de la
urbe ha sido expoliado per fas et per nefas.
La
publicación no surge, sin embargo, como una casualidad fortuita o inopinada que
sorprende a todos por su novelería. Nada de estas circunstancias circunvalan la
génesis de este aporte bibliográfico, el cual ha sido pensado desde hace una
década y tiene como origen el descubrimiento de unos apuntes mecanográficos de
don Eduardo Díaz Cueva, padre de Felipe, y recordado personaje de grata memoria
por su condición de cronista de la urbe super
flumina Tomebamba.
Eduardo Díaz Cueva había registrado el prospecto para que la Epigrafía
cuencana desarrollárase en una obra que la registre ad futuram rei memoriam.
Y como dice el dicho de nuestra cultura latina: Talis pater qualis filius/ De tal
padre cual hijo, es Felipe Díaz Heredia quien cumple el sueño de don
Eduardo con esta publicación realizada con la pasión que el amor a la historia
provoca en quienes son sus cultores desde la ciencia histórica erigida desde
siempre como magistra vitae o maestra de la vida.
Piedras epigráficas de las Conceptas
A
partir de entonces el curioso investigador empezó una labor de amplios
horizontes por toda la urbe para rescatar, de vehementi, desde la epigrafía,
los hitos esenciales que hacen de cada placa histórica o monumento el punto de
llegada y de partida de una serie de caminos históricos que entrecrúzanse en
admirable armonía para aprender, página tras página, historia y fotohistoria
conjugadas estéticamente para rememorar los hechos que forjaron a Cuenca como
un pueblo de leyenda, tradición e identidad cultural.
Monumento a Miguel Moreno Ordóñez
Domus Domini, inscripción epigráfica de la Catedral Vieja de Cuenca
Inscripción epigráfica en honor del canónigo Isaac de María Peña Jaramillo
frontipicio del templo de San Francisco
A
través de este libro el lector engólfase en un viaje en donde la exploración
por los rincones citadinos que albergan epigrafía hacen que cada registro
contenga valiosos datos que sorprenden y encantan cual si fuesen serendipias de
gratificante hallazgo en nuestras vidas para mirar que nuestra urbe, Santa Ana
de los Ríos de Cuenca, es una ciudad que desde toda esfera guarda un exquisito
patrimonio cultural en cada placa histórica o en cada monumento con el cual los
acontecimientos fácticos de la vida perviven ab aeterno in historia mundi.
Monumento a Honorato Vázquez, en el año 1985
Monumento a Remigio Crespo Toral y las musas
Y como
no podía ser de otra manera -al tratarse de un reconocido fotohistoriador
cuencano- son las imágenes las que hacen que esta publicación sea una especie
de manjar exquisito para conocer la epigrafía cuencana y la monumentología
patrimonial de la urbe. El lector observa, página tras página, un amplio
despliegue de fotografías que acompañan a cada placa histórica o monumento y
amplifican la trascendencia de un hecho o un acontecimiento registrado en las
inscripciones epigráficas mientras provocan curiosidad e interés por descubrir
o redescubrir a Cuenca desde variadas perspectivas, en tanto es un relicario
que guarda importantes tesoros culturales que obligados estamos a preservar.
Monumento a Andrés Hurtado de Mendoza, fundador de Cuenca
Monumento a Cristo Rey de Cullca
El
hecho da cuenta de que la memoria gráfica es un auxiliar indispensable del
escrito histórico en una época en donde las imágenes hablan más que mil
palabras, sin que por ello el autor no haya buscado una capacidad de síntesis
en todas las sinopsis históricas que acompañan a las placas y monumentos de la
obra, tras de las cuales han existido miles de horas de investigación y lectura
para consolidar en un pequeño y vivificante texto el dato imprescindible, la
anécdota exacta o la fecha precisa que transporta al lector por un apasionante itinerario
a través de nuestra historia.
Placa colonial de la I Misión Geodésica Francesa, 1739
Ad
exemplum, la bibliografía consultada da cuenta de la prolífica
búsqueda que el autor ha realizado para entregar, a manera de pastillas
informativas, una sintética relación de la vida de un personaje, del hecho
fáctico que devino en una placa histórica o en un monumento patrimonial ante el
cual el lector enfronta un agradable encuentro con la historia y una grata
sensación de que la urbe esconde en cada rincón citadino interesantes anécdotas
que deben pervivir bien contadas para las presentes y futuras generaciones.
Una
particularidad de las placas históricas que el autor ha catalogado es la brevedad
con la que consignan valiosos acontecimientos que están destinados a perdurar y
que grabados en piedra o en mármol o pintados en murales a veces permiten
atisbar con el dato exacto o la fecha precisa con la cual un hecho histórico
perfecciónase in honorem veritatis.
Y esta
condición sintética de las inscripciones epigráficas es característica singular
para resaltar en pequeños textos las cosas fundamentales que débense resguardar
en nuestra historia, mientras el lenguaje usado es también un curioso elemento
para navegar por los insondables caminos del trajín histórico, puesto que las
leyendas consignadas ora en lengua castellana, ora in lingua latina, dan
cuenta de la maravillosa presencia de nuestro idioma a la hora de registrar los
hechos a través de los cuales apréciase la evolución de la lengua de Castilla
desde los tiempos coloniales hasta los actuales momentos, mientras las
preciosas huellas de la cultura latina hállanse también eternizadas en valiosos
elementos epigráficos in vita communitatis.
en el frontispicio del templo de San Francisco.
Nunca
antes ha existido un inventario de estos bienes patrimoniales que han delineado
a nuestra historia y la presente publicación llena ese vacío, por lo que
espérase que las autoridades tomarán más cuidado en precautelar estos elementos
que bajo ninguna circunstancia deben desaparecer en las tenebrosas aguas de la
impunidad o la incuria con la que a veces han sido tratados. Así, la
publicación detalla también, in stricta iustitia, las placas
históricas desaparecidas, algunas de las cuales representaron un registro
insipensable de acontecimientos que debían perdurar como testimonio del
desarrollo histórico de la urbe. Bien harían nuestras autoridades en reponerlas
en tanto la obra las ha catalogado como indispensables dentro de la historia
local.
Monumento al héroe niño Abdón Calderón Garaycoa
Monumento al libertador Simón Bolívar
Por
eso, esta publicación debe propiciar, diem per diem, una concientización
colectiva de que Cuenca es una urbe que guarda espléndidos elementos
epigráficos y monumentos de rara lindeza que forjaron, in aeternum, su fuerte
personalidad histórica, los cuales deben conservarse para el bienestar de todos
los habitantes del país y del mundo. En este proceso de concienciación débense
desarrollar hábitos y comportamientos de ciudadanos que viven orgullosos de
habitar en una urbe que sólo siendo conocida puede ser amada con ejemplar
espíritu cívico.
Emblema redentorista en piedra junto a San Alfonso
Ad
concludendi, el libro seguramente habrá de coadyuvar
para que la valoración del patrimonio cultural de Cuenca prodigue buenas
razones para acrecentar el amor a la urbe, un deber cívico para todos los
ciudadanos y habitantes de la zona, dueña de un rico acervo que está al
servicio de todo el género humano.
Diego Demetrio Orellana
editor del libro «Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca».
Así, ad
futuram rei memoriam, en el bicentenario de la Independencia, este
libro publícase como un homenaje a la ciudad amada, la «ciudad cargada de alma»,
en donde cada uno de los bienes patrimoniales registrados dentro de la obra
acopian vigorosa historia libertaria que evoca, in via libertatis, ese
bien preciado del hombre que nos legaron nuestros próceres hace doscientos años
y que es la libertad, fons et culmen de la vida comunitaria por el que obras como
ésta dignifican a esta ciudad tan ejemplarmente afecta a los goces del espíritu
pro
Patria et Deo.
Diego
Demetrio Orellana
EDITOR DE LA PUBLICACIÓN
Datum Conchae,
super flumina Tomebamba, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis MMXIX, in
sollemnitate Paschali.